En los tiempos que corren año 2023, como los que se encuentra en el ámbito de los 53 años más recientes de la historia, se entrelazan diversos factores que inciden en el Chile actual. Son el síntoma del estado de las cosas admitidas y de la profundidad de su entendimiento, o por el contrario la negación a su entendimiento. El reflejo de ello es el actuar en forma premeditada justificando hechos que nunca deberían haber ocurrido y también una comprensión indebida de situaciones, que provienen de una interpretación de lo que ha sido el país, con alcance de crear una figura indebida respecto a estar insertos en democracia.
El desarrollo de la historia ubica a los ciudadanos en realidades opuestas, según posicionamiento socioeconómico, territorial y oportunidades a las cuales han tenido acceso, lo que conlleva a visiones de sociedad con ópticas diferentes, incluso algunos(algunas) para los cuales estos temas pasan desapercibidos porque su diaria rutina no sintoniza en estas esferas.
La educación con un rol importante en la convivencia debe ser entendida como una línea base para el desarrollo humano, en cuanto a enseñanza y aprendizaje, pero también es factor conceptual del vivir en sociedad. Se interpone así, otra línea divisoria relacionada con una marcada desigualdad, de la cual nadie se puede excluir al ubicarse en una coordenada exacta respecto a ella, y que es parte de la estructura país, mantenida por largas décadas horadando con fuerza las diferencias en el siglo XXI, esa línea es una brecha que separa mediante un abismo oportunidades no comparables, y que influye en aprender a ver lo que sucede en el país, hablando de los últimos treinta y tres años, en que muchos transcurren entre la precariedad y el endeudamiento. Por otro lado, en un extremo, el acceso a una educación destinada a estratos altos puede no hacer comprender las realidades que enfrentan las mayorías, se encuentra ausente el ponerse en el lugar del otro.
Un niño(a) que inicia su período escolar situado en siglo XXI, está determinado por las posibilidades familiares que serán muchas al disponer de recursos, traducido en la asistencia a un establecimiento particular pagado con grandes alternativas para su futuro y complementado con todo lo que tiene valor extraprogramático que aporta al posicionamiento en su vida futura.
Sin embargo, esa es una realidad reducida, y no se observa la intencionalidad de articular desde el año 90 y tampoco en dictadura, un sistema escolar que permita emular en lo público, la experiencia de lo particular, con recursos del mismo nivel provenientes del estado y construyendo ambientes de aprendizajes estimulantes y motivadores. Así, la brecha se acrecienta y se reproduce.
La educación pública debería ser expansiva y no puede centrarse sólo en establecimientos emblemáticos, que en cierta forma han constituido un techo de la enseñanza que se imparte en el sistema municipal, hay que llegar en igualdad de condiciones a todos los rincones del país a través de la educación que se imparta, lo contrario es la evidencia de un alto distanciamiento social que se encuentra instalado. La reacción más inmediata, es la palabra “mágica” calidad en educación, que, aunque se aprecia interesante, se rodea de la ausencia total de un detalle de su significado y seguimos igual.
Cuestiones tan trascendentes, no alcanzan a ser dimensionadas por las instancias del país que han tenido la responsabilidad de tomar a su cargo la institucionalidad del estado desde los diferentes poderes constituidos, entre los cuales se encuentra el poder económico que tiene una coraza que lo transforma en intocable. El escalar a una situación económica más holgada desde el ejercicio del cargo, en muchas ocasiones, aunque no en todas, marca la diferencia y viene la traslación de un lado a otro, para asegurar el futuro individual.
Se produce de manera inevitable, en las altas esferas, la adaptación a lo estructural incluyendo a las instituciones que, con recursos del estado, actuaron para matar que sin lugar a dudas tienen una inclinación política que parte en sus altos mandos con una polaridad bastante específica. Una autoridad de gobierno que asiste a presenciar la parada militar de instituciones que fueron responsables de las violaciones a los derechos humanos, cómo observará la situación en su fuero interno de lo que está presenciando. Se alcanzará a percibir que, amparados por la tradición republicana, tienen al frente armas representativas de lo peor que le pudo ocurrir a un país en el lapso de un tiempo que no ha terminado, o simplemente se quedan con la hidalguía de la marcha y el impecable uniforme de parada.
Al comenzar la columna, se partía intencionalmente mencionando 53 años, atendiendo a que, en el contexto actual, próximos a recordar los 50 años del golpe de estado, las apreciaciones sometidas a análisis se han hecho extensivas al período de la Unidad Popular, con el presidente Salvador Allende como gobernante del país.
Considerando la política desde una mirada positiva, a partir de la cual se puede desarrollar el pensamiento que construya una sociedad altamente beneficiosa para todos y todas, hay algunos que se caracterizan por interponer obstáculos, poniendo por delante visiones económicas favorecedoras de negocios, que no resultan si es que la población no se encuentra debidamente estratificada con reserva de mano obra barata, y a partir de allí cubrir puestos de trabajo mal remunerados manteniendo la precariedad de vidas.
