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El chiste como técnica para evidenciar un Chile de verdad. Por Nicol A. Barria-Asenjo

El mes de abril ha estado profundamente cargado de momentos álgidos en el territorio de la política chilena. En el clímax de los debates nacionales ha estado presente el antagonismo de lo políticamente correcto versus lo políticamente incorrecto. Tras lo cual se vuelve vigente el texto de Sigmund Freud (1905) “El chiste y su relación con lo inconsciente”, más adelante nos aproximaremos al por qué de este necesario e inevitable retorno a un texto “clásico” del mundo psicoanalítico a propósito de la coyuntura que se produjo en Chile.

Como era de esperar, al ingresar a los pantanosos y sucios terrenos de la política en un país como Chile, emerge de forma automática el duelo Derecha versus Izquierda, lo cual se traduce en: represión y violencia versus libertad de expresión y dignidad.

Desde la rápida difusión del sketch humorístico “un militar de verdad” el silencio frente a viejos dilemas ceso y apareció prontamente el grito y demandas de la derecha politica, en específico las Fuerzas Armadas de Chile que no toleraron que humoristas atacaran su supuesta honra institucional.

Para quienes no están enterados, a modo de resumen expongo que los humoristas chilenos Belén Mora y “Toto” Acuña, decidieron armar una parodia a un programa de entrevistas del canal de televisión La Red, y, en específico en su mediático sketch “Un militar de verdad” Toto se disfrazó de General del Ejército de Chile para dar una entrevista con un discurso en el cual contaba las formas en que preparan a sus estudiantes, haciendo burla de los ya conocidos maltratos que la institución incorpora en sus cuestionables protocolos militares.

El ejército no tardó en responder mediante una carta abierta publicada a través de su cuenta de Twitter, donde manifestaban lo siguiente "La manera en que se denosta al Ejército y sus integrantes no demuestra otra cosa que el ánimo de deslegitimarlo y degradarlo, aprovechando la facilidad que le otorga para ello, un medio de comunicación, reflejando además ignorancia del quehacer institucional”. Además, amenazaron con demandar al programa de televisión y haciendo uso de su poder emprendieron acciones represivas contra los humoristas y el programa de TV.

Lo interesante de este debate es la función del chiste, de Freud (1905) y su previamente mencionado texto “El chiste y su relación con lo inconsciente” podemos encontrar pistas que esclarezcan el problema. Si bien es un sketch humorístico, evidencia una cruda verdad que no es fácil de mencionar y contar, empero, el chiste produce que el discurso emitido y lo contado sea tolerable tanto para quién lo dice, como para quien recibe el mensaje, hay espacio mediante esta operación de aminorar las investiduras anímicas, decir una incómoda verdad, parece ser más tolerable si es a través de un chiste. Por esta razón, según Freud, esta operación está ligada a la economía psíquica.

Este incomodo mensaje enviado a la población, que encubre una incómoda verdad no fue tolerable para la derecha politica, simplemente no se tolero que se hiciera uso de esta herramienta discursiva para decir lo que todos ya saben. Quizás, esta verdad es solo tolerable entre espacios subterráneos enlazados al silencio y el secreto. Dado que salió en una transmisión en vivo, desde un programa de televisión, la situación parece tomar otro tono. Incluso cuando el canal de televisión está dentro de los menos vistos, la parodia realizada hizo que quedará como foco de atención nacional, la impresionante difusión y reacciones que aparecieron entre la ciudadanía aumentaron el alboroto entre las Fuerzas Armadas.

«La experiencia consiste en que uno experimenta lo que no desea experimentar>> mencionaba Freud, respecto de “la técnica del chiste”, esta experiencia que no se desea experimentar, en el caso chileno descrito, encuentra lugar en el oyente, producto de lo cual, por no querer asimilar el suceso, activaron su habitual represión violenta, abuso de poder o censura politica y discursiva, que confirma otra vez que el mensaje que allí está responde a una incómoda verdad que no se quiere aceptar. Toda esta cuestión trae nuevamente sobre la mesa aquellos temas que cada tanto parecen ser superados, pero que siguen vivos, sistemáticamente presentes de extremo a extremo en el pais.

Precisamente este abrupto reaccionar por parte de la institución y los intentos del gobierno por detener la difusión y creación de rutinas humorísticas de este tipo, son los que nos recuerdan que aún estamos inmersos entre las consecuencias y decisiones tomadas durante 1973 y 1990, el escenario es el mismo, solo que hay otras circunstancias, otras modalidades de operar, pero que de forma subyacente traen consigo lo mismo.

Queda por esperar que deviene con este debate nacional, una de las mejores partes, es sin duda, que los humoristas siguen presentando nuevas rutinas tan reveladoras y subversivas sin siquiera hacer mención de los intentos de represión, amenazas y ataques públicos.

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