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El modelo neoliberal es incapaz de enfrentar la pandemia. Por Enrique Villanueva

Estamos frente a una pandemia que alteró todo, nuestro sistema de vida, nuestros hábitos, que modificó radicalmente el funcionamiento de la economía, que puso en tela de juicio el rol de Estado subsidiario, que reta al individualismo que hasta ahora es el eje constructor de las relaciones sociales, reclamándonos por la responsabilidad Social, la solidaridad, como una posibilidad que nos permita salvarnos de esta crisis. Esta nueva realidad tiene que hacernos cuestionar las formas en que vivimos para, en el futuro, organizarnos de manera diferente, sin descartar nuevas crisis producidas por otros virus, que se han venido incubando dado el irracional uso de nuestros recursos, el calentamiento global, por el atropello voraz del medio ambiente y de la tierra.

Los mensajes que hasta ahora nos envían nuestros gobernantes no dan cuenta de esto, por el contrario, estamos frente a un gobierno que no ha sabido enfrentar esta crisis y que intenta “aprovechar” esta pandemia para lavar su imagen, pretendiendo dejar en el olvido los graves daños que hasta hace dos semanas le hizo al país y a la convivencia nacional. En las dos o tres apariciones presidenciales, en sus medios de comunicación, porque están al servicio del gobierno, desde que inició la pandemia, lo que han hecho es llamar a la conciencia de los chilenos y chilenas, a tomar medidas personales, laborales y familiares, comprometiéndose ellos, a proteger nuestra salud y nuestras vidas.

Quizás se olvidaron que hace ya cinco meses la mayoría de los chilenos y chilenas salieron a la calle hastiados del abuso, la desigualdad y la corrupción, reclamándole a este gobierno, el mismo que hoy apela a los ciudadanos para controlar la crisis, cambios significativos en el sistema de salud publico, groseramente sacrificado en beneficio de la privatización, del negocio y el lucro, apelando a lo que era una necesidad urgente, con propuestas transformadoras que nos permitirían avanzar hacia una salud digna. La respuesta de Piñera y su gobierno fue acelerar su agenda privatizadora, manteniendo los hospitales públicos en condiciones precarias, faltos de insumos, de personal calificado y con malos sueldos, una realidad que multiplica la amenaza que enfrentamos, dejando a una población prácticamente indefensa y sin la cobertura de salud mínima para enfrentarla.

A pesar de ello, son los propios funcionarios de la salud, maltratados por este gobierno, los que denunciaron una y otra vez el hacinamiento de enfermos en los hospitales, la falta de insumos para la realización de exámenes y garantizar una atención básica, así como, la suspensión de cirugías por falta de indumentaria y recursos adecuados, los que están trabajando para contener esta epidemia. A pesar de la decisión del gobierno, de precarizar cada vez mas el sistema hospitalario publico y, del mal trato al personal medico, enfermeros y enfermaras que trabajan allí, hoy, esos médicos y ese personal del sistema de salud son la primera línea para contener la epidemia que nos amenaza a todos.

Con humildad y respeto por los ciudadanos Ángela Merkel canciller de Alemania le decía anoche a los ciudadanos y ciudadanas alemanas, que debía limitar por todos los medios posibles el riesgo de que uno contagie a otro, para lo cual era necesario no permitir eventos, ferias, conciertos, el funcionamiento de las escuelas, universidades, excusándose de tomar esas medidas que “golpean nuestra vida y nuestra idea de la democracia.. Son restricciones que jamás hubo en la República Federal de Alemania… son derechos por los que hubo que luchar mucho, tales restricciones solo pueden justificarse por una absoluta necesidad. En una democracia, jamás deberían dictarse a la ligera y solo pueden ser aplicadas temporalmente. Pero en este momento son imprescindibles para salvar vidas “.

