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Crisis ambiental capitalista: recordando a Marx y Keynes. Por Edgardo Condeza y Ana Dall´Orso

Al desencadenarse la última gran crisis económica global, se produjo un inesperado retorno a las investigaciones de Marx. Acertado, si se considera que hace más de siglo y medio él ya había analizado las contradicciones y limitaciones inherentes al sistema capitalista, sus causas y había advertido que mientras las relaciones sociales en este modo de producción se mantuvieran, las crisis serían inevitables.

Hoy, cuando ya es imposible evadir que las crisis no sólo serán económicas, sino enmarcadas en el desastre ambiental global que amenaza al conjunto de los habitantes del planeta y a las generaciones futuras, es importante examinar la vigencia de esos estudios y considerar la posibilidad de que sean un aporte en la búsqueda de soluciones.

El pensamiento de Marx ha sido muy tergiversado y muchas veces acomodado a intereses, tanto por quienes quieren mantener el sistema capitalista eternamente, como por quienes lo han invocado para cambiarlo bajo extrañas interpretaciones.

Marx separa el fruto del trabajo y actividades de las personas, de las relaciones sociales bajo las cuales esta creación se realiza. En ese camino, visualiza tres grandes estadios históricos:

-El primero es aquel en que la productividad estaba muy poco desarrollada y unos seres humanos trabajaban para otros en condiciones de coerción física, bajo el esclavismo, la servidumbre, etc

-El segundo es aquel en que las personas, aún cuando han logrado superar la dependencia física unas de otras, han pasado a depender de que sea una cosa la que las relacione, de un equivalente general que es el dinero. Es la etapa actual: el capitalismo.

-La tercera etapa es la sociedad futura en la cual: “…la libre individualidad fundada en el desarrollo universal de los individuos y en la subordinación de su productividad colectiva, social, como patrimonio social…” Agrega “el segundo (estadio) crea las condiciones del tercero.” [1]Es decir, el capitalismo permite la posibilidad y sienta las bases para la existencia de una sociedad superior futura: el socialismo.

Contrariamente a lo que pueda suponerse, Marx valoró “la grandeza y la belleza” del capitalismo en cuanto a su capacidad para desarrollar creación, capacidades productivas, etc. Pero profundizó en las limitaciones y contradicciones de mantener en esta etapa unas relaciones sociales que aún se sustentan en la apropiación del trabajo de unos seres humanos por otros, resultando inevitable el antagonismo que surge y se fundamenta en la separación entre capital y trabajo asalariado. La creación de los seres humanos impulsada en función de la ganancia por una parte y las limitaciones impuestas a la satisfacción de las necesidades de muchos por otra, se ha convertido y ha derivado en una situación absolutamente sin sentido y absurda en el mundo de la abundancia actual. Más aún, cuando los sucesivos desequilibrios del sistema alcanzan un “equilibrio” -siempre temporal- a través de crisis más profundas y globales. Crisis capitalistas generadas por primera vez en la historia por abundancia, por capacidades de creación que no encuentran capacidad de consumo solvente. Marx resume la esencia de las crisis capitalistas en una frase: “La razón última de toda verdadera crisis es siempre la pobreza y la capacidad restringida del consumo de las masas con la que contrasta la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si no tuvieran más límite que la capacidad absoluta de consumo de la sociedad.”[2]

En este contexto la crisis ambiental no es una crisis económica capitalista más. Su solución obliga necesariamente a un cambio de paradigma universal. A transformar las relaciones sociales que se originan y son consecuencia del capitalismo desenfrenado actual, reemplazándolas por una planificación sensata por parte del conjunto de los seres humanos de lo que entre todos han sido capaces de crear, considerando la naturaleza como “patrimonio social”.

