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Conversaciones de Jonathan Sepúlveda Quezada, por Hans Schuster

Conversaciones de Jonathan Sepúlveda Quezada, Primera edición, Santiago de Chile, 2024 (45 páginas).

Por lo general se entiende que una conversación es una acción y efecto de hablar, o utilizar señas conocidas por una o varias personas con otra u otras personas, de modo que expresan emociones e ideas a través de signos lingüísticos o alternando expresiones con el rostro y las manos. El término “conversación” tiene su origen etimológico en el latín “conversatio” que significa "girar juntos" o "trato familiar", y literariamente se refiere a la acción de hablar entre dos o más personas alternando turnos, pudiendo ser una plática informal, un debate público formal o incluso una obra literaria. Conversari –es un verbo- y está compuesto por el prefijo con- (junto, con) y versare (girar, dar vueltas). Por lo tanto, su significado literal es "girar juntos" o "dar vueltas en compañía", esta idea proviene del griego al conversar caminando – como la escuela de filósofos “los peripatéticos”-. Con el tiempo, “conversatio” también pasó a significar "comportamiento", "conducta" o "trato interpersonal y familiaridad" en el contexto del análisis social. Por otra parte, en la literatura, el diálogo es un tipo de conversación que se manifiesta como una obra literaria en prosa o verso donde se finge una disertación, prédica, plática o controversia entre dos o más personajes, siendo Platón uno de los pioneros en el uso de este recurso en filosofía, al poner en diálogo del personaje Sócrates y sus discípulos los temas disputados. De allí que la conversación filosófica o literaria sea parte de un proceso de lectura que tiene el objetivo de promover la reflexión, el diálogo y el explicitación de hipótesis para dar sentido a una idea, un poema o un texto, a diferencia del monólogo: la conversación es una interacción recíproca donde los interlocutores construyen conjuntamente un texto o un entendimiento, un sentido, incluso si los temas varían con facilidad, siempre se trata de la explicitación de conjeturas e hipótesis de lectura para ofrecer sentido al texto, en el diálogo literario la conversación escrita o hablada entre dos o más personajes, es un recurso esencial en diversas formas literarias como la novela, el teatro y la poesía, y se utiliza para desarrollar la trama, revelar el carácter de los personajes y exponer las ideas o conflictos. En su origen etimológico griego "dia" (a través) y "legein" (hablar). El diálogo suele desvelar detalles importantes de la historia, presentar conflictos, revelar información sobre el mundo ficticio o simplemente ofrecer alivio al lector en medio de largos pasajes de texto. En la prosa, se suele presentar entre guiones (-) antes de cada intervención; en los cómics, aparece dentro de bocadillos o globos de diálogo cuya estructura está basada en viñetas, y en el teatro, es el pilar fundamental de la estructura dramática.

La filosofía, desde el diálogo Socrático en adelante utiliza preguntas y respuestas para explorar ideas y llegar a conclusiones, a menudo con Sócrates como protagonista en los diálogos de Platón. Por ello, se entiende que la conversación, es mucho más que un simple intercambio de palabras; implica una interacción deliberada y estructurada donde se comunican ideas, y se transmiten pensamientos expresando emociones, con el objetivo de comprender y transformarse mutuamente, a menudo buscando la coherencia y claridad conceptual con rigor argumentativo. La conversación filosófica se diferencia del diálogo filosófico porque este último implica una interacción más profunda y recíproca, donde los participantes se abren a la perspectiva del otro, transformándose en la aceptación mutua y el respeto por la palabra ajena y a generar nuevos conocimientos, gracias a la charla, el diálogo, la plática, el coloquio o la cháchara cuyo significado implique permanentemente la interacción y transformación, al considerar que la conversación, y especialmente el diálogo, es un espacio donde el "Yo" se relaciona con el "Otro", permitiendo así nociones de identidad y comprensión mutua. La etimología de "conversar" sugiere la idea de "dar vuelta" o "hacer cambiar de opinión con buenas razones", apuntando a un proceso de transformación o búsqueda de la verdad y el conocimiento. En rigor el diálogo filosófico busca la calidad y la tenacidad en el lenguaje y la argumentación, exigiendo que las ideas se respalden con buenas razones. Filósofos como Platón, Sócrates y San Agustín utilizaron la forma del diálogo para explorar ideas filosóficas. Es necesario considerar que la comunicación y resiliencia están presentes permanentemente, más allá del ámbito académico, la conversación es una herramienta fundamental para la comunicación humana, la transmisión de pensamientos y la expresión de afectos, así como para la resiliencia y el manejo del estrés, permiten la prevención de enfermedades, dado que el silencio acumula dolor y depresión que se transformarán en somatizaciones o enfermedades al bajar el sistema inmune. De allí que la conversación sea un momento de sanación, más aún si hay melatonina con la risa y el buen humor.

