Las instituciones que ofrecen educación superior no tradicional (a distancia) permiten que grupos diferentes de estudiantes accedan al sistema, por cuanto los factores de espacio y tiempo, ocupación o situación particular de los participantes no condicionan el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estas alternativas educativas amplían las perspectivas de la propia institución en cuanto a la diversificación de sus ingresos, gracias a los desarrollos educacionales provenientes de los nuevos usos de las redes sociales, todo lo cual deriva en la denominada “sociedad de la infoxicación”.
Esto se observa con particular interés en Chile. El rol del sector de educación superior es importante en el desarrollo productivo y económico del país, responde a los cambios en la economía global con un modelo de crecimiento basado en las exportaciones, y donde las universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica deben atender a la necesidad de diversificar la oferta académica y profesional de su alumnado, al mismo tiempo que desarrollar una base sólida que les permita alcanzar altos niveles de calidad, a través de la creación de valor y la mejora continua de sus procesos organizacionales.
El aumento de la educación superior a distancia en Chile ha sido una tendencia creciente en los últimos años. Según el Ministerio de Educación, el número de estudiantes matriculados en programas formativos online aumentó un 70% entre 2015 y 2019. Asimismo, según cifras de este organismo, la modalidad de educación superior no tradicional experimentó un crecimiento sostenido durante la última década: el año 2022 alcanzó el 9,2% del total de la matrícula de pregrado en el país, y los programas de formación a distancia crecieron un 41,2% y un 14,9% los semipresenciales.
A pesar de estas realidades y proyecciones tan positivas, la educación a distancia ha recibido críticas, como aquellas que hacen referencia a un menor grado de calidad académica, que el aprendizaje recae en la responsabilidad de los estudiantes y que existen problemas con la comunicación e interacción. Se sostiene además que la educación en formato no tradicional no favorece los procesos de aprendizaje, que presenta altos niveles de deserción estudiantil, limitaciones técnicas en los programas y sistemas utilizados, que los materiales necesarios para realizar su seguimiento tienen un alto costo y que las plataformas son usadas únicamente como salas de reprografía.
En Chile ha aumentado la oferta de este tipo de programas, cuyas instituciones están siendo acreditadas, por cuanto reconocen que una concepción de calidad en educación superior debe ser aplicable y exigible a todas las modalidades, pero que se diferenciará en sus especificidades. Estas instituciones han mejorado su experiencia (know-how) en la impartición de educación en línea, lo que les ha permitido obtener economías de aprendizaje y economías de escala y, con esto favorecer y hacer más accesible el ingreso de las personas a la educación superior. La educación en línea surge como una opción para quienes desean ingresar al mercado laboral, proyectar sus carreras profesionales o adquirir nuevas herramientas para un mercado laboral cambiante y cada día más exigente, sin comprometer la calidad de su formación.
Los estudiantes reclaman formación y capacitación que responda a los desafíos empresariales y productivos, y al mismo tiempo buscan manejar el proceso formativo de acuerdo con sus propios ritmos de vida, razón por la cual demandan sistemas educativos de calidad que incorporen tecnologías que permitan facilitar el aprendizaje. Y la educación a distancia responde a este desafío, debido a que potencia cuestiones como la flexibilidad, comodidad, actualidad y personalización, con lo cual eleva su atractivo para los estudiantes y fomenta la eficiencia de los sistemas de aprendizaje, dando como resultado un mayor rendimiento académico y mejores tasas de retención (permanencia).
Estas instituciones reconocen que en Chile existen las condiciones para que pueda desarrollarse un mercado de educación superior a distancia que sea competitivo, de calidad y un referente en la región. También son conscientes de la necesidad de potenciar y mejorar el posicionamiento de los programas en formato no tradicional, lo que permitirá que un mayor número de individuos opte por esta modalidad de enseñanza, siendo más las instituciones que satisfagan sus requerimientos a través de una oferta académica más variada.
Y tal vez esto además permitirá que a nivel nacional se discuta sobre la pertinencia de que las carreras no presenciales y semipresenciales sean elegibles para la gratuidad, lo cual no está recogido en la Ley 21.091, pero que favorecería el acceso de un mayor número de personas a la educación superior, por cuanto las instituciones educativas tienen la problemática de servir a una población cada vez mayor de estudiantes, más diversificada social y culturalmente.
Luis Araya Castillo, Decano, Facultad de Ingeniería y Empresa, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH)