La magnitud y el efecto de una obra de tipo socioeducativa, al igual que otros tipos de obras cuyos propósitos se orientan a favorecer a una comunidad o a una sociedad, no solo se mide por la solución o por los beneficios que pretende producir en un grupo humano o a quienes podrían ser beneficiados sino que también por la realidad que se pretende transformar, por el significado ético y simbólico que sustenta sus postulados y por el carácter estratégico que su creación puede llegar a alcanzar para las generaciones presentes y futuras de una sociedad.
Las colonias escolares de vacaciones, en tanto institución, es una de esas obras socioeducativas que desde su creación e implementación provocaron y produjeron significativos procesos de cambios y de transformaciones en la sociedad, en el sistema educativo, en las metodologías de trabajo y en el rol a desempeñar tanto por profesores como por estudiantes en los procesos de aprendizajes desarrollados en las escuelas chilenas.
Incluso antes de la promulgación de la ley de instrucción primaria obligatoria de 1920, la implementación de la primera colonia escolar de veraneo de 1905 realizada en Constitución planteaba la importancia y la necesidad estratégica de que el Estado formara personas integrales a través de programas de estudios que contemplaran en sus contenidos la recreación, la actividad física, el deporte, el esparcimiento, la sana alimentación, la higiene, el contacto con la naturaleza, el fomento a la disciplina, al autocuidado y el desarrollo de actividades académicas al aire libre. Estos programas surgirían como complemento a la educación tradicional que niñas y niños recibían en las aulas, incorporando acciones y actividades que les permitieran aplicar a la realidad los conocimientos adquiridos, con la clara finalidad de promover y fomentar en los colonos el desarrollo y fomento del pensamiento crítico, creativo, propositivo y solidario.
La historia y la crónica periodística de la época indican que la creación de colonias escolares de veraneo en Chile no fue una iniciativa pedagógica que concitara la rápida adhesión de las autoridades políticas de la época y menos de los sectores conservadores ligados a la oligarquía y a la iglesia católica nacional. Por el contrario, el conservadurismo político y el religioso se opusieron casi de inmediato a la iniciativa, argumentando que las colonias tenían como objetivo oculto alejar a niños y niñas de la fe, de sus familias, cuestionar el debido respeto a los mayores, a las autoridades; en definitiva, que buscaban corromper las inocentes e ingenuas mentes de los estudiantes.
En efecto, en 1905 Chile vivía políticamente bajo el denominado periodo parlamentario (1891 – 1925), la Iglesia católica ejercía gran poder e influencia sobre la sociedad, los partidos políticos gobernantes se inspiraban en ideas más bien conservadoras que liberales, la sociedad civil se reducía a un tipo de organización de carácter embrionaria y, en general, los establecimientos educacionales eran administrados en su mayoría por congregaciones religiosas que lógicamente imponían sus dogmas y sus visiones acerca de la educación y de la sociedad.
Sin embargo, en un contexto de hostilidad y de crítica política y religiosa severa hacia la iniciativa presentada en noviembre de 1904 en el Ateneo de Santiago por el maestro Domingo Villalobos Bobadilla, quien la había presentado previamente en el Congreso General de Enseñanza Pública del año 1902, logró despertar y concitar el interés y no con poco esfuerzo movilizar voluntades para materializar la iniciativa y comenzar a organizar la primera colonia escolar de veraneo para el periodo estival del año 1905.
Para el visionario y tesonero profesor nacido en la sureña ciudad de Linares en octubre de 1865 convencer a los detractores y a los incrédulos acerca de su iniciativa y de los beneficios que traería para el desarrollo integral de niñas y niños, para la formación del propio profesorado y, en general para los procesos pedagógicos y educativos, significó tiempo, dedicación, perseverancia y fundamentalmente paciencia para no desfallecer frente a las descalificaciones, ofensas y ataques personales que aparecieron en el camino.
