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Corsarios patriotas del cono sur de América. Patricio Núñez Henríquez

Introducción

De pequeño me llamaron la atención las aventuras de piratas y corsarios del pasado. Como eran los últimos años de la II Guerra Mundial, recuerdo también algunos acontecimientos de aquella contienda por las noticias radiales chilenas e internacionales, por los noticiarios en los cine, y por las fotos y mapas de la revista Vea.

Con mi imaginación de niño comprendí lo terrible de las guerras y de los combates, sin embargo, triunfé con los corsarios y piratas, quienes me permitieron jugar siendo uno de ellos. Pocos años después, el libro La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson y sus versiones cinematográficas fueron fundamentales para entrar en ese mundo fantástico, junto con las películas El halcón de los mares y El capitán Blood, con su protagonista principal el actor Errol Flynn. Obras que pude ver a comienzo de la década del 50 del siglo pasado en el biógrafo que se instalaba a veces los días viernes en el gimnasio estilo alemán del viejo edificio de mediados del siglo XIX donde funcionaba el Instituto Nacional.

Cómo no recordar en este momento la fragata Bounty y su viaje por el mundo en 1787 con la versión cinematográfica de Motín a bordo y la actuación de Marlon Brando en las paradisíacas islas Pitcair.

¡Leven ancla! Corsarios al servicio de los insurgentes

Continuando con el tema de piratas y corsarios, pero ahora reflexionando sobre el corso durante el proceso independentista de la América hispana, es decir, analizado a corsarios de nuestro pasado, de nuestra realidad histórica y su participación, sin chovinismo regionales debo continuar diciendo que los piratas del pasado colonial de América como todo pirata, no reconocían autoridad sobre ellos, no tenían Dios ni Ley, mientras que los corsarios debían obtener patente de corso, que era una autorización que otorgaba un gobierno reconocido por sus pares europeos o por una autoridad competente representante en América, documento que permitía operar y obtener ganancias en sus operaciones al servicio del patrocinante.

Con la llegada del movimiento independentista de 1810 (Río de la Plata, Venezuela, Nueva Granada, México, Chile), las Juntas provisorias de gobierno asumieron la responsabilidad de la defensa del territorio sin considerar en un primer momento, el mar. Eran escasos los recursos económicos, además, no se reconocía en general, la importancia del mar para el proceso, y menos se tenía conocimiento de una logística para planificar y proyectar la defensa de puertos y del mar territorial.

Buenos Aires es un ejemplo de lo que se está planteando. A pesar de la mayor participación ciudadana durante el proceso, debido a la movilización de grupos insurgentes durante la revolución de mayo de 1810, el Apostadero Naval de Montevideo se transformó en el principal centro contrarrevolucionario marítimo de la región, gracias a los designios del recién formado gobierno central.

Como los recursos económicos de la Junta eran escasos, incluso para tener milicias en casos de emergencias, menos había para organizar y mantener una armada. Además, no se tenía el conocimiento de una logística para planificar y proyectar la defensa de puertos y del mar territorial. Paradojalmente, las burguesías mercantilistas con mayor poder económico y político en los diferentes países de Hispano América se oponían a este tipo de empresa de defensa principalmente de sus intereses, por el costo que en gran parte ellos tenían que asumir.

En el grupo Juntista de Buenos Aires se entremezclaba la débil economía estatal con los desatinos conciliadores para entenderse con la oposición que buscaba retomar el poder. La Junta de Gobierno en esta situación, no tuvo otra posibilidad que enmendar sus principios de unidad nacional con los realistas para proseguir su destino en medio de la agudización de las contradicciones con el auge de la concentración de las fuerzas realistas marítimas en Montevideo y las necesidades de desarrollo marítimo de Buenos Aires. La Junta se informó que los integrantes de la Audiencia, el virrey Cisneros y los miembros del Cabildo, habían jurado secretamente al Consejo de Regencia de España, pidiendo además a las autoridades provinciales del país, la incorporación al alzamiento contra la Junta Provisoria de Gobierno de Buenos Aires.

En estas circunstancias, la Junta de Gobierno citó a los principales involucrados de este complot subversivo a una reunión que se efectuó el 22 de junio en la capital. “Allí, sorpresivamente, y a pretexto de poner a salvo sus vidas, el ex –Virrey y los Oidores fueron embarcados en la balandra de un corsario inglés con destino al puerto de Las Palmas, en la Gran Canarias.” (Reyes, W. 2011: 13).

Era la primera medida de la Junta que involucraba la actividad corsaria, actitud que incitaba a definir posiciones con los nuevos vientos rebeldes, como también conservadores que se estaban produciendo: debía tomarse el rumbo revolucionario. La acción de poder de la Junta Provisoria de Gobierno, fue un duro golpe para los contrarrevolucionarios, provocando también desconcierto entre las fuerzas antagónicas que se estaba gestando con esta medida inusitada e inesperada.

En lo práctico, surgió entre las fuerzas de cambio fundamentales, la necesidad de poseer una escuadrilla naval con participación corsaria, capaz de iniciar la lucha armada, protegiendo y facilitando la expansión del poder de la Junta Provisoria de Gobierno. Para estas acciones organizativas se adoptaron las mismas disposiciones legales utilizadas desde décadas anteriores, permitiendo así, comenzar a combatir a los realistas acantonados en el Apostadero Naval de Montevideo. Por lo tanto, los corsarios de nuestros gobiernos rebeldes serán considerados piratas por las autoridades españolas, como también por las potencias extranjeras aliadas a España, salvo que se tratara de un gobierno neutral, el cual muchas veces no respetaba dicha neutralidad.

En Chile, durante el gobierno de José Miguel Carrera (1813) se tomaron varias medidas relacionadas con la defensa marítima: compra del bergantín norteamericano Colt que pasó a llamarse Potrillo de 260 toneladas, y el arriendo de la fragata Perla; otorgándose Patente de Corso para atacar barcos realistas o de sus aliados; capacitación de pilotines chilenos. Juan Tortel obtuvo el cargo de teniente de navío de la marina de Chile (14-IV-1813), luego armó dos goletas de su propiedad, Mercedes y Poción, las cuales también obtuvieron patente de corso.

Fue así que el domingo 2 de mayo las autoridades chilenas decidieron que las dos naves preparadas para bloquear Talcahuano, atacaran la fragata Warren, nave corsaria al servicio de España que estaba bloqueando Valparaíso. Sin embargo, desde esta nave y de la Perla comenzaron a disparar contra el bergantín Potrillo: había comenzado un motín de la marinería, que luego continuó en el Potrillo, siendo apresados los oficiales ingleses y norteamericanos de las dos naves chilenas, naves que fueron marineadas al Perú y los oficiales encarcelados en las Casamatas del Callao[1].Esta derrota desmotivó a las autoridades para proseguir la lucha en el mar.

El Virrey Abascal, dueño del mar, bloqueó el puerto de Valparaíso con el Vulture y el Warren, acabando con las esperanzas de libertad de comercio.” (Gámez, F. 2006: 138). Más aún, le fue posible mantener relaciones con el sur de Chile, transportando espías, material bélico que le permitieron organizar a ejércitos restauradores en los puertos de Chiloé, Valdivia y Talcahuano a partir del grupo enviado a Chiloé y encabezado por Antonio Pareja a comienzo de 1813, que culminó con el desembarco de Mariano Osorio en Talcahuano (13-VIII-1814), su rápido avance al norte, batalla de Rancagua (2-X) e inevitable caída de Santiago (9-X-1814).

Es quizás por eso que el historiador Feliciano Gámez Duarte, considerando otros factores y la política gubernamental del momento dice: “La destrucción de la Patria Vieja, no se debe buscar en la derrota de Rancagua o las diferencias entre O’Higgins y Carrera, sino en la renuncia al mar.” (Ídem: 138).

El gobierno de Buenos Aires por esos años, comenzaba a realizar cambios notorios. El historiador español Cesário Fernández Duro, refiriéndose al catalán y ministro de hacienda porteño, Juan Larrrea, nos da la visión del cambio revolucionario cuando dice lo siguiente: “ … fue Larrea quien realizó la aspiración, comprando y armando en el puerto mismo de la capital, aunque con agentes extraños todos, los bajeles. Una fragata rusa, dos bergantines ingleses, una goleta angloamericana, mientras otros se proporcionaban.” (1904. T-9. C-V: 98).

El mismo historiador nos da a conocer un futuro héroe nacional que realizaba actividades muy comunes, pero ilegales: “La dirección y régimen dio á un irlandés, antiguo contrabandista del Plata, llamado William Brown; el mando de los buques á aventureros encargados de reclutar los respectivos equipajes entre gentes de cualquiera procedencia, con tal que acreditaran suficiencia en el oficio.” (Ídem: 98).

La Junta de Gobierno en Buenos Aires, había comenzado a otorgar Patentes de Corso a buques y hombres, que estuvieran a disposición de la causa, conservando las tradicionales ordenanzas sobre corso de la época de Carlos IV. Algunos de los interesados, conocedores de la actividad corsaria de años anteriores en el río de la Plata durante la intervención del imperialismo británico y que estaban dedicados a otras actividades lucrativas, aceptaron de inmediato los contratos.

La lucha corsaria será fundamental durante todos los años de lucha independentista política. La batalla naval de Montevideo o de El Buceo (14 al 17-V-1814) y la capitulación de Montevideo (18-VI-1814), fueron acciones conjuntas de naves corsarias comandadas por William Brown y fuerzas patriotas comandadas en un comienzo por José Rondeau. El mismo día de la toma de Montevideo, en Buenos Aires, el Director Supremo de las Provincias Unidas, Antonio Gervasio de Posadas, creaba el Tribunal de Presas en Buenos Aires, entidad encargada de fiscalizar si las presas eran producto de acciones legales de corso, como también realizar la repartición de los bienes y ganancias logrados por los corsarios, según lo acordado en el contrato previo. En esto se incluían los remates de las presas y mercaderías. Sistema que mejorarán las arcas fiscales, fomentando el corso y el enriquecimiento de un grupo social, los corsarios. La actividad de la escuadra corsaria al servicio de los rebeldes se estaba normalizando.

Por razones económicas la escuadra fue desarmada, Brown y demás marinos quedaron cesantes, recibiendo salarios hasta el 15 de noviembre. La nave Céfiro fue puesta en remate, pero no tuvo postor, por lo tanto, el gobierno a través del comisario de marina, entregó a Thomas Taylor, otro ex contrabandista, la corbeta Céfiro (20-X-1814), y además todo el material necesario que estaba en los almacenes de la marina para su habilitación realizada en el mes de diciembre. La nave fue artillada con 16 cañones de 10 y 18 libras, mejorando su accionar bélico, Thomas Taylor aparece como armador y Guillermo G. Miller como agente.

¡Al abordaje patriota! Abriendo nuevos frentes de combate

La primera misión oficial y corsaria de la corbeta Céfiro fue transportar una misión diplomática ante la corte portuguesa en Brasil en marzo de 1915, que zarpó de Buenos Aires (1-VIII-1815) bajo el mando del capitán Taylor. En su breve misión corsaria, capturó la fragata mercante Nuestra Señora de Monserrat a la altura de Cabo Frío, en la costa del Brasil, y la goleta negrera Divina Pastora.

De regreso a Buenos Aires, varó en las afueras del puerto (7-X-1815), hundiéndose al día siguiente sin producirse pérdidas humanas. Taylor devolvió y canceló la patente de corso, (16-X-1815). Sin gran movimiento había comenzado el corso marítimo por el Atlántico.

Según Abelardo M. García: “La Zephir, que había operado en el Atlántico entre los meses de julio y octubre logrando capturar dos presas, al no encontrar la expedición y ante el vencimiento del plazo otorgado para su campaña, retornó a Buenos Aires …” (2005: XXXVIII).

Hay que tener presente, que en febrero de 1815, había zarpado la expedición militar española con rumbo desconocido, pero hacia América. Meses después se supo que era la Expedición Restauradora del general Morrillo con un gran el ejército, pero que habría cambiado de rumbo y no llegaría a Buenos Aires. Con certeza se supo por periódicos provenientes de Río de Janeiro (24-IX-1815), que la expedición había cambiado su ruta hacia costa venezolana[2], controlando rápidamente ese territorio. El cambio de estrategia hispana causará grandes pérdidas humanas en Venezuela y Nueva Granada, pero al mismo tiempo permitirá a Buenos Aires definir su política marítima continuando con diferentes proyectos corsarios en diferentes mares del planeta y con mayor agresividad.

Benjamín Vicuña Mackenna nos llama a reflexionar sobre la política neutral que mantenía el gobierno de Estados Unidos de América en momentos críticos para las revoluciones hispanoamericanas: “ …el presidente Madison, por una proclamacion dirijida a todo el pais el 15 de setiembre de 1815 habia prohibido todo armamento i toda tentativa de ausilio en favor de los paises insurreccionados de la América. I mas adelante, aguijoneado su celo por las apremiantes instancias de Onis contra el equipo de corsarios en los puertos de la Union, pidió al Congreso leyes especiales que le autorizasen para contener este abuso.” (1857: 47). Medidas que no encontraron el apoyo total de los congresales, pues estaban los intereses de la burguesía emergente de los diferentes estados con el desarrollo de la industria naval, militar y la presencia de militares cesantes dispuestos a continuar con sus oficios en la América hispana. Los ministros plenipotenciarios de España y Portugal en Estados Unidos, el español Luis de Onís y el portugués José Correa da Serra, harán todos los esfuerzos protestando contra la presencia de corsarios al servicio de los insurgentes hispanoamericanos. El primero, tenía el papel de cónsul, y con sus vicecónsules, informantes y espías trataba de contener a las empresas privadas norteamericanas que habían comenzado a apoyar con su accionar mercantilista a las empresas revolucionarias hispanoamericanas. El segundo su política principal estará contra la presencia de corsarios artiguistas que en la segunda mitad del año 1816, estarán en los puertos de EE.UU. En Buenos Aires, un interesante proyecto corsario en aguas no atlánticas, había sido presentado a las autoridades del país con anterioridad a la presencia en América de la expedición de Morrillo y de los postulados del presidente James Madison de Estados Unidos, proyecto que tuvo que ser postergado para mantener en puerto, naves patriotas en caso de ataque. Sólo la corbeta corsaria Céfiro al mando de Taylor pudo operar en la costa del Brasil en misión específica.

Después de saberse que la expedición de Morrillo se dirigía rumbo al Caribe, el presbítero chileno y miembro del último gobierno patriota, Julián Uribe, continuó trabajando en el proyecto de José Miguel Carrera de una expedición corsaria a Chile, con la participación de exiliados chilenos. Con dinero obtenido en la colonia chilena, ya había comprado una vieja goleta. Ahora trataba de interesar al capitán William Brown, lo cual no fue difícil, pues el capitán estaba cesante y le gustaba la aventura: Brown planteó la importancia de la misión al gobierno de Buenos Aires para futuras acciones. Durante las negociaciones se incorporaron otros interesados que comprendieron la factibilidad del proyecto. El gobierno haciéndose participe del pedido, otorgó el máximo de facilidades y franquicias. Según el historiador Cesáreo Fernández Duro, “Brown, bien enterado del estado de defensa de las costas occidentales y de la ausencia de buques de guerra en ellas, celebró con el Gobierno un convenio suscrito el 1.° de Septiembre de 1815, recibiendo patentes para arbolar bandera argentina, á condición de que las presas fuesen vendidas en Buenos Aires y los productos líquidos divididos en nueve partes, de las cuales una debía ser para el Estado, dos para el Almirante y el resto para los oficiales y tripulaciones.” (1904. T-9-VIII: 176).

La expedición de Brown Uribe, expedición mixta de corsarios y patriotas con gran apoyo del gobierno, comenzó a movilizarse con el zarpe de la fragata Hércules (15-X-1815) al mando del capitán y comandante de la misión William Brown. La nave era de 350 toneladas con 20 cañones y con una tripulación de 200 hombres entre marinos y soldados. Acompañado a la fragata iba el bergantín Trinidad de 16 cañones y 130 tripulantes al mando de Miguel Brown, hermano del primero.

A fines de octubre zarpó el capitán Hipólito Bouchard en el bergantín Halcón de 18 cañones con 160 tripulantes, siendo la mayoría de ellos chilenos y la goleta Uribe o Constitución al mando del capitán Oliver Russel con tripulación chilena, cuyo número se desconoce. Entre ellos viajaba el ideólogo de la expedición, Julián Uribe. La goleta Constitución portaba gran cantidad de pertrechos militares, especialmente de artillería. Se puede calcular que en la flota irían unos 450 hombres.

Desgraciadamente durante una fuerte tormenta de viento y lluvia en el extremo sur del continente (31-XII-1815), desapareció la nave, no registrándose evidencias de la tragedia. El resto de la expedición logró cruzar el estrecho de Dracke, entrar al Pacífico y reunirse en la isla Mocha, según lo acordado antes de partir. Dejemos a la disminuida escuadrilla de William Brown en la isla Mocha a 34 Km al Este de Tirúa, en pleno océano Pacífico, planificando las siguientes acciones, mientras continuamos conociendo las acciones corsarias en el océano Atlántico.

Los corsarios patriotas del cono sur: unos invisibles, otros visibles

En Buenos Ares, el nuevo director supremo Juan Martín de Pueyrredón asume el 3 de mayo (1816-1819), mientras que el director supremo Bernardo O’Higgins en Santiago de Chile lo hará en febrero del año siguiente (1817-1823). Fueron las más altas autoridades en sus respectivos países que ideológicamente sirvieron de corsarios invisibles, es decir, desde sus puestos políticos apoyaron con conocimiento de causa, eficaz y directamente a corsarios y empresas corsarias visibles, incluso en algunos casos con gran participación estatal. Pueyrredón principalmente en el Atlántico como también en otros mares; y O’Higgins por toda la costa americana del Pacífico, desde California, México hasta el sur de Chile. El protector José Gervasio Artigas de la Unión de los Pueblos Libres, Liga Federal (1814-1820) en la Banda Oriental es el otro gran corsario invisible, que tendrá una muy destacada participación con los corsarios artiguistas en los mares del mundo, incluso después de su exilio en Paraguay en 1820. Junto a ellos en los mares del Atlántico norte estarán los corsarios de Venezuela, Nueva Granada y México.