Quien puede poner en duda tales decisiones, como las que otros gobernantes de Europa y países del mundo han tomado, para proteger a sus compatriotas, respaldados por la credibilidad que estos y estas tienen en sus respectivos pueblos. Situación distinta es la que vivimos aquí en Chile, con un Presidente y un gobierno sin credibilidad ni apoyo ciudadano, que amenaza y reprime a sus compatriotas, que defiende y pone sus intereses por delante, el de su gobierno, negando a su pueblo demandas que son urgentes e indesmentibles. Chile está en rebeldía social, estamos enfrentando el Coronavirus y estamos acatando todas las medidas que sean necesarias para protegernos, pero este virus no afectó nuestra memoria, el gobierno que hoy pide nuestra colaboración, hasta hace dos semanas nos había declarado una guerra inexistente e irracional, justificando una represión cruel en contra de chilenos y chilenas que salieron a la calle a manifestar el tremendo descontento social que recorre todo Chile.

Hoy día este gobierno represor ordenó sacar a las FFAA a la calle, para hacer cumplir las restricciones de desplazamiento para los ciudadanos y ciudadanas, para proteger las instalaciones críticas, pero, aunque entendemos las razones, les miramos con desconfianza y estaremos alerta. Porque son las mismas fuerzas militares que en un día del estado de sitio, al inicio de la rebelión social, reprimieron de manera brutal y violenta, con evidencias de atropellos, torturas y violaciones a los derechos humanos.

Las Fuerzas Armadas, contrario a lo que piensa el presidente, el que no para de alabar su rol y objetivos, entendiéndolas como su brazo armado para mantener el orden y la seguridad, para los chilenos y chilenas estas, las FFAA, tienen un largo camino que recorrer para recuperar la confianza perdida, desprestigiadas además, por la acción corrupta de sus mandos superiores, vinculados a robos y hechos delictivos, abusando de sus altos cargos y envestidura militar, los que corrompieron a sus instituciones.

El cinismo, la arrogancia, el desprecio por el pueblo que trabaja, el uso caprichoso del lenguaje y todo lo que no afina con la realidad que vivimos, es lo que este gobierno y su presidente han demostrado tener, lo que deja a trasluz la ideología que les mueve, apertrechados de la desvergüenza en el mentir, por eso no confiamos en el presidente ni en sus ministros. Un gobierno que además, es incapaz de reflexionar que el sistema que representa, que el modelo neoliberal extremo que defiende, sus deficiencias, inequidades e irracionalidad, han quedado demostradas en el mundo justamente con esta pandemia.

La crisis que estamos enfrentando, ha dejado en evidencia, en todo el mundo, las consecuencias del debilitamiento de la salud pública, por la aplicación de las políticas neoliberales y, en nuestro país no será distinto, vamos a enfrentar esta pandemia como el país mas desigual del mundo. Con un gobierno que aplica políticas económicas a costa de disminuir la protección social y recortando el gasto público social, que mantiene a la población trabajadora con sueldos miserables y pensiones de hambre y, con un Estado subsidiario incapaz de cubrir las necesidades básicas de un población amenazada.

La pandemia del coronavirus no podrá ocultar, ni hacer olvidar, que en Chile son los trabajadores y las trabajadoras, quienes terminan financiando a las grandes empresas, con el dinero que mes a mes le pagan a las Administradoras de Pensiones, AFPs durante todos los años de su vida laboral. La evidencia en esto es tangible, hasta el año 2019 diversas instituciones financieras, principalmente bancarias, reciben un total de US$44.941 millones de dólares en inversión. Otros, como el Grupo Luksic, recibe desde los fondos de pensiones US$8.956 millones de dólares. En 10 Bancos privados se concentran US$38.857 millones de dólares en inversiones de los fondos de pensiones. 16 Grandes Grupos Económicos de capitales nacionales que operan en Chile, reciben US$50.582 millones de dólares en inversiones desde los fondos de pensiones.

Sabemos que con coronavirus o no, este sistema seguirá funcionando así, a favor de los grandes grupos económicos y en desmedro de todos los chilenos y chilenas, con un gobierno que se niega a cambiar el sistema tal como lo pide la mayoría del país, para destinar estas grandes cantidades de dinero a resolver la salud y las pensiones, para que cada chileno y chilena tenga una pensión digna al final de su vida laboral.