El programa de la Unidad Popular construido con seriedad y visión de cambio social inserto en un proceso cercano al pueblo, marcado por la participación, muestras culturales y expresiones de justicia social, en oposición a lo que ha ocurrido desde el primer gobierno concertacionista donde las campañas y programas, se insertan más en un formato de marketing con slogan no cumplidos.
Es tal la desesperación para que el cambio no se realizará, lo cual no sólo fue parte del interés económico nacional, sino la presencia de los Estados Unidos se hizo sentir desde antes en que asumiera la presidencia Salvador Allende, impedir su llegada al gobierno y luego no dejar gobernar, se trazó un plan cuidadosamente elaborado con la intervención de los partidos de la derecha, movimientos de ultraderecha y la democracia cristiana. Se apreciaba desde ya la primera etapa con puesta en práctica de la estrategia “el fin justifica los medios”, el fin era el golpe de estado y el medio cualquier acción que aportara a la desestabilización.
Los medios utilizados conducían a la violencia, y la efervescencia lograda producía un alto clima de tensión y de enfrentamiento. Los jóvenes actuales no tendrían por qué recordar y ni siquiera saber, del acaparamiento de productos esenciales para producir el desabastecimiento, y que aparecen en el comercio en la primera oportunidad en que después del golpe de Estado se puede salir a comprar, parte del accionar de alto impacto en lo económico.
Estos son algunos elementos que no se deben olvidar ni omitir al dar una opinión.
El martes 11 de septiembre de 1973, viene la segunda parte y situada en un terrorismo de Estado, del “fin justifica los medios”, en ese momento el fin era un tipo de sociedad marcada por un modelo estructural con sustento teórico proveniente de la formación de economistas en la escuela norteamericana, y los medios las violaciones a los derechos humanos algunas no aclaradas y en su totalidad marcan un período que tiene connotación política, con responsabilidades de instituciones de fuerzas armadas y el apoyo incondicional de la derecha. El terror era el ambiente que aplicaba a diario, la incertidumbre del saber que las vidas estaban en riesgo.
El fin explicitado en el párrafo anterior, se mantiene invariante con un modelo estructural vigente hasta hoy. Así, son válidas tres interrogantes relacionadas entre sí con respuestas dependientes ¿Término realmente la dictadura?, ¿Hemos estado en democracia? Si el fin fue alcanzado por la dictadura, ¿qué intereses hubo desde 1990 en adelante para no construir una sociedad modelada de otra forma?
El día sábado pasado familiares de los detenidos desaparecidos, le rindieron un justo homenaje a éstos y uno de los lienzos instalados en el frontis del museo de la Memoria, decía “LA DICTADURA AUN DURA”, una respuesta a lo que antecede a este párrafo.
Las condiciones actuales no están para firmar cartas de compromisos de un nunca más. Se encuentran pendientes aspectos relativos a derechos humanos y la construcción de una sociedad diferente a la ideada en dictadura, con un modelo intacto a la fecha. Es preciso, que plantear la firma de documentos de ese tipo no pueden limitarse si es que tuvieran alguna validez, a los partidos políticos de manera exclusiva, ello sería dejar de lado a muchos situándolos en los nadie, mala señal para atender la transformación de la sociedad como algo urgente y necesario. La alta sensibilidad de los temas determina una cuidadosa emisión de mensajes.
Además, estamos en un contexto que la no comprensión del triunfo del rechazo en el proceso constitucional, que finalizó el 4 de septiembre de 2022, como parte de una estrategia trazada por la derecha, representa un débil análisis político. Lo más fehaciente, es que desplegaron el voto obligatorio en una campaña donde tenían todos los recursos para llegar al resultado que esperaban, sin la necesidad que el texto constitucional estuviese finalizado.
En el proceso constitucional actual, de comienzo a fin se observa un alejamiento de la ciudadanía, y la imposición de situarnos a estar entre “la espada y la espada”, aprobarla sería dar la venia a los republicanos y rechazarla es legitimar la constitución del 80. El apresuramiento del acuerdo por la paz del 15 de noviembre de 2019 en medio de una guerra no existente nos pasó la cuenta, estas lecturas del transcurso de la historia reciente, no se pueden omitir, es preciso considerarla con todas las sutilezas que están presentes.
Se recordarán los 50 años, pero falta mucho para dar vuelta la página, no ha habido la intención de reivindicar a los caídos con las transformaciones por las cuales ellos dieron sus vidas, ni más ni menos que una patria justa. La página se podría dar vuelta en el tiempo, pero olvidar jamás.
Algo que llama la atención, finalizando con una reflexión del ámbito educacional, en el período del 70 al 73 era de mucha importancia en la alimentación de los niños y niñas, la asistencia a los colegios para recibir sus raciones de comida que entregaba la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), 53 años después, todavía la escuela sigue siendo el lugar en que algunos alumnos se alimentan bajo la misma modalidad y dependencia.
¿Qué ocurrió en el transcurso de medio siglo?, habiendo existido períodos de grandes esperanzas, no resulta alentador estar sumidos en postergaciones y a la vez coexistir con los responsables a los cuales en algún momento se les otorgó confianza, la esperanza del elector no era parte del candidato electo y nos fuimos equivocando.
24 de julio de 2023