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“El Brexit Chileno” Por Cristián Martínez Arriagada

El Brexit fue un proceso político que supuso el abandono por parte del Reino Unido de su condición de Estado miembro de la Unión Europea. Tras un plebiscito celebrado el 23 de junio de 2016 en el que el 51,9 por ciento de los votantes apoyó abandonar la Unión Europea, el gobierno británico inició un largo y confuso proceso de dos años que debía concluir con la salida del Reino Unido el 29 de marzo de 2019. Ese plazo se prolongó debido a la complejidad y desacuerdos en las negociaciones y a disputas parlamentarias internas; por tercera y última vez, el plazo volvió a ser ampliado hasta el 31 de enero de 2020. La opinión entre los economistas es que el Brexit tiene la posibilidad de reducir la renta per cápita real del Reino Unido a medio y largo plazo, también existe la posibilidad que reduzca la inmigración desde países de la Unión Europea al Reino Unido y plantea desafíos para la educación superior y la investigación académica del Reino Unido (todos estos efectos negativos nunca fueron discutidos por quienes hicieron campaña por retirarse de la UE, y ahora para los jóvenes ingleses les será muy difícil optar a cupos en universdades europeas).

Tras los resultados del referéndum, el primer ministro David Cameron, que había apostado su capital politico por la permanencia en la UE, anunció su dimisión del cargo argumentando que un liderazgo fresco debería llevar al país a la opción elegida en la votación. En el caso del electorado británico primó una añoranza al antiguo Imperio britanico sin considerar que en un mundo globalizado e interconectado no se puede funcionar desde el aislamiento ni vivir de las glorias del pasado, también se exacerbó la mirada negativa de la inmigración por parte de una población que consideraba que los inmigrantes iban a “quitarle empleo a los ingleses” y a beneficiarse de su políticas sociales. Sumado a todo ello, está la multimillonaria campaña desplegada por los adherentes del Brexit, que lograron instalar noticias falsas, sobre todo en la población rural, instalando la disyuntiva entre Patriotismo v/s Europeísmo, donde lo Europeo simbolizaba todo lo negativo: politiquería, abusos de impuestos, burocracia supraestatal ajena a los “problemas reales de la gente”,y el patriotismo apelaba a los valores que hicieron grande a Inglaterra alguna vez: la austeridad, la corrección, lo puro, lo blanco racialmente.

A pesar de la gran distancia geográfica y política, lo que acaba de ocurrir con la votación del plebiscito en Chile no es muy distinto a cómo se operó en el caso del Brexit: 1) una ofensiva multimillonaria de parte de quienes ganaron, con el uso industrial de Fake News, 2) La confrontación entre un Ellos v/s Nosotros, en el caso británico apelando a la Unidad Nacional y Patriotismo v/s el Multiculturalismo europeo. En Chile el Rechazo también apeló al nacionalismo v/s plurinacionalidad, señalando que la Constitución era “indigenista”, que los indígenas iban a tener más beneficios y reconocimientos que un “chileno”, que el país se iba a segregar en 12 países según cada pueblo originario, incluso el presidente de la UDI, el senador Macaya, señaló que la Convención planteaba cambiar la bandera nacional. 3) la excesiva confianza de quienes fueron derrotados (Cameron fue el rostro visible de la opción Anti-Brexit, así como Boric lo fue del Apruebo, la diferencia es que el primer ministro puede dimitir, pero la presidencia y coalición de Boric quedó sumamente debilitada), 4) Esta personalización del presidente Boric llevó a generar un voto duro pro Apruebo, pero también un voto duro que solo pretendió castigar al gobierno sin importarle el contenido del texto constitucional 5) tal como en Chile, es probable que el inglés promedio tampoco haya leído la cláusula con los pros y contras del retiro de su país desde la UE, ahora sus hijos y nietos sufrirán esas consecuencias. 6) yendo a las reglas del proceso chileno, el haber realizado un plebiscito de entrada con voto voluntario y un plebiscito de salida con voto obligario hizo que, al final, ingresara un padrón electoral que quizás no se sentía comprometido ni representado por el proceso constituyente. 6) Quizás el texto propuesto incorporó demasiados valores postmaterialistas, con énfasis en las diversas identidades: feminismo, ecologismo, minorías sexuales, etc, temas que resultan lejanos para el votante medio, que solo aspira a que le resuelva sus problemas inmediatos (delincuencia, inflación, etc). 8) El acierto estratégico de ocultar a la derecha y ultraderecha durante toda la campaña y que quienes dieron la cara comunicacionalmente fueron rostros de la ex Concertación, personas conocidas por la opinión pública como líderes de “centro o centro izquierda”, aunque discursivamente sean de derecha.

Ahora, tal como ocurrió en Gran Bretaña que aún no zanja del todo su estatuto legal con la UE, nosotros estamos en un limbo constitucional: por las razones que hayan sido se desechó la propuesta de la Convención, pero también está agonizando la Constitución del 80, y la pelota quedó en la cancha de la derecha. Algunos quieren mantener la actual Constitución, otros desean una nuevo referéndum pero que la Nueva Constitución la redacte un grupo de expertos, tal como hizo la dictadura y la Comisión Ortúzar. Los Amarillos dicen que le cobrarán la palabra a la derecha para que hagan “Una que nos Una”, pero los Amarillos, con suerte, son una cincuentena de personajes secundarios de la Transición sin real peso político ni electoral, y la derecha no está obligada a nada con ellos.

Ahora, la derecha está cometiendo el mismo error de lectura que se dio con el plebiscito de entrada: mucha gente creyó que el 78% del Apruebo del año 2020 era un voto de izquierda y centroizquierda, esa cifra es absurda considerando la historia política de Chile. Hoy muchos líderes de derecha creen que el 62% del Rechazo es un votante de derecha, lo que también es ilógico, pues mucho de ese voto es voluble, circunstancial e irá donde “caliente el sol”. Sin embargo, el desglose de votos deja más interrogantes que respuestas: ¿Por qué en las llamadas “zonas de Sacrificio” votaron Rechazo? ¿Acaso no se percataron del gran hincapié que tenía el texto rechazado en materias de calidad de vida y medio ambiente? ¿O esos votantes tienen otras demandas de los que no se hacía cargo la Nueva Constitución? ¿Por qué el votante joven de 18 a 34 años, especialmente femenino votó rechazo? ¿acaso no sabían que esta era la primera Constitución paritaria del mundo? ¿O quizás ese no sea un tema tan urgente para las nuevas generaciones? ¿O realmente votaron desde la rabia y la ignorancia? Es predecible, y hasta entendible que un votante adulto mayor no quiera salir de su zona de confort, y que apueste por lo conocido, a pesar de que la actual Constitución no le solucione sus problemas, pero resulta difícil de entender que una generación joven y educada, que ha tenido muchas más oportunidades que sus padres y abuelos, haya optado por mantener el mismo marco institucional herdedado por la dictadura.

Las semejanzas entre el Bexit y el plebiscito de Salida de Chile me hacen pensar que, tristemente, si tiene algo de cierto la frase de que somos los “ingleses de Latinoamérica”

Cristián Martínez Arriagada
Cientista Político

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