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El legado de la dictadura: 50 años de Inequidades en el modelo de salud chileno. Por Yesica Sarmiento Bolbarán y Loreto Espinoza Tillería

Hace 50 años, el golpe militar en Chile significó no solo el fin de una era política, sino también el desmantelamiento de un proyecto de salud innovador que prometía un cambio radical para las clases oprimidas. Hoy, recordamos cómo se truncó esa visión, el papel del feminismo y las voces que se alzaron en resistencia. La dictadura y sus gobiernos sucesores instalaron un Sistema de Salud de corte neoliberal, dejando atrás el idealismo progresista y participativo del proyecto de la Unidad Popular (UP). Este cambio reforzó un enfoque patriarcal y binario, relegando a mujeres, cuerpos feminizados y grupos marginados a un segundo plano. Su participación activa y política en su salud fue cercenada, enfrentando incontables formas de discriminación.

En los tiempos previos a la dictadura, la Unidad Popular de Allende tenía visiones revolucionarias para la salud, abogando por una medicina social inclusiva centrada en las clases oprimidas. Se introdujeron medidas significativas, desde atención médica sin burocracia hasta turismo popular, con el objetivo de proporcionar una atención integral y basada en la comunidad. La autogestión y la participación comunitaria estaban comenzando a florecer, como se evidencia en proyectos como "Nueva la Habana". En 1967, durante el gobierno del presidente Frei se crearon los Consejos de Salud, los cuales representaron el esfuerzo de generar colaboración entre el sector salud y el social, sin embargo, según Ugalde estos partían de la idea de que ‘’El pobre es incapaz de organizarse por sí mismo’’ y tenían un fuerte control gubernamental, por este motivo en 1970, durante el gobierno de Allende, se generó un avance significativo en la participación comunitaria, mediante la creación de los Consejos Locales y Paritarios de Salud, con un nuevo marco legal que les entrega mayor flexibilidad, por lo que comienzan a proliferar en los consultorios y hospitales, llegando a existir 470 consejos a fines del gobierno de la Unidad Popular En Chile.

Todo este impulso por aumentar la participación comunitaria se interrumpió drásticamente con la intervención de EEUU y la dictadura de Pinochet. La desclasificación de archivos que Peter Kornbluh investigó nos ha permitido entender la profundidad de esta intervención en el contexto de la dictadura militar de Augusto Pinochet, sin embargo, en el contexto internacional, también había esfuerzos con objetivos que iban en una dirección contraria, de mejorar la salud mundial y promover la participación social. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en una conferencia realizada en la antigua URSS entre 1976 y 1977, propuso una meta ambiciosa: “Salud para todos en el año 2000”. La estrategia propuesta para lograrlo, como señala Oscar Feo, se basaría en la Atención Primaria en Salud (APS), que, con el apoyo gubernamental, estaría al alcance de todos, convirtiéndola en una herramienta democratizadora. La Declaración de Alma Ata en 1978 reafirmó este compromiso con la salud como un derecho humano inalienable y reconoció la participación comunitaria como esencial para la construcción de una salud equitativa. Sin embargo, el neoliberalismo, impulsado en parte por el Consenso de Washington, propugnó una visión diferente, que el crecimiento económico sería suficiente para financiar y sostener los sistemas de protección social, relegando al Estado a un papel subsidiario. Esta perspectiva, promovida por Hernán Buchi, implicaba una descentralización de la salud y una mayor participación del sector privado. Pero esta visión neoliberal, no era un simple cambio administrativo del sistema de sanitario, tenía una agenda oculta, que consistía en relegar la APS a un simple plan básico para los más desfavorecidos, distorsionando su esencia y reduciendo su impacto. Las dictaduras militares en Latinoamérica, con su represión y desigualdad exacerbadas, contribuyeron a esta visión, suprimiendo derechos y ampliando desigualdades. Las sociedades civiles de países como Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay, frente a estas adversidades, se movilizaron en busca de democracia y justicia. Chile experimentó este cambio neoliberal en su sistema de salud en los años 80 con la creación del SNSS, y aunque se pretendía una descentralización y una gestión más eficiente, la realidad fue que el gasto público en salud disminuyó drásticamente y de forma irreversible, ya que a pesar de los esfuerzos posteriores de la Concertación, las políticas en salud siguieron siendo insuficientes y la participación ciudadana en decisiones relacionadas con la salud continuó siendo marginal. En 1986, la OMS publicó la Carta de Ottawa, enfatizando la necesidad de empoderar a las personas para tomar decisiones sobre su salud y bienestar, visión que contrasta con la realidad chilena y latinoamericana de los años siguientes, donde las políticas neoliberales truncaron las aspiraciones de participación y protagonismo ciudadano en la salud. El 15 de septiembre de 1989, el aborto terapéutico en Chile se hizo ilícito, ya que sustituyó su excepción por la Ley Nº 18.826, y se reemplaza el artículo 119 del Código Sanitario con un artículo único, aprobado por la Junta de Gobierno de la República de Chile, que declara: No podrá ejecutarse ninguna acción cuyo fin sea provocar un aborto".  En el Chile post-dictadura, la administración neoliberal dominó el escenario, priorizando la reducción de inequidades y redistribución de riqueza sobre cualquier otra reforma estructural, y no fue hasta el estallido social de 2019 que la demanda de un verdadero cambio y una participación genuina en las decisiones de salud se intensificó. De esta forma el estallido social de 2019 marcó un punto de inflexión, con un llamado renovado a la reestructuración y a la participación activa, sin embargo, las estructuras de poder donde se toman las decisiones, aún dominadas en su mayoría por hombres y con la amenaza neoliberal y de los grupos antiderechos, han limitado la capacidad de un cambio estructural, en particular en salud.