El movimiento y el éxito de los corsarios hispanoamericanos, dependerá también de otros factores: como la buena disposición frente a Europa de los puertos norteamericanos de la costa atlántica, como: Savannah (Georgia); Charleston (Carolina del Sur); Norfolk (Virginia), sureste de Richmond; Baltimore (Maryland), norte de Washington; y Providence (Rhode Island), cerca de Boston; y el otro factor: desarrollo capitalista a gran escala en momentos de crisis en Europa e integrado por mercaderes y burguesía inversionista emergente de los puertos y ciudades del país. En cuanto a la industria náutica, la explotación de los excelentes bosque de maderas duras y blandas, que facilitaron el desarrollo de la construcción naval.

En relación al comercio con América Hispana rebelde, los puertos mencionados fueron los más utilizados para reaprovisionamiento, venta de mercaderías apresadas y enganche de tripulación corsaria. También hay que considerar que las patentes corso artiguistas eran fáciles de conseguir, pues no era necesario que la entrega de documentación se realizara en la Banda Oriental. Entre los puertos, Baltimore será el principal con sus casas comerciales y antecedentes históricos y movimiento corsario, (presencia de militares cesantes de postguerra e industria bélica y de otras relacionadas con las naves), será el puerto del estado de la unión, menos vulnerable a los cambios legislativos en contra de actividad corsaria.

En este contexto los astilleros de la bahía de Chesapeake y de las riberas del Delaware al sureste de Washington, lograron perfeccionar la construcción naval con tecnología de avanzada, adecuada a las nuevas necesidades de transporte rápido y seguro principalmente de las empresas corsarias.

Todo tipo de buque que salía de estos astilleros era más liviano en relación a sus pares de otros astilleros del planeta (entre 100 y 500 toneladas). Se caracterizaban por ser de eslora muy superior a la manga, escaso puntal, naves livianas con poca obra muerta e importante superficie para el velamen con sencillo aparejo, cualidades todas que en su conjunto permitían una nave de mayor velocidad y con mayor posibilidades de virajes perfectos que un buque común. La goleta con velas de gavia, cuadras en el palo trinquete (y algunas veces el palo mayor) fue el buque preferido de muchos corsarios Miguel Roldán dice: “… los masteleros de gavia, que asi se llaman unas perchas redondas que, puestas sobre los palos mayores, sujetas por los tamboretes, obenques y estais; sirven para largar en ellas las velas del mismo nombre.” (1831: 197) El historiador Feliciano Gámez Duarte en relación a las naves norteamericanas dice que “El tonelaje medio estaba en torno a los 286 (el de mayor desplazamiento era el Mammoth de 367, de la matrícula de Baltimore)” (2006: 275).

Junto a los complejos industriales naviero y sus .derivados, estaba la floreciente industria en los centros urbanos con sus necesidades de mercados, donde debe incluirse las fábricas de armamentos instalados a raíz de la guerra con Inglaterra (1812-1815).

Entre los principales capitanes corsarios del río de La Plata hay que mencionar a Thomas Taylor, James Chaytor, José de Almeida. Hubo más de un centenar de capitanes, muchos de ellos olvidados por la falta de documentación. Entre otros capitanes: Thomas Boyle, John Dieter, Daniel Chaytor, James Barnes, John Dañéis, John Clarck; muchos de ellos tenían sus familias en Baltimore (de la misma forma que la mayoría de los buques estaban patentados allí con licencia extranjera). En los últimos años de la actividad corsaria independentista los corsarios en un gran porcentaje estarán al servicio artiguista, no tan sólo por razones económicas sino por razones revolucionarias.

Taylor patriota de vieja tradición corsaria al servicio de Buenos Aires, había participado con anterioridad en las Antillas junto a otros corsarios. En Estados Unidos adquirió la goleta The Romp, que rebautizará con el nombre Santafecino (III-1816), pequeña nave de ocho cañones de 12 libras- Recibida su licencia de nave corsaria de Buenos Aires, en su primera acción, Taylor como dueño y armador dispuso que la Santafecino fuera al mando del capitán Squire Fisk (15-IV-1816). Posteriormente la nave será rebautizada con nombres como: Altívela y Atrevida.

El capitán James o Diego Chaytor, también de tradición corsaria patriota en Venezuela estando en Baltimore en 1815, su tierra natal, adquirió el bergantín Mammoth o Mamut de 400 tonelada, que como la mayoría de los barcos salidos de astilleros norteamericanos, era fácil de maniobrar y veloz. Chaytor montó un cañón giratorio (coliza) en el Mammoth, además de los cañones. Al terminar el año había adquirido 824 barriles de pólvora, 200 cajones de fusiles, 2 barricas de sables y otras 12 con piedras de chispa que cargó en su nuevo buque.

“En muchos buques chicos se acostumbra colocar un cañon de grueso calibre entre los palos mayor y trinquete, montado sobre que descansa en un afuste ó esplanada grande y giratoria en todas direcciones;” […] “Estos cañones así dispuesto se denominan de coliza, y están muy en uso en los buques menores, pues con ellos una embarcacion de poco porte puede soportar artillería de grueso calibre sin que le perjudique á sus propiedades marineras.” (Roldan, M. 1831: 93).

El bergantín Expedition, que había transportado a Buenos Aires pertrechos de guerra, regresaba a Estados Unidos, y entre sus pasajeros venía José Miguel Carrera, quien desembarca en Norfolk (11-I-1816) para hacer trasbordo a una nave menor y llegar a Annapolis (17-I-1816). Benjamín Vicuña Mackena dice: “Al echar el ancla el bergantín Expedition la levantaba el Mammoth, otro bergantin que se dirijia a Buenos Aires con 4,000 fusiles, i llevaba instrucciones de Jewett, el emisario que había anticipado Carrera, para pasar a Chile, si por algun evento este país se encontraba a su llegada al Plata en manos de los patriotas, Carrera escribió en esta oportunidad a toda su familia i también al corsario Brown, anunciándole que esperaba reunírsele en el Pacífico ántes de 7 meses de aquella data.” (1857: 45). El bergantín Mammoth zarpó en del mes abril rumbo a Buenos Aires. El cónsul español Luis de Onís no logró impedir el tráfico de material de guerra a Hispanoamérica. Onís consideraba que Chaytor era uno de los principales piratas de los rebeldes.

Chaytor al llegar a Buenos Aires fue muy bien recibido por el gobierno: su cargamento y barco fueron comprados por el estado. Seguramente mucho de ese material bélico fue enviado a Mendoza, donde se estaba formando el Ejército Libertador de los Andes-. Después de los trámites pertinentes, Pueyrredón le concedió el grado de teniente coronel de la marina (7-V-1816). A los pocos días el gobierno le otorgó la patente de corso (13-V), donde además figuraba como armador el gobierno y él: luego era designado el mando de la Independencia del Sur, nuevo nombre del Mammoth.

A mediados de mayo, zarpó la cuadrilla rumbo a las aguas de Cádiz. La operación estaba comandada por James Chaitor, seguidos por: el teniente 1° Diego Maynder; los tenientes Juan Butler y Daniel Chaytor (hijo de James); y Sion Spencer como capitán de la tropa de asalto, quienes se dirigieron en busca de presas a las aguas de Cádiz.

Durante poco más de un mes causaron graves daños al comercio español obligando a muchos buques mercantes a permanecer en puerto. Entre las presas capturadas se mencionan: bergantín Atrevido, frente a Cádiz (30-VII-1816); bergantín San Buenaventura, conocido también como El Leónidas en Cabo San Vicente, (24-VIII); Bergantín Concepción en Cabo San Vicente, (25-VIII) y; fragata Nuestra Señora de los Dolores (Cabo San Vicente, (27-VIII). Ese mismo día fue capturado el bergantín Golondrina en Cabo San Vicente el cual fue utilizado para enviar a Cádiz a los prisioneros.

Por su parte, José de Almeida después de largas conversaciones en Estados Unidos, logró encabezar un consorcio de inversionistas representado por Steveson & Gooowdin (18-X-1816). Luego de la compra de un barco en una subasta, regresó a Buenos Aires.

En Baltimore conoció al corsario y armador Thomas Taylor quien actuaba como representante de las Provincias Unidas del Río de la Plata en Estados Unidos y poseía licencias de corso en blanco para promover el corso. Almeida, después de conversar con Taylor sobre la factibilidad de su participación como corsario de Buenos Aires, se apersonó a las oficinas de la casa mercantil D’Arcy and Didier de Filadelfia, con licencias de corso en blanco en la mano y una proposición de David Curtis DeForest, empresario estadounidense que vivía en Buenos Aires, ofreciendo sus servicios.

Si Almeida lograba el financiamiento de la casa comercial D’Arcy and Didier para realizar las operaciones, DeForest en Buenos Aires, sería el agente proveería las comisiones y se haría responsable de los trámites de adjudicación de las presas, que se facilitarían por sus contactos legales, políticos y otros. La empresa financista D’arcy & Didier recibiría el 50% del producto del remate de las presas y de la carga, DeForest el 10% y el resto sería para el capitán y su tripulación.

Después de llegar a acuerdos la casa comercial con Almeida, el capitán José de Almeida zarpaba (14-V-1816) del puerto de Baltimore al mando de la goleta Orb del nuevo consorcio financiero, nave que pronto será rebautizado con el nombre Congreso de Buenos Aires, conocido simplemente como Congreso. Era un pequeño buque 165 toneladas de casco forrado con cobre para protegerlo de bacterias en aguas tropicales. Nave estaba artillada con 7 cañones largos, uno de ellos giratorio, y con una tripulación de 75 hombres.

En agosto de 1816, tropas portuguesas invadieron la Banda Oriental el campamento de. De Purificación zarparon los dos primeros barcos corsarios fluviales artiguistas: los faluchos Valiente y Sabeyro con patente de corso otorgada por el general Artigas durante el mes de julio. Los corsarios orientales armados en Purificación (al norte de Paysandú), Colonia Sacramento y Montevideo, atacan buques mercantes.

A esto hay que agregar que e n la Banda Oriental, Antonio Gervasio de Posadas firmó al parecer, el primer contrato con patente de corso marítimo organizado contra España (13-X-1815), todos los contratos anteriores habrían sido para corso fluvial. Los corsarios patriotas en el otro frente de combate: el Pacífico.

Después de la reunión la isla Mocha, William Brown con la fragata Hércules era el encargado de liberar a los presos políticos que se encontraban en la isla Juan Fernández. Debido a los fuertes vientos y a la imposibilidad de esperar días de calma, e intuyendo que el gobernador de Chile estaría al tanto de su presencia en los mares de Chile por el informe que seguramente daría el capitán de la nave inglesa Indus divisada cerca de isla Mocha, optó por dirigirse al Callao, para estar en esa cuadra en fecha acordada para el segundo encuentro de capitanes que se realizó en las cercanías del Callao (10-I-1816), donde se planificó el ataque al Callao.

El historiador Carlos López dice lo siguiente sobre el proceder del corsario Brown en Juan Fernández: “decidió atacar directamente El Callao. Fue una decisión afortunada, porque el gobernador de Chile, no pudo enviar la noticia al virrey. La Indus se negó a continuar el viaje y los mercantes extranjeros rehusaron hacerse a la mar, antes el peligro de la escuadra corsaria.” (2007: 17). Brown acertó. Si bien es cierto que los corsarios no anclaron en tierra continental, su sola presencia en el mar hizo su efecto, debido a que las autoridades realistas comprendieron que era factible el acoso a puert os, impidiendo el desarrollo normal de la actividad mercantil en la costa del Pacífico. En enero de 1816 continuaron las acciones sobre las desprotegidas naves mercantes peruanas. Así que en esta rápida incursión, los corsarios patriotas apresaron el bergantín San Pablo, el cual fue utilizado para alojar a enfermos de escorbuto y prisioneros (11-I). El día 13 capturaron la fragata Gobernadora y el 18 cuatro embarcaciones: la goleta Carmen, el bergantín Místico y dos naves más, una de las cuales fue saqueada y hundida. Se estaban dando las condiciones para la batalla del Callao.

“El 19 de enero el virrey pidió al Consulado que armase dos o tres barcos para defender el puerto y perseguir a los rebeldes. Luego de nombrar una comisión compuesta por cinco comerciantes el Consulado acordó armar seis naves al costo de casi 160,000 pesos.” (Anna, T. 2003: 166). Trabajos que se realizarán de inmediato y que consideraremos más adelante.

El 20 comenzó el bloqueo del puerto del Callao con la participación de además, de varias naves reacondicionadas entre ellas, la fragata Piedad como cañonera flotante y seis barcos mercantes. Esto detuvo el comercio y después bloqueo con hostigamiento y asaltos de embarcaciones, el 21 de enero comenzó el bombardeo de las fortalezas del Callao, y en la noche hundieron la fragata Fuente Hermosa.

El comerciante y cronista francés, Julian Mellet, que estaba en el puerto del Callao, dice que William Brown “se presentó delante de esta ciudad con cuatro buques de guerra; comenzó por bombardearla, sin duda con la esperanza de rendirla o tal vez para ocultar otra empresa; ella sostuvo con firmeza el bombardeo durante tres días, al fin de los cuales el virrey señor Abascal envió de Lima un refuerzo de 2.000 hombres para defender el Callao y liberarla.” (1959: 116).

El día 28 de enero fueron apresadas dos fragatas que se dirigían a Cádiz. Candelaria y Consecuencia de poco más de 450 toneladas cada una. En este último buque, “Entre sus prisioneros se hallaban el gobernador de Guayaquil, el duque de Florida-Blanca, y su sobrina, la condesa de Camargo.” (Ídem: 77). Era Juan Manuel Mendíburo y Medrano, quien iba hacerse cargo de la provincia de Guayaquil como gobernador y comandante general. Entre sus acompañantes estaban tres oidores de la Real Audiencia de Santiago, los cuales “fueron considerados como prisioneros de guerra y tratados con muchos miramientos.” (1959: 116). El 29 zarpó la flotilla patriota rumbo a Guayas para continuar con sus objetivos de hostigamiento por la costa del Pacífico.

José Miguel Carrera que se encontraba en Baltimore anotaba en su diario de viaje el día sábado 31 de agosto de 1816 lo siguiente: “Noticia de haber tomado Brown, cerca de Lima, la fragata Consecuencia, de Cádiz.” (2014: 134).

La presencia de la flota patriota en Callao con bombardeo y toma de naves significó un alto costo para el virreinato y la burguesía comercial limeña. Después del alejamiento de la escuadrilla corsaria patriota, se cumplieron las órdenes del virrey: “El Consulado armó tres barcos para defender la plaza y sucesivas inversiones para lo mismo terminaron por mermar las cada día más exiguos recursos de los comerciantes limeños. Todo ello, literalmente paralizó el comercio hacia 1816” (Hunefeldt, Ch. 2003: 52). Problema que se agravará con la pérdida de Chile en 1817 y la presencia de nuevos corsarios provenientes de Buenos Aires y de Chile, provocando mayor hostigamiento al comercio virreinal con desabastecimiento regional paralización de barcos mercantes.

Los astilleros del Callao, especializados en reparaciones de barcos comenzaron su labor. La historiadora Timothy Anna dice: “A pesar de estos peligros, el Consulado armó y acondicionó las fragatas mercantes Palafox Tagle, Reina de los Ángeles, Minerva, Comercio y el bergantín Europa con un total de 122 cañones y 1.021 hombres.” (2003: 166). Con años de anterioridad, Diego Barros Arana había escrito: “Terminados estos aprestos con una sorprendente rapidez, la escuadrilla se hizo a la vela el 16 se febrero, dirigiéndose al sur sin alejarse mucho de la costa, con la esperanza de hallar a los corsarios en alguno de los muchos puertos o caletas que existen entre Callao y Valparaíso.” (2002. T-X: 193). La flotilla del consulado había equivocado rumbo, pues los barcos corsarios patriotas habían tomado dirección norte.

La flota patriota arribó el l7 de febrero en la isla de Puná, atacando sus instalaciones militares, mientras que la fragata Trinidad y una pequeña goleta donde iba el capitán Ramón Freire, remontaron por el río y en la noche del 8 de febrero llegaron frente al fuerte Punta de Piedra (Guayaquil). El día 18 de febrero “… llegaba a Lima la noticia de que el enemigo se había presentado en las cercanías de Guayaquil; y entonces, el Virrey despachó un propio a Pisco para avisar a sus buques el nuevo rumbo que debían tomar.” (Barros Arana, D. 2002. T- X: 193) El mensajero enviado por tierra a Pisco pudo entregar la correspondencia oficial al comandante de la flotilla del consulado limeño.

En Chile, el gobernador Marcó del Pont al saber noticias de la presencia corsaria en el virreinato del Perú, tuvo intenciones de organizar barcos corsarios, pero no hubo interés por parte de la los propietarios, ni el gobernador tuvo la firmeza de imponerse. Sólo dispuso que lo barcos mercantes no zarparan sin la protección de la corbeta Sebastiana que para esos días se encontraba en Chiloé. También por esos días se supo de una falsa noticia, que en enero habían zarpado de Buenos Aires otros barcos corsarios rumbo al Pacífico y el gobernador tenía que proteger la costa chilena.

La nueva situación con la presencia de naves corsarias y su aumento a futuro, motivó a las autoridades limeñas a preocuparse en la defensa del virreinato, para esto creó una comisión encargada estudiar y dar soluciones. Diego Barros Arana acota que el “Informe de la comisión nombrada por el real tribunal del consulado de Lima para la habilitación y armamento de la escuadrilla destinada a perseguir a los piratas de Buenos Aires”. Fechado el 1 de marzo de 1816 y publicado aquel año en esa misa ciudad.” (2002. T- X: 193). Se armaron los siguiente buques mercantes que quedaron al mando de los mismos capitanes, fragatas: Palafox de 18 cañones, Tagle de 18 cañones, Reina de los Ángeles de 32 cañones, Minerva de 18 cañones, y Comercio de 20 cañones, más el bergantín Europa de 18 cañones.

