Estando ad portas de la segunda vuelta presidencial en Colombia siempre me he preguntado qué hubiera sucedido con la historia política del país caribeño, y de América Latina en general, si no hubieran asesinado al candidato presidencial Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948. Las expectativas puestas en un posible gobierno de Gaitán eran tan altas que el pueblo salió enardecido a destruirlo todo al enterarse del crimen cometido contra su líder, y esa violencia continuó… hasta el día de hoy.
Jorge Eliécer Gaitán fue un abogado y político del ala más “progresista” del Partido Liberal Colombiano[1], también fue alcalde de Bogotá, congresista y ministro de Educación y Trabajo, además iba a ser el candidato oficial del partido para la elección presidencial de 1950. Lejos de ser un “socialista” como lo tildaban sus adversarios, Gaitán puede considerarse como un líder carismático de pensamiento populista-desarrollista tal como Getulio Vargas en Brasil, el APRA en Perú[2] o Aguirre Cerda en Chile. Estaba consciente de la enorme brecha social que dividía a su país y que, entre otras cosas, era necesario implementar una reforma agraria para mejorar la productividad de los campos. Esto no debió haber sido del agrado de muchos latifundistas, ya sea tanto conservadores como liberales. Con esa y otras medidas sociales presentes en su programa de gobierno firmó su condena a muerte.
Su asesinato produciría violentas protestas populares conocidas como “El Bogotazo”, que luego se esparcieron a nivel nacional iniciando un periodo sangriento en la historia del país conocido como “La Violencia”, una verdadera guerra civil, desde donde surgirían posteriormente las milicias del FARC, el ELN, etc. Las hipótesis sobre el crimen del candidato liberal han mutado con el tiempo: desde la teoría del asesino solitario (el asesino Juan Roa habría sido una especie de Lee Harvey Oswald), hasta que fue producto de una conspiración internacional, donde la CIA habría actuado en conjunto con los conservadores para evitar la llegada del “Socialismo” al poder en Colombia, aunque Gaitán también resultaba incómodo al interior del propio partido Liberal. Por otra parte, durante periodo como diputado Gaitán había sido el único político que fiscalizó y defendió a los trabajadores de la United Fruit, empresa transnacional de EEUU, de los abusos y matanzas que se cometían contra ellos. Quizás por todas estas razones su crimen provocó una reacción popular tan violenta, con la correspondiente represión gubernamental.
El resto de la historia ha sido una continua alternancia en el poder entre los grandes partidos (Liberal y Conservador) a partir del Pacto de Benidorm, con unos liberales cada vez más derechistas y defensores de la oligarquía, impidiendo que terceras fuerzas políticas pudieran competir por el poder[3]. Hoy, más de 70 años después del magnicidio de Gaitán, Colombia tiene la oportunidad de escoger por primera vez a un presidente de izquierda, pero no nos confundamos, Petro no es ni pretende ser socialista o comunista, es más, ve como un modelo a seguir al gobierno de Gabriel Boric. Lo que más complica a la campaña de Petro es su intención de retomar los Acuerdos de Paz que encabezó el ex presidente Juan Manuel Santos y que lo hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz el año 2016, principalmente, porque para parte de la población aquel tema ya quedó zanjado con el plebiscito que propuso el propio Santos y que se perdió debido a la enorme campaña de fake news que llevó a cabo la ultraderecha liderada por Álvaro Uribe[4]. El otro tema álgido, y que la derecha ha sacado a relucir hasta el cansancio, es el pasado guerrillero de Petro en el M19[5], aunque esas fuerzas se autodisolvieron hace más de 30 años y muchos de los ex guerrilleros terminaron por ingresar a la política como diputados y dirigentes locales para luego ser masacrados por los paramilitares de la ultraderecha[6].
Donde sí hay semejanzas entre Petro y Gaitán es que, aunque ambos apelan al Pueblo, ninguno puede ser catalogado como un “populista outsider antisistema”[7]: Petro, al igual que Gaitán, también fue alcalde de Bogotá, luego parlamentario y senador. La sorpresa se dio por el lado de la derecha, pues ninguno de los candidatos del gobierno y el Uribismo pasó a segunda vuelta[8], quien sí lo hizo fue el empresario Rodolfo Hernández, un verdadero outsider que se define como apolítico y tiene un discurso anticorrupción, Hernández es un derechista populista con un mensaje ambiguo y escaso de contendido que no ha querido debatir con sus opositores y ha realizado buena parte de su campaña a través de Redes Sociales, especialmente TikTok, (una suerte de Franco Parisi colombiano). El escaso apoyo a los candidatos tradicionales se debió, en gran parte, a que no pudieron desligarse del oscuro legado que les hereda el presidente Duque: desigualdad social, problemas económicos (un nivel de pobreza del 40%), y crímenes y violaciones a los DDHH ocurridos durante el Estallido Social de Colombia de 2019.
