Sabido es que en Irán las mujeres son quieres nacen con el sello de seres de segunda categoría y que la corriente de los Ayatholas insiste en oscurecer su existencia obligándolas a portar velo, a permanecer analfabetas, casi mudas, a obedecer sin chistar a una fratria de hombres fanáticos y delirantes, en fin a subordinarse a un Estado y religión falocrática asentada en una primitiva ideología patriarcal que solo esta religión fundamentalista ha logrado mantener e incluso acentuar. La historia no es lineal sostiene el sociólogo alemán con certeza y más razón que nunca, Norbert Elías: la sociedad puede mirar hacia atrás y borrar los avances civilizatorios para recuperar la barbarie.
Extraña el difusionismo cultural desde tan remotas distancias y creencias no cristianas hacia nuestro extremo país que se cae de las cordilleras, verdaderos muros a la penetración de extrañas ideas extranjeras. ¡Nunca sabremos adonde nos llevará la globalización! Pues bien, aquí estamos ante oscuras influencias orientales mestizadas del cristianismo arcaico renovado de Occidente.
Pues bien. Dicho esto con fundamentos en este partido político que floreció en Chile con fuerza hace muy poco recuperando las ideas del Estado autoritario de ayer, muerto hace cincuenta años y que revive renovado acompañado de quienes han perdido su nacionalismo patrio espuelas y ponchos mediante, lo único que nos queda a las mujeres es volver a las calles y podría ser este 25 de noviembre (Día de la No Violencia en contra de la Mujer) o mejor antes que terminen de redactar este horror constitucional que nos lleva a tiempos parientes de la Inquisición para que no nos devuelvan a la hoguera. Pues sabemos que las ideas del pasado son fáciles de recuperar por estos jóvenes Opus y semejantes grupos restauracionistas que habitan nuestro presente. A lo menos manifestar que no se las llevaran gratis los Silvas, los Ramírez más otros, es decir, ellos, los nostálgicos del Estado autoritario de patriarcas hoy civiles.
Ximena Valdés es Doctora en Estudios Americanos.