Mientras en Lima se estaba redactando el informe de la comisión, en Guayas, Williams Brown caía prisionero, siendo canjeado por los prisioneros españoles capturados de la fragata Consecuencia. En estas negociaciones con los realistas, los corsarios quedaron con las fragatas Hércules y Consecuencia, el bergantín Halcón y la goleta Carmen. El bergantín Trinidad, fue abandonado, pues no se encontraba en condiciones de seguir navegando por grandes averías. Zarparon del área el 27 de febrero rumbo al norte, rumbo al virreinato de Nueva Granada.

El historiador colombiano Raimundo Rivas mencionado por Rogelio Velásquez dice: “Guillermo Brown, Comodoro de las fuerzas marítimas de Buenos Aires, se apoderó, en Abril de 1816, de la fragata La Gobernadora, salida de Guayaquil con prisioneros patriotas para ser juzgados en Lima. Convencido por Vicente Vanegas de que debía seguir a las costas granadinas, con el objeto de ayudar a la revolución, Brown llegó a Buenaventura en los momentos en que triunfaba la reacción a favor de Fernando VII, gracias a Morillo.” (2010: 118).

Las fuerzas patriotas ya estaban en Nueva Granada. Brown con su escuadrilla “ … entró en el puerto de San Buenaventura, de la provincia de Chocó, con objeto de proveerse de víveres. Allá se habían refugiado los insurgentes más comprometidos del Popayán, tras de la derrota sufrida de las tropas del general Morillo, llevando consigo más de un millón de pesos en dinero, las alhajas domésticas y las de las iglesias. (Fernández Duro, C. 1904. T-9. C-VIII: 181). Brown, al saber que las tropas españolas del capitán Antonio Plá habían invadido el Chocó y que estaban pronto a llegar a Buenaventura, en una rápida retirada echo a pique una corbeta de veinte cañones y un bergantín mercante que no podías llevar, dejando en tierra un buen número de soldados, marinos y refugiados políticos. Jesús María Henao y Gerardo Arrubla dicen que “ … el corsario, tan pronto como supo de la invasión del Choco por Bayer, se dio a la vela y abandonó efectos de valor y soldados …” (1920: 344).

El historiador español Cesáreo Fernández Duro sostiene que “La arribada de los corsarios se les antojó de perlas para poner en seguridad el tesoro. Brown aceptó el convenio de embarcarlo y tenerlo á disposición de sus dueños, ó de conducirlo adonde le ordenaran; mas una vez puesto a bordo, desapareció del puerto de noche, dejando burlados á los que fiaron en su buena fe. (1904. T-9. C-VIII: 181).

El historiador panameño Mario Molina con una visión más amplia y visionaria dice: “En 1816, Juan de Dios de Ayala, gobernador de la provincia de Costa Rica, emitió noticias al administrador de correos de la ciudad de Panamá, a quien le advirtió que en las costas del mar del Sur se aproximaban al Istmo de dos fragatas de insurgentes de Buenos Aires, que han hostigado en Guayaquil y tratan de verificarlo con las demás embarcaciones que trafican por estos puertos.” (2008: 791). A continuación comentando esa situación no hace otra cosa que confirmar los objetivos del envío de las fuerzas corsarias patriotas en el Pacífico de hacer el mayor daño a la economía hispana: “Se deduce así, que en ese período de 1816 a 1821, el istmo de Panamá fue escenario de invasiones, presiones políticas y lo más lamentable, había experimentado la crisis económica producto de la descapitalización de la élite criolla y peninsular, que coadyuvó a la decadencia de las ciudades de Panamá, Portobelo, alcaldía mayor de Natá y provincias de Veragua.” (Idem).

La movilización corsaria estaba afectando a la economía realista de toda la costa del Pacífico y su influencia se comenzaba a sentir en el mar Caribe. Brown con su flota regresaba al océano Atlántico para tener otras aventuras de patriotas que no se trataran en este escrito.

El frente Atlántico: comienza la gran pesadilla para España De acuerdo con la solicitud entregada por Almeida al gobierno rioplatense en 1816, éste le entregó una carta blanca sobre el bono 67, financiado por Juan Pedro de Aguirre, que también poseía el 20% de la empresa. El director supremo de las Provincias Unidas de América del Sur nombró a José Almeida capitán de una goleta de guerra, con el nombre Congreso de Buenos Aires, firmado por Juan Martín de Avellaneda y Juan Florencio Terrada, secretario interino.

Pronto la goleta Congreso, ex Orb, logra sus primeras presas durante el mes de junio de 1916: bergantín San Andrés (21-VI); bergantín Sereno (24-VI-1816), fragata Nuestra Señora de Gracia (a) la Atrevida (25-VI), y la goleta Leona (25-VI), con carga valuada en 200000 dólares. Todas subastadas posteriormente como buenas presas. Al mes siguiente la goleta Congreso estaba en la cuadra del Cabo de San Vicente. Tras de capturar con abordaje un jabeque y saquear un bergantín cargado de cobre, a los que dejó libre (9-VII), capturó al pequeño bergantín Tres Amigos de 75 toneladas.

En aguas próximas a Cádiz, en cabo de San Vicente, Almeida con sus naves capturó la polacra San Francisco (22-VII) que estaba próximo a arribar a Cartagena proveniente de Santiago de Cuba. A los pocos días son capturados el bergantín León y el barco Carlota (25-VII) .Entre otras presas logradas durante la campaña en Europa, se mencionan: fragata San Rafael, bergantines Diamante, Los Dos Hermanos y Carmen, goletas San Francisco de Paula y Nuestra Señora de los Dolores.

Tras operar un tiempo en aguas de Cádiz, Almeida se dirigió al Caribe, donde realizó numerosas presas e interceptó una importante correspondencia entre las autoridades de México y España.

En la temporada junio septiembre, la goleta Congreso y su cuadrilla de otros cuatro barcos corsarios regresaron Buenos Aires con presas avaluadas en más de 3.000.000 de dólares, arribando a dicho puerto el 25 de septiembre.​

Las grandes ganancias obtenidas después del remate de las presas y carga, motivó al nuevo millonario José de Almeida encabezar un nuevo consorcio de inversionistas y empresas (18-X) de Baltimore representado por la casa comercial Stevenson & Goowdin. Almeida remató la goleta Congreso para luego solicitar otra patente de corso. Solicitud que fue aprobada y el gobierno conservando la patente de corso N° 67 (7-XI) con fianza del destacado armador Pedro Juan Aguirre, también propietario de un 20% de la nave. Pocos días después, a mediados de noviembre la goleta Congreso al mando del capitán José de Almeida, zarpaba rumbo a las Antillas en su segunda campaña. El regreso de Bouchard y su experiencia hizo replantear sus normativas con decretos. Esto comenzó al promulgarse un decreto con algunos compromisos de ambas partes (18-XI-1816), que muy pronto tendrá modificaciones.

La acción de los corsarios de la Banda Oriental se concentró en combatir en aguas fluviales a los portugueses que no estaban en guerra con el gobierno de Buenos Aires. . “Como primera faz de su actividad se debe establecer el cumplimiento de las disposiciones de Artigas destinadas a dificultar, que los puertos de las provincias, llevaban a cabo las naves de Buenos Aires. Por la “Circular a los Pueblos de la Converción”, dispuso Artigas el cierre de los puertos de la Liga Federal al comercio bonaerense y el embargo de todos los barcos y mercadería que ellos transportaran…” (Berazza, A. 2014: 12).

El primer problema se produjo, cuando la balandra Industria al mando del capitán Juan Brown, hizo presa en aguas montevideanas al bergantín portugués Pensamiento feliz (X-1816), barco que había zarpado del puerto de Buenos Aires cargado de productos regionales.

Del intercambio de oficios protestas entre del director supremo Pueyrredón y el gobernador Miguel Manuel Barreiro de Montevideo se puede entender que Buenos Aires, solo reconocería las patentes de corso otorgadas por altas autoridades del gobierno de Las Provincias Unidas del Río de la Plata, es decir. por Buenos Aires. Según Agustín Berazza, en un oficio Pueyrredón dice: “ … los corsarios que se encuentren sin este requisito estarán fuera de protección de los Buques de Guerra de este gobierno y no gozarán en tierra de protección alguna …” (2014: 12).

En dicha región operaron más de 30 corsarios al mando de Artigas, quienes capturaron naves españolas y portuguesas por ríos, incluso en el mar.

El frente Atlántico en 1817, y la pesadilla de Portugal Es el año de mayor auge las casas comerciales de los puertos de Estados Unidos, especialmente de Baltimore, donde se acuerdan grandes convenios con empresas corsarias. El ministro portugués en Estados Unidos, el abate José Correa da Serra con excelente llegada a las altas esferas de gobierno “A principios de 1817 las reclamaciones del ministro portugués se plantearon en el sentido de que las naves eran armadas públicamente, disimuladas bajo el aspecto comercial y patentizando la insuficiencia de las leyes de neutralidad del momento.” (Montalbán, C. 2014: 96).

Por el puerto de Buenos Aires ambulaba gran cantidad de marinos y gente sin oficio en busca de trabajo en momento que los armadores bonaerenses están preocupados en captar nuevos interesados en capitanear barcos corsarios. El historiador Feliciano Gámez considera que: “Los principales armadores porteños fueron David De Forest, Jorge Macfarlane, Juan Pedro Aguirre, Adán Guy, Juan Highinbothon, Vicente Anastasio Echeverría, Guillermo P. Ford y José de Almeyda.” (2006: 171). Hay otros que estuvieron en la primera etapa como W.G. Miller, Zimmerman, Lynch y Ca. Todos fueron importantes corsarios invisibles y participaron de las ganancias de la rápida conquista de las aguas Atlántico del hemisferio norte, entre las Antillas y la península Ibérica donde obtendrán la mayor cantidad de presas.

El historiador Renato Valenzuela Ugarte refiriéndose a los preparativos que realizaba en Estados Unidos el último director supremo de Chile durante la patria vieja, dice: “Con esta escuadra, Carrera se proponía limpiar el Pacífico de españoles, atacar Chile por mar y ayudar a la expedición que se estaba preparando en Mendoza para internarse por la cordillera y en seguidas marchar al Perú para acabar con el poder de los virreyes y poder cimentar sobre bases sólidas la libertad de América.” (1999: 149)

Carrera en los últimos días antes del embarque se concentró en Baltimore junto a sus oficiales. El cónsul español Luis de Onís hizo todos los esfuerzos legales para detener la expedición y enviar a la cárcel con un juicio criminal a Carrera. Carrera había utilizado su patrimonio personal, consiguió préstamos y se endeudó para organizar una armada nacional; contratando oficiales europeos, comprando armas y barcos.

José Luis Amunátegui en memoria presentada en 1853 dice: “El 26 de noviembre de 1816, salió de Baltimore a bordo de la corbeta Cliffon. La escuna Davei i los bergantines Salvaje i Regente i la fragata jeneral Scott (asi se llamaban los otros barcos de la expedición) debian seguirle sucesivamente, i en el orden que los dejo enumerados.

El 9 de febrero del año siguiente, arribo la Cliffon a Buenos Aires.”(1914: 173). En corbeta Cliffon venía José Miguel Carrera. Eran días previos a la batalla de Chacabuco en Chile, y la orden de levantar ancla y hacerse a la vela rumbo a Chile dada por Carrera, no pudo cumplirse: sus bienes fueron confiscados por orden del gobierno y de su director supremo Juan Martín de Pueyrredón. Los cambios producidos en febrero en Chile con la invasión y triunfo del Ejército Libertador al mando de José de San Martín en la batalla de Chacabuco, más el levantamiento en diferentes ciudades de país, en el mar se manifestó con la captura del bergantín Aguila en aguas de Valparaíso, sus primeros patrullajes por la costa central como nave chilena y su viaje en marzo a la isla Juan Fernández para rescatar a los presos políticos que allí se encontraban confinados muchos de ellos desde noviembre de 1814. En febrero de 1817 el buque General Artigas marineó a la Nueva Ana al “Puerto de Galveston, para que fuera juzgada en la Corte de Almirantazgo que bajo la juridicción de las autoridades revolucionarias de Méjico, había instalado allí el Comodoro Aury.” (Berazza, A. 2014: 15). José Francisco Urrutia dice: “El 28 de Abril de 1817, el Director Supremo de las Provincias Unidas de Sur-América dirigió una autógrafa al Presidente de los Estados Unidos para anunciarle que Manuel Hermenegildo de Aguirre, comisario general de Guerra, había sido nombrado agente del Gobierno del Plata ante el de Washington. La carta no precisa el verdadero carácter que llevara Aguirre, si bien habla de «su rango diplomático»”.

Aguirre era portador de credenciales extendidas tanto por Pueyrredón, como director supremo de las Provincias Unidas de Sur América, como por Bernardo O’Higgins, director supremo de Chile. “Las credenciales expresan que por ellas se dan «plenos poderes á Manuel Hermenegildo de Aguirre para que inicie y lleve á término toda clase de negociaciones relativas á la compra de armas y buques, inclusive una fragata completamente armada y equipada; siendo entendido que el valor de los diversos elementos que debe comprar ó contratar y el valor de su transporte á Chile serán debidamente pagados cuando hayan sido verificados, y que para el cumplimiento de esta promesa se comprometen todos los intereses y fondos públicos del Estado de Chile". (Urrutia, J.F. 1918: 80).

“ … llevando, además, veinticinco patentes de corso de cada uno de los dos Estados, para distribuirlas entre los armadores norte-americanos que se hallaran dispuestos á hostilizar el comercio español en las costas de la América del Sur. Se confió también á Aguirre la misión de solicitar ante el Gobierno de Washington el reconocimiento de la independencia de ambos países.” (Urrutia, J.F. 1918: 81). A esto último no hubo respuesta.

Según Carlos López Urrutia: “O’Higgins estaba tan satisfecho con los corsarios que pretendía poner corsarios en todos los mares del mundo. Ya al salir Don Manuel Aguirre, primer enviado de Chile a Estados Unidos, llevaba veinte patentes corsarias en blanco, debidamente selladas y firmadas por el Director Supremo, con el fin de concederla en el gran país del norte. No sabemos que resultado haya tenido esta gestión.” (1968: 47). En los mismos meses, José Cortés de Madariaga escribía a Simón Bolívar una carta (25-IV-1817). Según el historiador “Madariaga le daba la seguridad de que el gobierno inglés reconocería a los gobiernos de las ex colonias españolas que se constituyesen legalmente y que contaran con fuerzas y recursos para sostener su independencia.” (López Ramírez, A. 2016: 154)

Debido al auge que estaba tomando la actividad corsaria en el Atlántico y la posibilidad latente de una invasión española, fue aprobado por el director supremo Juan Martin de Pueyrredón el Reglamento Provisional de Corso de las Provincias Unidas del río de La Plata (15-V-1817), que en parte hacía algunas enmiendas al decreto anterior (18-XI-1816), siendo lo llamativo un código disciplinario, réplica del origen inglés y las nuevas disposiciones para armar barcos corsarios, que interesara tanto a comerciantes extranjeros como nacionales. Se definía la diferencia entre piratas y cosarios, reglamentaba definitivamente las actividades de estos últimos para obtener la patente de corso por un tiempo limitado con obligaciones y beneficios como: comunicar al puerto de salida las incidencias de la empresa, no atacar ninguna nave que no llevara la bandera española; izar la bandera patria antes de combatir; trato con respeto a los prisioneros y: se incluyeron premios por hombres y cañones tomados al enemigo. Además se organizaron tribunales de presas, responsables de decidir si las capturas que realizaban los corsarios eran legales y estaban de acuerdo con el contrato realizado, y si las reparticiones se ajustaban a los acuerdos. A dicho tribunal se podía acudir a apelar.

El movimiento en torno a la actividad corsaria en Buenos Aires motivó que desde la Banda Oriental se comunicaran a España lo que estaba sucediendo en la otra rivera del río: “En oficio al Rey de mayo de 1817, le hacía saber, por ejemplo, que en todos los puertos del Río de la Plata se armaban corsarios, y le significaba, también, el peligro que ello entrañaba y el “peligro real y directo que de ahí podía resultar a nuestro comercio y navegación a la subsistencia de esta provincia y últimamente a mis comunicaciones con la Corte, Santa Catalina y Río Grande.” (Beraza, A. 1978: 92).

A pocos días de aprobarse el reglamento provisorio, el director supremo Pueyrredón, extendía la patente de corso N° 8 a George Mac Farlane como fiador y a Rafael Pereyra Lucena como armador, quienes reacondicionaron la corbeta Liberty, ahora con el nombre Santa Rosa de Chacabuco o simplemente Chacabuco, barco de navegar lento por su casco forrado con láminas de cobre para hacer la nave más resistente a enfermedades a las maderas que están bajo aguas tropicales. La Chacabuco estaba equipada con 4 cañones largos de a 12 libras ingleses, 2 gonadas cortas de a 12 libras francesas y 8 carronadas de a 18 libras inglesas. Por sus diversos reacondicionamientos de velamen se considera que era un bergantín corbeta.

Su misión sería hostigar los puertos realistas de la costa del Pacífico desde Perú a California. La Chacabuco levantaba anclas y zarpaba de Buenos Aires rumbo al Pacífico vía cabo de Hornos (El 24-V-1817), siendo su capitán José Turner. Al norte de Valparaíso en el mes de octubre, un motín a bordo por razones de mal trato. Tomó el mando del buque el piloto Mac-Donald, no respetándose la rígida disciplina del reciente código corsario: la nave se transformó en un barco pirata y sus tripulantes en piratas. Mac-Donald, tomó rumbo a Polinesia. En el código no se consideraron aspectos que favoreciera las condiciones de la tripulación marinera. Por lo tanto no se pudo emular la labor realizada con anterioridad por la flotilla de Williams Brown.

Este desafortunado acontecimiento, no impidió abandonar el trabajo visible de los corsarios, como tampoco transportar agentes revolucionarios a lugares controlados por realistas, incluso transportar tropas equipadas. La presencia rebelde con su movilidad en los diferentes océanos, romperá el aislamiento en pro del comercio patriota, y al mismo tiempo cambiará la estrategia, obstaculizando la movilidad y el comercio realista al bloquear puertos, asaltar áreas desprotegidas, capturar naves mercantes e incluso de guerra.

