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El espejo oblicuo. Por Pilar Sentís

  ¿Qué ves cuando te miras al espejo?

  Veo una mujer mayor.

  ¿Qué más?

  En el espejo, poca cosa más.

  ¿Puedes profundizar? ¿Recuerdas que momentos importantes hay tras las arrugas y en la expresión de tus ojos?

  Diría que hay sufrimiento, rencores, ciertas alegrías.

  ¿Qué predomina?

  Tal vez el dolor.

  ¿Puedes definirte?

Me resultaría difícil. Creo que me veo un poco como me ven los demás. A veces desearía tener la sensación de que estoy equivocada en la forma en que me percibo.

  ¿Qué quieres decir?

  Quiero decir que cuando creo ser de cierta manera, las personas con las que me relaciono me ven de otra.

  ¿Y cómo lo sabes?

  Es una sensación, como si el conconsciente me enviara mensajes no hablados: son gestos, silencios, parece como si la mente del otro me hablara sin palabras.

  ¿Podríamos decir que es telepatía?

  No, creo que es otro tipo de lenguaje que utilizamos sutilmente y no tan sutilmente para dar a entender lo que se piensa del otro.

  ¿Son relaciones tóxicas?

  Bueno, tal vez no llegaría a calificarlo así, ya que las relaciones tóxicas son claramente evidentes. Son como microagresiones.

  ¿Pueden condicionar tu vivencia diaria?

  Sí, totalmente. Requiere un esfuerzo, y lo curioso es que el interlocutor interviene en tu vida con aparente libertad, parece como si no quisiera la cosa...

Esta conversación con mi espejo, el que llevo incorporado, me hace pensar que no somos sino a través del otro. Hay personas que se encierran en su cueva para no tener que enfrentarse diariamente a ello.

Es perturbador y castrador. Solo falta que tengas una manera de posicionarte muy determinada e ideológica. Entonces saltan las alarmas.

  "Esa persona es…" Además, es muy "radical".

El radicalismo se refiere a analizar los hechos desde la raíz. Es algo muy subjetivo, pero esa subjetividad molesta sobremanera.

Aquellos que utilizan este lenguaje, no de manera subliminal sino abierta, como mencioné antes, llevan a cabo su vida con total y aparente "normalidad". Tal vez son personas que no saben o sí que, al actuar de esta forma, aplican un lenguaje autoritario, que anula al otro.

También depende de lo que sea receptivo para el otro, pero creo que toda persona es capaz de percibirlo.

Este lenguaje es herencia del remoto pasado en el que no se utilizaba la palabra. Con el tiempo, este lenguaje ha evolucionado y se ha vuelto comprensible para la sociedad en su conjunto, con diferencias debido a los países o regiones en los que vivimos.

Lo "micro" forma parte de la esencia de la vida. Cuando vas sumando las "microagresiones diarias" y creo que, como mujer, las recibes por partida doble, se te niega la palabra, la opinión y, en suma, la libertad.

¿Cuántas personas transcurren en sus vidas sin poder expresarse? ¿Cuántas mujeres quedan calladas en sus casas, que aunque sean tristes, es su "cueva madre"? Abandonarla no es fácil. Abandonar la madre, abandonar la familia, abandonar el refugio. Para hacer este paso, debes pasar por una prueba "feroz": entrar en el mundo laboral, afectivo, social...

Entonces dejamos de ser nosotros/as mismos/as y nos convertimos en seres oblicuos: aceptamos lo que los demás ven en nosotros/as, nos fundimos como en un río de lava que nos envuelve y nos precipita hacia lugares que no podemos prever.

La mujer que eres, en muchas ocasiones, para no mencionar una parte importante de tu vida, has permanecido callada. Tampoco había tiempo para más: estudios, compromiso social y político; después, familia; después, cuidado de los mayores y... pasa el tiempo. ¿A cuántas les ha pasado algo similar?

Cuando llegas a la senectud, quieres hablar, expresar tu opinión. Creo que si hubieras tenido la oportunidad, lo habrías hecho antes. Y finalmente decides hacerlo. Cuando esto ocurre, el interlocutor que tienes delante se disgusta. Hace esa mueca odiosa que te sitúa en el margen, donde no quisieras estar. Y tu compañero se siente incómodo porque, en cierto modo, se ha acostumbrado a que te quedes callada. Solo se te permite hablar en alguna discusión familiar en la intimidad.

Mantenemos la personalidad oculta para no quedar mal delante de la sociedad.

La "personalidad oculta" explorada y tratada por la psicología como parte del autoconocimiento para precisamente evitar que el inconsciente quede en una situación de enquistamiento y en cualquier momento surjan actuaciones que, debido a algún detonante, nos hagan perder el supuesto equilibrio mental.

Por eso, a pesar de que nos mantengamos mucho tiempo callados/as, ocultando lo que realmente somos y sentimos, habrá un momento en que hagamos como los volcanes en erupción y hablemos, expresemos nuestros sentimientos y necesidades para no enloquecer.

Pilar Sentís

Pilar.sentis@hotmail.com

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