Por Dr. Francisco Javier Villegas, Universidad de Antofagasta
El Dr. Pablo Martín de Julián es uno de los más destacados académicos de la Universidad de Antofagasta. Es profesor titular, desde hace algunos años, en dicha casa de estudios superiores, y posee un caudal de experiencias humanas y profesionales que merece notable atención en el contexto universitario nacional. La presente entrevista, hasta ahora inédita en español, ocurrió una tarde del mes de agosto de 2024, en el contexto de un marco de divulgación cultural, en el Campus Coloso, de la mencionada universidad. En ella, el relevante y apacible profesor aborda, desde diversos ángulos y temas, sus principales hitos de vida y experiencia académica. Actualmente, vive en la ciudad nortina de Antofagasta en compañía de su esposa, una hija y sus tres nietos.
Profesor Pablo: me gustaría iniciar esta entrevista con una pregunta desde su memoria familiar. Cuéntenos dónde nació junto a los antecedentes de su propio origen
Nací en Madrid, España, en el año 1937, en plena guerra civil española. Mi padre se llamaba Felipe Martín Carrillo y fue combatiente en la guerra civil, por el lado de los republicanos, y tuvo diferentes cargos llegando a comandar una compañía de soldados, un batallón miliciano y una división de diez mil soldados. Tuve un hermano mayor, también, llamado Felipe Martín que me llevaba por año y medio de edad. Por cierto, ahora, ya tengo 87 años.
Desde ese origen, profesor Pablo, ¿qué cosas recuerda de sus inicios escolares en Madrid?
En aquellos años, no realicé la educación primaria; no hice cursos en ese nivel y la enseñanza secundaria la realicé en el prestigioso Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, un establecimiento de enseñanza secundaria fundado en 1845. Estando allí saqué buenas notas y en el preuniversitario, fui el primero en resolver los ejercicios ahí mismo y por ser primero en hacerlo, salía a la pizarra y de 200 estudiantes era el primero en matemáticas tanto por el número de veces que levanté la mano como también fui el que más veces resolvió los ejercicios en comparación con mis otros compañeros de sala. En otro hecho, de un grupo de 90 estudiantes fui el más joven de los seleccionados y de estos se escogieron a seis donde quedamos junto a mi hermano Felipe Martin.
Hábleme respecto de otros estudios que recuerde haber realizado en esa época, en España
Por cierto, recuerdo que a los 15 años fui voluntario, junto con mi hermano Felipe, para realizar un curso de vuelos sin motor en el aeropuerto militar de CUE, Asturias, logrando también ingresar por tener justo el requerimiento de la estatura: 1,65 mts. Con posterioridad, al llegar a Chile, obtuve la licencia de piloto, de avión con motor. Recuerdo que eso fue entre los años 1958 y 1959. Al respecto, he volado diferentes tipos de aviones tales como el Piper Aeronca, Cesnas 140/170/180/ Bimotor y hasta hace diez años, todavía volaba. De hecho, dejé de volar a los 78 años, en Antofagasta, porque no hay club de aviones.
Usted es un hombre inquieto y como su experiencia no ha sido estática ¿qué puede señalarnos de sus estudios como universitario?
En relación a mis inicios como estudiante universitario puedo decir que estudié en la Universidad de Chile haciendo dos carreras: la Ingeniería Civil Industrial y la Licenciatura en Biofísica. Después, realicé el doctorado en Estados Unidos, a partir de la obtención de una Beca Ford, en la Universidad de California, Los Ángeles. Recuerdo que, en esos tiempos, allá, había ocho premios Nobel haciendo clase y pude asistir a clases conferencias de dos importantes profesores, en realidad, dos notables: los doctores Richard Feynman y Julian Schwinger, ganadores del Nobel de Física en 1965 por su trabajo en la electrodinámica cuántica.
Y respecto de su propio trabajo académico ¿qué aspectos puede señalar como importantes?
Lo interesante de mis estudios es que realicé la maestría y el doctorado en tres años lo que fue todo un récord. En ese contexto, fui contratado por la Universidad de California, pero, decidí regresar a Chile porque el doctor Salvador Allende había sido elegido presidente y porque querían que yo trabajara en la Comisión Chilena de Energía Nuclear entidad de la cual fui subdirector técnico y director ejecutivo cuando estaba el coronel Lackington al cual reemplacé por más de un año, durante 1972. De hecho, hay una fotografía donde aparezco con Allende y Pinochet cuando fueron a visitar el centro nuclear para la inauguración de las pilas subcríticas. Sin embargo, se destruyeron todas las fotografías. Pero, en Bélgica se está editando un libro, próximamente, y allí aparecerán las imágenes de aquel suceso histórico.
Profesor Pablo, ¿qué otros asuntos puede comentarnos de ese tiempo que fue difícil para nuestro país?
