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Técnicas para impedir la movilización por demandas

¿Indignación o papanatismo?

Tal vez el rasgo más singular de nuestra década es el sentimiento de indignación que recorre el mundo. El uso del término proviene del movimiento de protesta que se instaló en la plaza del Sol de Madrid el 15 de mayo de 2011, en medio de lo peor de la crisis española. Cuando los jóvenes se quedaron a dormir en ese lugar, durante cuarenta días, la prensa comenzó a hablar de los “indignados”. Y un texto del anciano luchador antifascista Stéphane Hessel se convirtió en un manifiesto de ese reclamo: “Nosotros, los veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas de combate de la Francia Libre, llamamos a la generación joven a vivir, transmitir, el legado de la Resistencia y sus ideales. Les decimos: Tomen nuestro lugar, ¡Indígnense!”.

Entramos así en una era de la indignación, que se ha extendido en distintas formas y orientaciones. En muchos casos, como resistencia directa a las políticas neoliberales, como el movimiento Occupy Wall Street en Nueva York o Nuit Debout en Paris. En otros como protesta contra los efectos (indirectos) de estas políticas, como el movimiento de la plaza Taksim en Estambul, o las movilizaciones en defensa del agua y el medio ambiente en América Latina y África...

Artículo completo: 219 palabras.

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Álvaro Ramis

Teólogo, doctor en Ética Aplicada.

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