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¿Cómo enfrentaremos el futuro déficit de profesores? Por Luis Valenzuela Contreras

Los bajos resultados del proceso de admisión 2022 para las carreras de pedagogía han puesto nuevamente en la agenda pública la discusión sobre el qué haremos como país y universidades para enfrentar esta situación.

Según datos entregados por el Ministerio de Educación, en la Minuta de postulación centralizada admisión 2022, fueron 8.704 los jóvenes seleccionados en carreras de pedagogías, lo que representa una disminución del 4% con respecto al año pasado que ya registraba una caída del 27% en el número de sus seleccionados. Si bien, 681 pudieron ser incorporados con el segundo criterio de habilitación establecido en la Ley 20.903 (30% superior de su colegio), las cifras son desastrosas.

Cabe preguntarse ¿cuántos postulantes a las carreras de pedagogía quedaron fuera de este proceso al no alcanzar los 500 puntos? o ¿cuántos prefirieron otras carreras al alcanzarlo?

Existe consenso entre distintos investigadores del área de la educación que en un plazo increíblemente breve – un poco más de una década- Chile tendrá un déficit de cerca 26 mil profesores para 2026. Claramente se trata de un problema urgente multifactorial que debemos abordar integralmente y de manera urgente.

Desde hace mucho tiempo se ha construido un discurso negativo e imaginario de la calidad de los y las profesores/as en ejercicio y de las exigencias en su formación. Estas injustas críticas hacia los docentes, sin embargo, olvidan el esfuerzo y dedicación que demostraron por seguir educando en situaciones de tomas, estallido social y pandemia.

A pesar de lo anterior, estudios de Educar Chile indicaron en 2021, que la pedagogía es una profesión que estaba entre las cuatro más valoradas por la ciudadanía, no obstante, es una carrera “poco atractiva”, que debe mejorar, por ejemplo, las remuneraciones y las condiciones laborales.

Otra causa que pudiera explicar esta baja matrícula es que seguimos sosteniendo un sistema de postulación y normativa excluyente de quienes pueden tener la verdadera vocación de ser profesor/a. Muy atrás quedó ese buen maestro/a que se entregaba a su oficio, demostraba lealtad y recibía una satisfacción personal al servir sin trepidar en el costo.

Entonces, ¿por qué no definir el ser profesor/a por puntaje de corte y que cada institución se haga responsable, como ocurre con otras profesiones? No olvidemos que en Chile ya existen diversas políticas para mejorar la calidad de los profesores y de sus programas de formación, como la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), que certifica que las carreras docentes cumplan un estatus estricto de calidad.

Por ende, esto no significa -en ningún caso- bajar el nivel de exigencia; lo que se expone es que la vocación por ser profesor/a no se logra evaluar a través de un puntaje, donde muchos y muchas, con verdadera vocación, se quedan fuera del sistema solo por tres preguntas erradas.

Por esta razón, es clave revisar el actual instrumento de ingreso universitario para recuperar a los y las maestros/as con esa sensibilidad que logra hacer brillar a quienes están formando, inspirando así los sueños de los ciudadanos del siglo XXI. Es urgente sentarse a corregir y mejorar la Ley 20.903.

Dr. Luis Valenzuela Contreras – Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Católica Silva Henríquez

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