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El análisis de hace una década, remasterizado. Por Luis Osorio

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“Cuando el análisis efectuado hace casi diez años (agosto del 2011), se encuentra plenamente vigente y no es necesario desplegar un gran esfuerzo para actualizarlo, nos da señales de haber permanecido estancados, lo cual no puede ser. Es urgente el cambiar, con mayor razón si la crisis se encuentra más acentuada. Habría sido alentador, que lo escrito hace diez años, ya no estuviera vigente.”

El movimiento social, no sólo del 2019, ha tenido como componente principal las demandas por la educación, salud, previsión, vivienda, entre otras; la diferencia es que el 18 de octubre se integraron todas pasando a ser postergaciones sociales conexas, no fluyen de manera independiente.

Son parte de un pasado, presente y futuro, sin embargo, la perspectiva más importante es cómo el presente responde al futuro y respecto al pasado se trata de reconocer que las estructuras diseñadas hace más de 40 años son cuestionadas y deben ser transformadas de raíz para atender el tiempo futuro, un momento en que ya se están afectando las nuevas generaciones.

Las estructuras hoy vigentes fueron la resultante de la destrucción de un país que concebía un avance importante hacia un Estado de justicia social en la última parte de la década de 1960 e inicios de los años 70, que de haber seguido su curso hoy no estaríamos insertos en un Estado de desigualdad de proporciones.

Entre los movimientos sociales, un rol importante lo han tenido los estudiantes el año 2006 siendo actores principales los secundarios, y el año 2011 los universitarios. Además, estos jóvenes que han despertado inquietudes en amplios segmentos de la población de estratos sociales diferentes y de diversas edades, están plenamente conscientes del origen de los problemas que dieron argumentos para movilizarse, sus padres pertenecen a una generación que ya viven las consecuencias de un bajo nivel en sus pensiones, todo un sistema que se construyó entre los años 1973 y el 10 de marzo de 1990 con sus ideólogos plenamente identificados, vinculados a quienes laboran en La Moneda.

No hay lugar a dudas, como algo adicional, que el movimiento en esos años (2006 – 2011), y también ahora, surge de un descontento con la clase política conformada por los gobernantes actuales y quienes ocupaban el poder hasta casi tres años y medio alternando en el poder, pero compartiendo un modelo estructural.

Un denominador común, es su nulo accionar por producir cambios trascendentes. La expresión de disconformidad ha sido variada y diferenciada en el tiempo, pero ahora manifestada con forma de estallido, donde en ninguna región dejaron de haber expresiones de descontento.

La forma de gobernar se ha orientado al resguardo de una estructura país aún enraizada en tiempos de dictadura, y cuidadosamente conservada en virtud de los acuerdos que se fueron sellando por a lo menos 30 años. Ha primado más el tener gobernantes surgidos del mal menor, lo cual en absoluto es motivo de satisfacción, cada uno sabrá el lugar en el que se ubica.

Lo que se hace presente, por tanto, en la demanda social, no se encuentra a nivel de un pliego de peticiones en el cual, si se examina el cumplimiento punto por punto, el conflicto queda superado. Se trata de algo de mayor envergadura que no se puede desestimar y es una visión de sociedad diferente para construirla desde ya y que va en una dirección opuesta a la doctrina de la derecha. No puede generarse desde la espontaneidad, sino debe surgir del pensamiento de naturaleza consecuente, obediente a un proceso de la vista de grandes carencias y/o ausencias.

Entre otras cosas es el momento en que las acciones efectivas que terminen con la desigualdad se deben efectuar de manera rápida y que esta no sea una mera palabra utilizada en los discursos, tiene que haber claridad que necesariamente un cambio de este tipo repercute en el poder económico ya que no existe otra alternativa de terminar con la concentración de los dineros en unos pocos si realmente se quieren producir disrupciones trascendentales. La Educación debe diseñarse de manera coherente con una transformación social que tenga metas bien precisas y algo que también se opone a las ideas de nuestros gobernantes es la necesidad de planear, no sirve dejar las cosas al arbitrio del mercado y navegando a la deriva. El proceso educativo va más allá de la actividad en aula, se trata de un proceso país que atienda a las características geográficas del territorio, sin ir en desmedro de nadie. Por años consecutivos, se ha legislado por una cifra de salario mínimo que se sabe que no alcanza para vivir, pero su monto “ayuda” a mantener el negocio de los empresarios pasando a segundo plano la relación normal de una concepción civilizada en que se debe partir por establecer con qué cantidad de dinero una persona puede vivir en forma digna, al momento de decidir dentro de la sociedad actual eso no tiene ningún valor ya que existe la costumbre en los gobernantes de “no casarse con compromisos” provenientes de la racionalidad pues se sabe que todo compromiso que se adopte va de la mano con una exigencia de su cumplimiento.