En España también se producían importantes cambios. Feliciano Gámez dice al respecto: “A los Consulados ya les había restado capacidades de autodefensa el gobierno absolutista al suprimir las Armadas Consulares por Real orden de 6 de junio de 1817. Los consulados no disponían desde entonces de buques armados dispuestos para el combate a los insurgentes y cualquier iniciativa de defensa recaía en manos de la menguada Armada real o en los propios mercantes armados en corso y mercancía.” (2006: 346). José de Almeida con la goleta Congreso y su flotilla, estaban presto s levantar anclas e iniciar una corta temporada en el hemisferio norte, llevando de pasajero a un político desterrado importante. En la segunda quincena de enero se encontraban navegando por el mar de las Antillas en busca de presas. La mejor fue el bergantín San Antonio de Padua (28-I-1817), capturado en las cercanías de Cuba, nave cargada de azúcar, tabaco, pañuelos de seda.

Otras las presas obtenidas durante el mes de febrero fueron: la goleta Nueva Catalina (9-II), incendiada; bergantín San Antonio Abad (19-II) proveniente de Veracruz, incendiado; bergantín Paz (24-II) capturado en viaje a La Habana; bergantín San José, de la Habana a Campeche, con carga de brandy y vino; las goletas María y Ardilla (con carga de zarzaparrilla y 2000 dólares, incendiada; y en aguas de Cuba, el bergantín Santísima Trinidad y la fragata Santander. El patriota Manuel Dorrego que iba desterrado a Estados Unidos, por enfermedad tuvo que cambiar de barco para proseguir el viaje.

Ante que terminara el mes, Almeida solicitó al gobernador de La Habana intercambio de prisioneros (26-II-1817). Después de ser rechazado la oferta, Almeida con su flotilla y presas siguió rumbo a Estados Unidos, arribando con sus naves a Norfolk, Virginia (III-1817). El cargamento fue vendido y se obtuvo $50000 y las naves marineadas, en Baltimore fueron subastadas.

Thomas Taylor, durante el primer semestre 1817, adquiría el buque el Mendocino. Y al mando del bergantín Patriota, ex Four of July, apodado también Enemigo del tirano, junto escuadrilla, inició su breve campaña en las Antillas, capturando la goleta española Conejo (24-I), para después hundir la goleta La Baja (6-II), y en marzo otra goleta, 22 faluchos y una balandra frente a Cuba.

Durante el mes de abril solucionó algunos problemas con el presidente Alexandre Petión, relacionado con barcos neutrales confiscados y tiempo después, bloqueó brevemente el puerto Santiago de Cuba, capturando posteriormente la balandra Carmen (10-V). Dirigiéndose después a Estados Unidos, donde pudo estar con su familia, realizar algunas negociaciones y reparaciones en los barcos.

Taylor con su escuadrilla hizo rumbo a Europa durante el segundo semestre e hizo presa al bergantín Manco (16-X); frente a Trafalgar combatió con una escuadrilla de barcos piratas argelinos (18-X), destruyó cerca Cádiz dos faluchos y 2 goletas (21-X), abandonando la región tomó rumbo a las islas Canarias donde capturó un lugre en Tenerife (10-XI), bajo un intenso fuego de las baterías costeras.

El capitán José de Almeida al mando de Congreso, después de realizar sus tratos mercantiles y estar con su familia, zarpó nuevamente con sus naves para operar en aguas y costa española. El área de acción estuvo entre el mar Cantábrico por el Norte, las islas Canarias por el Sur, las islas Azores por el Oeste principal de actividad de Almeida, junto con muchos otros corsarios, se extendía desde las Azores y el Cabo Creus por el Este, ya en el mar Mediterráneo, incluyendo por lo tanto, toda la costa sur de España y costa norte de Marruecos y la desembocadura del Estrecho de Gibraltar.

En esta campaña del segundo semestre de 1817 se capturaron las siguientes presas importantes: fragatas Mariana y El Rápido (13-X), Diana , El Pájaro (3-X), San Rafael , La Industria , San Felipe , San José , Tenerife , Santa Cruz 3 de julio), San Francisco de Paula , La Hermosa María, La Economía (4 de octubre), la polaca de San Francisco de Asís y la goleta San Román.

Concluido su período de patente, el Congreso llegó a Buenos Aires el 24 de noviembre de 1817. De la mercadería obtenida, 9 cajas le fueron asignadas al armador Juan Pedro Aguirre.

El corsario José de Almeida: “During the winter of 1816-1817, having liquidated his prizes in Buenos Aires, Almeida enjoyed a successful second cruise in the West Indies, during which he captured 16 prizes in 10 days.” (Orenstein, J. 2007: 317). Sólo en 1817 buscó 167 barcos de todos los países y capturó 24 que se identificaron como españoles, enviando 7 a Buenos Aires y otros a los Estados Unido.

Las patentes otorgadas a los corsarios por la autoridad de Buenos Aires como por otra autoridad provincial de La Plata, fueron reconocidas por diversos países neutrales. James Chaytor, conocido como Diego Chaytor, en octubre de 1816, había adquirido a Thomas Taylor la goleta Atrevida ex Santafecino en $52000. Es así que en 1817, la goleta Atrevida ahora comandada por J.S. Grennolds atravesaba el Atlántico para recorrer las costas de Cádiz hostigando el comercio español, regresando posteriormente a Baltimore. Allí, el cargamento de los dos buques, fueron reclamados por el cónsul español Antonio Argote Villalobos, en nombre de sus propietarios por vía judicial. Chaytor, La corte falló favorablemente a los propietarios, y Chaytor abandonó Baltimore. Pronto Chaytor comandará la Independencia del Sud.

Había llegado el momento que el corsario Aury al servicio de los revolucionarios de México en una escuna[3] armada con la compañía de artillería y la caballería a las órdenes del coronel Conde de Ruut, junto a otras seis embarcaciones apoyaba la expedición patriota a México, bajo el mando de Francisco Xavier Mina. Zarparon de Galvestón, y después de un viaje sin grandes problemas, desembarcaron en la Barra del río Soto la Marina en Tamaulipa (15-IV-17), lugar donde se comenzó a construir un fuerte para que apoyara desembarque de futuros combatientes y lanzar una proclama impresa (25-IV-1817).

Según lo planificado en Galvestón: “Los buques de Aury le dejaron entonces para continuar las acostumbradas correrías, sin que en el fondeadero quedaran más que la corbeta Cleopatra, de 12 cañones, y el bergantín Neptuno, de 14, donde iba el almacén; gran almacén por cierto: 14.000 uniformes, 6.000 fusiles, 5.000 carabinas, 30 cañones, gran número de armas blancas, per trechos municiones, complemento de la expedición que costaba á los armadores más de dos millones de pesos. Quedaron también las dos goletas.” (Fernández, C. 1903: 164).

En Baltimore, mientras Chaytor se encontraba en la cabina del Independencia del Sud con el capitán J.S. Grennolds de la Atrevida, se produjo un incendio que alcanzó rápidamente la Santabárbara e hizo volar al buque (7-V-17). En este accidente perecieron 23 marinos y con pérdida estimativa para los armadores de 100000 dólares. Reducido nuevamente al Independencia del Sud volvió a las costas de Cádiz donde operó con éxito durante junio de 1817.

En junio de 1817, regresó la Independencia del Sud a las costas de Cádiz como parte de una escuadrilla. Uno de los fuerte golpes fue la captura de la fragata Esperanza (9-VI-17) de la Real Compañía de Filipinas en las cercanías de Cádiz por el bergantín goleta Independencia del Sur al mando de Diego Chaytor, el bergantín Mangoré Puyrredón al mando de Diego Bames otros tres buques menores, pertenecientes a la escuadra de Taylor. El historiador Cesáreo Fernández Duro comenta este hecho: “Seis corbetas de 24 cañones otras tantas goletas de 12 á 18 llegaron á poner en estado de bloqueo las costas de España situadas entre las Canarias el Cabo de San Vicente, cruzando desde Cádiz la Coruña. En el Estrecho de Gibraltar hicieron presas; vista de los puertos tomaron dos fragatas de la Compañía de Filipinas, en una de las cuales iban el Capitán general y el Obispo nombrados para las islas, osaron atacar los convoyes escoltados, como dicen los siguientes datos entresacados de las noticias oficiales: ” (Fernández Duro, C. 1904: 169).

La Esperanza al mando del capitán Juan Lobo, iba muy bien equipada con cañones carronada de menos de 1,60m de largo (empresa Carrona), montados sobre una plataforma que se desplazaba con el retroceso con menor desequilibrio para la nave. Esto permitía que la fuerza para adrizar o estabilizar normalmente el navío fuera menor. Estas cualidades hacían posible que estas piezas de artillería naval pudieran disponerse en la cubierta superior y castillo. El fuego de los cañones de largo alcance de los corsarios patriotas, dañaron con tres boquerones en la línea de flotación. El capitán Lobo se vio obligado a rendirse: estaba comenzando la crisis naviera y comercial de España el fin de dicha compañía comercial.

El capitán Diego Chaytor de la Independencia del Sud después de la captura de la fragata Esperanza capturó el lugre Cameron o Carmen (Cádiz, 24-VI), posteriormente junto al capitán John Dieter y su barco General San Martín, hicieron presa a la goleta Nuestra Señora de las Mercedes o La Corsa en Cabo San Vicente (29-VI) y luego a la fragata Teresa o La Roig en Cabo San Vicente (1-VII), dando término a esta exitosa campaña a las pocas semanas, regresando a puerto. El 3 de septiembre de 1817 arribaba a Buenos Aires el capitán Chaytor con el Independencia del Sud y varias presas. Vencida la patente otorgada por el gobierno la devolvió y levantó la fianza dada oportunamente por su socio, el armador británico Adam Guy.

Entre las naves marineadas llegaba goleta Nuestra Señora de las Mercedes, siendo declarada buena presa y luego rematada por un consorcio formado por Diego Chaytor, Juan Pedro Aguirre, Adam Guy y otros: de fiador sirvió Thomas Steveson. Dicha goleta fue rebautizada con el nombre Alerta.

La goleta Atrevida (ex Santafecino), que había comprado a Thomas Taylor el año anterior en Baltimore, siguió operando frente a las costas españolas con Diego Chaytor, corsario revolucionario.

La fragata Argentina con su capitán Hipólito Bouchard pudo zarpar de la ensenada de Barragán de Buenos Aires el día de conmemoración del primer aniversario de la declaración de la independencia, el 9 de julio de 1817, casi un mes y medio después que lo hiciera, el bergantín corbeta Chacabuco rumbo al Pacífico ( 24-V-1817), La fragata Argentina, zarpaba rumbo al Este, para llegar a la isla de Madagascar. Allí, mediante el empleo de la fuerza Bouchard impidió el tráfico de esclavos que pretendían realizar tres buques ingleses y uno francés, concretando así los ideales contra la esclavitud surgidos en la Soberana Asamblea General Constituyente de 1813, cumpliendo además con las normas de Buenos Aires, para continuar hacia las Filipinas, Hawai y costa de California.

En Chile, el triunfo en Chacabuco y el alzamiento de la población en febrero de 1817 en diferentes ciudades y villas, fue un ejemplo de lucha solidaria y que esta debía continuar en el mar con varios proyectos. Entre ellos uno relacionado con corsarios.

En carta enviada por San Martín al presidente de Estados Unidos de América después de la batalla de Chacabuco en Chile (12-II-1817) se puede leer lo siguiente: . “Para esos objetos el Director Supremo de Chile ha considerado como instrumento principal el armamento naval en esos Estados de una Escuadrilla con destino al mar Pacífico, que unida a las fuerzas que habrán de prepararse en el Río de la Plata concurra a socorrer las ulteriores operaciones militares del Exercito de mi mando en el Continente meridional; y convencido de las ventajas que promete nuestra actual situación politica he repasado los Andes a concertar, entre otras cosas, las garantías de mi Gobierno en esta Capital, en honor a las estipulaciones que celebre su intimo aliado el Supremo Director de Chile para la ejecución del plan que se ha confiado a Don Manuel Aguirre.” (Urrutia, J.F. 1918: 68).

El historiador Cesáreo Fernández Duro: “Con arranque rápido, con vigor, que son de apreciar aunque procedieran de adversario, enviaron comisionados agentes á Washington y á Londres con patentes de corso en blanco é instrucción de adquirir y contratar, á cualquier costo, buques, jefes oficiales de competencia, teniendo por primera condición la de la prontitud.” (1904. T-9. C-VIII: 184).

Queda en evidencia que desde años anteriores estaba en los planes de San Martín, O’Higgins, Pueyrredón y de otros miembros de la Logia Lautarina continuar con la lucha liberadora con Perú, después de afianzar la revolución en Chile.

Para lograr este objetivo se cumplieron etapas: el inicio de la lucha corsaria desde el puerto de Valparaíso, complementando las acciones de Buenos Aires que se estaban realizando en el Caribe en aguas de las islas Canarias, Azores, España y Portugal. Con los antecedentes de las acciones corsarias en el sur del país como era natural, apoyado en reglamento de Corso de Buenos Aires (15-V-1817) y éste a su vez en la Ordenanza Española de Corso de 1801, el ministro de marina de Chile, José Ignacio Zenteno y el director supremo Bernardo O’Higgins aprueba el primer reglamento de Corso (15-XI-1817).

Con el nuevo documento se facilitaron las primeras acciones navales en el mar del Perú: era un reglamento que constaba de 46 artículos, con disposiciones sobre disciplina naval que podían servir tanto en naves corsarias como de la armada en formación. Reglamento que también fijaba los requisitos para conceder patentes de corso, las penas a los corsarios por delitos o incumplimientos del contrato, honores y privilegios. A los capitanes corsarios, se les reconocía su calidad de comandantes en corso, con los mismos honores, fueros y privilegios que sus pares de la armada.

Según Carlos Vidales “En 1817 escribía Manuel Palacios Fajardo: «En los mares americanos patrullan numerosos corsarios armados por los gobiernos independientes de México, Venezuela y Buenos Aires. La mayoría bajo las órdenes de tres oficiales: Brión de Venezuela; Taylor, de Buenos Aires; y Aury de México. Los corsarios cruzan por el golfo de México, entre las islas de las Indias occidentales, las Azores, y llegan hasta las cercanías de Cádiz.» (1990: 248). A estos hay que agregar los corsarios que comenzaron a actuar desde Buenos Aires y Chile por la costa americana del Pacífico.

El gobierno español optaba conversar y negociar con potencias extranjeras y no con los rebeldes hispanoamericanos. El viejo interés de Estados Unidos de comprar La Florida produjo una alianza entre este país y España que motivaba al imperialismo emergente del norte a no respetar su posición neutral, perjudicando a los países rebeldes hispanoamericanos en momentos que la lucha corsaria lograba grandes avances. En Estados Unidos “La ley de Neutralidad fue sancionada en marzo de 1817, y en los meses que siguieron los corsarios que arribaron a Baltimore y a los otros puertos, sufrieron dificultades tales que los obligaron a buscar otros lugares de estación y nuevos mercados para colocar los productos de sus actividades.” (Berazza, A. 2014: 20).

Para el historiador José Cervera, la situación económica de España: “Sin recursos económicos, que no se financiaban o que se distraían en otras atenciones, y sin que el gobierno de Madrid hiciera nada para remediar la situación, la regresión naval ultramarina tenía ya, en 1817, caracteres preocupantes. No se pudo, o no se quiso, hacer frente con realismo a una situación inevitable, intentando una solución por medios pacíficos, sentando las bases de una futura cooperación con los antiguos virreinatos.” 2009: 303). Las consecuencias económicas negativas para los españoles se relacionan con las grandes pérdidas de mercaderías de centros productivos, paralización comercial en puertos, que afectaban tanto al estado como a particulares en lo económico: los objetivos en el mar serán por lo tanto, determinantes en las causas políticas de la independencia.

Por su parte los independentistas seguían obteniendo préstamos de inversionistas extranjeros. En oficio de Bolívar al general José F. Bermúdez (Angostura 11.XI-17) “Hoy he recibido noticias de Inglaterra. La corbeta Dos Amigos ha llegado á Margarita con armas, pertrechos y oficiales que vienen de Lóndres. Esto es el mismo buque que nuestro Agente en Londres, el señor Luis Méndez me había anunciado debía salir en el mes de Agosto y Setiembre. Allí se preparan otras expediciones destinadas al socorro y auxilio de Venezuela. Cuerpos enteros reclutados en Inglaterra entre ellos uno de 700 hombres estarán ya en el mar con destino á nuestros puertos perfectamente armados, equipados y vestidos, cuya expedición costea una casa poderosa de Londres y cuyos gastos debemos pagar cuatro años después de reconocida la independencia de Venezuela.” (Blanco, J.F. 1876: 156).

Se conoce una patente de corso otorgada por José Gervacio Artigas en Purificación el (19-XII-1817), y refrendada por José Roso (Monterroso) de la seción de Marina, al capitán Juan Clark, comandante de La Fortuna, nave de 244 toneladas y 19 cañones. En ella se autorizaba a dicho buque para Juan Torrejón Chaves refiriéndose a la Banda Oriental dice: “El origen de la Armada Nacional de Uruguay se encuentra ligado, precisamente, a la actividad corsaria, considerándose como fecha fundacional la del 15 de noviembre de 1817, cuando Artigas autorizó a los suyos, mediante patente de corso, el saqueo de un buque con bandera de Buenos Aires.” (Torrejón Chaves, J. 2009: 225).

En 1816 las fuerzas luso brasileñas comandadas por Lecor, habían atacado y conquistado la fortaleza de Santa Teresa (en el actual departamento de Rocha). Posteriormente ocuparon Maldonado y Villa de Cerro Largo para continuar con el bloqueo por tierra y mar de Montevideo, ciudad ocupada por Carlos Federico Lecor y sus tropas el 20 de enero de 1817.

Los objetivos portugueses, eran terminar con los corsarios artiguistas, incorporar algunas provincias del antiguo virreinato español de La Plata y restablecer la casa de los Borbones desde Brasil con la princesa Carlota.

.“A medida que el tiempo transcurría, los corsarios de Artigas se tornaban más audaces y peligrosos. Montevideo soportaba el asedio de un gran número de incursores. Por la ruta de Río Grande a Santa María, pasaje obligado del tráfico marítimo, no cruzaba indemne un solo barco; ni siquiera el ardid portugués de navegar con bandera estadounidense o inglesa impedía el derecho de visita.” (Valiñas, F: 7). Muy pronto obtendrían presas en la cuadra del cabo Santa María en el océano Atlántico.

“Paulatinamente, el corso fue alcanzando el paralelo 25º S, y sus acciones frente a la capital del Brasil afectaron el comercio recíproco entre Río de Janeiro y Lisboa. Después, Bahía, Pernambuco, Natal, Ceará y Maranhao presenciaron con extrañeza los ataques llevados a cabo bajo un pabellón tricolor desconocido.” ((Valiñas, F: 7).

Los logros en toda la costa brasileña producían grandes ganancias que beneficiaban a empresarios y corsarios, incluso Buenos Aires donde eran enviadas muchas presas para ser juzgadas y vendidas.

“Pero el enfrentamiento entre Artigas y el Gobierno porteño se manifestó perjudicando a los corsarios de su bandera en los tribunales, los cuales comenzaron a rechazar denuncias de buena presa, obligando la devolución a los primitivos dueños. Como los corsarios eran mayormente estadounidenses, dieron la espalda a una Buenos Aires que ya no les convenía, remitiendo las capturas a puertos de Estados Unidos. Sin habérselo propuesto, se convirtieron en agentes publicitarios que despertaron el interés de privateers en Charleston, Newport, Baltimore y Boston, incrementando la demanda de nuevas patentes.” ((Valiñas, F: 7).)

“Normalmente, los corsarios artiguistas operaron en forma individual, pero también lo hicieron en grupo, como asociados que llegaron a conformar flotillas que actuaron como verdaderas fuerzas regulares bajo la dirección de un comando unificado en la figura de un comodoro, como fue el caso de los capitanes Richard Moon (también conocido como Ricardo Luna) y Job Northrup, quienes ejercieron el comando de esas flotillas desde sus respectivos buques insignia, en zonas tan remotas como el Caribe, el Atlántico Norte y el Mediterráneo.” (Valiñas, F: 8).

Caducado el plazo de su patente, el Congreso arribó a Buenos Aires (24-XI1-1817). El capitán José de Almeida al mando de la goleta Congreso con sus últimas capturas; el bergantín Hermosa María y La Economía (4-X-17), presas enviadas a Buenos Aires donde ancló (1-XII). “During the winter of 1816-1817, having liquidated his prizes in Buenos Aires, Almeida enjoyed a successful second cruise in the West Indies, during which he captured 16 prizes in 10 days.” (Orenstein, J. 2007: 317).

José de Almeyda, sólo en el año 1817 reconoció 167 buques de todas las banderas y apresó 24 de ellos que identificó como españoles, mandando 7 a Buenos Aires y otros a Estados Unidos.

Con la caída de Montevideo a comienzo de 1817 como se ha dicho, el gobernador Carlos Federico Lecor instaló un tribunal de presas portugués para juzgar a los corsarios artiguistas, hecho represivo que motivó mayor movimiento corsario hacia la cuadra del Cabo de Santa María o Río Grande. Muy pronto las naves corsarias artiguistas asolarán Río de Janeiro y las costas de Bahía, Pernambuco, Natal, Ceará y Maranhao, causando gran conmoción y reforzamiento defensivos en la costa transporte en convoyes y patrullajes. El coronel Jean-Baptiste Maler que se desempeñaba como cónsul francés en Río de Janeiro, informaba (20-XII-1817) al Ministro de Relaciones exteriores de Francia, Duque de Richelieu que “Artigas envió un diplomático al Director de Chile O’Higgins para asegurarse de que las presas hecha sobre los portugueses por sus corsarios, serían admitidas en los puertos de aquel reino.” (Beraza, A. 1978: 17).

En esta nueva realidad, el gobierno de EE.UU. estaba en una gran disyuntiva en relación a los derechos de la burguesía emergente del país. Carlos Vidales al considerar esta situación y los intereses de los protagonistas norteamericanos dice: “A diferencia de Francia, los Estados Unidos estaban en condiciones de sacar beneficios inmediatos del corso hispanoamericano: sus puertos, especialmente Baltimore, Norfolk, Portsmouth y Philadelphia, eran sede de agencias expedidoras de patentes de Buenos Aires, la Banda Oriental, México y la Gran Colombia; las presas eran llevadas a esos puertos frecuentemente, gracias a que contaban allí con tribunales complacientes; los barcos se fabricaban y armaban allí; las tripulaciones se reclutaban también allí, y las manufacturas norteamericanas eran masivamente exportadas por los corsarios a precios muy convenientes.” (1990: 251). Lo dicho por Vidales se puede interpretar que EE.UU. era nido de piratas invisibles con intereses capitalistas. La burguesía norteamericana encontraba buenos clientes en los gobiernos de Hispanoamérica y sus representantes y eso era lo importante para los empresarios norteamericanos.

Para el periódico de Buenos Aires El Censor N° 119 del 25 de diciembre de 1817, difundía el pensamiento revolucionario: “Teniendo estas leberazaciones ante los ojos ¿permanecerá el pueblo de Estados-Unidos, neutral, y sin recelos mientras los monarcas coligados arruinan la causa de la libertad, no ya á la otra parte del Atlántico, sino en los territorios de Colombia? [ …] La presente qüestion se resuelve por si misma en esta otra: - “ ¿Los Estados Unidos deben promover la causa de la libertad ayudando á los patriotas indirectamente, ó reconociendo y ayudando abiertamente á las provincias de Sud-América como independientes naciones?” (1817: 4).

El año 1818 y la crisis internacional

En enero de 1818 el Patriota ingresaba a Buenos Aires para ser reparado y posteriormente vendido a José Gervasio Artigas, pasándose a llamar Fortuna. Según el historiador Agustín Beraza: “El año 1818 resultó pródigo en éxitos para el corso artiguista. Nuevas naves se incorporaron a él y Baltimore adquirió, pese a la actitud del gobierno de Estados Unidos que permaneciera aferrado a la neutralidad, una fisonomía propia en la contienda.” (1978: 111).

Abelardo M, García Viera plantea que: “Se ha comprobado que en 1818 la mayoría de los corsarios artiguistas eran armados en puertos de aquel país y con oficiales y tripulación compuesta con sus ciudadanos,” (Ídem T-XXXV: XC). El grupo más importante de comerciantes empeñado en el corso de Baltimore era conocido como Consorcio Americano con sus dos acepciones: Viejo o Nuevo Consorcio.

Simón Bolívar recibía buena noticia sobre la llegada de refuerzos que al mes publica el periódico de Buenos Aires El Censor: “De Inglaterra dieron a la vela tres buques llevando á su bordo tres cuadros, ó los oficiales, sargentos y cabos para tres cuerpos, fusileros, artilleros, y de caballería, con todo el armamento y vestuario que dichos cuerpos necesitan.” (El Censor N° 127 19-II-1818: 8). Bolívar pensaba que estos hechos demostraba que los inversionistas creían en el triunfo de ellos.

Otro acontecer importante para el futuro de las relaciones internacionales del gobierno de Buenos Aires Abelardo M. García dice: “El 18 de febrero de 1818 llegó a Buenos Aires una Misión diplomática integrada por James Graham, Theodore Bland, Caesar Augustus Rodney y Henry M. Brackenridge como Secretario, a fin de obtener datos para informar a su gobierno sobre la gestión iniciada para el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas del Rio de la Plata.” (XXXV-VII).

Un acontecimiento que conmovió a los revolucionarios que operaban en las Antillas, fue el asesinato Alexandre Petión (19-III-1818), significando además, una gran pérdida para diferentes procesos revolucionarios de Hispanoamérica. Los patriotas perseguidos o desterrados habían encontrado en Haití refugio, y en su presidente Alexander Petión ayuda moral y económica (con dinero, armamento y barcos) para proseguir la lucha por la libertad[4].

La lucha no puede detenerse. Durante el año anterior la movilización de los diferentes corsarios y sus escuadrillas significó un gran auge de la actividad corsaria como también de la piratería, lo cual afectaba principalmente al transporte marítimo y economía de Portugal y España. En 1818 será un problema que además de seguir afectando a los países mencionado, empezará a repercutir en las otras potencias europeas por la baja del movimiento comercial marítimo. “El mar Caribe, las Antillas y todo el golfo de México estaban a la sazón infectadas de corsarios, que con banderas bonaerenses, neogranadinas u otras atacaban sin cesar a los buques españoles.” (Aguirre, C. s/f. 75).

“Muchos corsarios izaban cualquier bandera, según la ocasión: para asaltar una nave lusitana sin ser por ello acusado de piratería, se enarbolaban los colores de Artigas en guerra contra los portugueses; un corsario colombiano podía estar interesado en saquear un barco neutral, y para no sufrir castigo de su propio gobierno mostraba el pabellón de Aury, quien de esta manera cargaba con culpas ajenas; y no faltaba quien hiciese ondear lavandera francesa para hacer creer a sus víctimas que se trataba de una nave amiga …” (Vidales, C. 1990: 249).

Como problema global, para la dirigencia de los países europeos, la falta de seguridad para las naves neutrales, amigas y enemigas estaba llegando a los límites para el funcionamiento de la economía internacional: se necesitaba que España pudiera mejorar su situación o vendría el caos. Visto en forma particular, “ … la doble patente de que hacían uso los corsarios, poniendo de manifiesto que, tal documentación, aquéllos podían elegir momento, circunstancia, y enemigo, sin riesgo alguno y sin posterior represión, ya que resultaba imposible la comprobación del delito.” (Beraza, A. 1978: 92). Entre los capitanes más famosos que comenzarán a tener doble documentación a partir de 1818 y años siguientes se pueden mencionar a: Thomas Taylor, John Dieter, John Clark, John Daniels y David Jewet.

“Si bien lo más común de esta duplicidad fueron los de embanderamientos y patentes de los corsarios de las Provincias Unidas con los artiguistas, también se presentó un caso distinto, el del corsario "Congreso de Venezuela" que actuó con una patente con la firma de Bolívar y otra firmada por Artigas y Monterroso que luce fecha de 14 de febrero de 1818, otorgada a1 "Irresistible", cuyo Capitán era John D. Daniels. El "Irresistible" era un bergantín que había tenido con anterioridad las denominaciones de "Vicuña" y "Maipu." (García Viera, A. 2005: LXXXVIII). El Irresistible en 1820 pasó a ser definitivamente corsario de la Gran Colombia.

“En fin, el bergantín goleta Nereida, que gobernaba don Feliciano Mallen, fue batido apresado el 22 de Febrero del mismo año por otro de la propia bandera nombrado el Irresistible, siendo de advertir que montaba éste 16 cañones largos de 18, el español 14 carroñadas empotradas de este calibre dos cañones de á 12.” (Fernández Duro, C. 1904: 170).

El Censor, periódico oficial del Cabildo de Buenos Aires N. 165 del sábado 14 de noviembre de 1818, publica “La circular del gobierno británico en órden á corsarios. El artículo comienza diciendo Los papeles ministeriales de Londres dicen que la audacia de los piratas, que durante el año anterior han interrumpido tanto el comercio ingles, baxo pretexto de las hostilidades entre España y sus colonias. (1818: 1).

En el mismo periódico se publica la siguiente información:“ Segun la gazeta de jamayca de 23 de Mayo, Beluche, capitán del Arismendi, fue acusado ente el tribunal de aquel almirantazgo de piraterías cometidos en alta mar. Fue declarado no culpable. Asistio al juicio y fue exminado el canónigo de Chile Dar Dn José Cortéz Madariaga” … “Quien actuó en su defensa. Reconoció la autoridad de otorgar patente y esta habia sido en 1816.” (1818: 3). Si Cortés de Madariaga hubiese dicho la verdad, estas hubiesen sido otorgadas con anterioridad a las patente en blanco de Pueyrredón y O’Higgins.

Mientras era juzgado el capitán Renato Beluche en Jamaica y defendido por Cortés de Madariaga, “En mayo de 1818 el gobernador Alejandro Horé comunicaba al Capitán General Juan de Sámano la presencia del temible y conocido corsario francés Louis Michel Aury, al servicio de la causa independentista, en las cercanías de Chagres y Portobelo.” (Castillero Calvo, A. 2016: 150). Quizás la acción de Aury sólo fue una observación previa para llegar a acuerdos con José Cortés de Madariaga, en momentos que el general y corsario Gregory Mac-Gregor ultimaba en Inglaterra su expedición a un lugar de América. Fue así que en Kingston, el corsario y patriota Aury recibió la patente de corso de manos de José Cortés de Madariaga (3-VI-1818).

Mientras que para la costa del Pacífico, el periódico El Correo del Orinoco en su número 23 informaba que: “Entre tanto los corsarios abundan en el Pacífico y bloqueaban el puerto de Panamá” (Blanco, J.F.1876: 489).

“En Junio de 1818, navegando desde la Habana para Cádiz una flota de 52 naves del comercio, resguardada por la corbeta Diamante los bergantines Alerta, Realista y Vengador, fue asaltada sobre el Cabo de San Vicente por una corbeta dos goletas, que se batieron cerca de dos horas, causando nuestros buques un muerto cuatro heridos. Hacia el mismo paraje atacó al bergantín correo Voluntario, comandante D. José Morales de los Ríos, otro con bandera argentina, armado con 20 carroñadas á 32 y un cañón giratorio de 18, persistiendo tres horas media en la pelea, durante la que hizo al nuestro un muerto 18 heridos. “ (Fernández Duro, C. 1904: 169).

La labor corsaria estaba produciendo grandes estragos en la política y economía de los países involucrados. Washington Reyes dice: “La acción de los corsarios fue tan eficaz que impedidos de contrarrestarla, España y Portugal debieron recurrir a la vía diplomática, logrando obstaculizar por algún tiempo, la actividad que se cumplía en los puertos de norteamericanos, Especialmente en Baltimore.” (4. 2011: 129).

Ese mismo año, Inglaterra llegaba a un acuerdo con Portugal, por el cual dejaba de apoyar las actividades corsarias, siendo los mayores perjudicados los patriotas de la Banda Oriental, que luchaban por recuperar Montevideo y mantenía corsarios operando en las Antillas y Atlántico. Francisco Valiñas dice: “En 1818, Inglaterra había llegado a un acuerdo con el Imperio de Portugal, dejando de apoyar las actividades de corso contra esa bandera.” (F.: 15).

Artigas en la Banda Oriental logra ciertos acuerdos con Inglaterra: “La prensa de los Estados Unidos de América, publica el 23 de septiembre de 1818, el convenio que el jefe de los orientales del Plata, general Artigas, celebró con Frankland, comisionado británico sobre reciprocidad segura de comercio libre.” (Blanco, J.F.1876: 463). Se trata de un convenio realizado el 28 de agosto de 1818.

Meses después “El Libertador temió que pudiera haber alguna intervención de mediación, dando libertad al comercio con las Américas a todas las naciones en que interviniera la Inglaterra, y dictó su importante decreto de 20 de noviembre de 1818, después de haberlo consultado con los poderes públicos constituidos en la época en Angostura, documento que por sí dice más que lo que debiéramos expresar extractando sus ideas.” (de Mosquera, T. 1954:288).

Del puerto de Buenos Aires, la denominada goleta Alerta, ex Nuestra Señora de las Mercedes o La Corsa, después de obtener la patente de corso N° 124 (24-II-1818), pudo zarpar rumbo a las Antillas un mes después (24-III) al mando del sargento mayor de marina Daniel Chaytor, hijo de Diego Chaytor, secundado por el capitán Juan Wightman, zarpó para operar junto al Independencia del Sur y el Vigilancia (Jorge Ross). La goleta de gavia de 170 toneladas, estaba artillada con 9 cañones de a 12 y con una tripulación de 90 hombres entre oficiales, marinos y tropa.

Una de sus primeras presas fue la polacra Regla con carga de azogue; sin problemas pudieron ingresar al puerto de Nueva Orleáns donde su mercadería fue subastada. Luego levantaron ancla rumbo al océano Atlántico. En julio de 1818 con muchas precauciones ingresaron al puerto de Baltimore con varias presas, donde a pesar de la prohibición de actividades corsarias, las presas fueron rematadas sin oposición de la justicia local.

El armador Juan Pedro Aguirre, recibió la patente de corso para la goleta Congreso en Julio de 1818, Almeida dejaba todas las operaciones en manos de Aguirre. La goleta al mando del capitán Francisco Turner que en octubre de 1816 comandaba la Chacabuco cuando se produjo el motín cerca de Valparaíso, ahora estaba en esta nueva misión en esta nave de 165 toneladas y casco forrado con lámina de cobre, que zarpó de Valparaíso a fines de julio1818. Era la presencia de capitales y barco corsario de Buenos Aires en la acción de sus pares en la costa del Pacífico. En esta operación por el virreinato del Perú, apresó tres buques españoles en la peruana y luego en la cuadra de Guayaquil capturó al bergantín Gran Poder cargado de cacao y azúcar, y las goletas Golondrina, San Pedro y Regalado.

En esta situación de triunfos y derrotas en los primeros meses de 1818. Chaytor, realizaba su campaña en las aguas de Cádiz; José de Almeyda después de estar en las Antillas continuaba sus acciones en Cabo de San Vicente y Cádiz, logrando su flota grandes éxitos. Por su parte, los corsarios artiguistas tenían su radio de acción en la costa brasileña, de África atlántica, islas portuguesas y españolas del Atlántico, costa de Portugal y Cádiz. Eran momentos que la lucha corsaria en el Atlántico estaba en su apogeo.

En agosto de ese año inició desde el citado puerto estadounidense un segundo crucero, esta vez a Europa. Daniel Chaytor asumió el mando de la división mientras que el capitán Juan O.Grennolds asumía el mando directo del Independencia del Sud, Diego Chaytor la goleta Alerta y el capitán Jorge H.Ross el mando de la Vigilancia.

