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El camino constitucional: un encuentro intergeneracional, el segundo capítulo que comienza. Por Luis Osorio

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Ha ocurrido lo que se esperaba que ocurriera, el Apruebo se impuso por alta mayoría, y lo inusitado la alta participación ciudadana. Dentro de lo previsible, también hay una importante preferencia por la Convención Constituyente.

Si se tratará de ir haciendo un ticket por etapas, sería interesante que alguien diera un argumento fundado de porqué el voto no fue obligatorio. ¿Se presumía un escenario de pandemia?, bueno son cosas que pasan, un particular estilo de hacer política, esta inquietud para entender los criterios que rigen el proceso, e independiente del resultado obtenido.

Es un Apruebo de 6 caras, 4 de ellas de los comandos de oposición, 1 de los independientes no adscritos a comandos y otra de sectores de derecha, esto deja abierto un amplio espectro por delante del cual se precisa mirar con atención.

Pero ahora viene lo más importante, la elección de los constituyentes, según lo estipulado en el acuerdo del 15 de noviembre, que, según la semántica de estos tiempos, es como entrar a fase 2.

No hay que perder de vista que la Constitución del 80 entra en plena vigencia con la llegada de la Concertación el 11 de marzo de 1990, que con toda razón se le conoce como la Constitución de Pinochet.

Son pocos o ningunos de los que estaban en el Acuerdo por la Paz, momento en que se gesta el inicio del proceso constituyente, que en los años posteriores al 90, barajaban la idea de un cambio a una nueva Constitución. Algunos porque se instalaban en la sucesión de gobiernos con cargos acomodados y otros porque son muy jóvenes.

Sólo algunos, no presentes en el Acuerdo, tienen la consecuencia desde hace tiempo de haber establecido la demanda de una nueva Constitución, sin ser escuchados.

Por otro lado, no se debe desconocer, que también el año 2013 como bien se desarrolló en la Edición chile de Le Monde diplomatique (junio 2013), y que en el titular principal de portada decía “Chile necesita cambios de fondo con participación ciudadana, Asamblea Constituyente Nueva Constitución”, se notaba que el tema estaba instalado.

Se menciona en los artículos, argumentos para una Asamblea Constituyente, posturas de fines de los años 70 de quienes observaban la necesidad de consagrar ese mecanismo una vez terminada la dictadura como la alternativa para contar con una nueva Constitución, etc. pero nada de eso llegó a buen puerto, algún interés mayor se interpuso.

Estaba la idea desde el mundo político y en el segundo gobierno de la ex presidenta Bachelet, se levantó el propósito de partir con un proceso constitucional, pero fuera del entusiasmo que se concito por participar en un momento de esta naturaleza, fue algo que no llegó a ningún lado y hasta en cierta forma en su organización, había elementos poco participativos, dentro de las reglas en las que operaban los llamados Cabildos de esa época. En definitiva, al no haber hechos concretos, el avance fue nulo. También algunos programas de candidaturas presidenciales, se referían en el imaginario a escenarios de cuando se llegara al momento de una posible nueva Constitución.

Uno de ellos, indicaba que el peor escenario para levantar una nueva Constitución, sería iniciarlo bajo una situación de crisis, que es coincidente con el proceso que se está iniciando. Luego, por ese lado se aprecia una advertencia.

Desde otro programa, se expresaba “cómo construimos esa nueva constitución es tan importante como el contenido final de esta. Dice tanto de nosotras y nosotros como el resultado final. Necesitamos un acuerdo democrático, participativo, en igualdad de condiciones y con diálogo abierto –sin vetos ni temores. Por esto, el camino que el Frente Amplio ha escogido es una Asamblea Constituyente.”.

En esas visiones, se despliegan cuestiones muy decidoras y que dan lugar a un análisis cuidadoso del momento actual y lo que viene.