Pese a las adversidades, entre el 25 de diciembre de 1902 y el 12 de noviembre de 1904 Domingo Villalobos Bobadilla desarrolló un conjunto de conversaciones, reuniones y encuentros en los que expuso los fundamentos medulares de su iniciativa, el perfil de los beneficiarios, los criterios de selección de los niños, las fuentes de financiamiento y la estructura administrativa más adecuada para lograr el óptimo funcionamiento de la nueva institución. Fueron casi dos años de intensas gestiones que el profesor Domingo Villalobos debió realizar en todos los niveles de la sociedad capitalina para lograr su objetivo. Tal ejercicio no hizo más que reflejar el carácter, la personalidad y la vocación progresista, pública y democrática del educador.
Para el contexto oligárquico y conservador de la época, la habilidad en el manejo de las comunicaciones, el buen tacto, la disposición al diálogo y la búsqueda de consensos para la construcción de acuerdos fueron fundamentales para introducir en Chile la institución de las colonias escolares de vacaciones. Probablemente el profesor oriundo de Linares potenció, desarrolló y afinó sus innatas habilidades en el ejercicio de la redacción de la prestigiosa revista educativa “El Educador”, medio en el que trabajaba desde 1899.
En su presentación en el Ateneo de Santiago el profesor Villalobos mostró todas sus habilidades y destrezas comunicativas a los numerosos asistentes cuando en parte de su intervención señaló lo siguiente: “… os presentaré una nueva institución fundada en la caridad más desinteresada, nacida i sostenida al grato calor de los mas elevados sentimientos de filantropía, de los mismos que han dado vida robusta a las créches, hospitales de niños, sociedades protectoras de la infancia, ligas de distinto jénero, que tienen al niño como objetivo, en especial al niño de humilde cuna, de padres modestos, que no pueden atender como merecen esas reliquias de la familia, ese talismán precioso que hace la felicidad del hogar.”
Tal fue el impacto que la exposición produjo en los asistentes que los medios de prensa de la capital paulatinamente comenzaron a informar acerca de los elementos que conformaban la propuesta de nueva institución y el Comité Organizador que se estructuró el 24 de noviembre de 1904 se avocó de inmediato al desafío de conseguir apoyos y adhesiones para darle vida, a articular a diversos sectores de la sociedad y de la institucionalidad del Estado, a elaborar los instrumentos que utilizarían para medir los progresos de los futuros colonos, a preparar los aspectos logísticos y a conseguir los recursos financieros suficientes para organizar la primera colonia escolar en Chile.
El trabajo y los esfuerzos realizados por el Comité Organizador dieron paso a fines del año 1904 a la conformación de la Sociedad Colonias Escolares de Vacaciones, entidad conformada por personalidades diversas, tales como Javier Ángel Figueroa Larraín, Emilio Korner Henze, Agustín Edwards Mac-Clure, Eduardo Moore Bravo, José Abelardo Núñez Murúa y el propio Domingo Villalobos Bobadilla. La campaña de búsqueda de financiamiento desplegada en corto tiempo logró conseguir la adhesión de 89 connotadas personalidades de la sociedad capitalina, aportando un total de $1.119 pesos de la época.
Desde la presentación de la nueva institución hasta la organización y realización de la primera colonia escolar de vacaciones transcurrieron seis semanas. Fueron seis semanas de intenso trabajo en que los integrantes del Comité Organizador desplegaron todas sus habilidades, competencias e influencias para delinear tanto la estructura, el funcionamiento, el equipamiento, los servicios, los programas de trabajo y de estudios, como la selección de los colonos y del personal. El propio Domingo Villalobos Bobadilla señalaría posteriormente que para organizar la primera colonia escolar de veraneo se “… procedería desde luego, a reunir elementos i a la elección de los niños que formarían la Colonia. Se les buscaría en las escuelas i entre los pobres que requieran un clima de costa para vigorizar su organismo. Sería motivo de preferencia, al lado de las circunstancias anteriores, el mejor aprovechamiento del candidato”.
