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El rey está desnudo. La imagen mitificada del Chile neoliberal ha explotado en mil pedazos. Entrevista a Sergio Grez Toso en The Citizen de Nueva Delhi

Traducción al español de la entrevista publicada por el periódico The Citizen, Nueva Delhi, 1 de noviembre de 2019

Versión en inglés: https://www.thecitizen.in/index.php/en/NewsDetail/index/6/17800/The-King-Is-Naked

Teniendo en cuenta la alta desigualdad social en Chile, ¿cómo pudo Sebastián Piñera (uno de los hombres más adinerados de Chile) ganar de manera tan contundente la elección de 2017? La elección por segunda vez de Sebastián Piñera a fines de 2017 (con apenas poco más del 25% del cuerpo electoral debido a la gran abstención ciudadana) se explica por el desencanto de grandes sectores de la población con el segundo gobierno de Michelle Bachelet, por el rechazo que generaron ciertos casos de corrupción que rodearon a su administración y por las esperanzas de cambio frustradas debido a la no realización de importantes promesas del programa ofrecido a la ciudadanía, como una nueva Constitución para sustituir la impuesta por el dictador Pinochet en 1980.

¿Por qué, a tan corto plazo tras haber ganado Piñera la carrera presidencial, hay protestas tan masivas y una huelga general en su contra?

La espontánea revuelta popular en curso responde a causas profundas, estructurales. Se trata de un descontento sordo, acumulado a lo largo de más de cuatro décadas de aplicación implacable del modelo neoliberal más extremista del planeta, descontento sin una clara proyección política en sus inicios. Desde el golpe de Estado de 1973 se han cometido muchos atropellos, violación sistemática de derechos esenciales de la mayoría de la población, represión brutal durante y después de la dictadura, latrocinios de todo tipo de grandes empresarios y de políticos profesionales, destrucción de la naturaleza, avasallamiento de los pueblos originarios, entrega del país a las transnacionales y negación de la soberanía popular. A una larga acumulación de quejas y malestar se sumó el torpe y prepotente manejo del gobierno de Piñera y sus ministros quienes se mantuvieron inflexibles frente a la protesta por el alza del precio del Metro en Santiago, agravando la tensión con declaraciones que provocaron indignación generalizada. Las condiciones para una gran explosión social estaban listas desde hace mucho tiempo, el comportamiento del gobierno fue la chispa que terminó por provocarla.

¿Por qué desplegó Piñera a las fuerzas armadas de manera tan rápida y brutal? ¿Cómo es la relación entre el gobierno chileno y el ejército?

El Ejército y las Fuerzas Armadas chilenas han gozado de gran autonomía desde el término de la dictadura (1990). Ninguno de los gobiernos postdictatoriales ha emprendido el imprescindible trabajo de democratizarlas y reformarlas, de manera tal que su doctrina, valores y comportamiento correspondan verdaderamente a las de Fuerzas Armadas de un régimen democrático. Estas siguen imbuidas de los valores ultraconservadores y antipopulares de la Doctrina de la Seguridad Nacional que concibe a su propio pueblo como un “enemigo interno” al que hay que vigilar y reprimir a cualquier costo a fin de mantener el “orden social” que favorece a los sectores más opulentos y poderosos de la sociedad. Las Fuerzas Armadas chilenas no se han reformado: el ingreso a las escuelas de oficiales se sigue realizando en base a criterios de segregación social (muy rara vez acceden a ellas los hijos de obreros, campesinos o modestos empleados); el entrenamiento y el adoctrinamiento de la elite militar chilena sigue bajo influencia norteamericana (numerosos oficiales son enviados a Estados Unidos para ser preparados por militares norteamericanos), todo el armamento procede de ese país o de sus aliados de la OTAN y de Israel; la alta oficialidad continúa apegada al “legado” de la dictadura y vinculada por lazos de clase y familiares a la derecha, y la falta de control de los gobiernos que se han sucedido desde 1990 ha redundado en numerosos y escandalosos casos de corrupción (varios ex comandantes en jefe del Ejército están siendo sometidos a proceso por delitos de malversación fraude y robo de bienes públicos). Todo ello sin considerar el caso de otro excomandante en jefe del Ejército (Juan Emilio Cheyre) condenado por su complicidad en asesinatos cometidos por los militares durante la dictadura de Pinochet. Los gobiernos postdictatoriales han tratado débilmente de mantener a las Fuerzas Armadas dentro de los marcos formales del régimen institucional, pero está a la vista que no lo han logrado. Lo más grave se ha producido en estos días cuando Piñera, desbordado por el levantamiento popular, decidió decretar el estado de emergencia y sacar los militares a la calle para cumplir funciones de policía para lo cual no están preparados. Al recurrir a los militares, el verdadero objetivo del presidente de la República no ha sido proteger la vida de las personas ni la propiedad pública y privada sino aplastar la rebelión popular. El comportamiento brutal de los uniformados (militares y policías) ha revelado que estos no han experimentado cambios importantes en los últimos treinta años.

