En Camelot, Dauno Tótoro Taulis no entrega una novela tradicional de espionaje ni un simple thriller político: lo que ofrece es una suerte de palimpsesto narrativo donde el lector se convierte en arqueólogo de signos, pistas y silencios. El libro funciona como un puzzle que se va armando pieza a pieza, el resultado es muy bueno.
No debería sorprendernos este logro: Dauno Tótoro Taulis es un escritor, periodista, guionista, documentalista y editor chileno, con amplia trayectoria. Ha escrito crónicas, ensayos y novelas. Fue galardonado con el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí en 1994.
Entre sus obras destacan investigaciones y ensayos como Zapatistas, La cofradía blindada, Ser de izquierda, Rati, agente de la oficina (en co autoría con Javier Rebolledo), y las novelas La sonrisa del caimán, Los tiempos de la caimagüana y Gemelo de sí mismo, entre otras obras. También es cofundador de Ceibo Ediciones y sigue explorando la narrativa de no‑ficción y ficción política.
Además, ha escrito guiones para televisión —como Los simuladores y Huaiquimán y Tolosa— y dirigido documentales en colaboración con figuras como Miguel Littin, abordando temáticas indígenas, políticas o de derechos humanos.
En esta entrega, Camelot, que da título al libro, resulta ser la utopía de un grupo de prominentes políticos norteamericanos, de origen irlandés, encabezados nada menos que por JFK. Una utopía que es en el fondo el dominio total del imperio del norte, mediante una combinación de la tradicional herramienta de EEUU (las armas), con una capacidad de predicción sociológica, y la capacidad de intervenir en las masas, algo así como un adelanto de lo que hoy vivimos con las redes sociales e internet (y su manipulación por parte de los grupos de poder).
Al avanzar en la lectura, se hace evidente que el autor ha basado su obra en una profunda investigación, de hecho, en una entrevista disponible en internet, comenta que se vio enfrentado a la disyuntiva de publicarlo como un libro de investigación, o novelar la historia para hacerla más amena.
Lejos de la linealidad, la estructura de Camelot se asemeja también a un tablero de ajedrez en el que cada movimiento —cada capítulo, cada documento develado, cada diálogo— parece anticipar una jugada mayor. Aquí, el pasado y el presente no se suceden, sino que se superponen: los ecos de la Guerra Fría vibran en los algoritmos contemporáneos, y las conspiraciones de ayer se filtran en los códigos fuente de hoy.
La galería de personajes de la novela es impresionante, además del protagonista, Federico Hellstrom, por sus páginas desfilan: John Fitzgerald Kennedy, María Maluenda, Salvador Allende, Luis Corvalán, Robert McNamara, Ricardo Lagos Escobar, Álvaro Bunster, Carmen Lazo y Jorge Montes, entre muchos otros.
No quedan bien parados Ricardo Lagos, Edmundo Fuenzalida, Andrés Bianchi y José Rimsky, en ese entonces jóvenes cientistas sociales, que son de los primeros en tener conciencia de que tras Camelot, más que un apoyo a las nacientes ciencias sociales de Chile, parece haber un entramado de espionaje utilizando las investigaciones de las universidades. La actitud que asumen no es la de la denuncia inmediata, más aún, el más molesto con el hallazgo parece ser Fuenzalida, que es el menos izquierdista del grupo. Citando el texto: “- Concuerdo con Ricardo -señaló Bianchi-, hacer una denuncia destemplada antes de tener más antecedentes puede jugarnos en contra… -Disculpen -dijo un molesto Fuenzalida-, pero ¿qué más antecedentes se necesitan para darse cuenta de que es una operación de inteligencia militar?¿Con quién quieren consultar?”.
La Democracia Cristiana, en ese momento en el gobierno, se ve aún más lejos de cumplir con su deber. Con las honrosas excepciones de Radomiro Tomic y Andrés Aylwin, tanto el poder ejecutivo como la bancada en el parlamento, muy amarrados por la deuda que ese partido tiene con el gobierno norteamericano que les financió la campaña que les llevó al poder, entran rápidamente a un juego de “hagamos como que nos enojamos e investigamos las operaciones de EEUU, y que ellos hagan como que se suspende el espionaje”.
La trama del Plan Camelot se ve afectado por algo que es una constante en la política exterior de EEUU, la invasión o intervención militar en algún país del mundo, en este caso el segundo ataque del imperio a República Dominicana durante el siglo pasado, el del año 1965. Esa intervención en particular, lleva a un efecto dominó que desemboca en una comisión investigadora en el parlamento, en el que las y los comunistas (en particular la diputada María Maluenda) y socialistas, chocan continuamente con un muro que evita ir más allá en la investigación del proyecto que supuestamente el imperio ya ha cancelado debido a las filtraciones.
La novela deja claro que si bien “cae” el proyecto Camelot, lo que en realidad cae es una de las líneas, la de cooptación del mundo académico, pero hay otras que siguen en plena marcha, y que sortean las sospechas de los parlamentarios comunistas investigadores. Desde luego se trata de la dirigida a las fuerzas armadas.
César Avendaño Avendaño, alias “Dañito”, o más bien CGSP, como a él le gusta darse a conocer, requiere un apartado individual. Se trata de un gran personaje. La sigla CGSP es una suerte de bautismo que le da nada menos que Salvador Allende, Avendaño lo conserva por respeto y admiración hacia él y hacia María Maluenda. César tiene una habilidad innata para las matemáticas más abstractas, tiene algún tipo de discapacidad sicosocial, quizás tipo Asperger. Estas características lo llevan a verse muy involucrado en el Plan Camelot. Junto a personajes de ficción como este, o Federico Hellstrom, están los personajes reales ya mencionados en párrafos precedentes, muchos del ámbito de la política de esa época, y otros personajes reales que efectivamente fueron protagonistas centrales del Plan Camelot como Hugo Nutini, Eduardo Hamuy y John Galtung.
Algo que impresiona dentro de lo que fueron los hechos reales en lo que se basa la novela, es que efectivamente la ex diputada María Maluenda, antes de fallecer, le entrega al autor, Dauno Tótoro Taulis, los antecedentes que ella conservaba de la investigación en el parlamento. En la novela, ella se los entrega al periodista Federico Hellstrom.
La prosa de Tótoro Taulis se mueve entre la novela negra (de no ficción) y el thriller. Los personajes, más que héroes o villanos, son operadores (conscientes o no de serlo) del entramado de Camelot: periodistas, políticos chilenos y norteamericanos, funcionarios, todos atrapados en una red. Una red que no ha parado, que sigue viva y funcionando hasta el día de hoy. De hecho funcionando aún mejor ya que se nutre día a día con los datos que todos aportamos cada vez que compramos algo, opinamos en las redes sociales, ponemos “likes” o simplemente navegamos por la web leyendo cosas, todo eso viene a sustituir el primitivo levantamiento de información que Camelot hacía vía encuestas, y permite que el Gran Hermano lo sepa todo, para así predecir todo y poder controlar todo.
Camelot
Dauno Tótoro Taulis
Ceibo ediciones. 2025
475 páginas
