En estos meses que he estado dedicando atención al vino chileno, haciendo pruebas, conversando y entrevistando a algunos protagonistas, he escuchado testimonios que relatan mitos y hechos que son un importante aporte que contribuye a la comprensión de los asuntos del vino entendiéndolo como uno de los productos emblemáticos de nuestra cultura. Sin duda, el vino es uno de los productos patrimoniales fundamentales y no es sólo un producto de consumo con valor comercial, aunque ésta perspectiva a veces opaca el sentido más profundo que implica la prodigiosa producción.
En torno a las cuestiones económicas, no sólo en el ámbito del vino, es necesaria una mayor presencia del Estado. La institución debe regular las buenas prácticas, promover el desarrollo, contribuir a la cultura y no sólo desde el asistencialismo. En este contexto de una opaca renovación constitucional, dado el hecho que los partidos políticos lograron imponerse a la ciudadanía, una demanda que queda vigente es el fortalecimiento de un Estado de Derecho.
Si al valor del vino le damos un contexto relevante social y culturalmente, existen una serie de elementos importantes en lo que el Estado puede intervenir protegiendo principalmente a los pequeños productores y a aquellos que han hecho una apuesta por el cuidado del patrimonio vitivinícola. A lo largo de nuestro territorio hay varias personas y familias que han asumido una conciencia significativa que asume la valoración cultural del vino desde lo simbólico que representa la herencia ancestral de nuestra identidad, claramente recuperando una sincera concepción del terroir.
Sólo considerando cuestiones recientes, es decir, que deberían permanecer en nuestra memoria se debe aumentar la fiscalización de protección sobre todo de las viñas patrimoniales frente a la real amenaza que sufre frente al problema de desertificación de los suelos y de los incendios vinculados a las grandes empresas forestales. Esto es un hecho evidente que exige medidas formales, pero también muy serias y efectivas que aseguren una protección de los viñedos ancestrales.
En torno a las fiscalizaciones en que el Estado debería ser muy activo sobre todo en los asuntos que fortalecen nuestra economía actual y a futuro es lo referente a los precios. Este año, y por cierto en años anteriores también, las grandes corporaciones viñateras fijaron precios injustos al valor de la uva, esto además de genera pobreza a los llamados pequeños viñateros los desincentiva a seguir trabajando en el rubro y finalmente los llevará a vender sus tierras a bajo costo a las mismas corporaciones del vino, a las forestales o inmobiliarias monopólicas. Estos ataques económicos son graves y lamentablemente no son sancionados proporcionalmente al daño causado, recordemos a los "genios" de las colusiones y estafadores corruptos que se les castiga con clases de ética.
Otro elemento para el debate es el impuesto adicional que paga el vino bajo el criterio de desincentivo del alcoholismo. Una política de salud que parece sensata. Sin embargo, creo que podrían considerarse algunos matices, el primero es la concepción cultural y científica de que el vino es también un alimento, esto quiere decir que porta elementos que ayudan a nuestra salud. Claramente el vino no causa los daños más severos de los destilados. Agregaría a esto, otro elemento diferenciador para el pago de los impuestos, referido a una distinción entre pequeños productores y grandes corporaciones, considero sensato la rebaja de impuestos a pequeños productores para lo cual habría que considerar variables como las hectáreas plantadas y la cantidad de botellas embotelladas, etc. Para graficar las condiciones actuales, tengamos en cuenta que cada botella vendida paga Iva y paga otro 20% adicional, es decir un productor de vino recibe sólo el 60% del valor de cada botella y el consumidor está pagando un 40% de impuestos por comprar una botella.
Muchas veces nos creemos que somos grandes conocedores del tema del vino, el peligro de esta sentencia es que hay una serie de variables culturales relacionadas de las cuales no tenemos idea alguna. Si es que el vino es un tema cultural y además patrimonial en Chile debemos fortalecer el relato creado que existe en torno a éste. Es urgente apostar por un relato cultural en torno al vino dado que es un elemento cultural y patrimonial de la humanidad. También tengo una gran utopía referida al fortalecimiento de universidades nacionales en nuestro país, por qué no pensar también en una gran universidad de la fruta en donde la cultura del vino sea estudiada, investigada y producida.
Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra