En kioscos: Abril 2024
Suscripción Comprar
es | fr | en | +
Accéder au menu

El partido de mis abuelos. Por Lilia Concha

Debo haber tenido 12 años y me abrumaba esta pregunta, demasiados costos, demasiadas pérdidas, una búsqueda de sentido si es que lo había. En más de una ocasión y con culpa, tuve el deseo de pertenecer a una familia a la que no le preocuparan cosas que significaran riesgos vitales. Pregunté a mi abuela materna, casi como un reproche ¿por qué elegimos ser comunistas?

Mis abuelos vivían en la oficina salitrera de Pedro de Valdivia en Antofagasta, ahí mi madre y mis tíos se fueron haciendo a la vida. El abuelo era obrero linotipista, había trabajado toda su vida desde muy niño emigrando al lugar donde estaba la promesa del oro blanco, donde el salario se pagaba en fichas para comprar en la pulpería que les pertenecía a los mismos dueños del Salitre. Mi abuela pensó un poco mi pregunta, pero con esas certezas que siempre me sorprendieron no tardó mucho en contestarme.

 Allá teníamos tres alternativas, ser alcohólicos, ser evangélicos o ser comunistas. Ser alcohólicos no era opción, los evangélicos eran personas muy respetables, pero nosotros creíamos que las cosas podían y debían cambiar, entonces fuimos comunistas -. No hubo citas teóricas de Marx, ni mayores explicaciones ideológicas, era simple, la vida no era justa y eso debía cambiar.

Mi bisabuelo y mi abuelo fueron relegados a Pisagua en tiempos de la “Ley Maldita”. González Videla había ganado la elección con el voto de los comunistas, con su trabajo activo en la campaña y teniendo ministros en su primer gabinete, pero la “Guerra Fría” pudo más y la presión norteamericana terminó por convencer a González Videla de que debía declarar ilegal al partido que había sido su aliado.

Con el golpe cívico militar en 1973, vino la detención del abuelo, un mes desaparecido para que una voz anónima nos avisara que su cuerpo estaba en el hospital de la FACH, murió en torturas en la Academia de Guerra. Tuvimos la “fortuna” de poder recuperar su cuerpo y sepultarlo en un funeral severamente vigilado. Después, en mayo de 1976, detienen a mi papá, en la vía pública un auto de la DINA lo sube a la fuerza y lo lleva a Villa Grimaldi, desaparece, en la mesa de diálogo el ejército reconoce su detención y declara haberlo lanzado al mar. A finales del mismo año detienen y desaparece su primo hermano, mi tío Iván, años después el motor de su Renoleta es encontrado enterrado en Colonia Dignidad. Finalmente, en 1978, en el marco de la Operación Cóndor detienen a mi tía Cristina, su luminosa sonrisa también desaparece. Más de 500 militantes del PC fueron asesinados durante el periodo de la dictadura.

Milité en la JJCC en plena dictadura, mucho de lo que soy se formó ahí, pero también fui tomando mis propios derroteros, con mis propios cuestionamientos y diferencias, ya no milito, pero es indudable que esa experiencia me constituye.

Mi historia es común a la de miles de chilenos. No cabe duda de que la influencia de Recabarren en la historia sindical y obrera de Chile es determinante, que en esas luchas se han conquistado derechos laborales que hicieron más digna la vida para todos, que la larga lista de intelectuales, artistas, científicos, incluyendo un premio Nobel de literatura y creadores como Víctor Jara, así como de luchadores(as) sociales, son una parte del invaluable aporte que el PC ha entregado a la historia republicana de Chile. Hoy este partido cuenta con notable respaldo, se ubica como el partido con mayor votación parlamentaria de Apruebo Dignidad y con la diputada Karol Cariola como la más votada de Chile, el PC ha ganado su lugar en la historia democrática de este país y una parte importante del pueblo chileno así lo valida.

Este partido, como cualquier organización de más de 100 años ha tenido que reinventarse, vivir su propia dialéctica, cambiar, aprender de su devenir histórico y de sus errores, pero aquí está.

Leí la columna de Álvaro Ramis, el partido de Recabarren es el partido de mis abuelos, el de mis padres y el de muchos chilenos que abrazan las ideas que resumiera don Luis Emilio en 1912 en “El despertar de los trabajadores”: “Socialismo es la libertad otorgada a todos para formarse su propia conciencia. Todo lo que signifique amor y justicia, libertad y ciencia, es socialismo”.

Mi abuela diría, la vida aun no es lo suficientemente justa, aún hay cosas que deben cambiar, entonces por eso “el partido” sigue aquí.

Compartir este artículo