Marx no solo anticipó el mercado mundial y la globalización que el desarrollo capitalista en su búsqueda de ganancias acarrearía, sino también vaticinó la explotación creciente que el capital haría de la naturaleza, cuando aún no era posible imaginar los problemas ecológicos que acarrearía: “…de ahí la exploración de la naturaleza entera para descubrir nuevas propiedades útiles de las cosas; intercambio universal de los productos de todos los climas y países extranjeros; nuevas elaboraciones (artificiales) de los objetos naturales para darles valor de uso nuevos. La exploración de la Tierra en todas las direcciones, para descubrir tanto nuevos objetos utilizables como nuevas propiedades de uso de los antiguos, al igual que nuevas propiedades de los mismos en cuanto a materias primas, etc.; por consiguiente el desarrollo máximo de las ciencias naturales; igualmente el descubrimiento, creación y satisfacción de nuevas necesidades procedentes de la sociedad misma; el cultivo de todas las propiedades del hombre social… su producción como producto social lo más pleno y universal que sea posible…;la creación de nuevas ramas de producción y la emergencia de nuevas necesidades. En suma, la creación de un sistema de explotación general de propiedades naturales y humanas, sistema de utilidad general; como soporte de ese sistema se presentan tanto la ciencia como todas las propiedades físicas y espirituales, mientras que fuera de esa esfera de la cual es, nada se presenta como superior en sí, como justificado para sí mismo. El capital crea así la sociedad burguesa y la apropiación universal tanto de la naturaleza como de la relación social misma por los miembros de la sociedad… Por primera vez la naturaleza se convierte puramente en objeto para el hombre... El capital… pasa por encima de las barreras y prejuicios nacionales así como sobre la divinización de la naturaleza… es constantemente revolucionario, derriba todas las barreras que obstaculizan el desarrollo de las fuerzas productivas, la ampliación de las necesidades, la diversidad de la producción y la explotación e intercambio de las fuerzas naturales y espirituales…” [3]

Es necesario la superación de las actuales relaciones sociales capitalistas por relaciones sociales humanistas. Sin embargo, el punto de partida son las existentes. Superiores a través de la historia a todas las anteriores, las relaciones sociales capitalistas han terminado siendo mezquinas y estrechas ante las extraordinarias capacidades de producción y la abundancia en todo orden de cosas. El mundo se ha transformado en un compendio de contradicciones y limitaciones, presentes en la vida cotidiana en todo orden de cosas. Basta como ejemplo la producción de alimentos en exceso y los migrantes hambrientos arriesgando sus vidas.

“Es cierto que los individuos no pueden dominar sus propias relaciones sociales antes de haberlas creado. Pero es también absurdo concebir ese nexo puramente material como creado naturalmente, inseparable de la naturaleza de la individualidad e inmanente a ella… El nexo es un producto de los individuos. Es un producto histórico. Pertenece a una determinada fase del desarrollo de la individualidad… Los individuos universalmente desarrollados, cuyas relaciones sociales en cuanto relaciones propias y colectivas están ya sometidas a su propio control colectivo, no son un producto de la naturaleza, sino de la historia.[4]

En la fase capitalista la organización entre las personas, en y entre los países y a nivel mundial está fundada en el dinero. En dinero se miden y se transan las personas, las cosas, los servicios, etc. La relación social entre las personas se transfiere a una cosa. Pero “...hay algo indiscutible, y es que la naturaleza no produce, de una parte, poseedores de dinero o de mercancías, y de otra parte simples poseedores de sus fuerzas personales de trabajo…”[5]

Para que sea posible la división de las personas en dueños de capital y poseedores de su trabajo es necesario que las relaciones sociales se hayan convertido en relaciones a través del equivalente general que es el dinero. Cualesquiera sea su forma: efectivo, tarjetas, transferencias, capital financiero, especulación etc. “…mientras el dinero permanezca como una relación de producción esencial, ninguna puede suprimir las contradicciones inherentes a la relación del dinero; cuanto más, una forma puede representarlas de modo diferente que otra.”[6]

