Esta celebración podría ser una de las más significativas para nuestro país. En cambio nuestra cultura sobre el vino no ocupa una valoración tan masiva por esta bebida fermentada. Parte de esta ignorancia tiene que ver con algunos mitos, entre éstos uno de los más comunes es que el consumo del vino pertenece a la élite, esa que tributa una cultura externa ligada al eurocentrismo. Otro de los mitos, es que el consumo del vino debe ser para aquellos que lo comprenden. Incluso también se piensa que el vino es gusto de viejo y no de jóvenes. Estos estereotipos poco estimulan el consumo del vino y el conocimiento cultural sobre este noble producto que goza de ser una de nuestras principales cartas diplomáticas en el mercado internacional.
Hay que decirlo nuevamente el vino chileno es un producto reconocido internacionalmente, existen en nuestro territorio grandes empresas que han comercializan este producto a grandes escalas con intereses principalmente mercantiles alojadas en el llamado Valle Central con cultivos extra tecnificados y homogéneos que les permite embotellar grandes cantidades que usufructúan de la imagen positiva de nuestros vinos, en muchos casos traicionando la calidad y nobleza de la fruta reemplazada por el alcohol.
Por suerte, estas industrias no son las únicas que embotellan. Frente a esta opaca "cultura" del vino existen muchos proyectos alternativos que con bastante seriedad brindan mostos con mejores calidad, estos vinos suelen ser denominados como vinos de autor, naturales, ancestrales, campesinos, etc. Provenientes de distintos valles y no sólo del Valle Central, cultivados en distintos suelos y climas, de variadas cepas y métodos. Tomar conciencia de la gran variedad y calidad de nuestros vinos es como asistir a una revolución cultural desde lo enófilo. Parte de este movimiento lo conforman familias poseedoras por herencia de viñedos, utopistas que han puesto su proyecto vital en el cultivo, vitivinicultores, enólogos, comunicadores.
Chile es una tierra noble materialmente para la elaboración de los vinos, pero no es sólo esto, dado que hay una convicción espiritual que tributa con su sabiduría y trabajo persistente a una imagen mucho más trascendente sobre los mostos. Una buena manera de conocer la calidad de nuestros vinos es probándolos, pero también conociendo su historia y sus relatos. Como dijo el cantante y poeta francés George Brassens: "El mejor vino no es necesariamente el más caro sino aquel que se comparte...".
Lamentablemente los supermercados, botillerías y restaurantes nada colaboran a esta posibilidad, hay que cruzar la línea de la comodidad y salir a buscarlos sea a los mismos territorios, desde las redes sociales y estar atentos a los nuevos proyectos comerciales que se han comprometido a contribuir con este desarrollo cultural. Finalmente el vino es de todos, por eso es que haciendo un poco de memoria no será difícil recordar esos almuerzos caseros en que el jarro o la botella no faltaba sobre la mesa.
El día oficial del vino chileno es este 4 de septiembre, una previa a las fiestas patrias que son nuestro único carnaval en el año. Todos estos días estarán realizándose distintas actividades en torno al vino, varias de éstas serán espacios para probar distintas variedades de vino y también para conocer las historias de sus productores. Este Día Nacional del Vino Chileno es la ocasión para celebrar el trabajo de todos aquellos protagonistas que hacen especial contribución a la calidad de esta bebida que es conocida universalmente y que entiendo en las lenguas de casi todas las culturas ha sido nombrada.
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.