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Definición constitucional de las Carmelitas: Un acto virtuoso. Por Francisco de Ferari

Soy parte de los miles de chilenos sorprendidos por la Carta “Reflexiones desde una mirada contemplativa acerca de la propuesta de una Nueva Constitución para Chile”, escrita por la comunidad de las Carmelitas Descalzas de San José de Maipo. En la carta valoran el trabajo de la convención constitucional y las propuestas específicas en materias de trato con pueblos indígenas y robustez de los derechos sociales. No temen tomar postura al decir: “Si rechazamos la proposición de una nueva Constitución estamos rechazando la posibilidad de dar un paso grande en el devenir de nuestro país.”

Por su parte el diario La Tercera, desde otra vereda a las religiosas, en su editorial del fin de semana señaló sus argumentos para rechazar la nueva Carta Mmagna. Si bien ambas son instituciones muy distintas -tanto por sus posturas como por la naturaleza de sus acciones-, dejan atrás la comodidad de la “neutralidad” para asumir pública, reflexiva y responsablemente una postura.

El concepto de responsabilidad ha sido desde hace varios años, una importante preocupación de la mayoría de las organizaciones e instituciones.
Desde los Estados y Gobiernos se entiende el concepto como el deber de “rendir cuentas” (accountability) de sus acciones a la ciudadanía y del uso de los recursos; en paralelo, el sector productivo y el mundo empresarial acuñaron el término de responsabilidad corporativa o responsabilidad social empresarial, concepto similar al usado en el ámbito de la educación superior, lugar desde el que se habla de responsabilidad social universitaria.

En resumen, diferentes actores hablan frecuentemente de responsabilidad, pero desde perspectivas muy distintas. Habitualmente se entiende la responsabilidad como “hacerse cargo de los propios actos”; esta visión supone asumir las consecuencias de lo que haces o dejaste de hacer, quedando circunscrita al tiempo pasado y deviene, en muchas ocasiones, como mera culpa. Otra definición la señala como un “hacerse cargo de los desafíos del presente”, en la que la sociedad demanda a las instituciones respuestas ante problemáticas o necesidades y éstas van respondiendo según su identidad o interés. En una visión prospectiva, el concepto de responsabilidad se abre a las consecuencias futuras de nuestros actos, en la que no sólo debemos hacernos cargo de los mismos o de las demandas de la sociedad, sino también de prolongar la vida en la tierra después de nosotros (Jonas,1995).

Por último, la filósofa Cristina de la Cruz va más allá al hacer hincapié en la dimensión política de la responsabilidad, entendiéndola como el compromiso institucional con la justicia social, es decir, sitúa a las organizaciones desde una necesaria vocación transformadora de aquellas estructuras que generan injusticias.

Consecuentemente hablar de responsabilidad -especialmente de responsabilidad social- exige por su propia definición, tomar postura y hacerse cargo. Frente a las demandas y necesidades sociales, es vergonzosa la neutralidad personal o institucional. Las indefiniciones relevantes no son una acción virtuosa, sino que muchas veces representan una actitud oportunista, temerosa de argumentar reflexivamente, incapaz de generar el necesario diálogo social, y así perpetuar la injusticia y poner en riesgo la democracia.

Francisco de Ferari, director de Vinculación con el Medio UCSH


Declaración:

Carmelitas Descalzas de San José de Maipo al Pueblo de Chile

Reflexiones desde una mirada contemplativa de la propuesta de una Nueva Constitución para Chile:

