En el mediano plazo si somos optimistas, y más tarde si no, en algún momento nuestro país irá flexibilizando las medidas y restricciones asociadas a la cuarentena por el Coronavirus. Pasará de reportes diarios de contagiados, fallecidos y recuperados como sucede hasta ahora, a reportes semanales o quincenales, los que se irán espaciando en el tiempo. Poco a poco volveremos a recuperar la relación familiar y de amistad más allá del círculo estrecho de nuestra casa, con temor al principio y mayor confianza y seguridad después.
Será un proceso dinámico sujeto a las señales de riesgo o seguridad que percibamos en el entorno, pero va a ocurrir.
Al igual que las personas, los barrios, las ciudades y los países volverán lentamente a retomar sus tareas y actividades, pero de una nueva manera, no la de antes, una nueva forma de reglas y costumbres, donde pandemia que hoy nos tiene encerrados en nuestras casas pasará como un recuerdo duro y áspero.
Sin embargo, a diferencia de otro tipo de catástrofes -bien conocidas por el país y sus habitantes- como terremotos y/o tsunamis, en que salvo los sitios geográficos acotados que han sido epicentro de dichos fenómenos, en el resto del país a poco de andar se retoma el diario vivir, reparando los daños y ajustando los engranajes productivos. Esta pandemia es mundial y la recuperación del cotidiano va a requerir hacernos cargo de los cambios que se necesitan para que las personas, empresas, industrias, ciudades, países y la sociedad en su conjunto vuelvan a esa cosa extraña que llamamos el diario vivir.
Así Ud. deberá salir cada mañana de su casa premunido de una mascarilla y guantes. Si tiene locomoción propia es más fácil, pero si debe tomar locomoción pública, deberá evitar la cercanía con otros pasajeros, tanto en la parada de buses, como en el interior de este, metro, tren, taxi colectivo. Deberá evitar el contacto con los pasamanos u otras superficies a la que el resto de las personas que viajan puedan acceder. Al arribar a su destino, se debe desprender de los guantes, asearse y deberá procurar lavar sus manos de manera regular durante el día, aun cuando éstas se vean limpias. El regreso a casa va a tener una rutina similar.
Mientras el lector lee esto pensará que es imposible hoy en día. Las mañanas en buses, metro, taxi colectivo son una batalla para conseguir abordarlos, el roce entre las personas es inevitable y la congestión de pasajeros en un espacio reducido es forzosa para no perder el transporte y llegar atrasado al trabajo o la diligencia a realizar.
La pregunta que las autoridades, directores de empresa, colegio, universidad o centro de formación profesional, jefe de departamento, unidad o encargado de personal debe hacerse, es si todo el equipo bajo su dependencia debe volver a trabajar de manera presencial. En estos días de cuarentena, gran parte de las oficinas han realizado teletrabajo con la mayoría de su planta y están evaluando los resultados de esta nueva modalidad remota. Impuesta por las circunstancias, debe someterse ahora a un análisis más técnico que permita dirimir qué puestos de trabajo, cuáles tareas y bajo qué condiciones, pueden realizarse a distancia, entendiendo que hay otras tantas que requieren presencia física.
La práctica del teletrabajo impulsada por las empresas para evitar la propagación de la pandemia, las videoconferencias, reuniones virtuales entre la jefatura y el equipo de trabajo ha sido una constante en estos días con buenos resultados y se han impuesto como una forma válida. Si bien requiere implementar y/o fortalecer sistemas digitales de control de tareas, es hoy una realidad que llegó para quedarse.
El teletrabajo se implementó como medida de emergencia. Ahora hay que hacer las modificaciones adecuadas para establecerlo como una forma segura y regular para el desempeño de los trabajadores, haciéndose cargo de situaciones como el acceso desde sus casas a energía eléctrica o Internet, los equipos computacionales, su actualización, mantención y/o reparación, habilitar el puesto de trabajo, capacitar al trabajador para hacerse de rutinas productivas compatibilizando con otras actividades como gimnasia de pausa, la alimentación, vida familiar, etc.
Respecto del horario de ingreso al trabajo, fluctúa entre las 8 a 9 hrs. en la mayor parte del país, con pocas excepciones. La pregunta que las autoridades, y todos los directivos deben hacerse, es si los horarios definidos admiten flexibilización, si es posible hacer el ingreso y salida en otros horarios distintos a los que hoy rigen, de manera tal de descongestionar el sistema de transporte público y resguardar la vida de los pasajeros.
Una respuesta adecuada flexibiliza el ingreso, el universo de personas a circular se reduce de manera dramática y se protege la salud de todos los transeúntes, sin descuidar la productividad.
Sin embargo, esto no es gratis, pues hace necesario cambiar procedimientos, disposiciones jurídicas asociadas, metodologías de trabajo y la actual forma de gestionar los servicios, sus departamentos y unidades, los colegios, universidades y centros de formación técnica. Ese cambio de dispositivo mental de cómo se hacen las cosas, desde el más alto funcionario con más responsabilidades hasta el último en el escalafón, llevará mucho tiempo, pero la nueva percepción sobre el trabajo es imprescindible.
Otro cambio a realizar es incorporar un sistema tecnológico robusto de control de tareas por vía remota, un uso masificado de video conferencias, Internet y recursos tecnológicos en general.
Por cierto, las personas que opten por el teletrabajo deberán hacer también con alguna regularidad trabajo presencial para coordinaciones, retroalimentación personalizada de las jefaturas, capacitación y otros.
Las oficinas deberán repensar la distribución de los departamentos y unidades, puesto que cada persona externa que transite por sus pasillos y dependencias se vuelve un riesgo inmanejable. Así las interacciones o reuniones con clientes y/o colaboradores externos en general, deben estar delimitadas en áreas específicas habilitadas al efecto, con protocolos de higiene sanitaria definidos para evitar contagios, tanto al ingresar a las dependencias como también a su salida.
El personal debe ser sometido regularmente a chequeos para verificar su condición de salud y cuando realice trabajo presencial debe portar una tarjeta de identificación interna que señale que está en condiciones de salud compatibles para acceder a las dependencias y la fecha de su último chequeo. Ningún trabajador, independientemente de su rol al interior de la oficina, debe acceder a las dependencias sin esa tarjeta de identificación que lo habilita para trabajar seguro y sin riesgo para él y sus compañeros.
Los casinos de alimentación dentro de las empresas deben cambiar su forma de operar, facilitando el expendio de colaciones que el personal pueda consumir en sus puestos de trabajo. Colaciones que personal habilitado les lleve hasta sus oficinas, pues se debe evitar el tránsito innecesario de personas por pasillos y ascensores.
La circulación de oficios, resoluciones, cartas y todo elemento físico es una fuente posible de contagio. Es cierto que hay material que necesariamente debe circular en forma física, pero el traspaso al mundo digital de los documentos ya no es opción, es una necesidad en el mundo después del Coronavirus.
De allí entonces que hoy, los directivos o responsables de cada empresa deben estudiar, cuál es la mejor forma de prestar sus servicios, resguardando la salud de sus clientes y sus colaboradores.