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Cuando la gradualidad y la interpretación de la historia son obstáculos para transformar. Por Luis Osorio

Cuando la gradualidad y la interpretación de la historia son obstáculos para transformar. Por Luis Osorio

Amanecer un día martes 11 de septiembre del 73, marcó un antes y un después, este último muy extendido, y así, se fueron sucediendo muchos amaneceres con una esperanza de que el tiempo daría un vuelco pronto, que no fue así.

El vivir ese momento y observar desde el hoy aquel instante, se aprecia como algo no grato, por decir lo menos, ya que dio paso a un modelo de sociedad, no construido por expertos, sino desde el poder que abrió paso a la conquista del interés con beneficio de unos pocos.

Es diferente, según el momento en que cada uno se va incorporando en el transcurso de los ya casi 49 años, al curso de los acontecimientos y construir desde el fuero interno interpretaciones personales de la historia, basada en una experiencia vivida, o la noción según la lectura realizada, el relato, o diferentes fuentes de información que se van transmitiendo, y que provienen desde variadas ópticas de visualizar la realidad.

Sin embargo, hay hilos conductores y secuencias de continuidad, que son indicadoras de hechos de manera contundente.

Un grado extremo de violencia, era la condición precisa para terminar con los intentos de cambios sociales, e iniciar un proyecto doctrinario de largo plazo, con un diseño cuidadoso y determinante para la vida de todos y todas.

Es claro, que la transición de hechos en tiempos de dictadura, articulan los ejes principales de una sociedad construidos desde las armas, basados en la Constitución del 80 y su contenido. Con posterioridad, es el paso de los meses y años, lo que nos va señalando que llegar a los períodos eleccionarios y que nos sitúan en el primer gobierno de la concertación, tenía una antesala de garantías ocultas en cuanto a que el modelo se administra, pero no se transforma.

Al ser la ausencia de voluntades algo relevante y sostenido, el no atender las grandes expectativas que determinaban el fin de una dictadura, junto a la carencia de oportunidades para muchos, lo que nos pasó la cuenta convertida en estallido.

Es una condición elemental, que cuando la parte más nuclear de una dictadura permanece, Constitución y directrices de modelo de sociedad, la democracia no es tal. Desde la expresión de este artículo, una democracia no es la expresión del voto del cual no todos son parte, o que tiene el alcance de habiendo vivido un momento de violencia tan extrema, todo lo que venga por delante es mejor.

Lo que entra en juego es el bienestar de mayorías, sin desequilibrios y desigualdades. Así, en el país no pudiésemos dar por alcanzado el concepto de alguna generación de nacidos y criados en democracia, post año 90. Nos falta mucho, se carece de lo esencial.

Al escoger un camino, que nos llevó a un estallido social, es un signo más que evidente que la senda preferida no fue la correcta. Era de toda lógica, que saliendo de una dictadura los cambios se deberían haber ido haciendo de a poco, con aquella gradualidad que algunos mencionan entendiendo por tal algo pausado. Sin embargo, el beneficio para algunos fue un tanto acelerado, y quienes esperaban algo como resultado de lo gradual, sólo obtenían un rol de postergados eran parte de una deuda histórica que se acrecentaba.

A quienes en 30 años o más, no les llegó la gradualidad y estaban en los años 90 entre los 25 y 35 años, volver a esperar nuevamente el inicio de un nuevo ciclo amparado en la gradualidad, es signo de desconfianza y en cierta forma, se les puede clasificar como generación no tomada en cuenta, ya no podrán tener oportunidades en los tiempos debidos. El mapa geográfico es extenso y el mapa social está lleno de relieves y fisuras. Algunos habitantes valen más y otros un tanto menos.

Así, siempre se parte de ciclos que, siendo muy riesgosos por no haber anticipado los momentos de crisis, situaciones no previstas hacen las partidas más difíciles, por responsabilidades que vienen de más atrás y que llevan a retroceder las condiciones de calidad de vida. Otros, esos de las esferas más altas, observan desde sus palcos y siguen acrecentando fortunas.

Esta es una forma de ver esta época de historia más moderna del país, en que, al ser contemporáneo de ella, se mira y se vive sin alcanzar la interpretación que otorga el volver la vista atrás ya desde un tiempo futuro, pero el realizar análisis del momento actual, aporta a ir poniendo semáforos o letreros de advertencia, sin tratar de intentar ver una democracia que no ha existido por la permanencia de lo impuesto en dictadura, pero que puede estar por comenzar a consecuencia de la nueva Constitución.

Hay que advertir cuando en forma tajante, el proceder es inapropiado, y a éste se le agregan más ingredientes que otorgan mayor distancia, hacia quienes se han negado ostensiblemente a los cambios, la zona de confort los ha obnubilados y profesan lo que no son.

Ya falta menos de un mes para tener el texto de una nueva Constitución en su totalidad, incluso con los últimos elementos faltantes del borrador, que también les otorgaran cuerpo a las nuevas reglas del juego.

