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Economía circular: desarrollo sostenible + innovación. Por Alberto Amón Jadue

Desde el ámbito de la economía y medioambiente, uno de los elementos relevantes para el desarrollo sostenible, el logro de las metas de disminución de residuos contaminantes y de la huella material es la economía circular. Esta plantea cambios a los sistemas lineales de: extracción, producción, consumo y desecho, al considerar que los residuos continúan siendo recursos con valor económico que pueden ser reincorporados a los procesos productivos, ya sea como materia prima, como insumos para crear nuevos productos o incluso para la obtención de energía La disminución de residuos y emisiones, representa sin duda un incentivo y oportunidad para generar innovación.

En nuestro país la economía circular se ha fortalecido con la promulgación de marcos regulatorios como la Ley 20.920, de 2016, relativa a la gestión de residuos, la responsabilidad extendida del productor y el fomento del reciclaje (REP) y el Decreto 12 de 2021, del Ministerio de Medio Ambiente, con metas concretas para recolección y valorización de envases y embalajes. Además, se ha diseñado un ambicioso instrumento de política pública: “La Hoja de Ruta para un Chile Circular al 2040” con metas intermedias, como, por ejemplo, alcanzar una tasa general de reciclaje de 40% y generar al menos 100.000 empleos “verdes” al año 2030.

A pesar de ello, según datos del Ministerio del Medio Ambiente, en el año 2020, a nivel nacional se generaron más de 18 millones de toneladas de residuos. De ellos, el 96,7% correspondieron a residuos no peligrosos y 3,3% a peligrosos. De los residuos no peligrosos, 50,8% fueron de origen industrial, un 43,6% de residuos sólidos municipales (considera también los residuos sólidos domiciliarios) y un 2,3% de lodos de plantas de tratamiento de aguas servidas. Esto demuestra, que nuestras tasas generales de valorización de residuos o reciclaje son aún muy bajas en comparación con países europeos donde incluso pueden superar el 50%. En los últimos años la tasa nacional de valorización ha estado en torno al 22%. Lo preocupante es que la valorización de los residuos municipales sólidos fue menor al 2% y el 98% restante fueron a disposición final en rellenos sanitarios o vertederos.

Para alcanzar metas más ambiciosas se requiere junto con un cambio en nuestro modelo productivo y hábitos de consumo, campañas de educación y difusión ya que existe un escaso conocimiento sobre esta problemática. A modo de ejemplo, a fines de 2022 CADEM y ReSimple realizaron una encuesta que determinó que el 80% de los encuestados no ha escuchado, visto ni leído nada sobre la Ley REP, ni sobre incentivos concretos a las empresas en I+D y acceso a tecnología. Respecto de esto último, la rechazada reforma tributaria, consideraba incentivos tributarios como la rebaja de impuesto de primera categoría a las empresas de 27% a 25% e incorporaba la figura de una “tasa de desarrollo” de 2% a las utilidades, que se podía pagar como impuesto o considerarse como gastos que aumenten la productividad, por ejemplo, gastos en I+D o de manufactura y servicios de alta tecnología. Esperemos que iniciativas similares se discutan y se apliquen en un corto plazo. Nuestros niveles de valorización de residuos y reciclaje son muy bajos aún y requerimos de mayor inversión en I+D+I

Alberto Amón Jadue
Facultad de Ingeniería y Empresa UCSH

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