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El valor patrimonial de la comida chilena: frutos del mar en El Ancla. Por Alex Ibarra Peña

Caminar por las calles de Santiago en esta época en que la ciudad respira más tranquila debido a la menor congestión, es sin duda un privilegio que ayuda a pasar el verano en la ciudad. La Avenida Providencia sigue siendo un lugar que invita a ser transitado, en este caminar se me aparece la iglesia Nuestra Señora de la Providencia que entiendo es la que da el nombre a esta avenida, uno de nuestros monumentos nacionales que cuenta con uno de los órganos más antiguos y de fabricación italiana que llegó a Chile en el siglo XIX. Frente a esta iglesia está la Biblioteca Municipal de Providencia con un par de hermosos ceibos que custodian su entrada, atrás de este edificio se encuentra el Mercado Municipal de esta comuna. Una de las calles que lo bordea es Santa Beatriz, caminando hacia el río, entre medio de callecitas que van dejando atrás el ruido de los automóviles aparece en una de sus esquinas un templo para la comida de frutos del mar chilenos.

Este notable restaurante es El Ancla (@el_ancla) el cual cumplió aquí en este sitio trece años inaugurado después del memorable lugar que tienen en Avenida Américo Vespucio en La Cisterna cerca del terminal pesquero. Una de las claves para la calidad de esta comida es el traslado de los productos que son entregados directamente por pescadores, principalmente de la Región de Valparaíso.

La comida de mar es una de nuestras delicias, tenemos de privilegio de que nuestras costas están bendecidas por una variedad de mariscos y pescados sabrosos y nutritivos. Este tipo de alimentación hace algunas décadas eran fundamentales en las mesas de los chilenos, recuerdo los almuerzos de fin de semana con cajas de almejas comiéndolas crudas y la parmesana, pescado frito, al horno o estofado de cabezas, siempre con algún mosto que para la creencia popular tenía que ser blanco.

Volver a esos sabores de mar con esas preparaciones que podríamos decir más chilenas es como un viaje a la buena comida hogareña, El Ancla ofrece esto con una gran variedad de mariscos, entre ellos ostras frescas, platos calientes como los chupes, gran variedad de pescados en distintas preparaciones, buenas opciones de Chardonnay y Sauvignon Blanc si es que opta por un vino frío, servidos a temperatura y acompañado de balde para que mantenga en esas condiciones. La carta de postre sorprende por la mantención de postres caseros que acompañaban nuestra vida cotidiana en el Chile en que la vida familiar era más habitual.

La comida de mar es una de nuestras comidas reconocidas internacionalmente, El Ancla es uno de nuestros mejores embajadores culturales en este ámbito, vale la pena destacarlo, invitando a darse el tiempo para ir a sentarse en uno de sus ambientes de comedores, en una hermosa casona que nos recordará parte de la poética nerudiana. Salud y larga vida para este lugar que nos dona el sustento necesario para cumplir con ese rito de entregarle al cuerpo una buena alimentación.

Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra

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