Dramaturgias de la Resistencia Teatro Documental Kimun Marry Xipantv, Paula González Seguel Compiladora; Marisol Vega Medina, David Arancibia Urzua, 1ª. Ed. Santiago de Chile Pehuén: CII Centro de Estudios Interculturales e Indígenas, 2018, 200 páginas. Dirección de colección Fernando Pairacan Padilla, Edición al cuidado de Marcela López, Fotografías; Danilo Espinoza Guerra, Autora y compositora de las partituras; Evelyn Gonzalez Seguel, Diseño; María José Garrido Bermúdez.
La representación que se habita, el lugar de lo biográfico y los testimonios entremezclados hacen de las obras un lugar común con el cual se diferencia el teatro mapuche del teatro chileno, aunque la ironía es que la primera obra de teatro chileno escrita y estrenada se estima que fue “El Hércules Chileno”, alrededor de 1693. En esta obra, el protagonista es Caupolicán. La obra escrita por unos cuantos vecinos de la ciudad de Concepción se dice fue presentada en homenaje al gobernador Tomás Marín de Poveda en ocasión de la llegada de su prometida. Luego, más adelante, aparecerá “Al amor vence el deber” escrita por Juan Egaña Risco (1768-1836) en los primeros años del siglo XIX. Se considera la composición dramática más antigua de Chile de la que se tiene conocimiento, por otra parte, se sabe que Fray Camilo Henríquez, escribió dos obras de teatro: “La Camila o la patriota de Sudamérica”, en 1816 e impresa en Buenos Aires en 1817, y “La inocencia en el asilo de las virtudes”, la que nunca se vio impresa. La primera sirvió para la insurgencia, pues se comentaba que algunos diálogos se usaban en los regimientos y montoneras para elevar el espíritu patriótico. De allí que el teatro desde sus inicios tenga ese sentido crítico y social que boga en favor de las grandes causas y en contra de las injusticias, aunque hoy en día eso puede ser puesto en duda ante el teatro de operaciones de magnates, negacioncitas y supremacistas blancos, ya tienen en su poder todas las redes y las noticias que falsean la realidad según sus conveniencias económicas. Eso sucede cuando la avaricia se apodera de los Estados.
Antaño los teatros universitarios creados en la década de 1940, durante el gobierno del Frente Popular, permitieron generar un proyecto cultural que iba más allá de la modernización de la actividad teatral, según los cánones estéticos europeos de la época, dejando atrás el teatro clásico (español, inglés, francés), los sainetes y las zarzuelas, cabaret, y operetas con las cuales las compañías (especialmente extranjeras) recorrían los territorios con sus propios músicos. Por ese entonces ya se tenía una aguda conciencia del teatro, como un medio de orientación y educación en relación los problemas e injusticias de la realidad humana, su formación moral y el valor estético estaba presente en esta manifestación del arte. Fue así que, durante casi tres décadas, la actividad teatral en Chile se desarrolló con una gran capacidad creativa, estableciendo un vuelco hacia la valoración de lo nacional, latinoamericano, asociado al folclore y al realismo psicológico, evidenciando problemas sociales, un teatro de denuncias con gran colaboración colectiva y realismo épico (Acevedo Hernández, entre otros) y al mismo tiempo se renovaban los lenguajes escénicos y las temáticas, con mentores como Brecht y Genet. Se estableció un nuevo modo de producción teatral que impulsó el nacimiento y expansión de numerosos grupos teatrales profesionales, entre ellos el Teatro de la Universidad de Chile, Universidad Católica en sus Talleres de Creación Teatral (TCT) y de Experimentación Teatral (TET); se generaron diversas escuelas de teatro en las universidades chilenas, y una gran cantidad de grupos independientes, como los Mimos de Noisvander, Ictus, Aleph, Teatro del Errante, El Túnel y grupos de aficionados en los sindicatos y organizaciones sociales de diverso tipo, como Teatro “El Telón”,”La Carreta” entre otros; así como también las compañías de teatros estudiantiles, poblacionales y parroquiales a lo largo del país.
