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Comentarios al madrugón o entre gallos y medianoche. Por Ignacio Vidaurrázaga

En estas horas del viernes 15 de noviembre muchos en Chile buscamos entender el madrugón de anoche en el parlamento. Coincidente con el primer año de conmemoración del crimen del werken Camilo Catrillanca y cuando faltan apenas tres días para enterar un mes de protesta social.

Es fácil guardar silencio, o marcar el dedito. Pero eso no se condice con todas las energías de estas semanas, todos los costos de estas semanas. Todas las muertes y mutilaciones de estas semanas. Los abusos y violaciones de estas semanas. Los miles de detenidos y procesados de estas semanas. Los millones de participantes en manifestaciones de estas semanas y la rabia y las esperanzas de estas semanas.

En el intercambio con amigos y amigas, con compañeres, escribo de prisa estas primeras impresiones cuando en el wasap me preguntan que pienso. Entonces, aunque sea a tientas, sin conocer detalles sobre y bajo esa mesa de madrugada, quisiera compartir mis preguntas, algunas reflexiones y también mis certezas. Posiblemente coincidan con las de muchos que buscan la siempre inevitable letra chica.

El punto cero es el del nombre. ¿Asamblea Constituyente o Convención Constitucional? El desliz y travestismo de las palabras siempre significa y por cierto lo demandado, marchado y gritado se llama Asamblea Constituyente por lo que significa y no por capricho.

Lo primero, es que todo lo que tenga de avance ese acuerdo del madrugón pertenece y se origina en la protesta social. Tiene historia y autoría. Y los logros y avances en cambiar la cancha y obligar al gobierno, la derecha y los políticos a ese madrugón se deben a la calle y a la protesta, a la anormalidad, a los estudiantes, a la muchachada mutilada y valiente. Quienes honestamente estuvieron en la cocina del madrugón también saben que es un parlamento desprestigiado que busca “sacar las castañas con la mano del gato” .Deben presentar como gran triunfo ese tira y afloja entre el pasado de la dictadura y su Constitución y las esperanzas de un pueblo que ha dicho ¡Basta!

Lo segundo y respecto a los acuerdos del madrugón, salta a la vista que si la protesta ha esperado 29 años y lleva casi un mes, no existe ninguna relación con los extendidos tiempos del proceso constituyente, que ¡oh! permiten justo terminar su periodo al gobierno de Piñera. Dos años para un proceso constituyente creo no guarda relación con las urgencias de un país movilizado. El gobierno no sólo no puede contener la protesta, sino comienza a experimentar los costos en la imagen internacional y en las variables macroeconómicas, o sea, está en una situación de debilidad. Por ello, sólo le queda redoblar la represión haciéndola aún más violadora de los DDHH. Bajo la fórmula de más hombres, más armas, más violencia. Es cierto, Piñera no fue al madrugón, pero estaban sus alfiles resguardando sus dobles intereses de mandatario y empresario.

Lo tercero, son las trampas y los grises tras ese texto firmado en el madrugón.

 El punto 12, “será sometido a la aprobación del congreso nacional”. ¿El actual? Este es un veto grosero y gigantesco, porque no es la ciudadanía la que finalmente aprueba o rechaza la nueva Constitución.

 El voto voluntario en el plebiscito de entrada y la elección de los constituyentes.

 Y el más evidente: un altísimo quorum de 2/3 o el 66% que se traduce en un veto de minoría, muy conveniente para que la UDI firmante sea el tapón del proceso. De nuevo reaparece el fantasma de Jaime Guzmán asoma. Y por eso entiendo que el PC ni madrugara ni firmase.

 El impedimento de que cargos o funcionarios públicos puedan ser constituyentes deja fuera a expertos constitucionalistas de las universidades públicas (Bassa, Biera, Atria y otros y otras). ¿Tendrán que quedarse sin trabajo para participar?

Posiblemente en las próximas horas y días vayamos descubriendo nuevos detallitos y el texto firmado de dos carillas en el madrugón se llene de asteriscos, notas a pie de página y adendum.

Lo cuarto es que por cierto en la posibilidad efectiva de ejecución de un plebiscito de abril hay que participar masivamente, pero las trampas y los grises deben visibilizarse y tenemos que construir las correlaciones desde lo social y lo público para cambiarlas a favor de la más profunda democratización. Lo quinto es que las movilizaciones por todas las demandas apremiantes de nuestro pueblo no pueden ni deben detenerse. Al contrario, la protesta social debiese construir un Pliego de Chile que acumule y procese las demandas sociales y también las de la sobrevivencia planetaria. Sabemos cuánto se ha escondido detrás de la hermosa palabra paz y del manoseado blanco. La mayor vitalidad de las posibilidades de democratización efectiva de Chile está en los movimientos sociales, en las asambleas, en los nacientes cabildos, en las mujeres y en la juventud, en los pobladores, en todos los precarizados, en los docentes y funcionarios a honorarios, en los abuelos con pensiones miserables, en todas las expresiones perseguidas y segregadas de la diversidad sexual y de género.

En un momento se dijo que la agenda social y no la Constitución. Entonces era la parte por el todo. Hoy algunos dirán: No, era el todo. Pero, no hay tal contradicción porque el todo son el cambio de las reglas del juego y un Chile democratizado y justo en el reparto.

Lo sexto, las denuncias y demandas por muertes y mutilaciones respecto de autoridades y ejecutores deben continuar y extenderse porque al hacerlo se protege el legítimo derecho a manifestarse. Lo mismo que la defensa de miles de detenidos que han dejado estas manifestaciones. Porque con violaciones a los DD.HH no puede haber pacto de ninguna naturaleza.

No quiero ni aliento ni empujo a que nuestra muchachada pierda la vida o la libertad o sea mutilada. Tampoco que pequeños emprendedores vean su fuente laboral destruida o impedida de trabajar. Aspiro a que podamos transitar por ciudades normales y no estemos pendientes donde están los hijos, hijas e hijes. Porque lo que hoy aparece como salida también tiene de la misma trampa y coacción con que Chile se ha gobernado durante 29 años.

Pero de miedo y terror hemos tenido ya bastante.

Ignacio Vidaurrázaga Manríquez
15 de noviembre de 2019

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