La sociedad actual que está en la mente de los gobernantes en muy sigilosa y egoísta, ya que, de modo estratégico, dejan planteadas cosas para efectos comunicacionales como lo es la postura de una educación de calidad, pero el término queda colgando de las nubes, en ningún momento se quieren comprometer con algo tan trascendente como lo es el detalle de lo que significa calidad, por ende, descansan en la ambigüedad. Será calidad el fijarse en los proyectos educativos de los diez mejores establecimientos privados, existentes en el país, o acaso ello es una exigencia muy alta. Pero la visión de la necesidad del cambio de la estructura social no parte desde el año 2011, haciendo relación al movimiento estudiantil de ese año, sino que era una aspiración que data del año 1990 y antes, las justificaciones de los anteriores gobernantes sobraban para no tomar una senda diferente. Muchos de ellos sufrieron en el tiempo una transformación de sus pensamientos a lo cual se suma los cambios mundiales que terminan con el concepto de una sociedad socialista, y se suma los beneficios que les va proporcionando a cada uno en lo individual el modelo creado por la dictadura, en ningún momento se les ocurre la posibilidad de crear una sociedad diferente, a conveniencia la creatividad brilla por su ausencia.

No se trata del socialismo como alternativa, pero sí de aquella sociedad que surge de la esencia del ser humano solidario y no individualista, del ponerse en el lugar del otro, de considerar a las personas como sujetos que tienen necesidades comunes y no del punto al cual nos ha llevado la forma de vida de varios años, que es el futuro de las personas condicionado por el medio del cual proviene. En ese estado mental de naturaleza conservadora, logran aunar acuerdos con la derecha la cual se muestra congraciada al ver que sus intereses como poder económico no están afectados.

En los tiempos actuales la derecha en el gobierno y sumergida en crisis recurre a culpar a los gobiernos anteriores que sin lugar a dudas la tienen, esto con mayor preponderancia antes del 18 de octubre, pero no se muestran leales a los favores que se les concedieron para garantizarles la permanencia de su modelo. Esto es válido para los dos gobiernos de Piñera.

Lo anterior tiene el efecto que va quedando algo latente y pendiente en el país, proveniente de la cualidad de quienes han estado moviéndose en el ejecutivo y en el parlamento por tiempo extenso, que con una concepción egoísta del ser humano ubican en primer lugar la garantía del bienestar individual y en un nivel inferior el bienestar del colectivo, si es que se le llega a considerar como algo existente. Cuando se han elaborado políticas de bonificaciones hacia los sectores más vulnerables, siempre se barajan cantidades ínfimas al prorratear las cifras en lo que percibiría diariamente una persona, sin abordar las políticas de manera integral bajo un prisma social atendiendo a la realidad de muchas familias que no tienen vida digna, sólo propender a la resignación. El promover el endeudamiento no es una figura que dignifique a las personas, es un hecho que genera agobio.

En cuanto al parlamento, sólo en condición de pandemia logran algo que se podía considerar como imposible en otro momento, en cuanto a moverle el piso a las AFP. Sin embargo, ello no redita los créditos para el sector de oposición y principalmente a los concertacionistas, en la observancia de su nula disposición de generar en forma sostenida, condiciones que no produjeran tensiones aún en desarrollo y que da lugar a la revuelta del 2019. No hay que olvidar que algunos de ellos, han integrado directorios de las AFP, caso en que no aplica eso que el trabajo dignifica.

En su etapa inicial, con los movimientos estudiantiles, se pueden identificar ciertos ciclos de movimiento social que surgen en tiempos muy específicos. Si consideramos un supuesto “período de gracia” de la concertación en los primeros 4 años de gobierno por el hecho de venir saliendo de la dictadura, en el año 2006 un(a) niño(a) que había ingresado el año 1995 a primero básico (inmediatamente después del primer gobierno de la concertación), a esa altura ya había salido de cuarto medio y por tanto pasó por toda la vivencia de una educación deficiente. Ese ciclo marca un hito con el movimiento de los estudiantes secundarios.

Nunca hubo una discrepancia de ningún sector respecto a que la Educación efectivamente era deficiente. La concertación ya había pasado por un lapso de tiempo suficiente para exhibir logros de mejoramiento en la materia, ya que 12 años es el tiempo ideal para cerrar un ciclo de mejoramiento en esta área, pero sencillamente no se experimentó ninguna transformación ni siquiera superficial. Sin embargo, lo que sí ocurrió y ello como algo que no admite refutación, es que en todos esos años personas de la concertación tenían bastante avanzados sus negocios en ese rubro y por tanto en este tema a esa altura ya se les producía conflicto de intereses sin importarles.

