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“El sueño” que rasga la esperanza de Chile. Por Hans Schuster

Si la palabra escogida se regocija con los tiempos que corren y deja fluir aquellos estados de ánimo que transitan entre los antiguos costurones de la esperanza por cambiar de una vez por todas la nefasta epidemia neoliberal, que mantiene atrapada las zonas de sacrificio, la contaminación industrial de los mares con salmoneras incluidas y la minería o las forestales, cuyo curso contradictorio de las cosas humanas no tiene ninguna intención de no destruir la naturaleza para que, es más, valiéndose de ella, genera esa supuesta riqueza que tal vez algunos pocos, sobándose las manos de codicia alcancen a ver, mientras trazan una historia que procede sin ningún otro plan, que no sea el de destruir el medio ambiente, conforme a la legislación comprada bajo la supuesta noción del “desarrollo” y, sin embargo, a su determinado plan de miseria humana, al igual que la banca, se mantienen amparados en la constitución que contiene los principios y objetivos de la “nación”, y establece la existencia de órganos de “autoridad”, sus facultades y limitaciones, así como “los derechos de los individuos” y las vías para hacerlos efectivos. De allí el gran alcance de la constituyente que nos traerá la posibilidad de soñar Chile, siempre y cuando volvamos a poner en duda nuestra propia percepción: al no contar con el espíritu de categorías adecuadas para la captación de lo asombroso, y es asombroso como el poder de destrucción de la pandemia neoliberal se mantiene y fue amparado por los políticos de los 30 años, de los 30 pesos, de los 30 desamparos con que hoy en día quieren mantener el mejor de los negocios, la pobreza.

Es cierto, inicié el artículo con mucho ímpetu y rabia contenida por el trascurso de tantos años de excesos y deplorables políticas públicas, en vivienda, inteligencia policíaca, educación, salud, por nombrar algunas porque por donde se mire, los abusos están presentes, amparados por los esbirros de siempre, senadores del raspado de la olla, diputados y diputadas cuyo paso por el parlamento acrecentó su conexión con los más excelsos fines de los avaros, cuya corruptela impune continúa licitando las migajas del estado, y el estado de cosas se mantiene, como si la justicia existiera y los jueces y fiscales no fueran de los mismos, cobijando a los soberbios privilegiados y castigando en demasía a los humildes.

Dicho lo anterior, “El sueño” es otro y no se trata de la secreción de melatonina que se ve afectada por la luz, y nos provoca sueño con la oscuridad o nos hace estar despiertos cuando disminuye. Tampoco se trata de la red neuronal compleja, en la que intervienen diversas zonas del sistema nervioso central. Si bien, “El Sueño” biológicamente es un estado conductual y no la falta total de actividad, sino que es un estado biológico concreto con distintos grados de profundidad, donde se presentan modificaciones fisiológicas complejas en cada una de las etapas del mismo. No hablaremos de ese sueño, sino del publicado por Alejandra Ziebrecht e impreso en los talleres gráficos de Mosquito Comunicaciones (Chile, 2009).

El Sueño de Alejandra Ziebrecht, es una pieza literaria compleja, cuya voz en primera persona, utiliza la narrativa y la poesía para manifestar estados de conciencia en donde lo femenino es una coartada, para extender la brevedad del gesto reconciliatorio entre la escritura y la vida, cuya verdad irrefutable se hace presente en los quince momentos con que se desarrollan las 109 páginas de un viaje a la conciencia de escribir de un modo recursivo, en largos fragmentos de invocación al espejo de la palabra que devuelve las miradas ante la toma de conciencia, al re escribir la escritura de quien escribe a modo de conjuro. De allí las voces duplicadas, en narrativa y lírica, duplicadas en su eco de reflejos literarios, con guiños a diversos autores, en su mayoría masculinos, para contrastar los géneros que de suyo generan un mundo hermético en las fronteras internas de un sueño que se desplaza sin tiempo ni territorio, sino en su mismidad, en su necesidad de alborotar los fantasmas, en los momentos de angustia, entre el ir y venir de la soledad descolgada en su gancho de palabras que desgarran, y tal vez por eso se menciona la ciudad de Lota, como si se fuera de paso entre un sueño y otro, que sin ser el mismo es complementario, porque se auto invoca y se auto sueña, en la recursividad de la palabra que gotea gritando su silencio.

“El sueño “de Alejandra es un prodigio de conciencia que descuera la mansedumbre de la propia palabra empeñada, a dos voces. Su texto, trae ese recuerdo a escritura de la conciencia, es un Eloy en lo femenino, sin serlo, dado que el viaje por la conciencia contiene otros parámetros, otras grietas de ansiedad entre los momentos de auto juzgar la vida, varias décadas después del memorable texto de Carlos Droguett. Alejandra, al igual que Carlos, se encuentra ante las propuestas estilísticas más originales de la literatura chilena, e igualmente escasamente conocidas, sin embargo, ambos son autores del selecto grupo del “lirismo de la soledad” presente en sus textos como un sello indeleble en la prosa droguettiana, en Eloy punto cúlmine, como en la prosa y lírica de Ziebrecht en El Sueño.