Lo que rodea el proceso, y tal vez ya para agotar el tema que ha sido tratado en más de algún artículo precedente, ha estado siempre en movimiento y dejando una estela de elementos que no se logran comprender. Mirar así las cosas nos hablan de un país donde no se hacen bien las cosas, aunque como hipótesis más cierta, es la intromisión de poderes envolventes, para los cuales la ética, la razón y la lógica no tienen cabida. Imponen el retardo y statu quo.

La relación de hechos se basa en que hay dos elementos de decisión sobre los cuales se tiene que pronunciar la ciudadanía el 4 de septiembre de este año, la Constitución del 80 y la nueva Constitución.

Se configuran alrededor de ellas, las siguientes componentes: plebiscito de entrada con voto voluntario y plebiscito de salida con voto obligatorio; la Constitución del 80, le fijaba condiciones de partida con restricciones a la nueva Constitución; quienes votaban rechazo en el plebiscito de entrada, tenían la opción de pronunciarse respecto al mecanismo de redacción de la nueva Constitución; ya con el triunfo del Apruebo en el plebiscito de entrada, aún quedaban elementos no definidos, como lo era la participación de los pueblos originarios y el tema paritario, se producía la figura de un cheque en blanco; por último, es impresentable sólo el mencionar en el momento en que estamos ad portas de llegar a conocer el texto definitivo de la nueva Constitución a plebiscitar, levantar iniciativas que permitan modificar la Constitución del 80, que en cierta forma representa la figura contendora, con un gran olor a época dictatorial.

Todos estos factores, dan más fuerza para pensar en una perspectiva de democracia verdadera contenida en la nueva Constitución y levantar de manera sustancial un Apruebo, aceptar que la democracia no era tal, se habla mucho de las reglas de juego y éstas vienen de los años 80, muchos perdían y pocos ganaban.

Esta es la historia, descrita de manera irrefutable y que los actores de los 30 años y más, de los gobiernos precedentes, no tienen una calidad moral para recomendar gradualidad, en tiempos en que los cambios son urgentes. Por cierto, no todo se puede hacer de inmediato, hay limitantes en recursos, pero también hay que formar en actitudes, en el sentido del valor del ser humano, del reconocimiento que hemos llegado a un punto de lo insostenible. El país debe ser justo, y no como se podría decir “más justo”, ya que la sociedad diseñada en los 80, no ha tenido ningún atisbo de justicia. Tal vez es mucho esperar, que en algún momento reconozcan los gobernantes post dictadura, que se dejaron atrapar por el poder económico, ante el cual le hacían reverencias.

En educación existe un concepto que menciona la necesidad de desaprendrer y reaprender, en historia es preciso interpretar y reinterpretar. Una visión de marzo de 1990, cargada de esperanzas, en el año 2022 se presenta con evidencias de los diametralmente opuesto a la satisfacción anhelada.

La conceptualización descrita, en algunos aspectos no coincidentes con políticos de las nuevas generaciones, se podrían respaldar en un enfoque de investigación social, donde la observación y el tomar nota, juegan un rol importante, junto al caminar y haber estado en muchos rincones del país, incluso en épocas donde la red ferroviaria se diseminaba por muchos ramales. La democracia es tal, cuando luego de percibir la historia, se convierte en una herramienta que facilita las transformaciones urgentes, y permite saltar los terrenos donde estamos claros que hay brechas y que, de manera inapropiada, hubo un acostumbramiento a estas.

Juega un rol importante, las canciones de connotados artistas nacionales, con un mensaje social, tan vigente en los años 60 como en la actualidad. Muchos de ellos ya no están, y con ellos estamos al debe, cuando sin sentimiento alguno, algún discurso presidencial de años atrás incluía la frase “Chile limita al centro de la injusticia”, para Violeta Parra tenía significado profundo, no así en las expresiones de Ricardo Lagos y Michele Bachelet. Al parecer, eso de en la medida de lo posible, se convirtió en un sello de la gobernabilidad, y en lo social, estamos en un país donde hay serios problemas limítrofes, que Violeta Parra no se habría imaginado para un horizonte tan extenso.

Hace falta apurar el tranco, reinterpretar la historia y transformar. Se juega el bienestar y el derecho a vivir en paz, en el preámbulo de los 50 años desde ese martes 11 de septiembre, a eso de las diez con treinta de la mañana, cuando las armas se dejan caer sobre La Moneda, acción con signo político y financiamiento estatal, con aportes extranjeros.

En la actualidad, para construir una sociedad diferente, es necesario el trabajo de muchos y muchas, el trabajo que va más allá de la recuperación de puestos de empleos. Tampoco, la competencia de expertos que no son tales, o la concurrencia de asesores, que se ha demostrado no ser parte de una propuesta que dé resultados, es la presencia de quien desee comprometerse a los cambios desde la conciencia y sin ambiciones de ningún tipo, no hay otra posibilidad. De lo contrario el statu quo nuevamente nos atrapa.

12 de junio de 2022

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