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De eclipses, de profesores y de Gabriel Arias. Por Juan Pablo Espinosa Arce

Semana noticiosa ésta en mi país, en la isla. Sí. Tenemos mentalidad de la ínsula. No entendemos - lamentablemente - que Chile sigue estando encerrado en su mentalidad de finis terrae. Como dijo el poeta chileno Diego Maqueira: Chile es un país angosto que no da el ancho. Y no lo está dando. Mientras nos preocupábamos de mirar asombrados, boquiabiertos el cielo y su sol que era cubierto por la luna, aquí abajo otra luna nos cubría, nos cubre y de seguro nos va a cubrir: la ignorancia y la mentalidad de la isla. Resulta fácil quedarse mirando los fenómenos astronómicos, total están lejos, allá arriba, totalmente inalcanzables. Quizás tenemos esa tentación porque pasan cada ciertos varios años, decenas, centenas. Los eclipses son raros, como también es raro, decepcionante y deprimente que en mí país, en esta faja angosta de tierra olvidemos recurrentemente que la convivencia importa.

El sociólogo polaco Zygmunt Bauman dice que uno de los signos de la maldad líquida, sí de esa que camufla muy convenientemente lo malo como bueno, son estas oleadas de insultos y amenazas simiescas que sacuden las redes sociales. ¿Qué culpa tiene el hijo del arquero de la selección chilena? Insisto: vivimos en la isla. No estoy generalizando, pero siento que hay un clima que nos inunda en ella. Porque la isla es eso: inundación siempre posible. Vivimos fijos los ojos en el eclipse, todos desesperados buscando lentes.

¿Y qué pasa abajo? ¿Por qué no tenemos esa rapidez para ver que los profes, mis colegas profesores (¡porque soy profesor!), están hace 5 semanas en paro? ¿Dónde venden esos lentes para ver aquí abajo y no tanto allá arriba? Sí, seguimos en la isla. Eclipses que oscurecen el día, el sol descentrado, el sol oculto. Nietzsche en «Gaya ciencia» recuerda las sabias palabras del hombre loco, de ese que mató a Dios: ¿Quién quitó y apagó el sol? La muerte de Dios de la modernidad, el oscurecimiento del sol (¡Metáfora filosófica, social, humana!) es eso: la muerte de los valores. ¿Dónde quedaron esos mínimos (Victoria Camps, Mínima Moralia) de convivencia? ¿De qué manera y cuándo las reales "situaciones límites" (Karl Jasper) como son la muerte, la pobreza, las pensiones indignas, incluso el suicidio del Fiscal Albornoz, pasaron a importar menos que la derrota de la selección de fútbol y el eclipse? La isla tiene ese peligro: vivir la presbicia social: vemos excelente a lo lejos, pero aquí abajo, cerca, vemos mal o queremos ver mal o no queremos ver. De Eclipses, de los profes y de Arias. Chile te estás quedando en deuda contigo mismo. ¿Cuándo daremos el paso para superar la imaginaria mentalidad de la ínsula? ¿Qué nos falta para recuperar la humanidad que, sentimos, nos arrebatamos a nosotros mismos?

Juan Pablo Espinosa Arce
Educador y teólogo

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