La primera colonia escolar en Chile comenzó el 11 de enero de 1905. Los 14 colonos seleccionados fueron trasladados en tren desde Santiago a Constitución. El Talca se unieron dos colonos de la zona alcanzando un total de 16 niños, algunos de los cuales no conocían el mar u otras ciudades, viajado en tren, no se habían separado de sus padres, pernoctar fuera de sus casas y menos haber formado parte de un grupo de personas que a través de diversas actividades podían vacacionar y sociabilizar.
Durante 44 días los primeros colonos escolares chilenos, en espacios distintos a los cotidianos, vivieron experiencias únicas en su desarrollo como personas; experiencias que probablemente marcaron para siempre sus vidas. Junto con el desarrollo pedagógico de carácter integral que las actividades realizadas buscaban desarrollar en los niños vulnerables, también el cuidado por la salud, la alimentación y la higiene fueron muestras tangibles de la preocupación de los organizadores por acoger y hacer sentir a los niños como sujetos importantes para sí mismos y para el desarrollo y el progreso del país.
De regreso en la capital, en febrero de 1905, los organizadores de la primera colonia se dieron a la tarea de elaborar un informe detallado acerca de la actividad y sus resultados. Paralelamente a ello comenzaron de inmediato a planificar la segunda colonia escolar para el año 1906. El ímpetu y el entusiasmo inicial, junto a la experiencia acumulada, dieron más fuerza a la nueva institución y con ello otras instituciones públicas y privadas comenzaron a apoyarlas y a planificar sus propias actividades recreativas y educativas, alcanzado gran popularidad y relevancia como espacio de desarrollo pedagógico y social entre los años 1910 y 1973.
Fallecido el creador de las colonias escolares de veraneo en Chile, el 7 de octubre de 1909, varios de sus colegas se dieron a la tarea de perpetuar su sueño y su obra filantrópica, pedagógica y de justicia social. Uno de ellos fue el profesor Manuel Guzmán Maturana, perteneciente a una logia masónica de Santiago, quien el 9 de noviembre de 1910, fundó la “Sociedad Colonias Escolares Domingo Villalobos". El acta constitutiva de la nueva sociedad señala que "llevará por nombre el del iniciador de ellas, como una manifestación de cariño, como un premio a su labor abnegada y silenciosa en esta obra humanitaria de socorrer al niño pobre y desvalido".
La Masonería chilena sería una de las principales instituciones de la sociedad que en forma decidida comenzaron a impulsar el desarrollo y la realización permanente de colonias escolares en todo el país, a través de la actividad de las logias que la integraban. En la actualidad ese noble y desinteresado trabajo aún continúa y se proyecta con nuevos bríos hacia el futuro.
A ciento veinte años de la creación de las colonias escolares de veraneo en Chile es importante reconocer y destacar que su realización, por parte de diversas instituciones públicas y privadas, ha contribuido al desarrollo integral de quienes han participado en ellas. Y como señaló en su oportunidad el propio fundador: “Como institución civilizadora, las colonias concurren a la cultura del espíritu, alejan al niño de las escenas callejeras o de conventillo, elevan el espíritu a sanos ideales, le forman aspiraciones i le hacen buscar una vida superior”.
Las sociedades actuales viven profundos cambios y transformaciones en sus modos de crecimiento, desarrollo, progreso, de relación con el entorno social y natural, de convivencia y construcción del sentido de comunidad, de formación, de educación y de comunicación entre sus integrantes, en estos contextos de cambios y de incertidumbres sería de gran utilidad revitalizar las colonias como institución civilizadora y volver a potenciar y promover su realización a lo largo de todo el país, como eficaz herramienta para contribuir al mejoramiento de la calidad de la educación y de apoyo a los procesos pedagógicos y sociales de formación y de aprendizaje de niñas y niños en Chile.
Imagen de una actividad de la primera colonia escolar de veraneo. Constitución, 1905
Grupo de colonos de la segunda colonia escolar de vacaciones en Constitución. 1906
Fotografías publicadas en el año 1954 en un texto elaborado por la Sociedad Colonias Escolares Domingo Villalobos al cumplir 50 años (1904 - 1954).