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El pensamiento alternativo de Hugo Biagini: crítica al neuroliberalismo desde la contra cultura juvenil. Por Alex Ibarra Peña

En las condiciones actuales en que van surgiendo distintos movimientos sociales emergentes, situados desde una perspectiva utópica con función transformativa, es necesario acudir a algunos respaldos teóricos que contribuyan a una categorización -epistemológica, ideológica y ética- consecuente al relato histórico en el que nos toca participar, más allá de los estereotipos derrotistas a favor de los relativismos y escepticismos que anulan la praxis política.

Como es sabido, varios académicos cumplen la tarea de dedicar su vida al estudio, sin embargo son pocos los que asumen una concientización a favor de las prácticas transformativas a las que las universidades deben contribuir no sólo por las demandas de sus estudiantes sino en la asunción de que dicha tarea no puede ser eludida como parte de su misión.

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Un ejemplo de intelectual atento y comprometido con su época histórica es el historiador y filósofo argentino Hugo Biagini que acaba de ofrecer una serie de conferencias en torno a su nuevo libro “La reforma universitaria y nuestra América: a cien años de la revuelta estudiantil que sacudió al continente” (Buenos Aires: Editorial Octubre, 2018) en Valparaíso y en Santiago. Las distintas actividades en las que este intelectual participó también fueron ocasiones para reconocer y poner en la valor la trayectoria elocuente a favor de las víctimas de la injusticia en nuestra querida América. Hemos sostenido durante estos días que hay razones suficientes para prestar atención a la obra escrita de este filósofo argentino que merece un lugar relevante al interior de la tradición del pensamiento liberacionista.

Una de nuestras metáforas estilísticas ha sido la de representar a Biagini como un “profeta”. La tradición del profeta, ha advertido Enrique Dussel, es una figura que es capaz de alzar la voz para fortalecer su pensamiento de denuncia, pero también para alentar procesos de transformación revolucionaria. No basta con que las ideas se queden silbando apenas perceptibles al interior de una sala de clases vacía, éstas adquieren sentido cuando se hacen carne e irrumpen en el espacio público como signos que orientan hacia nuevos horizontes propios de los cambios de época. Sin duda, la obra de Biagini transita de la erudición perteneciente a la investigación académica hacia la opción por convertirse en una voz situada en el espacio público para ejercer la denuncia y demandar acciones de la práctica transformativa que exige la vía de la resistencia al credo del pensamiento único, maquillaje del capitalismo salvaje. Hay un movimiento que imbrica al pensamiento dentro de la vida social sin invisibilización de lo político, recordándonos una manifestación de pensamiento genuino que escapa al mito de la neutralidad de los saberes. Por dicha razón, la obra que destacamos no queda ajena frente a la significación histórica de la Revolución Cubana, ni tampoco frente a las contribuciones del pensamiento “marxista latinoamericano”.

Podemos resumir diciendo que el “pensamiento alternativo” es un ejercicio de resistencia al neuroliberalismo (como le gusta decir a este mismo autor), pero también es una propuesta crítica que visualiza otras posibilidades distintas al pensamiento único desde una situación más optimista que la simple aceptación de la fragmentación. Desde nuestro punto de vista, el “pensamiento alternativo” es una de las actualizaciones más relevantes de la filosofía de la liberación.

En estas líneas no se pretende mostrar un estudio acabado sobre la obra completa del autor, sin embargo quisiera destacar someramente los últimos trabajos que son “La contracultura juvenil” (2012); “El neuroliberalismo y la ética del más fuerte” (2014); y “La Reforma Universitaria y Nuestra América” (2018).

“La contracultura juvenil” tiene como tema central –según lo destacado por varios comentadores- a la rebeldía juvenil, en cuanto a que ésta siempre aporta a la renovación de las instituciones políticas y a la legitimación de nuevos proyectos democráticos, amparados varias veces en las reformas al interior de las universidades en América Latina. “El neuroliberalismo” (en coautoría con Diego Fernández) aparece con claridad un planteamiento crítico a la lógica neoliberal tan presente en nuestro continente desde su instalación en la dictadura de Pinochet y que, lamentablemente, seduce a muchas de las clases políticas dirigentes que colaboran a favor de la mundialización de esta ideología.

En este nuevo libro “La Reforma Universitaria y Nuestra América” (presentada en la Universidad de Valparaíso y en la Librería de Le Monde Diplomatique, además aludido en la Conferencia dictada en la Casa Central de la Universidad de Chile), se alude obviamente al centenario de la Reforma de Córdoba y a sus disparadores desde el lugar del juvenilismo. Además se incorporan temáticas como la problemática identitaria en el contexto de las nacionalidades. En relación al tema central sobre el “movimiento reformista” se incluyen cuestiones como: la imagen de los reformistas sobre Estados Unidos, la fuerza del poder estudiantil y los manifiestos; llegándose al reconocimiento de los distintos cambios realizados por los movimientos estudiantiles siempre emergentes.

En las líneas finales aludiremos a la magna utopía continental que es parte del intento de la integración regional de América Latina, la cual se ve enfrentada a dos proyectos dicotómicos. Por una parte, un estereotipo hegemónico como forma de mantención de un sistema de dominio y subalternación extremo en el aumento de la desigualdad, avalado por el relato seductor de un “mundo feliz” que exige como consecuencia la triste aceptación que naturaliza la idea de que no queda otra posibilidad más que la de subirse al tren de la modernización excluyente, civilización, progreso, prosperidad, etc; sumando el costo al quiebre de las “identidades nacionales” –y agregaríamos “identidades originales”. El otro modo de integración sería el antihegemónico que integra un “cariz multidemensional”, en el cual no se niega a la globalización sino que se le dota de un sentido más solidario a favor de la superación de las injusticias.

Volviendo a los movimientos estudiantiles Biagini comprende a la universidad como una utopía viable cuando ésta asume su función orientadora primordial que se opone a la dependencia en el orden cultural, económico, ideológico, tecno-científico, etc. Como remarca este filósofo, aquí no se está pensando en aquella “universidad” reducida a ser un enseñadero, es decir aquel lugar infértil para el pensamiento emancipatorio en cuanto son verdaderos cementerios de conciencia al servicio de los grupos privilegiados, del individualismo y la “libre” empresa, sino que aquellas casas de estudios no domesticadas.

Alex Ibarra Peña.
Colectivo de Pensamiento Crítico
“palabra encapuchada”.

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