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El inocente viejecito. Por Sergio Camargo V.

El inocente viejecito que no hizo nada, nada malo, solo ordenó masacrar campesinos, perseguir y asesinar opositores y sindicalistas, asociarse con narcotraficantes, arruinar un país, violentar los derechos de millones de trabajadores y amenazar y perseguir a sus contradictorios ideológicos y mandar asesinar a sus ex amigos (compinches).

Tiene su nombre de pila, pero por sus oscuras andanzas se le denomina: ‘El narcotraficante N°82’; ‘Para político’; ‘Alvaraco’; ‘Matarife’, ‘San-guinario’ y en el bajo mundo del hampa y la criminalidad se le apoda o tiene los alias de: ‘el viejo’; ‘Presidente’; ‘dottor’; ‘Varito’; ‘el salgareño’; ‘el Patrón’ y ‘papa’ (de los escuadrones de la muerte) y en la jerga mundial del crimen organizado se dice que es “Il Capo dei Capi”.

Ejerció cargos públicos con mano de hierro, haciendo chanchullos y robando a manos llenas. Y el inocente viejecito cuenta que no hizo nada malo, solo que privilegio la mafia de narcos, creo los escuadrones de la muerte y se hizo reelegir presidente trampeando con alevosía, entre otras muchas actividades dañinas.

Y este viejecito dice que es un ser justo y democrático, excepto que utilizo escuadrones de la muerte para hacerse obedecer y mediante mortíferas amenazas, hacia su voluntad en casi todos los poderes de la sociedad en unión a la empresa narcotraficante, la fascista oligarquía y utilizando a sus asesinos a sueldo para eliminar lo que él llama ‘no demócratas’.

Y nadie, nadie lo critica, solo millones de correctos ciudadanos, miles y miles de funcionarios decorosos, una gran mayoría de soldados y policías patriotas, unos pocos empresarios correctos y dados al progreso del país, pero todos lo hacen con mucho cuidado.

No tiene muchas comodidades que achacarle, salvo miles y miles de hectáreas de tierras robadas al campesinado, millones de dólares producto de sus negocios con los narcotraficantes, negocios e inversiones bancarias del dinero que robo del erario público, sin contar con los millones de dólares de su consorte que nunca trabajó y la inmensa riqueza mal habida de sus dos vástagos reconocidos. No sonríe en público este viejecito sobre su buena salud y la de los suyos, mientras hace oídos sordos a los millones de trabajadores y campesinos que se lamentan cotidianamente de la paupérrima salud que sufren, por su soberana culpa y malos manejos. Hizo de la salud un jugoso negocio para los fascistas delincuentes de cuello blanco.

Hace el que trabaja sin producir nada y amasando más y más fortuna, mientras millones de ciudadanos son esclavizados, ganando salarios de hambre y no disponiendo de pagos de horas extras y nocturnas, ni merecidas vacaciones remuneradas para disfrutar con sus retoños, porque él y sus compinches delincuentes de cuello blanco quienes disfrutan de jugosos y vergonzosos salarios, crearon indecentes e injustas leyes y las atornillaron para que el pueblo siga en la ignorancia y viva mal.

Chilla y derrama lágrimas de cocodrilo denunciando que es un perseguido, mientras un reducido ejército de temibles matones en uniforme lo cuidan y alaban, mientras que un indecente ejército de políticos corruptos lo defienden a muerte, gritando que “el presidente es inocente”, mientras que una manada de delincuentes entre magistrados, jueces y fiscales lo absuelven de sus asquerosidades y el ejército de mentirosos y deshonestos (des) informadores o periodistas de la potente prensa le lavan la cara, le limpian sus manos manchadas de sangre y le embolan sus zapatos, para presentarlo como el impoluto presidente y mejor servidor público.

Envejece con las arrugas que no puede corromper y el pelo blanco que no ha podido vencer, quejándose a más no poder que no ha hecho nada mal, respondiendo a preguntas que nadie le ha hecho y a conveniencia suya y repitiendo que él es un salvador, el dios vencedor y por ende no ha hecho nada mal.

Se va a morir por culpa de la vejez y dejara un irrespirable perfume de muerte en el país y entre sus propios cómplices y amigos que se cuentan por decenas, entre une pueblo inocente que nada le hizo y que contamos por centenas de miles los damnificados, entre sus cientos de testigos que lo veneran y que meritoriamente padecen en prisión y la deshonra de sus apoderados que ellos mismos aceptaron purificarlo por ser tan solo leguleyos y/o abogangsters.

Este ruin se va a morir por culpa de la vejez, solo que este inocente viejecito chillará hasta el último suspiro, con su habitual y retorcida retórica que no hizo nada mal. Ojala Colombia no tenga nunca más otro igual!

Sergio Camargo V. Periodista y escritor

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