El eventual triunfo de Gustavo Petro ahora se ve cuesta arriba porque el candidato habría “tocado techo” en la intención de votos[9] y no tiene de dónde obtener más apoyo, en cambio Hernández tendrá todo el apoyo de los demás candidatos que no pasaron a segunda vuelta[10], de los partidos tradicionales, de los latifundistas, del Uribismo y de una sociedad que no está acostumbrada a votar por la izquierda. Si logra ganar será un triunfo verdaderamente histórico, aunque el congreso estará dominado por Conservadores y Liberales. Tal vez sea el momento de que Colombia retome la senda de transformaciones sociales en democracia que quedó truncada ese fatídico 9 de abril de 1948.
Cristián Martínez Arriagada
Cientista Político
[1] “En busca de nuevas estrategias (para competir con la hegemonía Conservadora), hacia los años 20 el Liberalismo comenzó a considerar la necesidad de “socializarse”, o por lo menos adoptar francas políticas de reforma social y de derecho al trabajo” Torcuato Di Tella, “Historia de los Partidos Políticos en América Latina, siglo XX”, Editorial FCE, 1993
[2] “De todos modos, Colombia no ofrecía condiciones favorables para una experiencia aprista, quizás por su estructura social, en la que no abundaban las concentraciones mineras o agroindustriales, e incluso porque las ciudades importantes eran varias y de tamaño medio, de manera que ni la capital ni en otros centros se acumulaba un proletariado numeroso” Torcuato Di Tella, Íbidem
[3] “El Pacto establecía que durante dieciseis años la presidencia rotaría entre ambos partidos, con la prohibición de presentarse a la elección al que no le correspondía el turno: los ministerios y gobernaciones de provincial estarían divididas por igual. Este pacto se incorporó como ley con fuerza constitucional. Luego fue extendido por otro period hasta 1978, primer año en que hubo una competencia libre” Torcuato Di Tella, Íbidem
[4] Las negociaciones para el Acuerdo de Paz se iniciaron el 26 de agosto de 2012 en La Habana, entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP y concluyeron el 24 de agosto de 2016. Los acuerdos abarcaban la reforma rural, participación política, el cese al fuego y hostilidades bilaterales, la solución al tema de las drogas, sobre las víctimas y los mecanismos de implementación y verificación.
[5] El M19 surge como respuesta al fraude electoral de la elección presidencial de 1970 que dio como ganador al oficialista Misael Pastrana sobre el candidato opositor Gustavo Rojas Pinilla. Las fuerzas de izquierda no marxistas decidieron no validar más el fraude realizado por los partidos tradicionales e intentaron hacer los cambios por la vía armada. Su modus operandi fue muy similar al MIR chileno, con robos a camiones con alimentos para luego repartirlo en barrios populares, o el simbólico robo de la espada de Bolívar.
[6] Luego del desarme, Carlos Pizarro, su principal comadante, fue designado candidato presidencial por el partido Alianza Democrática M-19. Pizarro fue asesinado mientras iba en un avión con destino a Barranquilla.
[7] “Populismo y Neopopulismo en América Latina”; Mackinnon y Petrone (compiladores); Editorial Universidad de Buenos Aires, 1998
[8] “Gutiérrez se presentaba como independiente que tenía el apoyo de partidos tradicionales, como el conservador, el Liberal, y el de la U, y encarnaba para muchos el continuismo del Presidente Iván Duque. Incluso se lo tachaba de ser el candidato del Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe” El Mercurio, A4, 31 de mayo 2022
[9] Gustavo Petro, el candidato de Pacto Histórico, sacó 40, 32% en primera vuelta, Hernández el candidato de La Liga de Gobernantes Anticorrupción sacó poco más de 28%, y el oficialista Federico Gutiérrez 23,8%.
[10] “No queremos perder el país…por eso votaremos por Rodolfo”, el ahora ex candidato de la derecha, Federico Gutiérrez, aclaró que no busca ser parte de un eventual gobierno de Hernández. El Mercurio, A4, 30 de mayo 2022