Recuerdo que, con el golpe militar, se destruyó mi nombramiento de catedrático en el Campus Beauchef, en la Universidad de Chile, donde fui el profesor más joven en ser elegido en ese cargo. También, fui profesor asistente de varios cursos después de mi primer año como estudiante en la Universidad de Chile. Ya al segundo año, por ejemplo, fui asistente de matemáticas. De hecho, recuerdo que fui profesor auxiliar de Mecánica Racional, en 1962, y me nombraron Catedrático, en el Senado universitario, en 1966, a mis 29 años. Sin embargo, después de 1973, a pocos meses del golpe, tuve que salir del país antes de que me detuvieran. Por mi tutor, que trabajaba en Estados Unidos, me ofrecieron trabajo en el Tokamak, en San Diego. Y también me ofrecieron ser parte de la Comisión Nuclear en México, así como, también, tuve un ofrecimiento para ocupar una plaza de profesor académico en la Universidad Simón Bolívar en Venezuela. Sin embargo, no quise volver a Estados Unidos porque habían participado del golpe militar en el país. En su momento, pensé en irme a México, pero este país había roto relaciones diplomáticas con Chile, y no tenía visa por lo tanto me fui a Venezuela, a la Universidad Simón Bolívar, donde me trataron muy bien y cuando mi esposa llegó nos quedamos allí. Así permanecí en este país hasta quedar jubilado. Tuve bastantes proyectos de investigación en la Universidad y fui integrante de la Comisión Nacional que clasificaba a los profesores en Venezuela.
De su abundante experiencia académica ¿qué elementos usted destaca de su productividad científica?
Puedo indicar que, en trabajos divulgados, poseo cerca de 175 publicaciones científicas indexadas de nivel mundial y poseo más de mil cien citaciones internacionales. He sido editor de un libros de Física de Plasma en la editorial Kluver, de Holanda, y de varios libros en Venezuela. Soy miembro del Institute of Electrical and Electronics Engineers, EEEI; y también pertenezco a la OSA donde soy Senior Member (Optical Society of America, USA) y que son dos organismos de carácter mundial. Por otra parte, he recibido la distinción de Fellow de la International Association of Advanced Materials-IAAM, en Estocolmo, Suecia. También tengo que decir que, soy miembro de la American Physical Society, APS, de Estados Unidos, y pertenezco a la SEG, Society of Exploration Geophysicists. Dentro de mis trabajos, destaco uno que publiqué en el área de Biofísica, en el año 1964. Es un trabajo famoso que trata acerca de la cuantificación de las curvas de primera dilusión, el cual se utilizó en papers cardiovasculares y clínicos. Tengo, además, tres Patentes de Invención, dos de ellas en Estados Unidos y la primera solo en Chile. De esas patentes, hay una que actualmente se relaciona con la producción de refinación de aceites de motores a partir de aceites usados. Fui colaborador por un año en el Centro de Investigación de Los Álamos, en Nuevo México (Los Alamos National Laboratory, LANL), un laboratorio del Departamento de Energía de los Estados Unidos, una de las instituciones multidisciplinares más grandes del mundo, y que es administrado por la Universidad de California. En este recorrido académico, he estado, también, varios meses en la UCLA, Universidad de California, Estados Unidos y, en varias oportunidades, en el Imperial College de Londres, una universidad pública de gran prestigio en Inglaterra.
¿Qué puede decirnos respecto de su trabajo académico y de investigador científico?
Puedo señalar que me gusta la investigación y que en el transcurso de estos años tengo trabajos variados en Ciencia. Entre ellos, por ejemplo, trabajos de geofísica como predicción de por donde van las minas de oro en yacimientos, originados por intrusión magmática. He tenido trabajos en el área de Ingeniería, en Biofísica, en Mecánica Cuántica, en Física de Plasma, en Semiconductores, en el área de Matemáticas en lo que se llama el MPQA, multi-point Quasi-rational (Quantum Mechanical Approximations) entre otros estudios.
Y respecto de las cosas que más le agradan de su trabajo académico ¿qué aspectos lo motivan fundamentalmente?
Me gustan en realidad dos cosas: investigar y enseñar. Así como también tener contacto permanente con mis estudiantes. Uno de mis alumnos, por ejemplo, Lorenzo Brualla, está como Profesor en Essen, una ciudad del estado de Renania, en Alemania, donde es parte de un equipo de investigadores que trabaja en estudios acerca de la radiación para el tratamiento del cáncer con protones, a diferencia de otros tipos de radiación, como la de isótopos, en el caso con protones no se produce problemas en los tejidos sanos. Trabajan con un equipo muy caro que cuesta 50 millones de dólares, y que es probable que en Madrid también se instale un segundo europeo de análisis e investigación en este campo. Eso de saber lo que hacen mis alumnos me enorgullece mucho.
¿Qué recomienda usted para el quehacer de las universidades en la actualidad?
La universidad tiene que realizar dos cosas fundamentales: por un lado, preparar a estudiantes, prepararlos de manera profesional para las diferentes aplicaciones de la vida, ya sean estas de tipo educativas, médicas, industriales u otras y contribuir de manera muy fuerte en el desarrollo de los conocimientos e innovaciones en las áreas de física, ingeniería, química, educación, medicina, entre otras. Es de esperar que todo eso conlleve a tener una mejor sociedad y una adecuada educación para la vida.