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Lecciones de victorias y resistencias ¿Por qué mirar desde Chile y los movimientos sociales a los países del Medio Oriente? por Eva-Rayen Osorio Salinas y Carla Amtmann Fecci

“Es necesario descubrir incansablemente ante las masas laboriosas de todos los países, y sobre todo ante aquellas de los países y las naciones atrasadas, la superchería organizada por las potencias imperialistas, con la ayuda de las clases privilegiadas, en los países oprimidos, que consiste en simular traer a la existencia a Estados políticamente independientes que, en realidad, son vasallos -desde los puntos de vista económico, financiero y militar-.”

Lenin: Tesis N °6 sobre las cuestiones nacionales y colonial. 2do Congreso Internacional Comunista. 1920

Entre los meses de abril y mayo se realizó el I Ciclo sobre Medio Oriente en la ciudad de Valparaíso denominado Entre Victorias y Resistencias, en el cual participaron como países invitados los representantes en Chile de la República Islámica de Irán, la República Árabe Saharaui Democrática, la República Árabe Siria y el Estado Palestino. Tras cuatro importantes jornadas de exposición y discusión política, a través de las cuales se pudo conocer más sobre estos pueblos, su historia, cultura y su realidad actual, fueron reafirmándose los argumentos que impulsaron a los organizadores (1) a realizar esta encuentro.

Para todo movimiento social que comienza a adquirir proyección política, y por consiguiente para todas las fuerzas que debemos comenzar a pensar la construcción de un país distinto, es crucial mirar más allá de nuestras fronteras. Las razones son simples, pero guardan una profundidad estratégica de gran envergadura; por una parte, no podemos siquiera imaginar que un cambio radical en nuestra sociedad se podrá hacer de manera aislada, el internacionalismo siempre ha sido una condicionante en los procesos de cambio. Y por otra parte, porque a las barreras que nos enfrentamos, que no son solo los intereses mezquinos de las minorías de este país, sino que son también los intereses trasnacionales de grandes potencias mundiales, son también muros con los que se enfrentan todos los pueblos del planeta.

Con estas premisas es que hoy afirmamos la importancia de que el movimiento social mire hacia otras tierras.

La trinchera antiimperialista

El año 1948 marca con sangre la historia de Medio Oriente y del mundo entero. La desicion arbitraria de las Naciones Unidas de partir el territorio palestino en dos (2) , inaugurando así la existencia de un Estado sionista en el medio de los pueblos árabes, fue la consagración de un conflicto que hasta el día de hoy se mantiene vigente.

Para comprender con mayor claridad los orígenes de este conflicto, es necesario aclarar algunas falsas premisas que se han instalado en nuestras mentes. Es falso que las tensiones centrales en Medio Oriente son motivadas por temas religiosos o étnicos. No es ni el origen, ni el culto profesado lo que nos permite entender en toda su magnitud lo que pasa en estos países. No es una lucha entre el islam y el judaísmo, sino que son los intereses imperialistas que existen por esta tierra los que nos explican gran parte de los acontecimientos.

El Medio Oriente se encuentra en una posición geográfica vital, al ser una zona que se transforma en puente entre los países del extremo oriente -con toda la gravitancia política y económica que poseen- y Europa. En esta geografía se concentran importantes rutas comerciales, como también grandes riquezas en recursos naturales siendo la zona que tiene los mayores productores de petróleo del mundo. Estos tres motivos son razones suficientes para que los ojos de grandes potencias –y sus intereses estratégicos- estén puestos sobre ella.

En una primera instancia fueron Gran Bretaña y Francia, a través del tratado Sykes Picott (3), quienes se dividieron el Medio Oriente y son los que estuvieron detrás de la ocupación Palestina. Después del debilitamiento de estas potencias post II guerra mundial, junto con el desenlace de la campaña del Sinaí en 1956 y el avance del nacionalismo socialista árabe en países como Egipto, Sudán, Siria, Irak y Argelia, será Estados Unidos, con la inaugurada Guerra Fría, quien entrará en escena manteniéndose hasta el día de hoy desempeñando un rol de dominación económica, política y militar, de manera directa a través de la ocupación y también de manera indirecta, a través de vinculaciones políticas y del control de grandes empresas multinacionales con sede en estos países.

Desde ese entonces los grandes países imperialistas se han preocupado de satanizar al mundo árabe, de confundirnos y alejarlo de los pueblos de América Latina y por tanto también de Chile, llenando nuestras mentes de imágenes confusas e ideas alejadas de la realidad, con la finalidad de limitar los posibles lazos de solidaridad internacional.

Ejemplo de estas tergiversaciones y falacias es el argumento esgrimido en las guerras imperialistas que Estados Unidos utilizó para justificar sus intervenciones, manifestando que éstas eran guerras en defensa de la democracia y la libertad, en defensa de la cultura occidental y los valores de la justicia y el derecho, mientras que por otro lado entrega apoyo militar y diplomático a las monarquías del Golfo Pérsico, en especial a países como Arabia Saudita, Bahrein, Kuwait, y Qatar. Monarquías feudales de familias que gobiernan esos países a sangre y fuego, dictaduras atroces que oprimen a sus pueblos al tiempo que explotan sus riquezas en conjunto con las transnacionales norteamericanas.