Actualmente aún no se ha logrado llevar a cabo una reforma estructural del sistema de salud que rescate el espíritu progresista y con una visión de derechos humanos como las reformas que habían comenzado a profundizarse durante el gobierno de la UP, en medio de este panorama y con un gran grupo de líderes políticos que han promovido abiertamente el negacionismo y proponen restringir aún más el sistema de salud actual, privilegiando la privatización y debilitamiento del sistema nacional de servicios de salud, se vuelve más que nunca imprescindible mirar hacia atrás para recordar los profundos avances que se lograron en salud en nuestro país antes de la dictadura y conmemorar a quienes resistieron, se acuerparon y lucharon, algunos dando la vida, contra el modelo impuesto por la dictadura a pesar de las adversidades, para que sus voces y legados continúen siendo un recordatorio de la resistencia y la esperanza, es por eso que a continuación destacamos algunas grandes mujeres y hombres que, entre muchos otros, generaron un aporte significativo a la historia de la salud pública y la medicina social en nuestro país:

Dra. Gilda Gnecco Tassara: Médica pediatra de la Universidad de Chile y defensora de los DDHH, su experiencia la llevó a abordar las desigualdades en salud y educación. Dirigió el Consultorio Docente-Asistencial Ismael Valdés V., un modelo pionero en América Latina en atención comunitaria y medicina social. En 1974, producto del golpe de Estado, fue expulsada de la Facultad de Medicina y el consultorio cerró. Mantuvo una estrecha relación de trabajo, amistad y compromiso con Carolina Wiff Sepulveda, desaparecida en 1975. Posterior a esto, dirigió el trabajo en salud en el Comité para la Paz y la Vicaría de la Solidaridad, brindando apoyo a detenidos políticos. Post dictadura, se desempeñó en el Ministerio de Salud y regresó a la academia, siendo reconocida por su excelencia académica en 2006. Continúa abogando por la memoria y justicia en Chile.