La dictadura civil-militar, modificó de golpe el desarrollo del teatro nacional. Los teatros independientes y aficionados que recibían subvención del estado a través de los municipios y sus casa de cultura, dejaron de percibir los aportes, y no sólo se cerraron teatros, el toque de queda que duró varios años llevó a un cambio de hábitos en la bohemia en las ciudades, restaurantes y boîtes se vieron afectadas, muchos se van al exilio, como también grandes orquestas y conjuntos musicales, la situación no sólo es adversa, es para muchos de vida o muerte, sin embargo, pequeñas compañías logran subvertir el nuevo orden establecido, una vuelta al teatro clásico español y francés y ciertas tragedias griegas, dan a entender otras cosas o bien son interpretadas de distinta forma por el contexto, recordemos que existían un grupo de soldados y civiles que ejercía la censura, tachando libretos o prohibiendo definitivamente el espectáculo. Pero, así como las bordadoras de Renca mostraban en sus trabajos la tragedia nacional -fue una época de mucha creación de nuevos dramaturgos o grupos que indagaron, críticamente, en la realidad nacional- el teatro universitario se deterioró con los rectores militares que ingresaban con casco en jeep y con ametralladoras punto 30 a los campus (Yo lo viví en la U. Austral de Chile), al igual que se intentó eliminar las escuelas de filosofía, teología, sociología, en fin todo aquello que no le fuera afín al libre mercado de la sangre, no obstante, el teatro resurgió y con ello las agrupaciones sociales y centros culturales populares, que montaron sus propias obras, y se crearon festivales de teatro popular como ENTEPOLA y ENFETELA, sin embargo, hasta el día de hoy el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio sigue en deuda con el teatro nacional, en todos sus niveles, hemos tenido dos ministras actrices, pero a excepción de la primera, Paulina Urrutia, que instaló la institucionalidad, hasta esta última, que al igual que el gabinete en pánico por los “Casos de las Fundaciones”, no han realizado nada significativo, y el espanto crece mientras nadie sabe quién controla a la contralora. Si antes con Piñera dos, tuvimos bochornosos momentos con los ministros de Cultura, hasta llegar al Des-Consuelo, hoy en día todo se ve cuadrado, casi sin rumbo, aunque el apellido de la ministra sea lo contrario en la búsqueda de los círculos de virtud, pero volvamos al teatro de peso, ya a fines del siglo pasado, el teatro chileno había diversificado sus propuestas estéticas, y las temáticas cada vez más cercanas al ser humano, su integridad y dignidad han estado presentes , allí se han destacado entre otros, Isidora Aguirre, María Asunción Requena,Juan Radrigán, Andrés Pérez y su Gran Circo Teatro, Ramón Griffero y El Troley, Mauricio Celedón y su compañía Teatro del Silencio, y el grupo La Troppa. Hoy en día tenemos una lozana generación de dramaturgas, entre ellas; Paula Aros, Karen Bauer, Ximena Carrera, Lucía de la Maza, Ana Harcha, Claudia Hidalgo, Camila Le Bert, Manuela Infante, Nona Fernández, Maritza Farías, Paula González, Florencia Martínez, Emilia Noguera, Manuela Oyarzun, María José Pizarro, Flavia Radrigán, Isidora Stevenson, Carla Valles, Marisol Vega, Carla Zúñiga, Elisa Zulueta.
Como ya sabemos las obras dramáticas representan un conflicto humano, a partir del enfrentamiento de fuerzas contrapuestas. Éste debe ser resuelto a partir de acciones llevadas a cabo por el o las protagonistas, cuya actuación es el proceso que transporta un intérprete para ponerse en la piel de su personaje. El texto, es el discurso o guion que el intérprete debe seguir para narrar la historia, y las obras que aparecen en el libro son tres: “Ñi PU TREMEN-MIS ANTEPASADOS, TERRITORIO DESCUAJADO, TESTIMONIO DE UN PAÍS MESTIZO y ÑUKE, UNA MIRADA ÍNTIMA HACIA LA RESISTENCIA MAPUCHE, con sus respectivas partituras, compuestas por Evelyn González Seguel. La compilación de Paula Gonzalez Seguel, que a su vez es la dramaturga vinculada a la comunidad mapuche Mawidache, logra desarrollar un trabajo de gran impacto para las comunidades indígenas, así como también para los no indígenas que se acercan al teatro y respetan sus temáticas y el trabajo de las puestas en escena. No puedo no hacer el alcance entre la compañía KIMVN TEATRO, desde la cual se realiza la compilación y la compañía Teatro a lo Mapuche con Anthony Nahuelhual, actor egresado de la Universidad de Chile, y Khano Llaitul de la comunidad Mapuche “Lof Pillañ Wingkul” del Centro Ceremonial Indígena Cerro Blanco, la Dramaturgia en la compañía Teatro a lo Mapuche, en “Ñuke” y ” Ka kiñe Ka kiñe”. Ambas piezas, creadas por los dramaturgos mapuches mencionados, abordan el conflicto de La Araucanía, desde otra perspectiva, con largos pasajes en mapuzungun y a ratos en castellano. El aporte a la escena teatral, de ambas compañías, se aleja de la estructura clásica del teatro, poniendo en tela de juicio la división escena-espectador o ficción-realidad, dado que las vivencias son tan profundas que a ratos confunden o desorientan incluyendo a las no huincas, generando así una incomodidad conceptual e ideológica, propia de la resistencia y del teatro experimental. Cuestión que se verá con el tiempo, en los nuevos proyectos culturales contestatarios a las masacres de israelíes en el holocausto palestino, o las acciones expansionistas rusas del zar Putin, para no mencionar el ultra supremacismo blanco en la codicia de los ególatras que siguen a nuevo presidente norteamericano. O las oscuras sombras que rodean gobiernos como los de Maduro, Bukele y Ortega. Ya se verá, el arte suele desafiar al dolor, la ignominia, y a la propia historia, dejando un registro que traspasas incluso las memorias.
Hans Schuster, escritor.