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Crónicas al paso en Plaza Dignidad. Por Ignacio Vidaurrázaga

Protagonismo y pegatina son con pe

Ha transcurrido justo un año. Son cerca de las 16:00 de un caluroso domingo. Ocurre en las inmediaciones de Plaza Dignidad. Tres jóvenes mujeres pegan afiches con imágenes de personas muertas, caídas o asesinadas. Mientras, dos pegan, la tercera queda atenta y las registra, (les pido permiso para filmar), estamos cerca de las calles de los obispos. Su pegatina refiere a la historia o a la memoria que puede y no ser a veces lo mismo. Este momento, ha tenido otros de preparación: son sus afiches, es su acuerdo y su forma. Están enfocadas en lo que hacen. Hoy son protagonistas y eso sintetiza a las miles de personas que a pocos minutos hacia el norte, con miedo al covid y a un temprano y evidente cerco policial, han desafiado llegar hasta Plaza Dignidad. En apariencias, todo podría ser una fiesta o un multitudinario paseo familiar, la inmensa mayoría lleva mascarillas, hay comercio y mucho ruido y es sólo un trozo de Santiago de Chile.

Son memoria

Continuamos en Plaza Dignidad, usamos mascarilla y protector facial, no nos detenemos. Hoy se cumple un año. Hay varios miles en la plaza y en su entorno, aún no es la hora de la convocatoria, y al parecer los del mediodía se juntaron con los de la tarde. Y mientras, continúan llegando marchas, grupos y gentes. La locomoción es escasa. Pero, esto prendió. Y abajo de la Telefónica hay una extendida animita con las fotografías de las personas muertas durante los meses del estallido. Son entre treinta y cuarenta: esencialmente jóvenes mujeres y hombres, y unos pocos mayores. Ahí están. ¿Ellos, elles y ellas escucharan estos gritos? Son nuestros muertos de la protesta, ¿por qué todo ha de tener nuevas muertes? Fueron a bala o como NN encerrados en incendios en los denominados saqueos. Todos son procesos judiciales en curso y en muchos casos sin autores institucionales ubicados tras un año. Y ahí están: recordados, traídos, dignificados y muy presentes.

El otro Manuel

Debajo del monumento ecuestre de Manuel Rodríguez Erdoíza, hay mucha juventud que comparte y se reúne, parece un picnic o una tocata. Arriba, el patriota parece ir rápido; su prisa se refleja en las patas delanteras del corcel...en el aire. No muy lejos está el otro Manuel, se apellida Baquedano y no lo ha pasado muy bien: ha sido pintado, restaurado y repintado muchas veces desde hace una año. El Ejército de Chile, el mismo, hoy lo defiende y quiere protegerlo cerca de sus dependencias, su comunicado refiere al honor y el patriotismo. La misma institución que tiene un extendido listado de muerte contra su pueblo, que a menudo recuerda el historiador Gabriel Salazar. Dicen, que las estatuas son registros en mármol o en metal decididas por quienes tienen el poder, para poder escribir la historia que más les acomoda. Hacer un monumento es fijar, establecer, situar, y recordar sin mancha. Luego, siempre estará expuesta al incómodo momento de la desmonumentalización. O sea, el de quienes debiendo obedecer y admirar: de pronto comienzan a descreer y a dudar. El de Manuel Baquedano es un monumento manoseado por la protesta, no reconocido o incluso inutilizado. En tanto, el otro Manuel, el insolente y escurridizo está ahí impoluto, salvo las mierdas de las insolentes palomas.

El hombre del tambor

Otra, también ocurre próxima a Plaza Dignidad, posiblemente en calle Seminario. Con redobles de tambor este hombre anuncia que algo importante está por suceder. Está solo, las personas transitan en su entorno. Ciclistas y peatones, parejas y familias, mientras él impertérrito, continúa sus redobles.

Los departamentos próximos, algunos o varios exhiben banderas y carteles con el apruebo-apruebo-apruebo. Siguen los redobles. Y el hombre anuncia que algo importante está por ocurrir. Nuevamente lo de él... es ser protagonista, es estar ahí libre y consciente. Ese redoble es un llamado a no confiar que un voto pueda ser suficiente, para ceder cosas importantes y necesarias. Porque nos han engañado tantas veces que hay que continuar atentos. Quizás, ese redoble, es para estar atento el próximo 25 y también después, en suma para estar despiertos siempre. Para tener los ojos bien abiertos cuando han mutilados a otros, a otres y a otras. El hombre del tambor quizás se origine en una entrelazada cuerda con las aprehensiones antiguos y los temores presentes que todo-todo-todo lo reduzcan y atrapen los profesionales del poder o las caritas de los matinales .El redoble del hombre del tambor es necesario: Ran-rataplán- Ran-rataplán. Escúchenlo. Escuchémoslo.

El 25 apruebo con un SI atento.

Ignacio Vidaurrázaga

M. 18.10.20.

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