Corría el año 1531, 10 años después de la conquista de Hernán Cortés de Mexica-Tenochtitlan, ciudad de México y un indígena de etnia chichimeca llamado Juan Diego, es interceptado en el cerro Tepeyac por la Virgen María, con un mensaje para el obispo del lugar, don Juan de Zumárraga: construir un lugar de oración en el Tepeyac bajo la advocación de Virgen de Guadalupe. La Virgen al interceptar a Juan Diego lo llama “hijo mío, pequeño mío”, a través de esta aparición la Madre de Jesús da una señal potente de aceptación como hijos a todos los pueblos originarios. Frente a la duda del obispo, este pide a Juan Diego una señal que confirme la veracidad del relato. En la cuarta visita la Virgen sana al tío de Juan Diego, que se encontraba muy enfermo, y le manda recoger en su tilma unas bellísimas rosas, fuera de temporada, que se encontraban en el Tepeyac, y llevarlas al Obispo. Al desatar la manta apareció plasmada en la pobre tilma del indio la imagen de María, Virgen de Guadalupe. Imagen de una mujer de piel morena y rasgos indígenas, ante la cual el obispo Zumárraga reconoció como verdadera la aparición de la Virgen. Guadalupe es la primera aparición de la Virgen María en América, la primera aparición fuera de Europa. Los depositarios de tan gran regalo son los pueblos originarios de América y con ellos el mundo entero.

Nos parece que la Nueva constitución, en la cual han trabajado sin horario 154 hombres y mujeres escogidos y mandatados por el pueblo de Chile para llevar a cabo el texto final que se nos presenta, reconoce a los pueblos indígenas como naciones, restituyéndoles, siquiera parcialmente, sus tierras, sus aguas, su lengua y lo esencial, su dignidad, es un gesto que dignifica a Chile y alegra profundamente a María, Virgen de Guadalupe. Es justo poder darle el espacio que les es propio a nuestros hermanos de pueblos originarios que nos han permitido construir en unión con ellos, este hermoso país, llamado Chile.

Para nosotras como mujeres contemplativas nos parece importante y destacable el artículo 67. En el punto 1: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión y de cosmovisión y  en el siguiente 67.3 ”El Estado reconoce la espiritualidad como elemento esencial del ser humano”; en ninguna otra constitución se había hecho mención a esta dimensión trascendental del ser humano. Queremos agradecer lo que la nueva carta magna dice sobre los derechos sociales de los chilenos: salud, educación, vivienda, pensiones, trabajo, entre otros temas esenciales para nuestro país.

Esta Nueva Constitución es ecológica, respeta y legisla sobre la naturaleza, como nos lo pide el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si, en que nos llama a respetar y amar la “casa común”, la tierra y los bienes naturales comunes. El agua, elemento esencial para la vida, se regula según las necesidades humanas, las necesidades de la naturaleza, la agricultura y en último término las actividades mineras y agrícolas exportadoras. La ecología y la higiene del alma son valores absolutamente necesarios en una sociedad como la de hoy orientada hacia el consumo, el egoísmo y lo superficial, carente de solidaridad y empatía con el hermano.

La Nueva Constitución es perfectible y se puede solucionar con el diálogo, el respeto y la buena voluntad, pero lo fundamental es que se constituye como un estado social de derecho; se concibe a Chile como una república solidaria, donde los derechos humanos, individuales y colectivos, son el fundamento del Estado; se estructura una democracia participativa, inclusiva y paritaria, además de regional, dándose un gran paso para que cada región pueda auto determinarse y desarrollar sus potenciales. Estos conceptos son esenciales para entender toda la nueva Constitución y el norte de ella.

Si rechazamos la proposición de una nueva Constitución estamos rechazando la posibilidad de dar un paso grande en el devenir de nuestro país.

Queremos terminar esta pequeña reflexión con un extracto de la homilía del Cardenal Silva Henríquez en el Te Deum de Septiembre de 1974, que cita el Papa Francisco en su última Encíclica Fratelli Tutti N° 14: “Los pueblos que enajenan su tradición y por manía imitativa, violencia impositiva, imperdonable negligencia o apatía, toleran que se les arrebate el alma, pierden, junto con su fisonomía espiritual, su consistencia moral y finalmente su independencia ideológica, económica y política”.

Esta reflexión surge en una comunidad de mujeres dedicadas a la vida contemplativa, abiertas al soplo del Espíritu y a la construcción de un Chile para todos, justo, equitativo, tolerante, empático, grande de alma y corazón, en el cual caben todos los seres humanos y la creación toda, en donde podamos volver a mirarnos y encontrarnos como hermanos.

San José de Maipo, 21 de agosto de 2022

Hermanas Carmelitas Descalzas del Amor Misericordioso

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