Quienes eran parte del movimiento universitario del 2011, también lo fueron el año 2006, período en el cual con alta probabilidad cursaban segundo o tercero medio. Nuevamente, la presencia de otro ciclo no casual. En las condiciones anteriores las “soluciones” pasan del ejecutivo al legislativo y dentro del ámbito de los acuerdos entre concertación y derecha. En estos temas y la situación imperante hasta el día de hoy tienen responsabilidades perfectamente equilibradas en ambos sectores, por lo cual el gobierno de Piñera no puede lavarse las manos en estas materias. En lo que iba recorrido hasta octubre del 2019, se aprecia más bien como un gobierno obstaculizador de las reformas, es parte de su estilo de gobierno.

De lo anterior, surge una reflexión sobre cómo un gobierno que impulsa reformas, no alcanza a reunir los méritos y unidad necesaria, para haber tenido el siguiente mandato y hacerse cargo de la implementación de los cambios. En rigor, armaron un mandato instrumental con fines electorales. Pero en la actualidad el problema es mayor, el movimiento del año 2006 no tuvo respuesta. Los temas actuales no se resuelven con proyectos de ley, ya que se ha puesto en el tapete las definiciones previas de qué sociedad queremos construir para el futuro y que de manera obvia no es la de los últimos 47 años. Se trata de una sociedad que no puede esperar un rediseño para más adelante, ni ir al ritmo de los ciclos eleccionarios. La construcción del futuro debe estar guiada de manera principal por los más jóvenes, ya que cuando en forma genérica los discursos presidenciales reconocen deficiencias en distintas materias, es un signo de mala gestión, no basta estar exhibiendo cifras de transparencia ya que éstas no resuelven los problemas. Cómo vamos a entregar la responsabilidad de construir futuro a quienes son beneficiarios directos de una sociedad marcada por la desigualdad y que durante años si lo hubieran querido podrían haber desarrollado los procesos de cambios.

Sería una apreciación muy sesgada de la autoridad pensar que ellos son representativos de la mayoría del país y no reconocer que están en los puestos que ocupan por circunstancias históricas especiales en que rápidamente quedaron desacreditados. Se agrega que han ido produciendo junto a la tozudez que los caracteriza, ataques de desprestigio hacia los sectores amplios que se levantan como sus detractores y atraviesan la gran dificultad que no pueden levantar un gobierno fluido porque la ciudadanía tiene orientación diferente.

La sociedad que impera, inevitablemente va marcada por situaciones de violencia intrafamiliar, acciones de tipo delictivo con uso de métodos violentos, en eventos deportivos de concurrencia masiva, y, se adosan a manifestaciones donde se expone el descontento hacia estructuras sociales que plantean transformaciones profundas. Se añaden elementos que exacerban estas conductas como lo son el alcoholismo y la drogadicción. Una característica común de estas personas es que por lo general son jóvenes, postergados socialmente, provenientes de grupos que siempre han sido marginados y de bajo o nulo nivel educacional. Actúan aprovechándose de ocasiones donde pueden dar “rienda suelta” a sus impulsos sabiendo que no van a perder nada, pueden constituirse como lumpen a favor de intenciones premeditadas por aparatos represivos o bien actuar de manera independiente en el contexto en que se produce una aglomeración de personas, a lo cual se debe agregar el posicionamiento del narcotráfico. Nuevamente, todo conexo. Si se da una mirada desde la acción de seguridad, el gobierno tendrá que imponer sus reglas de seguridad y normas de represión, para atacar el efecto, pero dudosamente las causas y, por tanto, tendríamos que convivir por largo tiempo en la inestabilidad.

Otra vista, es que una vez más pasa la cuenta lo no realizado de manera oportuna, aplicando una modalidad de inteligencia social y humana. Los resultados están visibles.

El tiempo del diálogo y el acuerdo con el gobierno ya no tiene sentido, tenemos como país algo preocupante, que es la falta de credibilidad. Aunque el gobierno sigue, el mandato ya se encuentra extinguido. La solución de lo fundamental, no le concierne al gobierno, porque se superponen cuestiones que necesitan de visiones muy disimiles con sus intereses.

Estamos con una clase política que ya cumplió su ciclo, debe dar paso a jóvenes con una gran preparación y capacidad de análisis. Es el momento de que los partidos más jóvenes no se maleen con lo de siempre, y hacer caso a quienes siempre han tenido la inquietud y principios consagrados en los temas sociales.

Coincidentemente el año de los movimientos estudiantiles, principalmente el 2011, no quedaba fuera el hablar de una Nueva Constitución, pero al respecto había oídos sordos.