Hay manifestantes nacidos antes y después de Pinochet, hay estudiantes, profesores, trabajadores de la salud, sindicatos del cobre… ¿Por qué quieren todos que Piñera renuncie? ¿Qué esperan que ocurra en caso de que el gobierno caiga? El movimiento en curso es un movimiento espontáneo de la mayoría de la población chilena, independientemente de sus opciones políticas previas. Es un movimiento causado por el hastío y la decepción por las promesas no cumplidas de la infinita transición a la democracia iniciada en Chile hace treinta años. Piñera representa para los manifestantes el paradigma concentrado de los causantes de este malestar: un gran empresario especulador (perteneciente al 0,1% más rico de Chile), que se benefició del modelo impuesto por Pinochet a la vez que uno de los principales políticos que ha coadministrado el modelo en estas últimas décadas. La caída de Piñera podría significar el comienzo del fin de este modelo de economía y sociedad neoliberal, al mismo tiempo que la posibilidad de salir del sistema de democracia protegida, tutelada y de baja intensidad que ha contenido y reprimido las demandas sociales durante las últimas décadas. Este es el significado que los manifestantes dan a una eventual caída de Piñera.

La destrucción ecológica fue un factor clave tras las protestas dirigidas por pueblos indígenas en Brasil. ¿Existen razones similares entre el creciente descontento en Chile? El tema ambiental es un factor clave en los procesos de movilizaciones ciudadanas y de los pueblos indígenas de Ecuador, Brasil y Chile contra la imposición del modelo extractivistaexportador neoliberal en sus territorios ancestrales. En la actualidad existen proyectos de extracción de petróleo, forestales y mineros en los territorios de los países amazónicos, megaproyectos de expansión minera en la cordillera de Los Andes en Chile. Algunos de estos proyectos destruyen glaciares, otros contaminan ríos y mares, como es el caso de la expansión transnacional de la industria salmonera en las regiones de la Patagonia chilena.

La mayor parte de las economías latinoamericanas se basan en la extracción y exportación de recursos naturales mineros, forestales, pesqueros y agrícolas que se encuentran en los territorios de los pueblos originarios, recursos que son destinados mayoritariamente hacia los mercados internacionales, especialmente Estados Unidos, China, Japón, Medio Oriente y Europa, entre otros.

Por su parte, los pueblos y comunidades locales en Chile vienen sufriendo los impactos de un agresivo proceso de privatización de los recursos naturales y bienes comunes (agua dulce, tierras, lagos, ríos, áreas costeras y mar, manglares, pesquerías, etc.) para entregarlos a empresas transnacionales y al sistema financiero transnacional. A su vez, los territorios de estas comunidades son afectados por megaproyectos de inversión transnacional en energía (carbón, petróleo, litio, hidroeléctricas, solar, eólica, geotérmica), obtención de pesca y acuicultura intensiva para la exportación.