Carolina Wiff: Asistente social formada con una perspectiva de salud comunitaria en APS. Participó del vanguardista proyecto en medicina social de Quinta Normal, el Consultorio Docente-Asistencial Ismael Valdés V, que incluía el trabajo multisectorial en salud junto con otros profesionales, incluyendo a Asistentes Sociales para abordar la determinación social. Fue Dirigenta del PS, detenida por la DINA en 1975 junto a Carlos Lorca, pasó por Villa Grimaldi y aún continúa desaparecida. 

Dra. Danuta Rajs: Médica Cirujana, especialista en Estadística de Salud, defensora de la medicina social. Militante del PC, tras el Golpe de Estado, en 1974 se exilió en México donde impartió clases en la UNAM y la UAM. Trabajó en la Secretaría de Salud de México, el Centro Interamericano de Estudios de Seguridad Social y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Regresó a Chile en 1987 trabajó en el Instituto Médico Legal y fue convocada para reconstruir el sistema de información estadística que destruyó la dictadura, el DEIS, modernizando y mejorando estadísticas de salud en el país. En 2020, su testimonio sobre el manejo de cifras COVID-19 causó la salida del entonces ministro de salud. Siempre coherente con sus convicciones, falleció en 2022 en un hospital público.

Dr. Álvaro Reyes Bazán: Hijo de padre también médico, miembro de la Fech de los 20. Ingresa al PC a los 26 años. Trabajó en la Posta y conoció al presidente Allende cuando necesitaba una atención urgente por su rodilla lesionada. Lo tomaron detenido en diciembre del 73, desde ahí fue sometido a interrogatorios y torturas físicas, incluyendo métodos con corriente, y tortura psicológica por 11 meses. Ingresó a la Vicaría de la Solidaridad como médico y fue nuevamente detenido en 1986. Siempre firme a sus convicciones, se hizo merecedor de la Condecoración de Honor de la Orden Médica Chilena en el año 2018 y falleció en mayo del 2022.

Dra. María Isabel Matamala: ex-militante del MIR entre 1967 y 1990, fue galardonada con el premio Eloísa Díaz en 2019 por su destacada trayectoria. Se formó en pedagogía popular con Paulo Freire y comprendió el impacto social en la salud. Durante la dictadura, fue detenida y torturada en Villa Grimaldi y estuvo encarcelada en Tres Álamos, donde redactó un manifiesto feminista con compañeras, criticando la discriminación de género en el MIR, el cual no fue considerado por su partido. Renunció al MIR al retornar a la democracia chilena y se dedicó al feminismo y a la defensa de los derechos de las mujeres, centrando su labor en salud con enfoque de género y derechos humanos. Su influencia ha impactado a varias generaciones.

Dr. Juan Carlos Concha: Militante del MAPU desde 1969, fue nombrado Ministro de Salud Pública en 1971 por Allende. En su gestión, destacó por la implementación del programa de salud de la UP, especialmente en la importación y la distribución del medio litro de leche por niño, medida que sigue vigente en los centros de APS, con el nombre de «Programa de Alimentación Complementaria». Además, durante su administración ministerial, se crearon los «Consejos Locales de Salud», organismos para incentivar la participación ciudadana en materias de salud materna, infantil y bienestar familiar y becó a una generación de estudiantes de salud para fortalecer las políticas públicas de prevención de la mortalidad materna y desnutrición infantil . Tras el golpe, se exilió a la RDA y se unió al PC de Chile. Actualmente, ejerce como médico en Santiago y se inauguró la Farmacia Popular "Dr. Juan Carlos Concha Gutiérrez" en su honor, actualmente continúa formando a nuevas generaciones de salubristas.

Conclusión

No es casualidad la imposición de un nuevo modelo, instaurado de la mano de crímenes de lesa humanidad. Cuando se instala una forma de administrar la vida que rompe con el enfoque de Derechos y un Estado benefactor, se reproduce un modelo de vida que amenaza los Derechos Sociales constantemente y la capacidad de organizarse y resistir aquello.

El Sistema de Salud Chileno hasta hoy es profundamente patriarcal, vertical, segmentado y colonial, lo que repercute en cómo habitamos nuestros cuerpos y territorios y por tanto en cómo se configura nuestra salud. De esta forma, sin incluir una perspectiva que considere los determinantes sociales de la salud, se perpetúa el centralismo económico, la precarización de la salud, el no respeto de la autonomía de las personas, la marginalización y la violencia sobre todes quienes no estén bajo la norma hegemónica y binaria, junto con la precarización sanitaria de todas las personas que habiten el país. Por este motivo, como feministas acordamos que en la Constitución se debe garantizar un Sistema de Salud único, plurinacional, gratuito, y democrático con participación comunitaria y vinculante de la comunidad territorial y eliminando el derecho a lucrar en salud, garantizando universalidad con calidad, oportunidad y eficiencia. 

Es sumamente necesario que en este tiempo de reflexión y memoria retomemos la capacidad de organizarnos, esta vez, incluyendo en todos los niveles de Participación a mujeres y disidencias y avanzar así desde su concepción, hacia un Sistema Único y Universal de Salud (SUS), sin discriminaciones, para que desde una construcción programática dialogante con los territorios y necesidades locales, retomemos la capacidad de decidir sobre nuestros propios cuerpos y nuestra salud, superando la heteronorma en el proceso salud- enfermedad, en la atención clínica y en los modos de vida. 

Hoy nuevamente la Derecha está imponiendo una Constitución que no sólo consolida el modelo impuesto en Dictadura, sino que pretende hacer retroceder 50 años de lucha y organización por la defensa de los Derechos Humanos de mujeres y disidencias, así como las formas de decidir y relacionarnos que defienden la vida que queremos. Es por esto que es importante el ejercicio de la memoria y recordar la resistencia de compañeres que pusieron su vida a disposición por un país mejor para todes y como feministas nos resistimos a que los grupos conservadores eliminen Derechos fundamentales que en ningún lugar del mundo debieran siquiera ser cuestionados, para avanzar en un Chile cada vez más justo, fraterno, feminista y humano.

Yesica Sarmiento Bolbarán
Ma. Loreto Espinoza Tillería
Comité de Salud CF8M

Referencias

1) Feo, O. (2019): “¿Debemos insistir con la APS? ¿O nos atrevemos a cambiar? De la APS al Cuidado Integral de la Salud”. Reflexiones para pensar en la gestión, la participación y en la sistematización de experiencias desde la perspectiva de la salud colectiva. Compilación Publicada en línea: https://www.iae.edu.ve

2) Hevia. (1989). La Estrategia de Atención Primaria de Salud. Bases para una propuesta de organizaciones de sistemas comunales de Salud . Enfoques de Atención Primaria, 20-26.



3) Infante A, de la Mata I, López-Acuña D. Reforma de los sistemas de salud en América Latina y el Caribe: situación y tendencias. Rev Panam Salud Publica. 2000;8(1/2):13–20.



4) Ministerio de Justicia. (1989, 24 de agosto). LEY 18.826 SUSTITUYE ARTICULO 119 DEL CODIGO SANITARIO. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. https://www.bcn.cl/leychile/navegar?i=30202&f=1989-09-15&p=

5) Lampert-Grassi, M. P. (2015). Aborto en Chile. Evolución histórica del marco normativo. Elaborado para la Comisión Permanente de Salud de la Cámara de Diputados, en el marco de la discusión del proyecto de ley, iniciado en Mensaje, que Regula la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales. Boletín N° 9895-11, en primer trámite constitucional. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile

6) PNUD. (2016). Auditoría a la democracia. Más y mejor democracia para un Chile inclusivo.

7) Tejada de Rivero, D. A. (2013). Lo que es la atención primaria de la salud: algunas consideraciones a casi treinta y cinco años de Alma-Ata. Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública, 30, 283-287. Leer: https://www.scielosp.org/pdf/rpmesp/2013.v30n2/283-287/es

8) Ugalde, A. (1985). Ideological Dimentions of Community Participation in Latin American Health Programs. Social Science and Medicine.

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