Pero volvamos a nuestro artículo, en el sentido de fotografiar con palabras el momento a modo de crónica, de allí la pesadilla presentada en los primeros dos párrafos, pero ahora el sueño es otro, y aunque falta que asuma el presidente electo Gabriel Boric, ya tenemos los nombres de ministros, ministras, subsecretarias y subsecretarios, a la espera de que sean amables y prudentes, no sólo con sus choferes, guardaespaldas y subalternos, sino por sobre todo con los ciudadanos y ciudadanas que ven en ellos la esperanza de un Chile con un sueño mejor, como el sueño del cardenal Raúl Silva Henríquez, que está más vigente que nunca; “Mi sueño de Chile (1991)” , “… Quiero que en mi país todos vivan con dignidad. La lucha contra la miseria es una tarea de la cual nadie puede sentirse excluido. Quiero que en Chile no haya más miseria para los pobres. Que cada niño tenga una escuela donde estudiar. Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud. Que cada jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia. Y que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda reunirse a comer, a jugar, y a amarse entrañablemente”.

Y en recuerdo a su magnífico sueño “Raúl, amigo, el pueblo está contigo” se escuchaba hace ya 22 años de su partida y sigue estando presente. “Quiero un país donde reine la solidaridad. Muchas veces ante las distintas catástrofes que el país ha debido enfrentar, se ha demostrado la generosidad y la nobleza de nuestro pueblo. No es necesario que los terremotos solamente vengan a unir a los chilenos. Creo que quienes poseen más riquezas deben apoyar y ayudar a quienes menos poseen. Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los más débiles. Y que los sabios deben responsabilizarse de los que permanecen en la ignorancia. La solidaridad es un imperativo urgente para nosotros. Chile debe desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirse en una patria solidaria.”

Entonces, volvamos al sueño como esperanza, pero sin pecar de ingenuos, porque según el mito, cuando Pandora cerró la caja, dentro de ella quedó la esperanza, de modo que debemos ser prudentes, ya Nietzsche enfatizaba el hecho de que los dioses griegos incluían a la esperanza dentro de los males existentes. Por otra parte, desde la filosofía de la religión, para hacer el contrapunto, la esperanza es un sistema de pensamiento en el cual se cree en algo para lo cual no existen evidencias; de hecho, su virtud está precisamente en creer y esperar, aunque no exista ninguna prueba racional o empírica de lo que hay o habrá, de existir deja de ser una esperanza y como tal carece de sentido. La esperanza sería la apuesta (diría San Agustín) parafraseando la idea ante el futuro gobierno de Gabriel Boric.

En el Chile de hoy, ya formado el gabinete y a la espera de dejar atrás el 11 de marzo, hay sueños que se mantienen intactos, debemos comenzar a sortear la pandemia neoliberal de una economía depredadora y corrupta, la lista es larga: confort, pollos, Soquimich, ISAPRES, AFP, para no mencionar a los generales imputados de carabineros y ejército, sin olvidar a la PDI, o los montajes de la “macro zona”, “los presos de la revuelta”, “la deuda histórica de los profesores” y así suma y sigue, ahora que el ex ministro del exterior ( mi compañerito de Liceo) debe dar explicaciones de los fondos que entregó a cargo del erario nacional en los últimos años, esas abultadas sumas de dólares a la misma institución internacional en la que próximamente asumirá como titular de la Secretaría General Iberoamericana (Segib). Para no decir nada de las leyes y concesiones de último minuto, salmoneras incluidas, parques nacionales y otras bagatelas como la línea 7 del metro, que, entre otras cosas, amenaza a la arboleda centenaria del Parque Forestal. Y así suma y sigue, pero el sueño se mantiene intacto, y es posible que sea Gabriel quien, en los momentos más oscuros de la esperanza, logre escuchar “…. amigo el pueblo está contigo”, por ahora, una vez más le doy las gracias a Alejandra Ziebrecht, por sus años incólumes al desarrollo de la literatura, regional y nacional, y en un disfrute complejo y tan cercano a “El Sueño”, que sea también otro sueño, en el que aprendamos a soñar el buen vivir, que todos los habitantes de la república, con una nueva constitución nos merecemos.

Hans Schuster
Escritor
Fundador del Colectivo de Arte: Látigos de Fuego
Co-fundador del Colectivo de Artes y Humanidades Filopoiésis.
Coordinador área de Gestión de las Culturas y Patrimonio-UCSH.

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