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El estallido social: consecuencia de un tiempo con límite al centro de la injusticia. Por Luis Osorio

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Hoy no es cualquier día, tal vez un día que no debería ser parte de los recuerdos de la historia. Sin embargo, la acción de pocos provocó una grieta de magnitud de consecuencias sociales estructurales, que no les importó a esos pocos. Luego de mucho tiempo, la olla estalló y se evidencio una situación, que aún no tiene nada resuelto el problema de origen sigue latente. Se construyeron los cimientos y se siguió levantando más pisos. Más aún, al existir un escenario con estas características, provoca inevitablemente que situaciones adversas como lo es la pandemia, resulten más difíciles de enfrentar. Naciones que no se preparan para encarar acontecimientos complejos e imprevistos, y carecen de planes alternativos ante situaciones de riesgo cualquiera sea su tipo, llegan a momentos donde se encuentran sus mayores debilidades. Resulta mentira los anuncios de vivir en un oasis. La Nueva Constitución, puede ser una gran proyección de futuro, pero no tiene injerencia en el presente inmediato, ya no del actual desgobierno, sino que inevitablemente es parte del cambio de mando que se entregará con una gran mochila de la época reciente y una cuota del pasado. Hay líneas bases, cuyos trazados pueden ir en dos direcciones: una salvaguarda al modelo económico vigente e instalado por acción de la dictadura, o hacer una reversa de inmediato y tomar la acción de un país donde como actitud de convivencia, se opte por los valores de la solidaridad y la humanización. Se trata de una respuesta tanto al factor de estallido social, como a los efectos de la pandemia. Insistir en el modelo económico, se relaciona con la esencia del actual gobierno ya en fase terminal, y el mando del presidente en ejercicio, que no alcanza a percibir en lo más mínimo, las características de ese mundo en el cual no tiene experiencia. El bosque no deja ver el horizonte y mucho menos el dinero a destajo, acumulado por quien se dice servidor público, pero no lo es. Se sigue levantando alrededor de los más ricos, la estructura de una sociedad piramidal, con el beneficio de los poderosos y la postergación de gran parte de la población. Más aún, es el tecnicismo de los economistas que en ocasiones asumen la categoría de “expertos”, advirtiendo sobre la temperatura de la economía, en cuanto a un sobrecalentamiento, pero dicho desde una mirada totalmente fría. Esos analistas del futuro económico, pueden tener razón bajo un esquema rígido de ir en defensa de una estructura que se rige por leyes deshumanizadas, que impone el poder y tratan de que se cumplan a como dé lugar. Hay insistencia en la mirada en el crecimiento, pero éste lo único que hace es beneficiar a los que están en la cúspide de la pirámide, el resto no importa. La palabra solidaridad, vida digna, o la antítesis de la desigualdad, en esos ambientes no existe y se creen que obran de la mejor forma. Más bien sólo transmiten advertencias en lo más inmediato, sobre lo inadecuado que puede ser un cuarto retiro y que perjudicaría a los sectores más vulnerables. En la misma línea de argumentación, hay referencias explícitas a la sensibilidad social que tiene presidente del Banco Central, que de inmediato se cubre de un manto de grandes dudas. Ahora bien, supongamos que el cuarto retiro haciendo caso a los técnicos “experimentados” en la materia, no se aprueba, entonces es válida la interrogante ¿cuál sería el efecto inmediato que beneficiaría a los más vulnerables?, ya que apuntar en una dirección se aprecia como un perjuicio para ellos, entonces la dirección contraria los debería beneficiar. Pero el retiro, es una parte ínfima frente al fondo social que lleva a la desigualdad. La estructura de mercado, no determinada por divinidades, sino por personas hacen que se vayan cumpliendo a cabalidad las dinámicas de injusticias crecientes, casi provenientes de una vara mágica. Pero qué pasaría si ante un período de crisis el mercado se humaniza y reacciona sin subir los precios, atendiendo a las necesidades de personas que no lo están pasando bien. O qué pasaría si en tiempos más que suficientes, se hubiera provisto al país en su totalidad de un nivel educacional de alto nivel, en que la diferencia entre un establecimiento en el cual confían las familias más ricas del país para educar a sus hijos, sea casi mínima en relación a todos los establecimientos educacionales del país. Por cierto, los técnicos de la economía tendrían que modificar su mentalidad, ya que no habría negocios emergentes basados en la mano de obra barata como sustento. Llegar a estilos de vida así, requiere tiempo, tal vez no más de quince años, a lo que se debe sumar actitud, sensibilidad y decisión. Si se hubieran considerado esos plazos, no habríamos tenido estallido social y en todo sentido el bienestar sería efectivo. Cuando se