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Dilemas entre conservación y patrimonio en Chile. Por Guido Asencio y Freddy Valdera

El patrimonio cultural y la conservación buscan establecer y salvaguardar de cualquier intervención los lugares y expresiones arquitectónicas de un territorio, sin embargo, resulta relevante conocer las diferentes técnicas que buscan rescatar el valor de lo antiguo que conserva parte importante del momento de la historia donde sucedieron las construcciones. En lo particular la conservación está basada en la disminución del avance de deterioro de construcciones o expresiones patrimoniales, lo cual debe ser discutido en el sentido que es necesario generar consensos estéticos que ayuden a preservar la identidad de los territorios, cuyo valor se da en el tiempo. En el caso chileno existe variada legislación al respecto, pero que resulta confusa a la hora de poner en valor las transformaciones que se pueden establecer en algún momento que cambie el destino de algún bien de carácter patrimonial.

Las clasificaciones más características contemplan una primera y de más antigüedad, la cual dice relación a los Monumentos Nacionales (MN) y Zonas Típicas (ZT) estableciendo sus criterios y características en la Ley N° 17.288 (Ley de Monumentos Nacionales) y normas relacionadas del Ministerio de Educación (MINEDUC), actuando mediante decretos, con la evaluación y aprobación del Consejo de Monumentos, además de lo señalado en los puntos 1 letra e) y 1 .3 letra d) del artículo 2.1.10., de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción (OGUC). Y la segunda, de más reciente implementación, dice relación a los Inmuebles de Conservación Histórica (ICH) y Zonas de Conservación Histórica (ZCH), desarrollando sus alcances y operatividad en la Circular DDU 240 del año 2010 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU). Las principales complicaciones del caso chileno dicen relación con la aplicación de la Legislación y Normativa Patrimonial vigentes, dice relación básicamente a dos aspectos:

La existencia de dos ministerios diferentes como son el de Educación y el de Vivienda y Urbanismo, resultando complejo en la práctica aunar criterios y evitar cierto grado de colisión en la aplicación, porque las dos tienen sentidos diferentes, donde sus aspiraciones resultan con dos enfoques diferentes, en el caso de la Ley de Monumentos, amparada bajo el Ministerio de Educación, heredero y con una inspiración que lo vincula al siglo de la Ilustración y del Enciclopedismo, privilegiando en su apreciación del patrimonio, a este como parte de una colección, con una marcada connotación de este como objeto, casi museológico, por tanto mueble e inanimado, lo que podría ser atendible y aplicable en los ámbitos históricos y arqueológicos, pero no al de la arquitectura y el urbanismo, salvo casos muy específicos.

A la luz de un conocimiento más integral, contemporáneamente, la arquitectura y la ciudad necesariamente se entienden, ya no como objetos, sino como entidades; vivas, dinámicas, mutables, más cercanas al hombre y a sus necesidades, que a un escaparate de museo que responden, interactúan y se desarrollan de acuerdo con fenómenos sociológicos, económicos, culturales diversos y es así como en general toda arquitectura y la ciudad toda se mueve en relación con estos fenómenos. Los componentes patrimoniales de la ciudad (arquitecturas o zonas) tampoco están ajenas a eso. Sería utópico suponer e imposible de entender a los elementos patrimoniales excluidos de esta realidad, en definitiva, de la vida, con una visión sesgada, momificados, asumiéndolos solo, como partes de un Museo, cerrado a los estímulos de la sociedad contemporánea.

En este sentido, el desafío que se vislumbra radica en la búsqueda de una interacción entre el patrimonio con la sociedad, donde se forme parte de una visión ciudad que armonice con las formas en que se realizan las intervenciones, generando conciencia del patrimonio que se tiene, pero a la vez entregando alternativas que puedan entregar soluciones válidas a la hora de establecer conservación y cuidado del patrimonio, abriendo el espacio a la modernidad, para evitar lo que ocurre en algunos casos donde antes de que se realice la declaratoria de Monumento Nacional, se han visto demoliciones, destrucciones o incluso dudosos incendios que dañan aún más el patrimonio y de paso alteran la identidad de un territorio.

Para suplir este déficit de falta de dinamismo, flexibilidad y posibilidad de intervenir, en sintonía con la modernidad, a la vez de preservar el patrimonio arquitectónico y urbano, se implementó, más recientemente, a través del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Ministerio con más pertinencia con la arquitectura y el urbanismo), como complemento a los aspectos más histórico-culturales, contenidos en la legislación patrimonial del Ministerio de Educación, las figuras de; Inmuebles de Conservación Histórica (ICH) y Zonas de Conservación Histórica ( ZCH ), cuya normativa de aplicación, propende a establecer no solo criterios de preservación patrimonial, sino que al mismo tiempo de intervención, tanto en la escala arquitectónica, como urbana patrimonial.

La problemática en el caso de estos instrumentos de preservación arquitectónica y urbana vienen a permitir que la legislación patrimonial del MINEDUC que precede en tiempo a la del MINVU y por tanto la mayoría de los municipios del país y sus respectivas localidades, ya están adscritas y declaradas como Monumentos Nacionales o Zonas Típicas, en el marco legal-patrimonial, complejizándose la operatividad de estas nuevas disposiciones normativas-patrimoniales del MINVU, produciéndose en esta sobre posición de criterios; colisiones e incompatibilidades, sobremanera en lo referido a la posibilidad de intervención dinámica de las arquitecturas y zonas patrimoniales.

Finalmente, dado que para la definición de Seccionales de Zonas de Conservación Histórica (SZCH), se privilegia estén contenidos dentro de la elaboración o modificación de los Planes Reguladores Comunales (PRC) y siendo la realidad, el hecho de que se define dicha modificación, no cabe la posibilidad de incorporar en ellos SZCH, lo cual ciertamente induce a confusiones que debieran estar resueltas para configurar ciudades que establezcan claramente su vocación arquitectónica con conservación y resguardo de su patrimonio en aras de la búsqueda de un equilibrio entre la identidad y modernidad.

Guido Asencio, Académico
Freddy Valderas, Arquitecto

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