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Bachelet: entre el realismo sin renuncia y la medida de lo posible, crónica de una democracia inconclusa. por Marco Silva Cornejo

“A los compañeros de la escuela de formación Carlos Lorca; P.S. PUCON”

Un fantasma recorre a la nueva mayoría, un fantasma que parece perseguirla desde su matriz fundacional, la concertación. La idea del “realismo sin renuncia” declarado por la presidenta e impulsado por la corte de ministros de la nueva mayoría en los diferentes subsectores durante esta semana, hace que la memoria social y política nos devuelva a los 90 cuando socialistas y democratacristianos nos vendieron la promesa democrática bajo el eslogan de “la medida de lo posible”. Pareciera ser que finalmente el proceso transicional chileno está condenado por la naturaleza de nuestra clase política gobernante a ser un proyecto de democracia inconclusa.

La idea de la democracia tutelada y el proyecto de modernidad inconcluso del estado chileno, no es nuevo, tiene sus raíces en la matriz fracasa de desarrollo endógeno que prendió impulsar el Frente Popular en la década del 30 con los gobiernos radicales. Durante los 90 bajo la premisa de la estabilidad democrática, los gobiernos transicionales transaron el juicio y castigo a los culpables y generaron las condiciones para el desarrollo de un manto global de impunidad frente a los crímenes realizados por la dictadura y la oficialidad golpista, bajo la premisa de que la verdad nos haría libres, pero la justicia era una imposibilidad jurídica y política. Como resultado de esto, solo casos emblemáticos fueron los esclarecidos y condenados, quedando la gran mayoría de violaciones a los DDHH condenados a la impunidad.

A 25 años de iniciada la transición, las demandas del mundo social adormecido bajo el anestesiamiento del ruido y encandilamiento de las luces neoliberales administradas por los gobiernos transicionales, abren nuevamente la brecha para la configuración de una demanda de cambio social organizada y colectiva. El mundo social agrupado en diferentes frentes de trabajo y actores sociales pertenecientes a expresiones de la periferia política gobernante, logran poner en tensión y develar al conjunto de la sociedad civil dos elementos de alta relevancia cuyo fundamento explica la crisis de las estructuras gobernantes: En primer orden la arquitectura de desigualdad y exclusión sobre la que se construye la sociedad chilena. En segundo orden, la complicidad servil del poder político al poder económico, siendo esta verdad develada en los casos de boletas ideológicamente falsas, financiamiento de las campañas y teniendo su máxima en la especulación y tráfico de influencias que afectara a la mismísima familia presidencial (caso Dávalos).

El quiebre, la tensión y el descontento de la sociedad civil, parecen no ceder ante las estrategias del ejecutivo, Michelle cae en las encuestas, la tensión entre los grupos de poder y la clase política se hace evidente. Frente a esta constatación, frente a esta contingencia ¿cuál es la respuesta del gobierno liderado por una militante socialista?. La respuesta es poner “prioridad” a las reformas, vale decir, poner freno a las transformaciones que el mundo social reclama desde hace más de una década en las calles, esas mismas demandas que se corporizaron en las reformas por las que fueron electos los gobernantes de la nueva mayoría.

La señal del gobierno es triste pero esperable. Hoy están hablando de ajustes a la reforma tributaria, vale decir dejar tranquilos a los empresarios que se han comido todo Chile bajo la consigna del lucro voraz. Suspensión por el momento de la reforma constitucional, vale decir, no tocar el poder factico heredado por la dictadura, condenando de esta manera al conjunto de la nación a regirse bajo una carta fundamental que no responde a los intereses y necesidades del chile de hoy, pero que por sobre todo carece de validez, pues fue elaborada en el marco de la suspensión de toda garantía democrática. Finalmente se apura el tranco en la reforma educacional, pues saben que ahí es donde el movimiento social puede generar más ruido y por tanto desestabilización del modelo.

Una vez más la clase gobernante no escucha al mundo social y retrocede frente a la pataleta y el debilitamiento de grupos económicos y las elites políticas. Una vez más la nueva mayoría consagra un diseño democrático inconcluso perpetuando la desigualdad y condenado al conjunto de la nación a seguir bajo el modelo político y económico heredado por Pinochet sus secuaces de la burguesía criolla, una vez más la Nueva Mayoría nos demuestra que sigue siendo la Concertación.

Marco Silva Cornejo Mg. Ciencias Sociales Aplicadas UFRO © Mg. En Psicología Comunitaria

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