En las últimas décadas, la educación en Chile ha enfrentado innumerables desafíos, desde la desigualdad estructural hasta la implementación de reformas educativas. Sin embargo, un fenómeno alarmante y menos discutido es la sostenida disminución de matrículas en las carreras de pedagogía. Esta tendencia, lejos de ser un mero dato estadístico, refleja una crisis profunda en la valoración social y económica del rol docente en nuestro país.
Según el Ministerio de Educación (MINEDUC, 2021), la matrícula en carreras de pedagogía ha experimentado una reducción de más del 27% entre los años 2011 y 2017, una tendencia que, lejos de revertirse, ha continuado hasta la actualidad. Este declive en la elección de la educación como vocación profesional es una señal de alerta sobre la percepción y las condiciones laborales que enfrentan los educadores en Chile.
La ley 20.903, promulgada en 2016, buscó elevar los estándares de formación docente y mejorar sus condiciones laborales. Sin embargo, Ávalos (2014) y Fardella & Sisto (2015) argumentan que, a pesar de estos esfuerzos legislativos, las condiciones laborales de los docentes, tales como bajos salarios y altas cargas laborales, continúan siendo factores disuasorios para quienes consideran la pedagogía como una carrera futura. Esta situación es aún más crítica en un contexto donde el déficit de profesores se proyecta como una amenaza latente para la calidad educativa del país.
La disminución en la matrícula no solo refleja una crisis vocacional, sino también una crisis de valoración social hacia quienes ejercen la enseñanza. Como señalan Mizala y Torche (2010), la estratificación socioeconómica del sistema educativo chileno y la mercantilización de la educación han contribuido a perpetuar una visión de la docencia como una profesión de segundo orden, menoscabando su valor esencial en la construcción de una sociedad más justa e informada.
En este escenario, es imperativo repensar no solo las políticas públicas dirigidas a la formación docente, sino también el marco valorativo en el que se inserta la profesión docente. La crisis en las matrículas de pedagogía es un síntoma de una problemática más amplia que involucra la valoración del conocimiento, la educación como derecho y la función social del docente. La educación es el pilar fundamental sobre el cual se construye el futuro de una nación. La desvalorización de la profesión docente y la consecuente disminución en las matrículas de pedagogía no solo comprometen la calidad de la educación, sino que también reflejan una crisis de identidad y propósito en la sociedad chilena. Es momento de reflexionar colectivamente sobre el rol que deseamos que la educación juegue en nuestro desarrollo como país y el estatus que otorgamos a aquellos encargados de impartirla.
La baja en la matrícula en las carreras de pedagogía en Chile es un llamado a la acción para revalorizar la profesión docente y, con ello, reafirmar nuestro compromiso con una educación de calidad, inclusiva y transformadora. La crisis de la pedagogía es, en última instancia, una crisis de valores que requiere de un diálogo nacional profundo y de políticas que reconozcan y dignifiquen la labor educativa en todas sus dimensiones.