Uno a uno la generación de chilenos y chilenas que hace más de cinco décadas se hicieron parte del sueño de cambiar Chile, de terminar con el abuso del latifundio en esos años, con la pobreza expandida que impedía a millones de niños, jóvenes, trabajadores y trabajadoras tener una vida digna y construir su propio futuro, empiezan a tomar un viaje sin retorno, dejando tras de si la huella que con su actitud valiente, con la consecuencia de sus actos señalaron un desafío de consecuencia, dignidad y honor para las generaciones que en algún momento se dispondrán a cambiar la historia como ellos lo soñaron.
Durante todos estos años hemos luchado en contra de la mezquindad del olvido el que día a día trata de borrar el valor que tuvo y tiene para el futuro, el que un grupo de miembros de las Fuerzas Armadas, del ejército, marinos, (incluyendo a carabineros, Policía Civil) y en este caso de la Fuerza Aérea de Chile se opusieran al golpe de estado y con ello, a recibir órdenes que terminaron en una ocupación militar de nuestro propio país. Militares que se atrevieron a denunciar las conspiraciones traicioneras de los altos mandos de las FF.AA. que terminaron con la represión y el asesinato de miles de simpatizantes y militantes de la izquierda chilena, de chilenos y chilenas que se hicieron parte del programa del gobierno popular de Salvador Allende, todos ellos y ellas exterminados bajo la excusa cobarde de una guerra inexistente en contra del comunismo.
Aunque esto ya se ha dicho y muchas veces vale la pena repetirlo, el golpe de estado fue para imponerle al país un modelo económico y social, previamente estudiado y financiado por el gobierno de Los Estados Unidos de la época. Quienes alimentaron la ambición de las elites económicas, políticas y militares criollas para derrocar un gobierno democráticamente elegido, asesinar entre miles de compatriotas al comandante en jefe del ejército René Schneider y a Salvador Allende presidente de la Republica.
Uno de ese centenar de jóvenes oficiales y suboficiales que se resistieron a participar de la gran traición a Chile en septiembre de 1973, es Víctor Adriazola Meza un cabo primero de la Fach a quien, y como le sucedió al resto de sus camaradas de armas, lo torturaron brutalmente en la Academia de Guerra Aérea de la Fach (AGA), a pesar de estar convaleciente por un accidente sufrido dos meses antes del golpe de estado. Víctor fue encarcelado sin recibir atención médica, estuvo preso en las instalaciones de la Fuerza Aérea, en la Cárcel publica y en el anexo cárcel Capuchinos, donde permaneció casi tres años para luego salir al exilio forzado hacia Alemania junto a su familia.
Durante los años que estuvo en el exilio, Víctor se vinculó y formo parte de la organización de chilenos exiliados que se generó en Europa y America Latina, un movimiento solidario que aporto significativamente a terminar con la dictadura. En el cual se incluyó activamente la organización creada por los ex militares que salimos al exilio después de los años de cárcel, sumándose activamente a quienes nunca dejaron de denunciar y dar a conocer lo que en esos años la dictadura de Pinochet negaba, la brutal represión, las persecuciones y los crímenes de lesa humanidad que se cometían en contra de chilenos y chilenas.
Pero como suele suceder, entre muchas de las cosas importantes que se hicieron durante la lucha antidictatorial, que son desconocidas para la mayoría u ocultadas por otros, fue el aporte material y político hecho desde fuera del país, el que en parte ayudaba a quienes enfrentaban a la dictadura terrorista de Pinochet en Chile revindicando el justo derecho a la rebelión, combatiendo a los aparatos de seguridad y exterminio del régimen militar. Víctor participó de ello, apoyando desde su país de exilio a la resistencia en Chile, lo que es algo que sus compañeros y su familia requieren de conocer porque es justo con su historia y para la memoria histórica.
Se hace necesario recordar estos momentos de la historia, los que intentan ser olvidados por quienes escribieron las versiones de lo sucedido después del retorno a la democracia, omitiendo estos pasajes valerosos, el trabajo comprometido ejecutado por hombres y mujeres valientes para terminar con la tiranía. Los excluyen para alimentar el falso contexto de que la dictadura fue derrotada solo por medio de los acuerdos y pactos políticos, con “el lápiz y un papel”, pero la historia, la memoria histórica, aparece y recuerda el rol silencioso pero determinante de quienes aportaron, desde distintos ámbitos a poner fin al régimen terrorista de Pinochet y de manera significativa.
Finalmente, con estas letras lo que queremos es recordar a nuestro compañero y amigo, por su carácter y por su entrega. Víctor Adriazola Meza fue un soldado valiente, que en momentos difíciles de la historia de Chile tomo, junto a un grupo de sus compañeros miembros de las FF. AA, una decisión por la que siempre se le recordará, porque no decirlo, arriesgando su vida antes que traicionar a su pueblo, oponiéndose así al odio y a la codicia que motivó el golpe de estado cívico militar.
Pero el fallecimiento de Víctor no es solo por la vejez, ya que las torturas, los malos tratos, las vejaciones a las que fue sometido y que le dejaron secuelas en su cuerpo, poco a poco y con el paso de los años, fueron haciéndose presentes y debilitándole hasta quitarle la vida.
Víctor se va de este mundo como un héroe anónimo como suele suceder a esa generación de héroes y heroínas que a diario nos están dejando, en silencio sin honores ni reconocimientos públicos, pero si, serán eternamente recordados por lo que hicieron, por su valor y consecuencia.
Hasta siempre querido Víctor, vuela alto, mientras aquí entre los que aun quedamos vivos estarás siempre en nuestros corazones, vuela entre las estrofas de la canción imperecedera de Quilapayún: “Recordando al soldado valiente, cuyo ejemplo lo hiciera inmortal, enfrentemos primero a la muerte, traicionar a la patria jamás”.
Los exonerados de la Fach por oponerse al golpe de Estado de 1973
Enrique Villanueva M.