Es que en esta etapa capitalista de la historia “… los hombres depositan en la cosa material, en el dinero, aquella confianza que no están dispuestos a depositar en ellos mismos como personas…Pero, ¿por qué tienen confianza en la cosa material? El dinero… puede tener una cualidad social solo porque los individuos han enajenado, bajo la forma de objeto, su propia relación social”[7]

Es hora de que el conjunto de los seres humanos se decidan a administrar lo que entre todos han logrado crear. Para ello es indispensable manejar el mecanismo general que actualmente los relaciona y planificar el destino hacia el cual quieren encauzar el esfuerzo de la humanidad en función de las necesidades sociales universales. Se trata de iniciar un sistema paralelo al capitalismo salvaje en el cual estamos inmersos. Comenzando por buscar una solución rápida y eficaz al cambio climático.

Los grandes desastres mundiales obligaron a crear los organismos internacionales, entre ellos la creación de las Naciones Unidas con posterioridad a la segunda guerra mundial. La dimensión universal de la actual crisis ambiental obliga a crear con urgencia un Fondo Ambiental Universal, que se canalice a través de una moneda ambiental nueva cuyo destino sea la recuperación ecológica y una solución definitiva al cambio climático. Una moneda cuya función sea exclusivamente ser utilizada para financiar las soluciones urgentes que la humanidad necesita para superar el problema que amenaza la vida: el cambio climático.

Keynes, visionario economista inglés decía: “La dificultad reside no en las ideas nuevas, sino en rehuir las viejas que entran hasta el último pliegue del entendimiento de quienes se han educado en ellas”. Hace 75 años, a fines de la segunda guerra mundial en 1944, en la conferencia de Bretton Woods en la cual participaron 44 países para definir el establecimiento del nuevo orden mundial, Keynes abogó por la creación de una moneda internacional, lo que no pudo concretarse al imponerse el dominio de Estados Unidos y el dólar, teóricamente convertible a oro, lo que luego dejó de cumplirse con los problemas posteriores que ha acarreado.

Ese Fondo Mundial Ambiental no puede estar en manos de banqueros, negocios, ganancias, intereses privados, especulaciones, etc. Debe estar manejado por científicos. Desde hace décadas los científicos han venido advirtiendo los problemas que acarrearía el consumo irracional de los recursos naturales. Han propuesto soluciones y prioridades. Han planificado los árboles y especies que hay que plantar, estudiado las emisiones que hay que evitar, medido las energías limpias que hay que generar, etc. Es necesario entregarles los medios y mecanismos. Sin tener por estímulo ganancia, ¿Quién plantará en tierras erosionadas? ¿Quién desarrollará con la rapidez que se requiere energías limpias? etc.

Hay que recordar que para la crisis del 2008 se calcula en varios billones de dólares –millones de millones- la suma inyectada a los bancos de la nada. Cómo pudo inventarse dinero para salvar bancos y no podría crearse un fondo necesario para salvar el planeta? Además mejorando la vida y dando una oportunidad a esos millones de personas que migran de sus países a costa de sus vidas. Nadie quiere abandonar su hábitat si puede tener allí una vida digna.

La COP 25 no puede quedarse como una escenografía dentro de la historia del cambio climático, como la “COP Chile” en la cual no pasó nada, o no pasó mucho. Son necesarias soluciones creativas, rápidas y con carácter vinculante para personas y países.

Hay esperanza cuando una niña de 16 años tiene más sentido común que la mayoría de los líderes mundiales interpretando a millones y millones de personas en el planeta. Y en la capacidad de recuperación de la naturaleza cuando un coigüe plantado en nuestro jardín en Concepción, hace 8 años ya tiene más de 12 metros de alto.

5 octubre 2019

[1] GRUNDISSE. Marx

[2] EL CAPITAL. Marx.

[3] GRUNDISSE. Marx.

[4] GRUNDISSE. Marx

[5] GRUNDISSE. Marx

[6] GRUNDISSE. Marx

[7] GRUNDISSE. Marx

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