Alguien definió la crónica como literatura bajo presión; otros, como un género en disputa, mientras la teórica Susana Rotker apuntó a un género capaz de capturar el aire de su tiempo para luego subvertirlo.
“Palestina Infinita. Crónicas de despojo y retorno”, (Planeta 2025)de la periodista Yasna Mussa contiene las tres definiciones que le permiten desplegar con fluidez el texto y contexto de un relato coral acerca de la ocupación en Palestina, el marco histórico de la Nakba, el drama de los refugiados, la masacre en Gaza y la complicidad del mundo ante un genocidio que hasta hoy nadie quiere o es capaz de detener.
Se trata de un genocidio perpetrado en pleno siglo 21, que si bien es documentado urbi et orbi con la crudeza del horror, pese a ello continúa arrasando con las vidas de cientos de miles de palestinos, la mayoría mujeres y niños, y haciendo trizas con ello no solo la institucionalidad internacional , sino también la reserva moral de Europa y EEUU, cómplices del exterminio y barbarie de las fuerzas de ocupación israelí contra el pueblo palestino.
Escrito en primera persona y articulando diversos momentos de la historia de las últimas décadas , historias y testimonios reporteados in situ por esta periodista chileno -palestina que de paso nos cuenta su propio retorno a Palestina, este relato coral desgarrador se arma en torno a cientos de voces de distintas generaciones entrevistadas por ella a lo largo de dos décadas.
Se trata de voces que desde la Nakba, la catástrofe, en 1948, cuando casi un millón de palestinos fueron expulsados de sus tierras, hasta hoy, van relatando el horror ante los crímenes, los abusos, el despojo y el desplazamiento forzado.
Me detengo en los 77 años de la Nakba conmemorados con este libro que tributa a la memoria ,la identidad y la resistencia de un pueblo. Porque esto no partió el 7 de octubre del 2023, con la sangrienta incursión de Hamas en Gaza, como lo reitera la autora, sino hace más de un siglo con la ocupación colonial en Palestina y luego con la creación del Estado de Israel impuesta a sangre y fuego sobre las vidas, las casas, las tierras y la historia de un pueblo que no se rinde.
Es así como en este libro están las vidas de hombres y mujeres en medio de la dureza de los campamentos de refugiados asediados por las fuerzas de ocupación; sus frustraciones ante los acuerdos y promesas políticas fallidas; los contextos históricos y la estrategia de deshumanización ejecutada por el Estado de Israel cuya narrativa ha estimulado las masacres cometidas contra el pueblo palestino a lo largo de décadas como si se tratara de un largo preámbulo para perpetrar el genocidio en curso.
“Palestina Infinita” arranca en El Cairo con la historia de Sharif , un administrador de empresas de 42 años y su familia, integrada por su esposa y dos hijas pequeñas que han logrado salir del infierno desatado en Gaza luego del 7 de octubre gracias a las gestiones de la empresa en la que trabaja y que tiene sede en Europa.
Su relato es escalofriante. Había sobrevivido a los ataques de las fuerzas de ocupación israelí del 2006, 2008, 2009, 2014, 2018 y 2021, y pese a la presión y el miedo nunca quisieron abandonar sus casas. Pero ahora era distinto, su edificio estaba reducido a escombros, no había nada salvo el incesante bombardeo y la certeza de que era el momento de salir con su familia y tomar esa maleta que contenía documentos , pasaportes, titulos, y algo de dinero, armada con tiempo para cuando tuvieran que huir de la muerte.
Yasna Mussa es una periodista y corresponsal independiente que se ha especializado en temas de derechos humanos , medio ambiente, migraciones entre otros , y cuyos textos han sido publicados en The Washington Post, El país, y otros medios y que por razones laborales vive desde hace años en Europa lo que facilita su desplazamiento por la zona , léase Egipto, Siria ,Lìbano, Jordania , y los Territorios Ocupados, pese a ser deportada el 2014 por las fuerzas israelíes en otro intento por entrar a Palestina.
Esto le ha permitido recorrer los campos de refugiados palestinos diseminados en distintos lugares del Medio Oriente y en los Territorios Ocupados; recoger testimonios y entrevistas como a la mítica resistente palestina Leyla Khaled; o asistir a encuentros y foros internacionales, como el último Tribunal Russell sobre palestina, el 2014 , encabezado por Frank Barat, a quien entrevista en Bruselas diez años después y que marca su retorno en Octubre del 2024 ,a un año de iniciado el genocidio, para desde Egipto y Jordania recoger los relatos de los sobrevivientes y documentar el horror en primera persona.