La campaña se redujo a la acción corsaria frente a Cádiz, capturándose la fragata Aventurera (9-VIII), muriendo su hijo Daniel Chaytor, que estaba al mando de la goleta Alerta. James Chaytor regresó a Buenos Aires en diciembre de 1818. El 3 de mayo de 1819 su armador en Buenos Aires solicitó la cancelación de su patente lo que fue concedido por el gobierno.

En el mes de Junio de 1818, había zarpado de Colonia Sacramento el capitán corsario Juan D. Daneils en el Irresistible, junto con “La Republicana”, comandada por Obadiah Chasse, “La Nueva Republicana” del capitán Clemente Cathill, la “Fortuna”, de Tomás Taylor, el “Artigas”, comandado por el Comodoro Champlin, la “Constancia”, de Adam Bond y el “Ligero”, de Morgridge.”(Berazza, A. 2014: 22)- Lograron apresar una treintena de barcos españoles y portugueses. En agosto de 1819, el capitán Daniels depositó en un banco de Batimore 200.000 dólares en oro.

Frente a los logros que estaban alcanzando los corsarios patriotas, que perjudicaban las actividades marítimas y comerciales de las potencias europeas, “Las protestas españolas y, sobre todo portuguesas entre 1817 y 1818 fueron muy reiteradas, quejas que se hicieron mucho más notables durante las sesiones del congreso de Aquisgrán, en 1818, comprometiéndose la corona sueca a respetar los intereses españoles y portugueses de la zona.” (Gámez, F.2006: 134). “Portugal promovió ante el Congreso de la Santa Alianza, reunido en Aix-la Chapelle en 1818, que los soberanos con posesiones en América iniciaran una campaña múltiple contra los corsarios, logrando que se adoptaran algunas medidas para impedir los remates de las presas en puertos europeos.” (Reyes, W. 4. 2011: 129).

Según Cristina Montalbán “En el encuentro internacional se planteó la compleja situación de las colonias españolas, mientras por otro lado se presentaba el enfrentamiento entre Portugal y las fuerzas artiguistas.” (2014: 98)

En América, los puertos de pequeñas islas, como Saint Thomas, Dinamarca, San Bartolomé, Suecia y Curazao, Holanda, dependientes de potencias menores (como también Guadalupe, Francia y Kingston, Inglaterra), estaban sirviendo de intermediarios con gran éxito entre los corsarios y los mercaderes norteamericanos, incluso con tribunales (San Bartolomé, Saint Thomas y Guadalupe), como también en el comercio de armas. Estos puertos recibían buena cantidad de presas con menos problemas para los corsarios y con mayores posibilidades de encontrar un mercado seguro que abastecía a Norteamérica, particularmente a Baltimore[5].

En esta realidad, el almirante “Brión empleó la isla de San Bartolomé como punto de trasvase a sus naves de los cargamentos de armas que, desde Inglaterra, recibía en mercantes de esa bandera;” (Gámez, F. 2006: 134). Norderling, el gobernador sueco de la isla, tenía la responsabilidad de mantener el comercio a pesar de las presiones de la Santa Alianza al gobierno sueco.

Para el historiador Gustavo Pereira:“ … en Europa la llamada Santa Alianza se fortalece y amenaza: Prusia, Austria, Rusia y ahora Inglaterra y Francia deciden en la Conferencia de Aquisgrán apoyarse solidariamente contra los intentos republicanos y liberales. ” (2015: 129). Es un mundo de intolerancia a los cambios políticos y económicos. El investigador Pereira continúa diciendo que “Pese a ello, la lucha contra las Monarquías no se detiene y las ideas democráticas y anticoloniales ganan cada vez más adeptos en el mundo.” (2015: 129).

Comenzaron a circular los rumores que en España estaba en preparación una gran expedición restauradora con la intención de invadir el próximo año, 1819, Buenos Aires. Adelantándose a la política intervencionista de las potencias europeas y “Previendo el cambio de actitud del gobierno estadounidense que comenzaba a entablar negociaciones para atender los reclamos de las dos naciones perjudicadas, los corsarios abandonaron los puertos del sur de aquel país y establecieron sus bases de operaciones en las Islas de Saint Bartholome, Saint Martin y Saint Thomas para continuar operando en el área del, Atlántico Medio y Norte y sus mares circundantes.” (García Viera, A. 2005: LXXXVIII).Agregando más información, Agustín Berazza dice: “Llevaron sus presas a las Antillas, particularmente a las islas de Barlovento, y después a Margarita, una vez instalada en ella la Corte de Vice Almirantazgo en Juan Griego.” (2014: 20). También algunos corsarios llevaron sus presas a Galvestón y a Amelia.

Todo señalaba que la Santa Alianza estaba dispuesta a terminar con los revolucionarios hispanoamericanos y sus corsarios. Continuando con su cometido: “Ante Estados Unidos reclamó el cumplimiento de las disposiciones sobre neutralidad que esta nación invocaba y logró que se promulgara una ley prohibiendo el armamento en sus puertos.” (Reyes, W 4. 2011: 129). La posición de la Santa Alianza, era la respuesta unitaria de las potencias europeas que daban a los rebeldes hispanoamericanos que luchaban por su independencia. Lo solicitado al gobierno de Estados Unidos, no era un gran problema para el presidente James Monroe, pues él estaba comenzando a aplicar sus principios imperialistas en la América Hispana. En estas circunstancias el congreso en Washington aprobó una ley que establecía disposiciones específicas respecto de la neutralidad de Estados Unidos (20-IV-1820), dejando tranquila a la Santa Alianza y gobiernos que se sentían más agredidos: España y Portugal. Estratégicamente fue un gran triunfo de la política exterior de Estados Unidos, que le permitió continuar fundamentando su agresividad imperialista dirigida por el presidente James Monroe.

Posteriormente y en medio de una gran polémica en defensa de los intereses de los industriales relacionados con el corso, se aprobó ley (15-V-1820), excluía a Baltimore como puerto corsario y meses después, en 1821, se puso término a las prerrogativas de San Bartolomé.

Mientras se desarrollaba el Congreso de la Santa Alianza, reunido en Aix-la Chapelle en 1818 en el Reino de Hawai, el rey Kamehameha I y el capitán Hipólito Bouchard en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata, firmaban un tratado internacional de unión para la paz, la guerra y el comercio (20-VIII-1818), donde se establecía que el rey remitiría a Buenos Aires, todos los buques que arribasen por aquellas costas, como la Chacabuco, dar hombres y auxilios, cuantos se le pidiesen y reconocer la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Bouchard, después de perseguir a los desertores y ajusticiar algunos de los principales promotores en octubre de 1818, prosigue rumbo al Este. En el mismo mes, en California la nave neutral norteamericana Clarion proveniente de Hawai, echaba anclas en el puerto de Santa Bárbara y su capitán comunicaba al gobernador Pablo Vicente Solá, la pronta llegada de los corsarios sudamericanos. Solá compró todas las armas que vendía el norteamericano.

En El Censor. Periódico oficial del Cabildo de Buenos Aires, N. 165 Sábado 14 de noviembre de 1818).

En el mismo año, la ciudad de Cádiz llegó a estar semibloqueada por naves corsarias latinoamericanas. El periódico Censor de Buenos Aires publicaba la siguiente noticia: “Mas de 30 corsarios que cruzan hoy sobre Cadiz, y el Golfo de México, han sido armados y equipados en Baltimore. Los señores D. &c. D son los que mas se han señalado en estas empresas gloriosas.” (1818: 5).

Según el historiador Agustín Beraza “ … el agente del Lloyd de Londres en Buenos Aires, quien consigna que, por lo menos hasta noviembre del año 1818, Artigas había otorgado cien patentes contra Portugal y España.” (1978: 91).

El 20 de noviembre las fuerzas navales patriotas estaban frente a la bahía de San Francisco. De acuerdo a lo planeado La Argentina se retiró fuera del alcance de la artillería de la plaza, mientras la Chacabuco, de menor calado, ingresó al puerto con bandera estadounidense al mando de Peter Corney (Pedro Cornet), siendo reforzada por tropa y marinería de la fragata comandadas por el teniente Williams Sheppard. Se tuvieron que retirar, prosiguiendo rumbo al sur. En la madrugada del 24 las naves estaban frente a Monterrey. Bouchard con un comando de tropa, desembarcó a una legua del fuerte y en un duro contraataque dispersó a la caballería realista avanzando hacia el fuerte, mientras desde la Chacabuco se abría fuego sobre la batería española.

La resistencia no duró mucho, el fuerte y la ciudad de Monterrey fueron capturadas, destruyéndose las baterías defensivas. Bouchard hizo izar la bandera de las Provincias Unidas del Sur entre los días 24 y 29 de noviembre. Fueron seis días de ocupación, que sirvieron además para reparar la fragata Chacabuco, para luego proseguir rumbo al sur, dejando en pie sólo los templos y las casas de patriotas.

En el Atlántico, José de Almeida, no se desanimó con la nueva política del gobierno central de EE.UU. Llegó al puerto de Baltimore sin atraer la atención, depositó el dinero del crucero, visitó a su familia, y tranquilamente equipó su flotilla.

Zarpó rumbo a las Azores por el oeste hasta el cabo Creus por el este, desde las Canarias por el sur y la cornisa Cantábrica por el norte, y acotando aún más, entre el cabo San Vicente, la costa norte de Marruecos y la embocadura del estrecho de Gibraltar, o lo que es lo mismo el golfo de Cádiz: de 303 capturas documentadas, 178 fueron en el golfo de México

Entre otros buque capturados por Almeida se mencionan: fragatas Mariana, La Veloz (13-X); Diana, El Pájaro (3-XII); San Rafael, La Industria y; San Felipe. Entre los bergantines cabe mencionar: San José, Tenerife; Santa Cruz; San Francisco de Paula; La Hermosa María, La Economía (4 X), Además la polacra San Francisco de Asís y la goleta San Román. Mientras que la escuadrilla de Taylor con bereberes, regresando primero a sus acciones corsarias y atrapa el bergantín Manco (16-X) y posteriormente frente a Trafalgar (18-X), entra en combate con barcos piratas argelinos. Tres días después captura y destruye frente a Cádiz a dos faluchos y 2 goletas, para levantar rumbo a las islas Canarias, donde captura un lugre realista bajo un intenso fuego proveniente de las baterías de Tenerife (10-XI). Regresando a Buenos Aires.

En Panamá el gobernador Horé continuaba advirtiendo de la presencia rebelde por el Pacífico y por el Atlántico.“El propio gobernador y comandante de Panamá, Alejandro Horé, comunicaba al Despacho de Guerra en Madrid, que Cochrane tramaba invadir el Istmo y unir fuerzas con MacGregor para atacar Cartagena y relanzar la insurgencia neogranadina. Tan público era el asunto que hasta los periódicos londinenses publicaban detalles de la expedición y el número de barcos y reclutas que llevaba. Se sabía que era MacGregor el que comandaba la flotilla, que era apoyado financieramente por varios capitalistas británicos que le entregaron una gran suma de esterlinas para la empresa.” (Castillero Calvo, A. 2016: 150).

En momentos que Simón Bolívar emprendía una nueva campaña, la Campaña de Venezuela, Aury realizaba actividades corsarias en el Caribe bajo la bandera de las República de Buenos Aires y Chile, desde las islas colombianas que había independizado Providencia. Mac Gregor, había organizado una expedición contra Panamá que fracasó por falta de gente y equipamiento la flotilla de Aury, había sido diezmada por un huracán en Octubre de 1818 y no pudo participar con las fuerzas de Mac Gregor en su ataque a Portobelo. Luego de recuperar los barcos que le quedaron, Aury intervino en Honduras y captura el puerto de San Felipe.

“El pueblo del Estado de Kentucky, en la América del Norte, mira con interés y emoción tierna las luchas patrióticas de sus hermanos los pueblos de la América Meridional, para sacudir el yugo de la dominación española y colocarse en el rango de naciones libres é independientes.” (1876: 240-1).

La lucha corsaria independentista, alcanzó su máximo apogeo en el año 1818, sin embargo es también el año del comienzo del descrédito del oficio cuando la economía europea se ve afectada por la disminución del tráfico mercantil y en la medida que los gobiernos rebeldes en busca del reconocimiento internacional (entiéndase de las potencias europeas), comienzan a prescindir de ellos, transformándose los corsarios en muchos casos o en momentos en piratas, no haciendo distinción entre los beligerantes que seguían luchando.

Barcos corsarios hispanoamericanos navegaron en un momento por todos los océanos del mundo combatiendo al Imperio Español. Pacífico al virreinato del Perú y por el Atlántico, costa de Brasil y de África, mar Caribe, España, incluso Portugal. Otros corsarios cruzaron el Atlántico e intervinieron en varios lugares, entre ellos: Madagascar, Filipinas en Asia y Hawai, para proseguir hacia la costa americana del Pacífico. Estos acontecimientos fueron hechos de importancia en el acontecer histórico, pues no sólo afectaba a España y Portugal, sino al sistema imperialista de las potencias europeas y no eran meros hechos curiosos o anecdóticos.

Para el historiador chileno Carlos Tromben Corbalán: “Las operaciones de corsarios contra las líneas de comunicaciones marítimas entre España y las colonias habían mermado la llegada de metales preciosos a la península y trastornando el comercio chileno muy activo en esta época. ” (2017: 202). Momento histórico que forma parte de la realidad que se estaba viviendo en el continente. En este contexto:

En estas acciones estaban involucradas las autoridades hispanoamericanas, entre ellas, en el cono sur de América, los gobernantes Pueyrredón en las provincias Unidas del Río de la Plata y O’Higgins en Chile, dos conocidos hermanos de la Logia Lautarina; quienes designaban en ocasiones a sus representantes en el exterior en forma conjunta. “El 3 de marzo de 1819 se prescribió en Estados Unidos la condena de la piratería –estipulando concretamente que se entendía por tal- y disponiéndose para este delito la pena de muerte.” (Montalbán, C. 2014: 103).

La burguesía comercial de Buenos Aires, que comenzó a controlar la Logia Lautarina, miraba más los mercados del hemisferio norte que la lucha en el Pacífico y en Alto Perú, aprobó una nueva constitución aristocrática (20-IV-1819), que no favorecía el proceso de la revolución americana.

Según Agustín Beraza: “Con fecha 20 de julio del mismo año [1819], Artigas se dirigía a Bolívar, solicitando –como en el caso de Chile- el reconocimiento , apoyo y buena acogida de sus corsarios, así como las presas que éstos enviaran a aquella Corte.” [ …] “Los corsarios orientales fueron admitidos, en efecto, en la Corte de Juan Griego y, sus intereses, respetados, como se desprende de la sentencia dictada en su favor. Y, con excepción de dos jefes, Brión y Jolly, que planteaban conflictos –el primero, apresando sin causa, las goletas de la escuadra del capitán Daniels y, el segundo, al “Don Pedro de Alcántara”, esos mismos corsarios de Artiga fueron siempre reconocidos.” (1978: 170). Para Abelardo M. García Viera: “En el caso de la Gran Colombia, Bolívar dispuso especialmente que se investigara la existencia del país que en las patentes figuraba con el nombre de Republica Oriental.” (2005 T-XXXV: LXI).

“Entre 1820 y 1821, Estados Unidos adoptó definitivamente una política de neutralidad, alejando a los corsarios de sus puertos.” ( F.: 15).

El frente del Pacífico y mar Caribe

En Chile, 1818 significaba un gran cambio en su relación con el mar. Después del triunfo de Chacabuco (12-II-1817), levantamiento en las ciudades y campos de Chile Central y la toma del poder por los patriotas, las relaciones comerciales con Perú se deterioraron totalmente.

J Ruiz de Urdejuela dice: “A partir de la victoria insurgente en Chacabuco en 1817 se interrumpió el comercio con Valparaíso y con ello se rompió el intercambio del azúcar peruano por trigo chileno. Con esta pérdida el poder limeño entró en una clara decadencia y tan solo el comercio pudo llevar a cabo, aunque con gran dificultad, por las rutas interiores que controlaban las fuerzas realistas.” (2015: 72). Las arcas fiscales prácticamente estaban vacías no tan solo en Perú sino que de todas los países del cono sur.

En Chile, no había dinero para continuar con la revolución americanista, en Argentina la situación política y económica no era de lo mejor para iniciar la nueva empresa para el Perú, a pesar de las entradas por las actividades corsarias, no había una concepción del ahorro. Los sueños de una América libre y unida cada vez aparecían más distantes frente a las realidades locales. La idea de la lucha corsaria era una alternativa real, pues se estaba efectuando con éxito en el Atlántico y formaba parte del pensamiento y estrategia de la Logia Lautarina que actuaba muchas veces como una unidad o de común acuerdo.

Para José Cervera Perry “La visión naval de San Martín en el problema de la emancipación americana, se presenta clara a través de sus escritos, conferencias, y en el trazado de sus planes militares. La carta a Nicolás Rodríguez Peña, fechada en Tucumán en abril de 1814, descubre en dos líneas la liberación del Perú, mediante una expedición marítima, los conceptos que le mereció la caída de Montevideo y otros acertados juicios sobre su teoría de que no dominando el mar es inútil avanzar una línea fuera de este territorio”(2012: 117).

Mientras la actividad corsaria de Buenos Aires y artiguista habían adquirido gran importancia. Ahora desde Chile podían zarpar naves corsarias a recorrer las costas del Pacífico hasta California, importunando los intereses hispanos, Estas acciones permitían mayor tranquilidad en la costa chilena y organizar en mejor forma la escuadra nacional con ciertos principios corsos en los contratos de marinos, preparar personal, participar en la compra de presas y de naves principalmente en el extranjero. Según el historiador Alexander Tavra Checura, después la batalla de Chacabuco, Bernardo O’Higgins habría dicho : “Este triunfo y cien más serán insignificantes si no dominamos el mar…” (2010. 477).

