En el mundo de las relaciones interpersonales en Chile, hoy en día, ha sido una temática reiterativa el saber cuándo nos encontramos ante un diálogo, cuándo ante un acto comunicativo, o cuándo derechamente nos situamos ante una discusión.
En términos lingüísticos, hablamos de un diálogo cuando tenemos al menos dos interlocutores intercambiando palabras, esto es, se presenta un plano de reciprocidad en el modo en que tanto el emisor como el receptor reaccionan ante cada mensaje.
El acto de comunicar, en cambio, no requiere necesariamente que el receptor de un mensaje reaccione ante tal. Ejemplos tradicionales para esta situación pueden ser las cartas, formato hoy un tanto abandonado por el común de las personas, pero que sigo siendo un método común a nivel institucional para comunicar una determinada información. Un ejemplo más contemporáneo podría ser el correo electrónico, o llevado a un plano más instantáneo, el uso de redes sociales. En las redes sociales, por lo general, lo que se busca es difundir una comunicación, sin necesariamente esperar la respuesta de un receptor determinado, o incluso en algunos casos, sin tener un receptor determinado, tal como ocurre en el caso de cuentas de acceso público en que solo se busca difundir un mensaje.
Por último, y no menos importante, tenemos la discusión: ¿Qué entendemos por ella? Discutir implica, un diálogo, pero la diferencia con el anterior lo que aquí se busca es que entre el intercambio de ideas y/o puntos de vista de cada interlocutor, lo que se espera es que en algún punto la idea de uno de ellos se imponga por sobre la de los demás participantes, similar a lo que ocurre con un debate, pero sin la moderación y reglamentación que implica esta última.
De la distinción entre los conceptos antes aludidos, cabe preguntarnos entonces ¿Cómo diferenciar una de otra? Dialogar, en primer lugar, implica una reciprocidad de intercambio de mensajes entre interlocutores. Comunicar, por otro lado, no requiere de lo anterior, podemos enviar un mensaje sin esperar que sea respondido. Por último, discutir implica la disputa entre puntos de vista entre los interlocutores, lo cual conlleva una valoración de cada uno de ellos, con la esperanza de que el punto de vista que resulte victorioso sea transversalmente aceptado por los demás interlocutores.
Con todo, de los tres conceptos analizados, es necesario recalcar que un elemento transversal en cada uno de ellos debe ser el respeto, sobre todo a la hora de solucionar diferencias y/o problemas que pueden ir desde diferencias en materia de relaciones interpersonales, hasta discusiones de alta implicancia nacional en materia legislativa.
Prof. Lic. PhD. Rodrigo Pérez