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El saqueo religioso de los pueblos campesinos e indígenas de México: El caso de la Mixteca Oaxaqueña. Por Enrique Astorga Lira (*).

Se puede ver este texto original -con sus cuadros- en el archivo ZIP al final del artículo)

Dinámica de la Región Mixteca.

La Mixteca oaxaqueña con unos 20 mil km2 y con varias etnias diferenciadas por su idioma y dialecto, por costumbres y vestimenta, como son los mixtecos de la zona caliente, los de la sierra y los de la Costa, que aunque hablan un mismo idioma tienen dialectos diferentes; además de los mixtecos, se encuentran las comunidades Triques, Tacuates y Amuzgos que pueblan de colores alegres sus comunidades, sin embargo, observando con mayor detención la realidad que allí existe, se aprecia que se trata de una región oprimida, de las más pobres del país, y sin embargo, y a su vez, opulenta: oprimida porque en la base de la sociedad existen unos 84 mil minifundios de subsistencia (Secretaría de Agricultura y Ganadería), con poco más de una hectárea promedio, con rendimientos que no sobrepasan una tonelada de maíz, lo cual no alcanza para mantener la familia, generando una masiva migración de a lo menos 50 a 60 mil mixtecos que huyen todos los años hacia el mercado externo e interno de trabajo; y opulenta, porque ésta base social de minúsculas parcelas es, contradictoriamente, la fuente de riqueza para el mundo financiero, comercial y religioso que ha surgido en la región.

A México ingresan entre 20 y 25.000 millones de dólares anuales por concepto de remesas que envían los migrantes. Ahora bien, las remesas que envían los migrantes laborales y los que permanecen en los EEUU circulan por los bancos y casas de cambio, pasan por las manos de las familias y terminan en el comercio o en una infinidad de pequeños negocios. En la región Mixteca la corriente de dinero que fluye por los canales financieros y comerciales es la sangre que mantiene en movimiento y crecimiento al cuerpo social de la región, a su vez es la base del proceso de diferenciación social, permitiendo la acumulación en pequeños grupos y obligando a la mayoría a continuar migrando para mantener la vida familiar en el campo y en las poblaciones.

El botín a repartir en la región fluctúa entre 300 y 500 millones de dólares anuales proveniente de los EEUU (datos del Banco de México) y varias decenas de millones de pesos del mercado interno; para captar estos envíos ha surgido un sector financiero integrado por 97 casas de ahorro, 40 casas de cambio y 6 bancos; además, un sector comercial que pasó en menos de dos décadas de 3.000 establecimientos a 7.400 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), convirtiendo a la capital de la Mixteca, la ciudad de Huajuapan de León, y a otros pueblos de la región, en un carnaval de tiendas que venden productos y servicios de todo tipo.

También en la repartición de las remesas participa la Diócesis que comanda alrededor de 1.000 iglesias instaladas en los pueblos de la Mixteca, con un ejército de sacristanes, diputados, mayordomos, rezanderos, cofradías y acólitos bajo las órdenes de los curas repartidos estratégicamente en el territorio.

De este modo se ha configurado en la Mixteca un mundo donde los campesinos y sus familias quedan irremediablemente cautivos por las mismas fuerzas que crean año tras año, y no tienen manera de escapar de esta trampa material y espiritual. Por un lado, con las remesas financian a los grupos dominantes que acumulan sobre la base del intercambio desigual (comercio), la intermediación financiera y la especulación (bancos y cajas de ahorro), y por el otro, aparece la Iglesia que muestra una cara bondadosa, mientras, captura una buena parte de las remesas. La Iglesia ofrece a los pueblos (comunidades) un lado espiritual que evangeliza, y un lado material que empobrece; pero, ambos van de la mano, uno llena las almas de gracia y resignación, el otro, exige pagar al contado los servicios canónicos.

La Iglesia Católica se enriquece en la región más pobre del país.

La estructura territorial de la Iglesia Católica en la Mixteca oaxaqueña, según la información recolectada en terreno, descansa –como se dijo- en unos 1.000 pueblos con iglesias[1], cuyo jefe máximo es el Obispo de la Diócesis. Le siguen 4 Decanatos, 73 Parroquias con un cura encargado y ayudantes; y en la base los llamados “pueblos filiales con iglesias” que dependen de las Parroquias, con alrededor de 14 comunidades o pueblos por Parroquia.

Al interior de los pueblos se estima la presencia, a lo menos, de unos 2.000 Sacristanes, que son ayudantes de misa, encargados de mantener la iglesia, pagar las cuentas, es un cargo gratuito, y lo novedoso es que son nombrados por los pueblos; otros tantos Acólitos que pasan la charola de la limosna y, además, unos 15.000 Rezanderos del rosario que son las personas de las comunidades capaces de recitar el Rosario completo.

El centro de la organización religiosa gira en torno de los Santos que se veneran en los pueblos; en cada comunidad se venera a no menos de 10 Santos (en Mariscala de Juárez, por ejemplo, hay 32 Santos activos). Cada Santo tiene su respectivo Mayordomo y Cofradía integrada por 5 a 15 vecinos llamados Diputados, también nombrados por el pueblo, y entre ellos, por sorteo, se escoge al Mayordomo. Uno de ellos es a su vez designado Diputado Mayor de la Cofradía, encargado de remplazar al mayordomo si éste llegara a faltar. La función principal del Mayordomo o su suplente o diputado mayor, es organizar las fiestas de los Santos (misas, comidas, fuegos artificiales, etc.) y, por supuesto, sin que falte el riguroso pago del precio de las misas y otros menesteres que cobra el cura cuando visita los pueblos.