El 18 de octubre se pone de manifiesto una Crisis de tipo social, por cuestiones que se venían incubando por largo tiempo y que provocan una reacción, claramente con actos de violencia que, según el curso de los hechos, siempre generan dudas respecto de su procedencia. No se puede olvidar la violencia utilizada en dictadura, en tiempos en que se redactaba la Constitución del 80 y las condiciones bajo las cuales se cimentaban las estructuras existentes hasta los días actuales. En esa oportunidad la redacción sí partía con hoja en blanco.

Desde que se presenta el movimiento social de octubre de 2019, en forma rápida lo comunicacional se pone en funcionamiento, al movimiento se le da un nombre “Estallido Social”, y se nos indica que estábamos en guerra, por tanto se trataba de algo más que una crisis, había que apurarse y llegar a un Acuerdo por la Paz, pero se trataba de un acuerdo no entre guerreros, sino que entre muchos que habían provocado las condiciones favorables para un clima de desigualdad extremo.

El apuro juega malas pasadas, y entre pandemia junto a problemáticas agudizadas, el tiempo pasó rápido y no hubo tiempo de sopesar lo que venía ni lo que se hacía. La hoja en blanco no es tal, y el reglamento de funcionamiento de los constituyentes ya trae algo escrito, al contrario de la forma en que se gestó la Constitución del 80. Es esta última, aún vigente, la que pone las reglas del juego y otorga una línea base: los tratados vigentes no se pueden modificar (artículo 135), ello influye en el texto donde se dictamina omitir discrecionalmente; y la fijación de los dos tercios de quórum, para aprobar el articulado, lo cual fija un piso reglamentario que va en sintonía plena con el espíritu impuesto por Jaime Guzmán en el texto de la Constitución actual.

Desde lo presente a un futuro próximo.

Falta por recorrer, el día del plebiscito, tiempo presente, es nuevamente el presidente quien, al momento de concurrir a votar, se presenta con tono provocador, por supuesto sin dejar de reconocer su facultad de poder hacerlo, cuando se refiere a “el derecho de vivir en paz”, él sabe perfectamente su significado y por qué lo dice, no es una frase que sencillamente coincidió.

Pero el futuro tiene una base, y expectativas. No se llega en forma casual a la noche del 15 de noviembre, por el momento se aprecia como un oportunismo de la situación y con signos de estrategia en curso por parte de la derecha. Podría revertirse esa situación, desde un discurso claro de los candidatos a constituyentes, que partan con un listado extenso de las demandas sociales del 18 de octubre, una síntesis de los cabildos post 18 de octubre y transformar todos esos insumos en preliminares de textos constitucionales, vinculados con un orden jurídico posterior y plazos acotados. Esa es la base de un buen trabajo venidero.

Ampararse en una posible Constitución minimalista, es señal de desencuentros y un trabajo mal elaborado.

El tema constitucional está abierto, y hay que tratarlo no como una elección con redacción de programas de candidaturas, son visiones integrales de sociedad las que se deben exponer a objeto de recuperar confianza, si el 18 de octubre partió por un lado y lo constitucional va por otro, vendrán prontos desencuentros y movimientos que no se harán esperar.

Pero también y algo que no se puede impedir, es que los mismos lápices azules utilizados en el plebiscito de entrada, pueden servir para ir redactando textos alternativos, llegando a un momento en que se tenga la Constitución del 80; la Constitución redactada desde los límites permitidos por el proceso constituyente en curso; y un tercer Texto Ciudadano Social, que podría ser considerado según el grado de movimientos ciudadanos venideros y lo que emane desde la Convención Constitucional.

Pero lo principal, es el futuro, y son los más jóvenes quienes deben dar una interpretación a la historia que viene, el futuro les pertenece, y deben reconocer para ello la historia pasada y la presente, porque los años de espera fueron muy extensos. No se trata de un logro de los que se han subido al barco a última hora y mucho menos otorgarle créditos a Piñera.

Las expectativas son crecientes y deben ser satisfechas a la par con lo que se pueda lograr con una Nueva Constitución, hay cuestiones que no pueden esperar.

25 de octubre 2020

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