El pueblo chileno y pueblos originarios están luchando contra el sistema político, económico y social neoliberal en el que se inscribe el modelo extractivista-exportador impuesto mediante el sangriento golpe de Estado de 1973. Estas demandas van acompañadas de las demandas por la democratización de la sociedad chilena, el control territorial y de sus recursos por parte de las comunidades locales y regionales, junto a la autonomía política de los pueblos originarios. Las comunidades mapuches, lafkenches, williches, kawesqar y yagán luchan contra los impactos ambientales, sanitarios y sociales, derivados de la expansión de la mega industria transnacional productora de salmones de cultivo para la exportación, especialmente en las costas de las regiones del Bio Bío, Araucanía, Archipiélago de Chiloé, y las regiones de la Patagonia. Por su parte, los pescadores artesanales e indígenas luchan por anular la corrupta ley de pesca en el parlamento, y destinar las capturas y producciones a asegurar la alimentación nacional. En el contexto de la mayor sequía de Chile en los últimos 40 años, las comunidades campesinas se movilizan por recuperar el acceso y uso al agua dulce, mediante el establecimiento de un código que la declare un derecho fundamental, destinado principalmente al consumo humano y animal, y la agricultura de pequeña escala destinada a la alimentación de la población. Por su parte, las poblaciones urbanas (más del 80% de los habitantes del país) protestan contra los impactos de la sequía y la falta de agua dulce, productos del cambio climático, contra las políticas los altos precios de los alimentos, el creciente destino de la producción de alimentos básicos para la exportación, la contaminación química y orgánica de origen industrial. Todas estas demandas van acompañadas de la exigencia de democratización de la sociedad chilena, control territorial y de sus recursos por parte de las comunidades urbanas y rurales, además de la autonomía política de los pueblos originarios.

En su última alocución, Allende describió a los líderes del golpe de estado como: “el mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder”. ¿A quiénes se refería, específicamente y cuál es su expresión en la actualidad? El sector social al cual se refería Allende en su última alocución al pueblo de Chile es la gran burguesía, un sector minoritario (el 1% o 2% más rico del país), pero con capacidad de extender su hegemonía cultural, ideológica y política hacia más amplios sectores sociales. Es el sector o grupo social que ha tenido -salvo contadas excepciones- el control económico y político del país desde la Independencia. Este sector se sintió profundamente amenazado por las medidas adoptadas por el gobierno de la Unidad Popular y por el movimiento de masas que pujaba conquistar su emancipación. Aunque durante las últimas décadas se han producido importantes transformaciones en la estructura social del país, en la conformación de las clases y estratos sociales, a grandes rasgos, podría decirse que es el mismo sector social que se encuentra representado por Piñera y la coalición política que sostienen su gobierno.

¿Cuál es la dimensión internacional de las políticas de gobierno de Piñera y su respuesta a la huelga masiva?

Chile ha sido presentado internacionalmente como un ejemplo de las virtudes del neoliberalismo, como un alumno ejemplar en la aplicación de las recetas de la Escuela de Chicago, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. En la década de 1990 lo llamaban el “jaguar latinoamericano” y pocos antes días del gran estallido social de octubre de 2019, el propio Piñera se atrevió a referirse a este país como “el oasis latinoamericano”. Esta imagen mitificada del Chile neoliberal ha explotado en mil pedazos. Las acciones de la Bolsa de Santiago han sufrido importantes pérdidas y, seguramente, la percepción de los inversionistas internacionales como un lugar seguro está cambiando aceleradamente. El mito se destruyó en pocos días, la realidad, los porfiados hechos, afloraron y se difundieron por todo el planeta a través de la prensa y las redes sociales. La respuesta represiva de Piñera a las demandas sociales mediante una represión feroz que ha cobrado más de veinte muertos, cientos de torturados, personas desaparecidas, miles de detenidos y heridos, además de la presencia militar en las calles que recuerda los peores momentos de la dictadura de Pinochet, ha significado una poderosa lección para el mundo entero. El rey está desnudo. Esta desnudez tendrá, sin duda, repercusiones en otros países. El neoliberalismo está siendo cuestionado en muchos lados, su profunda crisis en Chile ahondará su cuestionamiento internacional.

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