Frente a la política del virrey Pezuela de invadir nuevamente a Chile, se había planteado el hostigamiento marino para afectar la economía peruana y controlar el mar, mientras se preparaban las fuerzas para continuar con la lucha libertadora: era parte de la política de los gobiernos de Buenos Aires y Santiago, política que se hace más notoria después del triunfo en Maipú (4-IV-1818), complementada con las patentes de corso firmas que se comenzaron a conocer en Norteamérica. Es por eso, que desde el comienzo del gobierno de Bernardo O’Higgins, hubo hostigamientos a los barcos españoles que navegaban por las costas de Chile, del virreinato del Perú y de toda costa hispana del Pacífico, y con ataques preferenciales a los puertos del virreinato del Perú, los cuales provocarían grandes perjuicios económicos al Perú y beneficios al gobierno de Chile, hostigamientos que también se realizaron desde Buenos Aires, como se ha descrito con anterioridad. Entre los primeros barcos corsarios estuvieron: Lanchón La Fortuna, Goleta La Fortuna, Goleta Nuestra Señora del Carmen, Bergantín Santiago Bueras,y Bergantín Lanzafuego o Maipo.

Otra actividad del gobierno chileno durante los primeros meses de 1818 fue la realización de los trámites pertinentes para comprar el viejo buque Wyndham (Lautaro), que era un indiaman o inchiman (buque comercial preparado para la guerra) de 800 toneladas con cuarenta y seis cañones Una compañía de infantería al mando del capitán Miller, quedó a cargo de la fragata Lautaro y de otros buques menores. Mientras el ministro José Ignacio Zenteno redactaba el reglamento de presas que fue autorizado al año siguiente (26-I-1819), donde se especificaba a división del botín.

Los corsarios provenientes de Chile por las aguas del Pacífico, cada vez causaban más alarma a las autoridades realistas de Nueva Granada y los corsarios se identificaban mejor con la revolución de hispanoamericana: “El Coronel Juan Illingworth, Capitán de Navío de la Marina de Chile, cuando la escuadra chilena a órdenes de Lord Cochrane se presentó sobre el Perú, fue con la corbeta Rosa a las costas del Chocó y Buenaventura, en persecución de los buques españoles. .” (de Mosquera, T. 1954: 344).

“Los triunfos alcanzados por los patriotas de Venezuela en 1818 movieron al Director de Chile, General Bernardo O’Higgins, a felicitar a Bolívar y a proponerle utilizar el Istmo de Panamá para las operaciones de guerra en uno y otro mar, a efecto de prestarse mutua ayuda en la obra de la emancipación. La escuadra chilena, mandada por el Almirante inglés Alejandro Cochrane, se enseñoreaba en el pacífico, y uno de sus mejores buques, La Rosa de los Andes, armado de 36 cañones, tripulado por 550 hombres y comandado por otro intrépido marino de la misma nacionalidad, don Juan Illingworth;” (Sosa, J.B. y Arce, E.A. 2017: 282).

No es de extrañar entonces, al estar cambiando las condiciones en favor de la revolución a fines de 1818, como hemos observado en la lucha en el océano Atlántico “O’Higgins tomando la iniciativa en la formación de una liga guerrera de las colonias insurreccionales se dirigió a Bolívar para felicitarle por sus triunfos, y le proponía una alianza de acuerdo con las ideas continentales de San Martín: “La causa que defiende Chile. Es la misma en que se hallan comprometidos, Buenos Aires, la Nueva Granada, Méjico y Venezuela: es de todo el continente de Colombia.” (Mitre, B. [1890] 1956: 542).

El 28 de noviembre de 1817, echaba ancla en la bahía de Valparaíso la pequeña fragata Rose de 387 toneladas al mando del capitán John Illingworth Hunt. Entre los pasajeros que desembarcaron ese día se encontraba Lord Thomas Cochrane.

Las acciones corsarias estaban dando tiempo para que se organizaran las escuadras nacionales en los diferentes países hispanoamericanos con contrato de marinos, preparación de personal, obtención de presas y compra de barcos principalmente en el extranjero. O’Higgins, expresando el ideal revolucionario continúa diciendo: “Las armas de Chile y Buenos Aires pronto darán libertad al Perú, y la escuadra chilena puede franquear las comunicaciones con Nueva Granada y Venezuela por el Chocó y Panamá, y ayudar a los patriotas de esos países.” (Mitre, B. Ídem: 542). Es parte de nota que O’Higgins envió a Bolívar en noviembre 1818, carta registrada en Venezuela por el historiador José Felix Blanco (1876: 492).

La corbeta Rose fue contratada y luego comprada por la agencia de Chile en Londres a cargo de José Antonio Álvarez de Condarco para el estado de Chile en $100.000, Para esto se contó con la asociación del comerciante inglés avecindado en Valparaíso William Handerson y del español Antonio Arcos, quienes participarán también del botín que se iría obteniendo: “Dada la solvencia del señor Handerson y el aval del Ejército de los Andes obtenido por Arcos, el buque fue adquirido por 100.000 pesos por el estado de Chile, convirtiéndose por lo tanto en un buque de nuestra lista naval, adquirido específicamente para la guerra de corso.” (Tavra Checura, A. 35).

Al anclar en Valparaíso la fragata Rose, de inmediato comenzó su reacondicionamiento como nave corsaria con 36 cañones, pudiendo alcanzar mayor velocidad que una corbeta cualquiera. El historiador Benjamín Vicuña Mackenna dice: “Aunque Rosa tenia arboladura de fragata, militarmente se le consideraba como si fuera velera corbeta de guerra, capaz de 36 cañones.” (1873: 17). Antes de salir de los astilleros, fue rebautizada con el nombre de Rosa de Los Andes.

“O’Higgins extendió a Illinworth los despachos de oficial de la Marina de Chile, con el grado de Capitán de Corbeta, y le entregó el comando de la corbeta “Rosa de los Andes”, con una misión de corso muy extensa, para operar por largo tiempo lejos de las costas chilenas, atacando las líneas de comunicaciones marítimas españolas entre las costas del Perú y las de California.” (Tavra Checura, 2010: 478).

La misión estatal corsaria del capitán John Illingworth, zarpó de puerto de Valparaíso rumbo al norte el, 25 de abril de 1819, y mientras navegaba hacia las costas de Nueva Granada, Simón Bolívar entraba al virreinato desde Venezuela. El 7 de agosto de 1819, triunfaban las fuerzas patriotas en la batalla de Boyacá, quedando los realistas con poder militar sólo en las provincias de Santa Marta y Pasto, donde podrán resistir por algunos años; la capital, Santa Fé de Bogotá ubicada poco el S.E. de Boyacá era liberada por las fuerzas independentistas.

Según Vicuña Mackenna, El capitán Illinworth supo de la “victoria decisiva de Boyacá, recien llegado al istmo, i comprendiendo desde ese momento que podia prestar servicios oportunos i considerables a la causa americana, acercándose al litoral colombiano, ocupado todavía desde Panamá á Guayaquil por los realistas, resolvió abrir una campaña formal a lo largo de todas aquellas peligrosas i mortíferas costas.” (1877: 38).

“Los propósitos de Illingworth fueron claros y precisos. Golpear a España en su avance al interior de la Nueva Granada; dar en tierra con la Cédula Real de 1614, que establecía pena de muerte y confiscación de bienes para quienes favorecieran la participación de extranjeros en el comercio con las Américas; vencer los viejos galeones del imperio que zarpaban de Cartagena o Sanlúcar con patentes de corso; amar la independencia americana.” (Velásquez, R. 2010: 11

Atacan y toman el pueblo de Sechura (11-VII), reabasteciéndose de alimentos y agua, mientras las autoridades locales al no contar con una guarnición huyen hacia Piura distante a unos 50 Km al interior. Benjamín Vicuña Makenna al relacionar este hecho ocurrido en el norte de Perú con otro hecho histórico dice: “El 11 de julio de 1819 tiene lugar el primer combate de los invasores en Gamesa, contra Barreiro, i ese encuentro es una victoria. (1873: 32), en momentos que en Buenos Aires los rumores de una pronta invasión desde España. Ese día en la tarde, la Rosa de los Andes, zarpaba y navegaba a mar abierto antes que el contingente realista enviado desde Piura pudiera atacar.

En su búsqueda de buques mercantes, los corsarios llegan a la cuadra de la isla Santa Elena (24-VII), en la parte norte del golfo de Guayaquil, avistando a la fragata mercante La Piedad , pero no observaron que portaba 14, cañones y 150 hombres. La nave estaba al mando del capitán José Vázquez Lavandera, que sorprendió a la corbeta chilena, que inmediatamente cambio la enseña para entablar un combate a corta distancia. El capitán Illingworth en el combate intento abordarla dos veces pero fracasó. Después de más de ocho horas de combate sin vencedor, al atardecer ambos buques se separaron en distinto rumbo “sin que los corsarios pudieran estimar el daño infligico a la fragata. Los patriotas tuvieron que contar sus muertos y recoger a sus heridos.” (López Urrutia, C. 1968: 44).

La fragata Rosa de los Andes con ayuda de dos balleneros norteamericanos, realizaron averías de emergencia en el casco del buque, incorporándose algunos marineros de los balleneros a la fragata, para luego seguir rumbo a las islas Galápagos, donde “escondida en una ensenada i reparándose de sus averías la Rosa de los Andes durante un mes, al paso que sus tripulantes encontraban sabroso i reparador alimento en la carne i en los huevos de los numerosos cetáceos que pueblan sus arrecifes i le han dado su nombre” curando a los heridos y completando las reparaciones del buque. Afines de agosto, después del reparador descanso, prosiguieron rumbo al norte.

En la costa de la actual Colombia, capturaron el bergantín Cantón con un cargamento avaluado en $ 60.000. A bordo de la nave iba el joven ecuatoriano Vicente Rocafuerte futuro presidente el cual tuvo un trato muy especial por ser criollo. En los primeros días de septiembre se captura un barco de aprovisionamiento junto a las islas de las Perlas para continuar rumbo a la isla de Taboga.

En un primer intento después de bombardear el poblado, fue rechazado por la batería española, pero luego con el apoyo de la fragata Pichincha, logra tomar el fuerte, usando sus cañones y los botes de su barco para rendir la plaza. Luis Uribe dice: “En efecto, el 17 de septiembre se presentaba la corbeta Los Andes en el puerto de Taboga, defendida á la sazón por una batería elevada, de cinco cañones de á 24, y dos lanchas cañoneras.” (1910: 68).

El capitán Illingworth decidió atacar de inmediato, acercándose con su corbeta y abriendo fuego con todos sus cañones. El combate duró un cuarto de hora, hasta que sus defensores dieron muestras de abandonar el fuerte. Illingworth ordenó al capitán Desseniers desembarcar con sus soldados de marina y en asalto tomarse la batería que se encontraba en un morro, para luego bajar a la plaza donde a bayoneta calada cargaron sobre las tropas realistas, logrando vencer.

Mientras esto sucedía en la plaza, utilizando los botes del buque, los marinos atacaron a las dos lanchas cañoneras, logrando sus capturas y rendición de sus tripulantes, Illingworth al terminar el combate dio la orden de clavar los cañones del fuerte y destruir toda embarcación que se encontraba en la isla.

“Después de esta victoria, que solamente había costado á los patriotas tres heridos leves, resolvió el comandante Illingworth seguir la expedición á lo largo de la costa, y ayudar con ello materialmente al general Bolívar, cuyos triunfos en la Nueva Granada le fueron conocidos durante su estada en Panamá.” (Ídem: 69). Desconocemos la cifra de muertos y heridos de los defensores de la isla.

Luego los barcos chilenos se dirigieron rumbo a la cercana ciudad puerto fortificado de Panamá, “Por ésto la aparicion de la Rosa de los Andes a mediados de setiembre en la rada de Panamá coincide con la completa derrota de los españoles en Bogotá i la fuga de su virei al sud” (Vicuña Mackenna, B. 1873: 32). En un primer intento después de bombardear la iglesia y el poblado, fue rechazado por la batería española. reconociendo Illinworth, que no podía combatir, por lo tanto, entró en negociaciones con el gobernador Alejandro Hore, para lograr un intercambio de prisioneros españoles por los de la expedición de MacGregor capturados en Portobelo.

Vicuña Mackenna dice: “Illinworth propuso a Hore el canje de los, prisioneros de Taboga por sus infelices compatriotas. Pero el español arrogantemente rehusó. En esa época rejia una real orden jeneral en la América española, según la cual todo estranjero cojido con las armas en la mano, debia ser inmediatamente fusilado.” (1877: 37). Cuando fueron liberados años después los prisioneros de Portobello, sólo quedaban unos sesenta y muchos de ellos moribundos. Los historiadores Sosa y Arce dicen “Al cabo de algunos días La Rosa alzó anclas y enderezó rumbo a Panamá, llevado Illingworth del propósito de canjear los prisioneros de Taboga por los ingleses rendidos en Portobelo …” (1911. 283). “La batalla de Boyacá había exaltado el espíritu liberal, y se puso de acuerdo dicho Coronel con los republicanos del Cauca, que habían levantado el grito de independencia y libertó toda esa costa, ocupando a Guapi el 30 de octubre del año de 1819, con la tripulación de la corbeta Rosa.” (de Mosquera, T. 1954: 344).

En su crucero por la costa sur de Nueva Granada, liberando a los presos políticos que se encontraban en la isla de Gorgona, para luego atacar al puerto de Buenaventura y a Tumaco. Regresa a Panamá con el propósito de negociar nuevamente con el gobernador Alejandro Hore el intercambio de prisioneros sin resultados positivos.

El capitán John Illingworth, llegando a controlar los pueblos del Pacífico del Chocó, nombrando autoridades patriotas (Esmeralda, Guapó, Izcuandé y Rumaco), para proseguir hacia el sur; hostigando al Callao (26-IX al 7-X), ocupando Pisco (7-XI), regresando a Guayaquil (21-XI al 13-XIl-1819).

En diciembre: “La campaña ya había causado varias bajas debido a los combates, las fiebres tropicales y las privaciones, por lo que Illinworth pasó a la isla de Taboga, a la que convirtió en su base de operaciones, y se dirigió a la costa norte del Golfo de Panamá, donde reafirmó la soberanía patriota y dio descanso a su tripulación.” (Tavra Checura, A. 2010. 481).

“En los primeros días de enero de 1820, fondeado en la bahía de Cupica, supo por indios ribereños que en el mar Caribe, a escasas millas a través del istmo de Darién, se gestaba una campaña naval española que, partiendo desde Cartagena de Indias y remontando el río Atrato, pretendía reconquistar los puertos tomados por Illinworth en la costa del Chocó.” [ …] [ “El 4 de febrero de 1820 se adentraron en el río Atrato, donde hubieron de vencer la corriente contraria y deslizar el bote a fuerza de brazos, hasta llegar a la costa caribeña.” (Ídem: 481).

“El propio gobernador y comandante de Panamá, Alejandro Horé, comunicaba al Despacho de Guerra en Madrid, que Cochrane tramaba invadir el Istmo y unir fuerzas con MacGregor para[…] atacar Cartagena y relanzar la insurgencia neogranadina. Tan público era el asunto que hasta los periódicos londinenses publicaban detalles de la expedición y el número de barcos y reclutas que llevaba. Se sabía que era MacGregor el que comandaba la flotilla, que era apoyado financieramente por varios capitalistas británicos que le entregaron una gran suma de esterlinas para la empresa.”.” (Castillero Calvo, A. 2016: 150).

Los corsarios en las luchas finales: 1819

La dirección del proceso revolucionario presenta signos de agotamiento. Los rebeldes de 1812 se encontraban dispersos cumpliendo diversas funciones y muchas veces con grandes diferencias ideológicas y personales entre ellos. Otros habían muerto.

El reglamento de corso se había hecho insuficiente frente al desarrollo de diversas empresas. El reglamento de presas (26-I-1819), basado en el sistema inglés, vino a regular la actividad corsaria “que conferia ocho partes de presa al almirante o jefe superior, veinte octavas partes al comandante, una octava parte a los oficiales, de teniente arriba, una octava parte a los guardiamarinas, una octava parte a los marineros primeros i la última octava a los marinos segundos.” (Vicuña Mackenna, B. 1873: 23). Entre otros artículos se prohibía la venta de esclavos “En cambio se abonaba por el Estado 50 pesos por cada negro esclavo que fuera traiso a nuestras playas para incorporarlo al ejército libertador.” (Idem). Según el Nile’s Weekly Magazine de Baltimore (Nº 7 del 17 de abril de 1819) el bergantín Fortuna (ex Patriota) capturó en 1819 un navío mercante portugués y una cañonera brasileña. (270). La fortuna era una nave artiguista según Washington Reyes “En 1820 pese a la derrota experimentada por Artigas, las actividades de sus corsarios se mantuvo, ampliándose incluso su zona de acción, al penetrar en el Mediterráneo.” (4.2011: 129) “Si bien fueron influyentes las medidas tomadas por los Estados Unidos, otros factores también contribuyeron al retiro de los corsarios después de 1819. Los veinte o treinta buques de corsarios que se abastecían en Baltimore entre 1815 y 1819 encontraron que el comercio español en América había disminuido tanto que ya no se podían depender del mero acoso a los buques españoles. Algunos corsarios como John Danels se comprometieron con la causa de la independencia venezolana y continuaron luchando. Danels se convirtió en capitán en la armada colombiana bajo el capitán holandés Luis Brion.” (Ewell, J. 1999: 40).

Un fragmento de carta reservada de San Martín a O’Higgins es elocuente de la tenacidad del virrey y de uno de los principios de estrategia y la finalidad de una guerra: “ … la terquedad de los españoles es bien conocida, creo que el modo de negociar las paz ellos es llevarles la guerra a la misma España: por lo tanto estoy resuelto, como he dicho a Ud. Anteriormente, a que la fragata Prueba y Venganza y la goleta Macedonia, salgan de ésta a principios de agosto con destino a Europa a arruinar todo el comercio español.” (Vicuña Mackenna, D. 1971: 82).

