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¿Doble A o Triple A? Cuerpos del pacto. Por Mauro Salazar

A nuestros heraldos

La «centralidad primordialista» en la producción de cuerpos bajo las formas del poder durante el XIX. La inmigración masiva que hizo de la sustancia argentina un campo de batalla. El corpus se debía construirse en semejanza a una ‘imago europea’, a saber, ingleses, e idealmente franceses, cuál horizonte librado. Tal fue el régimen que inspiró la producción de la argentinidad como un «enjambre multiétnico», que debía eliminar todo residuo de barbarie y abrazar el progreso suscrito en las constituciones del 900’. Lo indígena, lo criollo, lo gaucho, los negros debían ser desalojados por la vía de molares “máquinas sensitivas”. El proyecto higienizarte -pudores del yo dirá Sarlo- se debía a ese ‘amanecer galo’ para erradicar el desbande de ‘tanos’ -cuerpos pobres- que consumaban un régimen alternativo -underground- en las formas de vida.

La voz prevalente antes del peronismo insistía en que «gobernar es educar y seleccionar», desde el dispositivo salud, higiene pública, discursos políticos y los mensajes publicitarios estatales como empresariales (proyecto eugenésico). En suma, los blancos privilegiados de este discurso fueron la mujer y los niños y niñas; la mujer en tanto «productora-reproductora» de la raza argentina y los niños y niñas en tanto «argentinos del futuro». Décadas más tarde, la integración de los cuerpos obreros se debía a un «Estado regenerativo» cuyos axiomas fueron el cuartel, la fábrica, la familia, y el hospital, consolidando en la Argentina una sociedad -disciplinaria- de productores que van de la casa a la fábrica y de la fábrica a la casa. Un tiempo donde un dispositivo de poder tuvo lugar la emergencia de un nuevo órgano social. El «militante peronista». Una acumulación de demandas diferidas como la casa propia, la educación, las vacaciones, las disciplinas deportivas y la cinematografía fueron esenciales en la producción de una corporeidad peronista. Ni que hablar de las disposiciones peronistas en materias de radio fusión, donde el decreto hacía escuchar el 40% de bandoneones -máquina- dentro de otra maquinaria llamadas orquestas típicas. El doble A como un cuerpo sonoro, cuyas respiraciones y cambios de presión parecen tener un vínculo casi orgánico con la ejecución del músico, de intensidad emocional, refleja no solo el pulso rítmico de la danza, sino las emociones y tensiones profundas del corpus platense. Qué hizo el peronismo vía orquestas típicas, a saber, normalizar cuerpos contra las convenciones, preservar el pacto estético y mitigar las diferencias de clases derogando la condición vernácula de todo cuerpo. En suma, el Bandoneón fue el gobierno de los cuerpos para desacoplar el baile y las orillas. De otro modo cómo explicar la caída de toda articulación popular. En suma, el peronismo fue exitoso a la hora de inscribir en los «cuerpos obreros» y populares su discurso -modelo corporal-. Con todo, lo que cabría reconocer como un inédito proceso de dignificación popular, no tuvo su correlato en la corporeidad de la clase media.

Sabemos gracias a Foucault, que el concepto de «gubernamentalidad» alude a la forma en que el «poder productivo» opera en el discurso neoliberal, «conduciendo conductas». Es frecuente comentar que el peronismo histórico (1946-1955) impulsó una serie de políticas orientadas a los sectores populares, especialmente a la clase trabajadora estampando una economía de la presencia -sujeto pueblo- cuál máquina «soberano-argumental». En sociología silvestre, se trató de una época de ascenso obreros, derechos, reducción de brechas, e intensa movilización e institucionalización de los cuerpos sindicales. Pese a ello, el Peronismo es una experimentación desde un «territorio molar» como es el nacionalismo (capitalismo nacional) que forjó un cuerpo suturado. A la sazón, las luchas de liberación nacional, en África y Asia, fueron constelaciones imperiales cuya «imagen de mundo», no siempre fue la multiplicidad singular-plural. Una autoafirmación identitaria de una tradición evangélica, y/o étnica o nacional. Las masas en este periodo no eran «figurantes» en el sentido estricto del concepto de Didi-Huberman, amén que obtuvieron un grado considerable de visibilidad, participación política y voz en el proceso político de la época. Con todo, hay una complejidad que podría vincularse con el concepto de Didi-Huberman, si se examina cómo las masas fueron tratadas bajo la mirada del régimen, que buscaba movilizarse y organizarse en torno a una ideología centralizada y una visión política del poder. La «biopolítica estatal» de los cuerpos peronistas, masas, a pesar de ser hiper-visibles y de tener una fuerte participación, también estaban siendo canalizadas y gestionadas por un «liderazgo autoritario», lo que podría generar una tensión con la idea de un pueblo ‘activo’ en un sentido pleno de autonomía e intervención histórica. Si se sigue esta línea de análisis, podríamos pensar que las masas en este contexto podrían ser vistas como una «masa expuestas» que, a pesar de estar en movimiento y ser visibilizada, podría haber sido manipulada y despojada de la capacidad de operar por sí mismas, ya que su acción estaba mediada por las estructuras del poder político que definían sus objetivos y su sentido. En resumen, las masas de 1950 tuvieron un papel visible, como un modulador temporal de “estar en el mundo” a través de una interpretación de «pueblos figurantes» en el sentido de que fueron llevadas a la política bajo una estructura de poder que, aunque las incorporaba, también las instrumentaliza y limitaba su capacidad de transformación autónoma. No se trata de negar, la importancia de las causas analógicas del período (1946-1955), pero sí conmina a pensar sobre cómo esos procesos de visibilidad y acción también estuvieron marcados por la centralización del poder y las tensiones entre autonomía popular y control político. El bandoneón como un modulador de «estar en el mundo» facilitó la producción de los cuerpos peronistas como una afirmación identitaria/nacional de la «tradición evangélica». Desde el líder, a saber, marchas, justicia social, sindicatos. «Cuerpo colectivo», en movimiento o cuerpo nacionalista masificado. Ciertamente, el culto al cuerpo de Eva Perón como síntoma de una homogeneización soberano/imperial. Desde una concepción molar de los órganos, se alzó el nuevo tango. Piazzolla, entre otros, rompe el pacto estético y funda el Octeto Buenos Aires en 1955 para girar inciertamente hacia una nueva corporalidad que es la ciudad. La urbanidad inestable y cambiante, cosmopolita y contaminada, una vez que se rompe el pacto social argentino. De aquí en más un cuerpo fragmentado por las tensiones culturales y emocionales de argentinidades

Décadas más tarde la dictadura de los Triple A, (1976-1983) trasladó a su máxima expresión la práctica gubernamental basada en la vigilancia, castigo y control de los cuerpos. Políticas de exterminio. La persecución para hacer desaparecer los cuerpos considerados subversivos subsume todas las categorías eugenésicas genealógicamente corregidas (exterminio).

Dr. Mauro Salazar J.

Temuco. Enero, 28,

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