hablaba que no eran 30 pesos sino 30 años, o más, lo siguiente lo refleja a plenitud. En el contexto de la campaña presidencial del ex ministro de Educación y presidente de la República, Ricardo Lagos, el año 1999 deslizaba las siguientes frases mientras se avanzaba en las primarias de la concertación. “Todos sabemos que la desigualdad está presente en todas partes, pero a algunos no les importa, o, es más, la consideran natural. Aquí quiero decir que ¡a nosotros si nos importa!, nos importa porque queremos a Chile y el amor son acciones y nos buenas razones” “Por eso, cuando inicié la campaña de las primarias de la Concertación recordé en Montegrande de cómo Gabriela Mistral sentía las injusticias” Ya definido como candidato del bloque, seguía con un discurso efusivo y emotivo, diciendo. “Y por eso, ahora que inicio la campaña presidencial, me pongo a la sombra de otra mujer de corazón gigante y recuerdo a la Violeta Parra que cantó que Chile limita el centro de la injusticia” “Y quiero decirle a todo Chile que este es el momento de resolver las injusticias” “Porque después de haber dejado atrás la dictadura, injusta como son todas las dictaduras, logramos la necesaria estabilidad política y económica, pese a la oposición permanente de la derecha” “Y ahora Chile está preparado para el cambio de verdad, el cambio de una sociedad de desigualdad a una sociedad con igualdad de oportunidades para todos” “¡Ya es tiempo de lograrlo, pongámonos de pie y avancemos para hacerlo!” “Hagámoslo porque la desigualdad es mala y no podemos tolerarla como si fuera normal. Estoy en la política precisamente porque la desigualdad me resulta intolerable, tal como a la mayoría de los chilenos” Hasta aquí partes del discurso de campaña de Ricardo Lagos, se vislumbraba un horizonte promisorio, ni imaginarse un 18 de octubre de 2019. Hasta incluso inspiraba confianza y credibilidad. Dieciséis años después, en el mensaje presidencial del 21 de mayo de 2015, Michell Bachelet, decía: “Asumí como presidenta elegida por la mayoría de mis compatriotas, en un momento de grandes demandas y expectativas. El mandato que recibí fue claro: conducir las transformaciones que nos permitieran ser una sociedad menos desigual, más cohesionada, en paz y con desarrollo, al servicio de cada hombre y mujer de la patria” “Y la sociedad dijo basta a los abusos, los privilegios y la corrupción en la política y los negocios, y afectó la confianza en sus líderes y representantes. Esto cuestiona las bases de nuestra convivencia: la confianza que nos debemos unos a otros, la calidad de nuestra democracia, la seguridad, el crecimiento económico” “Nuevas propuestas fueron construidas a partir de una mirada compartida: la urgencia de acabar con las desigualdades y sentar las bases para un nuevo impulso al desarrollo. Porque las desigualdades son éticamente inaceptables y un obstáculo al progreso” “En octubre de 2017 recordaremos, con emoción y con clara conciencia de lo mucho que Chile le debe, los cien años de la gran Violeta Parra. Será un momento para dar gracias a la vida y para asumir que en muchos sentidos Chile todavía limita al centro con la injusticia” Es de importancia recalcar estas dos visiones con 16 años de distancia, un período de “democracia” que ya había superado con creces al período de la dictadura, 25 años contra 17. Y los límites de Chile seguían siendo los mismos. Analizando desde una perspectiva considerable de años, ya se estaba incubando un estallido social como el del 18 de octubre de 2019, era latente faltaba ponerle fecha. Claramente los tiempos mejores nunca iban a llegar, ya que eran parte de una mentira, eso era perfectamente predecible. Y nuevamente nos sorprende una elección, sumado al inicio de la redacción de una nueva Constitución inserta en un proceso que no tiene porque hacerse cargo de lo urgente. En campaña y a modo de marketing a veces se habla de los primeros 100 días, lo cual en este momento no tiene mucho sentido. Hay que traducir, pero ahora ya, de manera detallada y sin ambigüedades, el significado de vida digna disponiendo para los cambios de 1460 días, al no ser explícitos, es lo mismo que nada. Se deben resolver problemas limítrofes, pero no con los países vecinos sino con las injusticias sociales, siendo los menos indicados para dar recomendaciones los técnicos de la economía, y los que, aun presentándose con nombres de conglomerados distintos por no atreverse a mostrar su verdadera identidad, asumir que no estuvieron dispuestos para cambiar la cartografía de las injusticias, sólo eran slogans valiéndose de Violeta Parra, artista que tiene consecuencia con el contenido social de 60 años o más. A la dignidad, se le debe sumar, solidaridad, justicia social y el bienestar de mayorías, otro límite que también ha permanecido intacto, es con lo medular de la dictadura. Las barreras permanecieron intactas y finalmente lo posible fue hecho a la medida.

18 de octubre 2021

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