“Es como si fuéramos seres infrahumanos “ . El genocidio de Israel contra la población palestina de Gaza”, fue el título del informe de Amnistía Internacional de 300 páginas dado a conocer en todo el mundo el 5 de diciembre último cuyo encabezado es el testimonio de un palestino, Mohammed de 42 años, padre de tres hijos. En dicho informe al que tambien se refiere Yasna Mussa se consigna que “solo en los dos primeras meses las fuerzas aéreas israelíes llevaron a cabo alrededor de 10 mil ataques aéreos en Gaza , que en muchos de ellos se utilizaron armas explosivas de gran tamaño y con efectos en una amplia superficie en zonas residenciales densamente pobladas, incluso en las proximidades de hospitales y otras infraestructuras esenciales. Los efectos de tales ataques en uno de los lugares más populosos del planeta, con alrededor de 6300 personas por kilómetros cuadrado, fueron devastadores”, concluye en una de sus partes Amnistía.
En esos meses, concretamente en abril del 2024, consigna Yasna Mussa, un memorándum de The New York Times ordenaba a los periodistas que cubren la invasión de Israel en la Franja de Gaza a restringir el uso de los términos “genocidio” y “limpieza étnica”, así como evitar usar la frase “territorio ocupado” al describir los territorios palestinos.
Qué duda cabe que en las cadenas de complicidades el lenguaje ocupa un lugar destacado. Porque otros términos también van configurando la estrategia de deshumanización a las que aportan los lenguajes totalitarios como los llamó el filólogo Víctor Klemperer, y que apuntan a la destrucción del otro como las metáforas especistas, donde la categoría de “animal “en los procesos genocidas, léase el que está en curso, permite justificar la masacre, como lo hemos visto en personeros israelíes cuando de manera reiterada se refieren a los palestinos ya no como “terroristas” ,como resulta habitual, sino como “animales”, tratando a los palestinos, como señala Mohammed en el informe de Amnistía Internacional , “como si fuéramos seres infrahumanos”
Pero Gaza también se ha se ha convertido en un cementerio para los periodistas, apunta Yasna Mussa, al ilustrar no solo la censura israelí que impide que los medios internacionales entren a Gaza, sino al documentar el asesinato de 195 periodistas a enero del 2025, según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas. En quince meses de ataque han muerto más reporteros que en las dos guerras mundiales, concluye.
Es decir, “la única democracia del Medio Oriente”, como la denomina la narrativa occidental para referirse a Israel, como buena potencia ocupante ha coartado sistemáticamente la libertad de expresión, el libre ejercicio del periodismo y el derecho a la información del pueblo ante el silencio cómplice de la comunidad internacional.
Estamos ante un genocidio que no admite testigos, menos de periodistas y corresponsales que informen de manera veraz. Han preferido matar al mensajero, escribe Yasna Mussa, y añade: “Encerrados en 360 kilómetros cuadrados y bajo amenaza constante, los periodistas palestinos han sido los únicos espectadores directos encargados de reportear y difundir la información entre bombas y francotiradores, con escasa electricidad y conexión a internet. Instagram, Tik Tok y otras redes sociales se han vuelto las principales aliadas para difundir este genocidio en tiempo real , tan llamativo como un challenge, tan volátil como cualquier video viral, con la particularidad de que lo que se transmite no es la canción del momento sino la muerte y el despojo de millones de personas.”
“Palestina Infinita. Crónicas de despojo y retorno” de Yasna Mussa es un libro clave para entender que el drama no se inició el 7 de octubre sino casi un siglo atrás, y que eludir el contexto, como ocurre en los grandes medios no es una omisión involuntaria sino una estrategia de desinformación.
Porque no es casual por ejemplo, que mientras se desarrolla el genocidio en la Franja de Gaza, Israel lleva a cabo la mayor confiscación de tierras en Cisjordania en 30 años , en un claro intento de frustrar el establecimiento de un Estado Palestino, como lo denunció el periódico británico The Guardian, así como la intención de trasladar a 500 mil colonos israelíes a la Cisjordania ocupada. Tampoco es casual su amenaza de entrar en las próximas horas a ocupar lo que queda de Gaza, obligando a los que sobrevivan al desplazamiento, expulsión, destierro de cientos de miles de palestinos en una segunda Nakba.