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Chile, 8 de mayo, informe del tiempo: nublado y con aires de tormenta. Por Gustavo Gac-Artigas

El presidente de Chile, Gabriel Boric, tras los resultados de las elecciones de los consejeros constitucionales que dieron a los candidatos de la derecha y extrema derecha una mayoría de 33 sobre los 50 electos, más de los 3/5 necesarios para imponer sus propuestas, llamó a la unidad y sobre todo llamó al Partido Republicano a no cometer los errores del pasado.

Con “los errores del pasado”, se refería el presidente a los errores cometidos por los anteriores consejeros constitucionales que terminaron redactando un proyecto de constitución que fue ampliamente rechazado por el pueblo de Chile, los mismos votantes que mayoritariamente habían aprobado la idea de redactar una nueva constitución que pusiera fin a la de Pinochet.

Por su juventud, es evidente que no se refería a “los errores del pasado” cometidos hace 50 años cuando, en un país dividido, un país en que el diálogo se había roto, en que la convivencia había desaparecido, el sectarismo nos llevó a alejar a todo aquel que no pensara como nosotros, y no solamente a alejarlo, ofenderlo, y a verlo como enemigo.

Cuando consignas como “avanzar sin tranzar” irrumpieron en el campo político, cuando llamamos a convertir Chile en el segundo territorio libre de América Latina, y hoy vemos cómo el primero naufraga y en improvisados botes sale de la isla.

Cuando se dio la repartija de puestos, este para los socialistas, este para los comunistas, este para la izquierda cristiana, este para... repartija que tomaba en cuenta el peso de cada partido o movimiento y no la capacidad del individuo para asumir un determinado puesto y las responsabilidades que asumía para el bien del país.

Quizás no se refería a esos errores del pasado por lo que conserva su alma de niño, y ¡cuán importante es vivir en el futuro y no en el pasado! Sin embargo, un tobogán —rascapoto le llamábamos en mi tiempo— también da lecciones: a la salida se puede quedar atrapado a la merced de quien quiera sacarlo o dejarlo en el atolladero.

Al verlo atrapado al final del deslizadero vino a mi memoria el “I Ching”, el libro de las mutaciones, aquel que leía en el patio de la cárcel de Rancagua, y el hexagrama que decía: el hombre sabio —a diferencia del cordero, que enfrentado a un matorral continúa avanzando en la misma dirección hasta que queda inmovilizado y a merced de sus enemigos— retrocede, mira, y busca el camino para sortear el obstáculo.

Es difícil aceptar una derrota, y por lo que duele, se disfraza, y a veces se sangra por la herida y se cometen los errores del pasado: culpar al otro y utilizar un lenguaje hiriente; más grande es la herida, más se sangra por ella.

Anoche vimos esa arrogancia en las primeras declaraciones de algunos de aquellos que apoyan al Gobierno, al igual que también escuchamos el ruido producido al descorchar botellas de champaña en más de alguna casa en las casitas del barrio alto, así como sonaron tras la caída del presidente Allende, cincuenta años atrás.

Los errores del pasado no son simplemente errores, nos condujeron a la negra noche de la dictadura y cuán difícil fue salir de ella.

Los errores del presente nos llevaron a que de una mayoría que tuvo conciencia de que Chile necesita una nueva constitución, una que responda a una visión de futuro, que escuche a la mayoría, no la de los partidos o coaliciones de partidos o movimientos, una que piense en el Chile de mañana, se pasara a un grupo de consejeros con una mayoría de derecha en la cual se encuentra una extrema derecha no disfrazada, un populismo de derecha que ve, no una nueva constitución, sino la oportunidad de recuperar el poder. ¿El centro?, al centro se lo llevó la tormenta.

50 consejeros no pueden tener prisionero al país, 50 consejeros deben pensar en el país, una mayoría no puede buscar el terminar con la necesidad de dotarnos de una nueva constitución, errores del pasado inmediato. No se puede salir con un texto que será rechazado y regresemos al enfrentamiento cotidiano, a ahondar la separación, a no tender puentes, a no pensar en Chile, o pretendiendo que se piensa en Chile conducirnos al atolladero al final del rascapoto de la política chilena.

Mayo 8, el informe del tiempo: nublado y con aires de tormenta.

El autor es escritor, poeta, dramaturgo y hombre de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española. Reside en los EE. UU.

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