Por otra parte, anuncian ayudas para equilibrar la economía ante la crisis, pero en un país en el cual el empleo es precario, con miles de trabajadores y trabajadoras que no tienen capacidad legal alguna para exigir a su empleador el respeto a sus derechos, sueldo, jornada laboral, protección por enfermedad, estas medidas son ineficientes o simplemente no llegan. De manera equivocada, el presidente y el gobierno, los grandes empresarios, se niegan a aceptar que los mecanismos existentes no funcionarán, porque esta no es una crisis normal, a pesar de que el presidente con su habitual grandilocuencia continúe diciendo que la economía se recuperará, porque es una economía sólida, lo que no es así.

A pesar de ello la estrategia del gobierno no cambia, apunta a proteger el modelo neoliberal, favoreciendo a los sectores que ellos estiman son claves para activar la economía, por chorreo, porque son los que dan empleo, particularmente la gran y la mediana empresa, sin intentar siquiera tratar de hacer algo nuevo, por el contrario continúan empleando los mismos mecanismos utilizados antes, como si esta fuese una crisis con un fin predecible o definitivo.

Por esta razón y mas allá de las medidas económicas anunciadas, en estos momentos son miles los trabajadores afectados por el abuso o por decisiones empresariales arbitrarias, como la rebaja de su sueldo a la mitad, u otras medidas injustas que se amparan en la legislación laboral actual. Son decenas de miles de trabajadores y trabajadoras de tiendas comerciales, incluso grandes tiendas, sin contar a los vendedores ambulantes, trabajadores en bares, restaurantes y la industria del entretenimiento que ya están al borde de la cesantía y sin ayuda del gobierno.

No sé si el presidente se ha preguntado que hacer con el derecho al agua, en estos momentos de crisis en los cuales el agua es vital para no contaminarse, siendo este, el presidente, parte de un gobierno que defiende como lo ha hecho hasta ahora, que un elemento vital para la vida humana este privatizado y que los derechos de aguas en Chile, continúen en manos de privados de forma gratuita y a perpetuidad. Pero somos la mayoría que quiere un cambio constitucional, para justamente declarar que el acceso al agua es y debe ser considerado un derecho humano, que forma parte de las garantías indispensables para asegurar un nivel de vida digno y adecuado, ya que es una de las condiciones necesarias para asegurar la supervivencia de la sociedad.

Los chilenos y chilenas desde hace rato y es la razón por la cual con o sin corona virus nos mantenemos en rebeldía social, es que para el ciudadano y la ciudadana común, hay una economía de la vida diaria, la de los supermercados, los hospitales, las universidades, de la salud y la educación, que nos exige y estruja, mientras que existe otra economía, financiera que no se ve, pero que maneja a su antojo los riesgos y genera grandes recompensas para los ricos, esa economía ya no sirve ya no es viable para los ciudadanos del mundo.

Por eso, seguiremos insistiendo en que la economía hoy requiere cambios, el costo de esta crisis, que como otras anteriores, la pagaremos en el mundo trabajador, será duro y grande, pero con la extensión y gravedad de esta pandemia, quedó demostrado que las acciones a tomar para realmente cambiar las cosas, deben ser medidas universales, para dar vuelta la tortilla, para redistribuir la riqueza y el poder hacia abajo, no hacia arriba. No le creemos al gobierno ni al presidente, porque no tienen credibilidad, porque ha mentido, miente y nos seguirá mintiendo, sospechamos de sus medidas, porque nos han engañado y porque el es defensor de un modelo económico decadente.

En resumen y mas allá de lo que piense este gobierno y su presidente, ambos desprestigiados y sin credibilidad, nos estamos enfrentando a una pandemia de grandes magnitudes, con un modelo económico y con unos economistas, que por mantener los intereses y privilegios de los grupos poderosos, que se adueñaron del país, quienes nos consideran solo unos peones útiles del mercado, son capaces de infligirnos una catástrofe económica por su demostrada mezquindad y poca valoración del ser humano.

Ya nos levantamos, despertamos, pero necesitamos pensar en un nuevo sistema económico, que tenga como prioridad principal el derecho y el bienestar de las personas, como la salud pública, que recupere el agua como un derecho, y que fundamente su estrategia, en el valor del ser humano para crear riqueza y bienestar, que en suma, estabilice nuestra relación con el medio ambiente y con el planeta.

Esa es la tarea de la izquierda hoy, y para hacerla realidad, la tarea no es continuar administrando el modelo neoliberal, porque nos esta dañando a todos en el mundo..

Enrique Villanueva .

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