Es en este contexto que las luchas del pueblo saharaui y palestino, como la postura antiimperialista de los Gobiernos sirios e iraní cobran sentido e importancia. Los primeros se ha visto obligados a enfrentar al imperialismo y sus intereses más voraces directamente en sus territorios sufriendo usurpaciones, bloqueos, y tratos totalmente vejatorios, mientras que los segundos sufren amenazas de invación mientras mantienen sus posturas de abierto rechazo al Estado ocupante en Palestina como también a los intereses estadounidenses en la región.

Y en esta primera línea, -en esa trinchera antiimperialista-, han llevado una lucha ardua y con dignidad, logrando recuperar territorios, resistir a las avanzadas militares y soportar los bloqueos comerciales y de apoyos humanitarios. Han logrado robustecer sus estados y estar preparados ante las permanentes amenazas extranjeras.

El antiimperialismo y los movimientos sociales

Estos pueblos y países hoy son, junto con otros, un emblema de las luchas brindadas a nivel mundial. Y no sólo por su realidad de resistencias y victorias, sino que también por su estrecho apoyo a importantes gobiernos de América Latina.

No es secreto para nadie el gran apoyo que entregaron importantes organizaciones y pueblos de Oriente Medio a la defensa de gobiernos populares y a las luchas contra las dictaduras latinoamericanas -incluyendo la chilena-. Junto con ello no se puede negar el soporte económico y moral que entregan en la actualidad pueblos y gobiernos desde Medio Oriente a Cuba, Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua, siendo este muy importante para el profundo proceso de cambio que se impulsa con fuerza desde diversos rincones de América Latina.

En cada país se tienen adversarios o enemigos inmediatos. Acá en Chile hoy las banderas se levantan contra el lucro, la clase política actual, el gran empresariado y el robo en todos los ámbitos de los derechos sociales y la privatización de los recursos naturales más básicos. Pero llegará un punto en que cada una de esas demandas develará un muro mayor: intereses extranjeros imperialistas intrincados de manera estrecha con un puñado de familias a nivel nacional.

En ese instante, la muralla con la que nos encontraremos será la misma ante la cual estos pueblos de manera digna y aguerrida han levantado por décadas una férrea resistencia. Será ahí en donde como movimiento social y político, deberemos tener la capacidad de levantar la bandera antiimperialista, que no puede ser sino internacionalista y férreamente solidaria con todos los pueblos, en todos los rincones del planeta.

Por eso cuando decimos: mirar a medio oriente desde los movimientos sociales, no estamos diciendo que sean nuestra receta o nuestro modelo. Estamos afirmando que todo proyecto social y popular que cuestiona las bases de un país, debe también estar preparado para solidarizar con otras luchas y pueblos. Es por eso que desde hoy, no podemos aceptar que Chile no reconozca aun a la Republica Árabe Saharaui Democrática, no podemos aceptar que el parlamento, universidades y grandes personalidades queden mudos ante las injusticias cometidas contra Palestina y hagan eco de los principios ideológicos del sionismo, y por ningún motivo podremos quedar inmóviles cuando se ataque o busque invadir a Siria o Irán desde potencias extranjeras, ni aceptar las tergiversaciones mediáticas de las cuales son parte también los medios de comunicación nacionales.

Entre más conciencia internacional tengamos como movimiento social, y entre más solidaridad con otros pueblos del mundo desarrollemos desde hoy, más fuerte será nuestra lucha y más grandes nuestros horizontes a conquistar. Por todo lo anterior es que reafirmamos nuestra postura inicial: necesitamos mirar los procesos que llevan adelante otros pueblos y países, debemos aprender de éstos y por sobre todo, tenemos que ser capaces de levantar desde nuestras trincheras una solidaridad internacional que permita aunar los esfuerzos en pos de una transformación profunda y radical de nuestra sociedad.

Notas:

Eva-Rayen Osorio Salinas es Directora de la Universidad Popular de Valparaíso. Licenciada en Historia y Ciencias Políticas PUCV, y actual estudiante del magister en Relaciones Internacionales PUCV.

Carla Amtmann Fecci es ex Presidenta de la FEPUCV 2008-2009. Miembro de la Universidad Popular de Valparaíso. Integrante de la Coordinadora por la Lucha de los Pueblos y del Comité de Solidaridad con el Pueblo Palestino. Egresada de Pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales.

1) Los organizadores fueron la Universidad Popular de Valparaíso y las Federaciones Estudiantiles de la Universidad de Valparaíso, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y de la Universidad Técnica Federico Santa María Sede José Miguel Carrera, todo con el apoyo del Comité de Solidaridad con Palestina.

2) Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU del 19 de noviembre de 1947 que dividía el territorio palestino en 8 partes: 3 para Palestina, 3 para el naciente Estado de Israel, una séptima (Jaffa) enclave árabe dentro de terreno israelí y una octava parte, Jerusalém, administrada por el consejo de Administración Fiduciaria de las Naciones Unidas.

5) Negociaciones secretas que inicia el gobierno francés con Gran Bretaña en 1915 para controlar y dividirse los territorios del Medio Oriente. Finaliza con el Tratado de Sykes-Picot de 1916. Vs. ARANDA, G. y PALAMA L. Oriente Medio, una eterna encrucijada. RiL Editores. 2006

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