Se debe tener en cuenta que en el Chile del futuro la clase política actual ya no va a existir, pero los jóvenes que en estos momentos se preocupan de una patria mejor tampoco quieren que la autoridad de ese tiempo, los vean como sus herederos. Es preciso reinventar la política, con la convicción que sin su existencia no hay ideas, proyección, planificación ni decisiones. Más bien la senda a transitar debe ser diametralmente opuesta.

La derecha en su accionar estratégico, ya está posicionando a sus seguidores del recambio. En tanto parte de la oposición, un tanto perdida de su norte (si es que lo tiene), reincide de una u otra forma, con los mismos personajes de siempre sin tener pasado que los avale, repercute ello como una carga indeseable.

A parte de un futuro para los jóvenes, al no lograr que se incorporen mayorías efectivas y dispuestas a impulsar cambios, el futuro no será promisorio. El poder económico, puede ser más fuerte, sin olvidar que ellos en su plan B, tienen presente eso del fin justifica los medios, es la marca de fines del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI, por hacer sólo referencia a lo más reciente.

La posibilidad de remasterizar un vinilo y escuchar en un tornamesa, música que proviene de varios años, es un reencuentro con algo grato. Sin embargo, remasterizar un documento escrito el año 2011 y encontrarse con los mismos párrafos vigentes en su totalidad, nos ubica en un país estancado. Son las caras de algo presentado como analogía, período en que desde el año 2006 a la fecha, deberíamos haber tenido cuatro nombres de presidentes de la república, hasta ese hecho es para reflexionar. No ha sido un reconocimiento al desempeño logrado, es la carencia de una capacidad de recambio y/o en virtud de lo expuesto, el convivir con una historia que no avanza, una idiosincrasia algo especial, planeada desde una doctrina y poderes fácticos.

La cara visible y sin tapujos, en lo inmediato, sería la exteriorización de una postura clara respecto a la opinión sobre el modelo económico impuesto en dictadura y la forma en que el tema se debe abordar en una Nueva Constitución, aspecto sensible de observar tanto en los más jóvenes, como en aquellos que fueron tildados en la categoría de administradores del modelo, válido para todos los cercanos a la concertación, independiente del segmento generacional al que permanezcan. Tampoco está demás, escuchar sobre la apreciación de cómo se llega al 18 de octubre del 2019.

Es importante la transparencia previa a la elección de los futuros constituyentes, la opción de involucrarse a fondo en una Nueva Constitución o ser partícipe de una Reforma a la ya existente. La forma más concreta de un cambio, no sólo es una Nueva Constitución y en lo que sea el texto resultante, sino la implicancia en la modificación legislativa que la sustente de manera posterior en un corto plazo.

Pero no se puede dejar pasar, aún en el análisis de diez años sin cambios sustanciales, que a esa cantidad habrá que sumarle mucho más. En estos días, la autoridad a propósito de los hechos acontecidos en Panguipulli, el asesinato del joven malabarista y el resultado posterior del incendio de la Municipalidad, en palabras del Subsecretario del Interior dice "condenamos el hecho de haber quemado intencionalmente un recinto municipal. Aquí ningún hecho, ninguna investigación judicial puede justificar que personas atenten en contra de servicios públicos. Nuestro país tiene que sanar sus heridas, y parte de ese proceso es que condenemos sin excusas la violencia”. Tal vez, la juventud del Subsecretario, le impiden ver las causas de origen que se manifiestan en su sentido verdadero u omisión.

El problema más de fondo es que el Chile actual, se ha construido desde el golpe de Estado del 73, el bombardeo e incendio de La Moneda, la violación extrema a los derechos humanos, la redacción de la Constitución del 80, y la estructura de sociedad ideada en tiempo de dictadura, la práctica explícita del fin justifica los medios. En la utilización de violencia extrema con grandes heridas, al dibujar un árbol genealógico de sus responsables, se llegaría bastante atrás en las familias relacionadas con ese hecho y claramente también se distinguirían lazos con familias actuales, muy vigentes. Hay claridad plena del sector que propino las heridas.

Está ausente algún hito fundamental que marque un antes y un después, ningún gobierno de los últimos 30 años, incluyendo el actual, ha tenido la voluntad política y moral, para dar un viraje significativo. No hay ningún hecho reciente que se pueda categorizar como un salto a un país diferente donde la justicia social, la vida digna y el término de la desigualdad, se vislumbren a futuro, es signo de una patria quebrantada donde se dificulta el salir adelante con sentido de comunidad.

Por el momento, almacenar muy bien este documento y evaluar el curso de los acontecimientos, el año 2031. Es como dejarlo en una cápsula del tiempo, para volver a remasterizar.

7 de febrero de 2021

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