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El Ecce homo del Frente Amplio. Por Cristián Valdés

Es cierto, el Frente Amplio está pasando por una coyuntura importante dentro de su corta historia, pero al ser la primera de esa intensidad, no sólo ha sido el festín de la prensa política amarillista -condescendiente con los grupos de poder-, sino también un intento de arrastre al plano habitual y degradado de nuestra política nacional: en el fondo, es la posibilidad para que estos grupos puedan reducir esta opción política a sus propias prácticas. Sin embargo hay diferencias notables que vale la pena explicitar.

Una de ellas, fundamental, es la oportunidad de aprendizaje que significa la gestión político-comunicacional en este tipo de situaciones, porque digámoslo, no hay política sin problemáticas políticas, la cuestión está en que el electorado confunde estas situaciones con faltas a la diferencia radical que se le exige, lo que revela más bien la alta expectativa y valoración que posee, pero que supone al mismo tiempo una vigilancia ciudadana muy estricta y crítica de todas sus acciones. Por ello es una buena oportunidad para ajustar esta percepción, tanto hacia afuera como hacia adentro del conglomerado, en la medida que la probidad y los marcos normativos internos son principios éticos, pero no la expresión de un ascetismo práctico, por lo que cabe esperarse sin duda, innumerables entuertos como éste en el futuro. Sin embargo hay que poner muy en claro, que estos asuntos propios de los derroteros políticos y los procesos eleccionarios, están infinitamente lejos del robo, las coimas o el enriquecimiento ilícito del que todos estamos cansados.

Tampoco debemos desconocer el modo con que se ha expuesto esta coyuntura, porque implica asumir el riesgo de una política esgrimida en y desde el espacio público; quizá esto es lo que más ha impactado a esa opinión. Empero, el electorado debe comprender también, que esto es parte del permanente perfeccionamiento y crítica al que las opciones políticas están llamadas, porque no hacerlo es fundamentalismo y una práctica realmente encerrada en cuatro paredes, sin debate, sin discrepancia y autoritaria. La Democracia Cristiana hace poco nos dio una muy buena muestra de aquello.

Por otro lado, es interesante notar el telón de fondo en el que se ha posicionado la cuestión, porque no se ha configurado como una oportunidad para levantar otro discurso que se adjudique la bandera de las transformaciones sociales, sino simplemente ha primado la urgencia de echar todo al mismo saco. En este sentido es claro que en nuestra mediocridad política, lo importante no es destacar respecto a los demás, sino que nadie destaque, al mismo tiempo que revela la falta de esas mismas opciones y la pobreza del paisaje político que nos circunda.

Por todo esto no hay que olvidar que el Frente Amplio es una posibilidad real de gobierno, pero precisamente al ser real, no se le puede demandar nulo conflicto interno, sino simplemente el Ecce homo con todos sus defectos y virtudes, por lo mismo todos debemos aprender que no existe una política tal cual como la deseamos, sino sólo una política que se define desde lo que necesitamos, y en este caso el Frente Amplio sí representa esa necesidad, mucho antes que las gestiones, acciones y declaraciones desafortunadas, que pesan en el momento, claro está, pero que siempre pasan en vista de lo fundamental: no hay que detenerse y confundir la contumacia pírrica, con la buena política que tenemos el deber de cuidar, perfeccionar y proyectar para Chile, siempre.

Dr. Cristián Valdés N
Escuela de Filosofía – UCSH
Colectivo “Palabra encapuchada”

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