Se observa una cierta democracia teocrática, donde el pueblo, la fuente del poder civil (político), nombra a los encargados de las labores religiosas, amalgamando la fuente del poder político con el divino. Como no alcanzan los curas para todas las Iglesias, esta designación desde abajo establece una organización piramidal del poder religioso que va desde las comunidades hasta el Obispo, permitiendo un férreo control de los pueblos por parte de la Iglesia.

Así se ha formado una poderosa estructura organizativa (paralela a la organización político-administrativa de las autoridades constitucionales), que se encuentra instalada en todos los pueblos de La Mixteca, y reparte de arriba-abajo el evangelio, los dones y perdones, pero de abajo-arriba recibe la cooperación económica de los campesinos e indígenas mediante el pago de los servicios religiosos.

3. La Iglesia empobrece a los pobres con la esperanza de ganar el cielo. Los gastos de este imaginario religioso que realizan los campesinos se originan en: a) cooperación litúrgica y b) Festejos o fiestas religiosas en torno del aniversario de los santos y del pueblo. La cooperación litúrgica a su vez comprende los gastos que hacen los pueblos derivados de los diversos tipos de misas, mandas y limosnas.

Las limosnas, salvo eventos excepcionales, quedan en la iglesia del pueblo; con dicho ingreso se pagan ciertos gastos de limpieza, luz, vino y hostias. Estos dos últimos elementos básicos de la transmutación divina, se adquieren en el convento de Huajuapan de León que es la ciudad capital de la Mixteca, que los produce para todas las iglesias de la región, de modo que una parte de las limosnas regresan a la contabilidad central de la Iglesia.

Las limosnas, lo mismo que el precio de las misas, varían según el tipo de misa (ver cita 2 en el cuadro, en el documento ZIP al finalñ del texto). Las misas son de varios tipos: misas Ordinarias, valen US 20, se celebran todos los domingos, salvo en los pueblos cabecera de parroquia, son gratis; las Oficiales, que cuestan de 231 a US 385, en estos casos participan por lo general 3 ministros o curas; las Especiales, son más cortas, su precio llega a los 45 dólares (bodas, bautizos, funerales), y las Solemnes, son las más caras, cuestan alrededor de US 538 y son realizadas por el Obispo de la Diócesis en los pueblos. Las promesas o mandas se consideran misas oficiales, las personas atormentadas por sus problemas ofrecen una misa a determinado santo a cambio de un milagro. Se realice o no el milagro, la promesa debe religiosamente cumplirse, se paga sin excusas, en dinero y al contado, a menudo los campesinos venden animalitos o se endeudan con prestamistas para pagar la deuda religiosa.

(Cuadro a ver en el archivo zip al final del texto)

Los eventos religiosos implican un gasto muy alto para los pueblos, proyectado el gasto al universo de las comunidades, considerando la homogeneidad que existe entre los festejos, limosnas, promesas y misas, se tendría un gasto anual para el año del estudio de 49.4 millones de dólares, los cuales, una parte importante ingresan a las arcas de la Iglesia.

(Cuadro a ver en el archivo zip al final del texto)

Oportunidades y Procampo son dos programas centrales del Gobierno Federal para combatir la pobreza. Lo que el gobierno otorga a los campesinos en dinero para alimentación, combatir la pobreza o mejorar las condiciones productivas, cubre tan solo la mitad del gasto religioso; a su vez, la contribución monetaria que hacen los pueblos a la Iglesia es superior al valor de la producción agrícola de la región (Secretaría de Agricultura). Ello explica que las comunidades están obligadas material y espiritualmente a abandonar sus familias y emigrar para financiar los gastos religiosos y proveer de subsistencia a sus familias, en este andar se beneficia principalmente a un pequeño grupo social que se ha convertido en el más poderoso: los especuladores financieros, los comerciantes e intermediarios de productos.

Una Iglesia comprometida con el despojo de los campesinos y aliada a los sectores dominantes y conservadores de la sociedad regional (Partido de Acción Nacional, PAN), es un poderoso factor de apoyo a las campañas políticas de ese grupo político-religioso que por muchos años participa en el control del municipio de Huajuapan de León. Por ello que la Iglesia junto a la banca, comercio, casas de cambio y agencias de ahorro, forman la estructura de dominación material, política y espiritual de la región. La Mixteca está condenada a producir migrantes que retornen remesas a sus familias, remesas que mantienen pobre a los pobres, pero, son el mejor negocios para una próspera clase dominante atrincherada en la cúspide del poder económico de la región, incluida la Iglesia Católica que calma los espíritus para que el diablo se ensañe con la región más pobre del país.

(*) Enrique Astorga Lira, abogado de la UC, especialista en economía agrícola, fue consultor e investigador de OIT sobre la situación de los jornaleros agrícolas en México, luego ATP del Proyecto OIT/PNUD en la Mixteca Oaxaqueña e impulsor del Programa Lluvia, Tequio y Alimentos que realizó obras de riego y agua para consumo humano en 5.000 comunidades de Oaxaca. Recientemente volvió a la región contratado por CEPAL para evaluar el Programa del Instituto de Desarrollo de la Mixteca, uno de los aspectos que se observó fue el impacto de la Iglesia Católica en la economía campesina y en la Región. El texto completo del estudio de la Mixteca esta archivado en Cepal, que desgraciadamente aún no publica. En el estudio el autor por razones obvias guardó los nombres de los curas y monjas que gentilmente proporcionaron información.


[1] ) Al revisar la lista de pueblos se encontró que los conquistadores junto a la Iglesia no solo modificaron la estructura administrativa de los pueblos Mixtecos, imponiendo los municipios y agencias, sino que además, agregaron en la mayoría de las comunidades que tenían nombres originarios, el nombre de un santo o santa católicos.

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