La introducción de tesis doctoral, Feliciano Gámez comienza con el siguiente fragmento de carta enviada (22-II-1819) por Simón Bolívar a Luis Brión y excorsario: “La experiencia ha probado la utilidad de los corsarios, particularmente en nuestra lucha con España. El gobierno de Buenos Aires, el que más lo ha multiplicado, es también el más conocido, respetado y temido. Si nosotros hubiéramos adoptado su conducta, nuestra marina estaría cubierta de buques que nos servirían en ocasiones urgentes: que enriquecerían nuestros puertos con sus presas, destruirían el comercio español y le impedirán los socorros que se prestan los puertos enemigos mutuamente. Tantas ventajas habríamos obtenido que sin costo alguno por parte del gobierno, en lugar de que por habernos opuesto a ese sistema, y adoptado el de los buques de guerra, no tenemos escuadra por falta de medios, ni molestamos al comercio. Lejos, de recoger las patentes que se han expedido, estoy determinado a librar todas las que pueda”. (2006: 9).

El gobierno rioplatense estaba muy conforme con el proceder de Chaytor en el frente de Cádiz y confiaba Pueyrredón en su lealtad a la causa, que resolvió darle el mando de la fragata Patagonia y de la corbeta Vengadora, ambas de propiedad del estado. Las instrucciones dadas a Chaytor (20-II-1819), incluían facultades de mayor responsabilidad en el proceso que evidencian la calidad humana y revolucionaria de James Chaytor. Tenía la facultad de ampliar el tiempo de corsario si encontraba necesario como también, se le daba el derecho de reunir todos los corsarios con patente rioplatense en caso que zarpara la expedición restauradora para hostilizar y realizar cualquier acción que perjudicara o retrasara el convoy. El poder central estaba desapareciendo.

Chaytor inicia en marzo de 1819 su tercer crucero rumbo al Atlántico Norte, después de obtener varias presas menores, luego destruyó tres goletas armadas y por último, junto con la Independencia del Sud enfrentaron a dos buques de guerra de mayor capacidad de fuego y combatientes sufrieron severos daños en un reñido combate en que todas las naves resultaron averiadas; los barcos realistas tuvieron que regresar a Cádiz sin poder regresar al mar y Chaytor regresar a Buenos Aires.

La burguesía comercial de Buenos Aires, que comenzó a controlar la Logia Lautarina, miraba más los mercados del hemisferio norte que la lucha en el Pacífico y en Alto Perú, aprobó una nueva constitución aristocrática (20-IV-1819), que no favorecía el proceso de la revolución americana.

“Frente a la competencia que le hacían los corsarios de Artigas, el gobierno bonaerense dicto una norma complementaria del mencionado Reglamento con fecha 18 de agosto de 1819, con la finalidad de mejorar las ventajas económicas a sus corsarios. En esta segunda etapa, el corso de las Provincias Unidas con participación privada, se diferenció del corso artiguista en dos aspectos: el primero con respecto al Unidas, continuando ambos con una actuación paralela hasta el año 1821. El otro aspecto se refiere a que el corso de las Provincias Unidas tomó como objetivo de sus operaciones sólo a España, mientras que el artiguista se dirigió contra España y Portugal, aunque como hemos visto una punto unidad del Gobierno, cumpliendo una misión oficial corsaria, realizó operaciones también contra Portugal, lo que debemos considerar un hecho de excepción.” (Comentarios relativos, 2005: 246).

En Venezuela, por disposición del Congreso Nacional, el tribunal de Juan Griego de la Isla Margarita, dio lugar a dos Cortes de Almirantazgo (1819): una en la misma sede del tribunal y la otra corte en Angostura, sobre el Orinoco.

La corte de Juan Griego, el almirante Brion, sin ningún respaldo jurídico, interpretó que los permisos de corso tenían que ser refrendadas en última instancia por él para que los corsarios pudieran trabajar en aguas territoriales de Venezuela y Nueva Granada. Por no cumplir con este requisito, barcos corsarios artiguista, fueron incautados y junto a sus presas, marineados a Juan Griego a Margarita bajo la acusación de piratería. Entre los acusados estaban capitanes -Doutant, del Gran Guaycurú; Juan Dañéis, del Irresistible; J. Morgdrige, del Ligero, nave propiedad de Dañéis; Juan Clark, de la Fortuna; y A. Bond, de la Constancia- sustentaron sus reclamaciones ante el Estado, iniciándose pleitos dilatados cuyo fallo final significó el reconocimiento por parte de Venezuela de que los apresamientos de Brion habían sido ilegales y los embargos estaban viciados de nulidad.

La corte de Juan Griego fue importante para el remate de mercaderías obtenidas por los corsarios, especialmente por los corsarios artiguistas, lo cual permitió un importante mercado abastecedor de productos americanos (alimenticios, vinos, minerales, maderas finas, cigarrillos, rapé y otros productos ), portuguesas y españolas (joyas, vestimentas, lozas etc.), que eran muy apreciados en Estados Unidos, donde se les permitía ingresar libremente por las aduanas de Baltimore y Savannah, pues la legislación contra la práctica corsaria no era aceptada por algunos jueces, posición que interpretaba a muchos ciudadanos comunes, o importantes: como autoridades sociales y del mundo del comercio y la industria, entre los cuales se hallaban algunos corsarios invisibles. El corso se consideraba beneficioso para el desarrollo económico de las personas y de los puertos. Fue entonces que se estableció un comercio subrepticio con Estados Unidos, adonde ingresaban tales artículos bajo una apariencia de origen más regular.

Esta última campaña (1820-1821) se distingue además por haberse extendido la ruta de acción de los corsarios, penetrando en el Mediterráneo (cruceros del "Argentino" y "General Rivera"). Pero lo que deseamos tratar en esta etapa concluyente son las gestiones diplomáticas cuyos actos, en las cancillerías y en los tribunales de Justicia, dilataron la controversia corsaria.

“Fueron infructuosas las gestiones y reclamaciones efectuadas por las autoridades de estos países ante naciones que les eran amigas o neutrales en la guerra que mantenían con Artigas. La actitud displicente de los Estados Unidos de Norteamérica, ante tales reclamaciones, se debió a la fuerte corriente de opinión favorable a los corsarios rioplatenses y en especial artiguistas generada a raíz de tratarse de una lucha por la independencia que miraban con simpatía por la similitud de los acontecimientos que los habían llevado a constituirse como país; a más del interés de los marinos norteamericanos por dedicarse a una actividad que ya les era tradicional y que les resultaba sumamente lucrativa. Se llegó incluso, como hemos mencionado, a establecerse en Baltimore una empresa para adjudicar las Patentes y administrar las actividades de los corsarios, llamada "Sociedad Americana", integrada por Robert M. Goodwin, Clement Cathell, James Halsey y John R. Miffin y donde figuraba también el Capitán Thomas Taylor como asociado a la misma.” García Viera, A; 2005 T-XXXV: LXXXIV).

García Viera dice "Congreso de Venezuela" zarpo en segunda campaña desde Baltimore con patente y bandera venezolana y en altamar comenzó a operar con la de Artigas, integrando un escuadrón corsario artiguista compuesto entre otras embarcaciones por el bergantín "General Rivera" y el bergantín "Argentino". Este escuadrón opero entre fines de 1819 y principios de 1820 en el Atlántico sobre costas portuguesas, e incursionó en el Mediterráneo para continuar luego actuando a la vista de Pernambuco, enviando presas de considerable valor a la Isla de Saint Thomas.” (2005 T-XXXV: LXXXIX).Se conocen asimismo varios corsarios que actuaron bajo doble patente venezolano-artiguista. La derivación de las presas artiguistas a puertos favorables fue acompañada de un incremento de la circulación de sus patentes, además de la ampliación de su radio de acción. Entre 1820 y 1821

Ante la presión de España e Inglaterra “Entre 1820 y 1821, Estados Unidos adoptó definitivamente una política de neutralidad, alejando a los corsarios de sus puertos.” (Valiñas, F.: 15).

“La Gran Colombia, que desde 1817 conducía operaciones de corso con su propia bandera, renunció a ellas en 1820, luego de un armisticio celebrado con España. (Valiñas, F.: 15). Al comenzar 1820, el dominio realista estaba reducido a Cartagena de Indias, Santa Marta, Río del Hacha y el Ismo de Panamá.

En Buenos Aires, el 4 de enero de 1820, el armador Vicente Anastasio de Echevarría obtenía una nueva patente de corso para la Chacabuco, después de repararse diversas averías y ser reartillada con 16 cañones- UTV. En octubre estaba en condiciones de operar, sirviendo como transporte con el nombre de Santa Rosa en la Expedición Libertadora del Perú.

El 15 de enero de 1820 David Jewett fue nombrado coronel en la Armada. Se le dio el mando de la fragata mercante Heroína, cuyo dueño y armador Patrick Lynch hizo montar 30 cañones, logrando la nave un total de 34 de 18 libras, recibiendo la orden de zarpar fines de marzo por los problemas internos del país con el cambio de gobierno. Había obtenido la patente de corso firmada por el director supremo José Rondeau (9-VI-1819 - 1-II-1820), quien fue sucedido por el último director supremo, Juan Pedro Aguirre, conocido armador.

Según la historiadora Cristina Montalbán: “El 20 de abril de 1820 se dictó en Washington otra ley que establecía disposiciones específicas respecto a la neutralidad de Estados Unidos, que obedeció sobre todo a las presiones ejercidas por las naciones agredidas: España y Portugal y que básicamente tendía a obstaculizar el corso rioplatense.” (2014:105).

En esta negociación, en forma de correspondencia incesante, el Embajador Onís protestó constantemente por lo que consideraba los esfuerzos estadounidenses por desestabilizar las colonias españolas al permitir que las flotas de "piratas" que trabajaban desde Baltimore y Nueva Orleans contra el tráfico de colonias. Monroe decidió presionar a los jueces de distrito para que rechazaran el puerto seguro a los piratas seguros en Baltimore y finalmente pidió al Congreso que prohibiera la presencia de buques extranjeros armados en ese puerto. Asimismo, el Congreso modificó la legislación para que pudiera ser tratada como piratería a "todas las personas" que fueron encontradas en el territorio de los Estados Unidos, independientemente de su nacionalidad, tomando las defensas principales de los corsarios, que eran "ciudadanía extranjera".

En Venezuela, Mac Gregor llega a la isla de Margarita, donde es nombrado diputado ante el Congreso Constituyente de Cúcuta (Colombia), pero no se incorpora, zarpando con sus naves rumbo a la isla de San Andrés con unos 250 mercenarios para juntarse con la escuadrilla del corsario Aury.

“La Gran Colombia, que desde 1817 conducía operaciones de corso con su propia bandera, renunció a ellas en 1820, luego de un armisticio celebrado con España.” (Valiñas, F.: 15). Según Feliciano Gámez, citando a Carlos Vidales: “El intendente de La Habana, en 1820 se quejaba de las agresiones de los corsarios, en especial de Aury, Brión, Brown y MacGregor “… todos ellos armados en los Estados Unidos” que no sólo se conformaban ya con atacar a los buques españoles sino también franceses, así como británicos y norteamericanos que conducían cargamentos consignados a españoles.” (2006: 136).

El capitán corsario Aury disponía de una flota que fluctuaba entre los 12 y 14 barcos con un poder de poco más de 100 cañones, lo que hacía de su escuadra causara gran respeto la inmovilizada flota española con base en La Habana, que aunque mayor en número y capacidad de fuego, no se arriesgaba. La flota de Nueva Granada al mando del Almirante Brion, era muy inferior a la de Aury.

La presión por el Pacífico se sentía cada vez con mayor fuerza: “La invasión, por supuesto, no dejó de causar un tremendo daño al comercio que se hacía con Panamá y en última instancia contribuyó a que el Istmo se independizara. El sólo anuncio de que se estaba organizando y los rumores de que Cochrane atacaría el Istmo, bastaron para que la plata dejara de enviarse a Panamá. Y con más razón cuando se supo del asalto de Illinworth. El frenazo fue inmediato. El último barco mercante documentado procedente de Guadalajara llegó en 1820. Salvo una que otra arribada solitaria, los de Perú y Ecuador no volvieron a verse hasta 1822, cuando empezó el trasiego de tropas que irían a luchar al Sur. La recesión queda declarada en 1819, y la situación se agrava fatalmente debido a los cambios políticos que se sucedían en España desde 1814 al restablecerse el absolutismo y abolirse la Constitución.” (Castillero Calvo, A. 2016: 157.

La historiadora Lourdes Díaz-Trechuela señala que: “… la Compañía recibió nuevas mercedes y vio prolongada su vida hasta el 1º de julio de 1820, pero los movimientos independentistas en el continente americano dificultaron sus operaciones. Los balances de la Compañía en la primera década del siglo arrojan siempre pérdidas crecientes y el pronunciamiento de Riego el 2 de enero de 1820 abrió el trienio liberal que puso de nuevo en vigor la Constitución de 1812.” (2003: 380)

Y como el mismo Aury lo señala en su texto “Exposición de los hechos que me han excluido del servicio de Venezuela y oferta de unirme al de Colombia, 21 de Enero de 1821 (Duarte French, p.301‐304).

Sin embargo, en carta (1821) reservada San Martín escribe a O’Higgins: “… la terquedad de los españoles es bien conocida, creo que el modo de negociar las paz ellos es llevarles la guerra a la misma España: por lo tanto estoy resuelto, como he dicho a Ud. anteriormente, a que la fragata Prueba y Venganza y la goleta Macedonia, salgan de ésta a principios de agosto con destino a Europa a arruinar todo el comercio español.” (Vicuña Mackenna, D. 1971: 82). En octubre de 1821, Bolívar abolió el corso en Colombia.

Otro tanto hizo el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín Pueyrredón, en octubre de 1821 al considerar que el reino español ya no constituía una a amenaza. Pero de todas estas situaciones, fue sin duda la nueva actitud de Estados Unidos la que empujó a los corsarios a cesar su actividad.” (Valiñas, F.: 15).

Los buques artiguistas el Argentino y el General Rivera, cruzaron el estrecho de Gibraltar entrando al mediterráneo, donde lograron diciocho presas en momentos que goleta Leona Oriental al mando del capitán Guillermo Natta o Nutter realizaba la última actividad corsaria en el Atlántico. Primero tomó y echó a pique, a la goleta de guerra Leal Portugués en cabo San Vicente en el mes de mayo, luego hizo presa a la fragata mercante María Francisca de Asís (4-VII), que se apartó de un convoy que había partido de La Habana (17-V) rumbo a Cádiz. Los prisioneros de ambas naves se encontraron con los prisioneros del diete portugués Felicidade y del bergantín español Nuestra Señora del Carmen. Al día siguiente “… la “Leona Oriental detuvo a la fragata sueca “Wester Nortlsnd” que, procedente de Marsella, navegaba hacia Peterburgo; y, como se trasbordaron a ella 44 prisioneros españoles y portugueses, el capitán sueco decidió retornar para desembarcarlos en Cádiz.” (Beraza, A. 1978:168). Vencida la patente de corso, Nutter se incorporó a la marina de Colombia al mando del General Armari.Al poco tiempo, “ … el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín Pueyrredón, en octubre de 1821 al considerar que el reino español ya no constituía una a amenaza. Pero de todas estas situaciones, fue sin duda la nueva actitud de Estados Unidos la que empujó a los corsarios a cesar su actividad.” (Valiñas, F.: 15).

“Sin embargo, el nombramiento del gobernador Noderling, acabaría con ese compromiso del gobierno sueco; a comienzo de 1822 las protestas arreciarían de nuevo e incluso un enviado español se apersonó ante la corte de Estocolmo a fin de hacer patentes las quejas del gobierno de España.” (Gámez, F. 2006: 134).

“En 1823, y ante las gestiones de la Santa Alianza para ayudar a España a recuperar las colonias americanas, Estados Unidos, de la mano de su presidente James Monroe, pronuncia ante el Congreso de la Unión un discurso cuya frase más destacada es “América para los americanos”; este discurso es conocido en la historiografía como la Doctrina Monroe, la cual establecía que ante cualquier invasión de los Estados europeos en América sería considerado un acto de agresión que tendría como respuesta rotunda la intervención de los Estados Unidos. La Doctrina Monroe ha generado innumerables acciones y análisis en los que se destaca la pretensión de supremacía, colonialismo e imperialismo de los Estados Unidos sobre el resto de las naciones que conforman el continente americano.” (López Ramírez, A .2016: 45).

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[1] Samuel B. Johnston estuvo en el presidio de Casamata del Callao casi seis meses donde sufrió como todo patriota, tratamiento de prisionero político y la rudeza del lugar. El siguiente fragmento de una de sus cartas demuestra el momento: “Pocos días ha, uno de los presos, cuyo solo crimen consistía en habérsele visto pelear por la causa de Buenos Aires, murió con grillos, los que le fueron quitados como una hora después de muerto.” (1967: 139). Se refiere a uno de los marinos de las naves chilenas, que habría estado en Buenos Aires con los Auxiliares de Penco.

[2] La expedición había zarpado de Cádiz (10-II-1815) con rumbo desconocido para luego dirigirse a Venezuela, Eran 15.000 hombres de armas (12.254 soldados y 500 oficiales) más la tripulación marinera en18 barcos de guerra y 41 de transporte, con su buen parque de armas y municiones, más alimentos y animales.

[3] Escuna (Goleta)

[4] Algunos beneficiados fueron: José Francisco Bermúdez, Pedro Labatut, Gregor MacGregor, Manuel Piar, Carlos Soublette, Francisco Xavier Mina, colaborando además con Louis-Michel Aury, Luis Brión, José Padilla, Agustín Gustavo Villeret que se armaron y aprovisionaron sus naves en Haití. Caso especial fue la colaboración que prestó a Simón Bolívar y Familia para lograr el triunfo en tierra firme. “Para el año 1816, cerca de 2000 hispanoamericanos revolucionarios se encontraban en las ciudades de Los Cayos, Jacmel y Port-au-Prince, urdiendo planes de emancipación con el franco apoyo del gobierno republicano.” (López Ramírez, A .2016: 122).

[5] En los Estados Unidos no existían tribunales de Presas ni Cortes de Almirantazgo, las presas que llegaban a sus puertos eran llevadas a juicio, según derecho marítimo.

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