En el texto poético, la conversación se instala en la fragilidad de lo ido, en el oído también que susurra lo efímero de un vaho que se aleja a la brevedad con un puñado de sílabas, ahora son ellas las que galopan para recorrer el silencio, como si las palabras fueran piedras ovaladas mientras silban sobre el agua, pero sólo hay cemento y tal vez la pequeña promesa de seguir silbando no sea más que una tajada de delirio, aunque el hablante se detuvo en pleno día a esperar un epitafio que no le pertenece, porque debe esperar el análisis de las emociones y otros exámenes de paciencia: con el colesterol en alto precio con la vida del otro no se juega, aunque sea un pariente cercano con olor a crema humectante, porque hay una salita de espera rodeada de otras palabras que comprometen los trastornos y esta angustia antigua que también se desliza por los muros imaginarios de la sala de espera, y se han condensado las palabras en otros idiomas que no fueron dichas porque el dolor gotea sus silencios y chorrea el muro metafísico de la conversación, mientras ella trae su guadaña y sonríe en calavera tras la imagen radiológica que no es más que una placa la que al parecer dice mucho o nada porque el silencio se guarda con pulcritud en un sobre de clínica o de hospital público y hay otros ojos que miran también postrados desde sus camas de agonía, la poesía apenas saluda cuando entra alguien a leer un poco y ya quieres que se vaya a dejar las colillas en el patio, en el jardín infame que ondula su maleza, pero las heridas no se ven, porque sólo es cuestión de morir, pero alguien debe abrir la fosa, y se quedarán las uñas con la tierra del desamparo, habría que hablar también de otras cosas que ya no vienen al caso, porque la muerte es ruda incluyendo el horario de visita, es mejor que sean otros los poemas, menos tóxicos como si de pronto la hora del tesoro sea estar frente a un montón de revistas viejas y el papel ya no duele aunque si te descuidas puede cortarte los dedos y te quedarás conversando con imágenes del pasado y pides que te pellizquen en el diálogo para que reinicies los re encuentros, y tienes miedo a la justicia y con razón, no hay confianza en nada, tampoco en la terapia, aunque el hablante se ve más sanito en esta página, alguien dijo que un par de frases fueron abusadas, porque no logró reconocer las fronteras del verso y se quedó pegado como hablante que era en el mismo tema y hay un pocillo de bilis que te ofrecen los celos, que actúan como una uña encarnada en la mañana de abusos y se menciona al SENAME, pero ahora el diálogo es otro entre víctima y victimario, ya queda poco tiempo y vuelven las vocales a conversar con el futuro de la muerte que está a punto de apagar su próxima colilla y eso te preocupa porque habían momentos de taller y volver a escribir el dolor sin mencionar la palabra ni el nombre propio de esa intensidad en que nadie se reconoce y eso que no hay espejos rotos, sólo un poco de humo que queda al aguaite en el cenicero de los años y esa tos que desgarra la pleura visceral y tu plusvalía.

Pero en estos días que corren se trata de la conversación necesaria para terminar con las guerras, aunque ellas sean el mejor negocio, para mantener activa la economía de unos pocos cuyas ganancias en sangre derramada ahora se miden en muertes por inanición, y en la Franja de Gaza se ven los cuerpos como en los campos de exterminio nazi, y aunque hay pocas imágenes que recorren las redes porque, aunque seas PRESS o PRENSA, los soldados Israelíes te disparan a matar, mientras hay videos en que se visten o juegan con los juguetes de los niños muertos y al parecer son muchos los que se solazan con el genocidio a Palestina y no sólo quieren quitar las vidas para apoderarse de los territorios, a Rusia e Ucrania les pasa lo mismo, sólo que occidente sigue con la idea que la invasión fue Rusa por defender a los suyos del maltrato ucraniano, que poco se dice, porque no conviene sino armar a Europa en una campaña del terror, y el diálogo al bolsillo de la ira, inventada por los traficantes de ideologías y armas, mientras el gobierno tailandés informa de la muerte de 14 civiles y un soldado, y las autoridades provinciales de Camboya de un muerto en sus territorios, por una disputa de más de un siglo sin conversaciones reales para solucionar el punto de las fronteras, por otra parte todos contra Trump en la guerra de aranceles mientras tratan de meter bajo la alfombra de la casa blanca las listas de Jeffrey Edward Epstein, quien en las teorías conspirativas impulsadas por algunos influencers de MAGA fue asesinado y era un agente del gobierno israelí, pero no le sirvió de nada ser un magnate financiero, ya que, como delincuente sexual de menores estadounidense, y conocido por sus estrechos vínculos con figuras influyentes del mundo político y empresarial para los cuales prostituía menores, era muy peligroso y podía poner en jaque al sistema de las blancas palomas, por ello es necesario ocultar las listas de los clientes, mientras en Chile las listas son para los candidatos de los partidos que van por los escaños del mal menor. Y Jonathan Sepúlveda Quezada nos recuerda poéticamente que es tiempo de “Conversaciones”.

Hans Schuster, escritor

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