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El valor patrimonial del vino chileno: pasión utópica de Tres Quebradas. Por Alex Ibarra Peña

"Sol y viento pa´su vida, sol y viento.
(...)
Luna y viento lo vigilan, luna y viento".
(Víctor Jara. "El pimiento").

Nuestra larga y angosta faja de tierra nos ha dado una riqueza geológica y climática especial, entre los bordes de la cordillera de Los Andes y el Mar Pacífico. Un territorio lleno de valles mágicos, generosa tierra y amoroso trabajo que la germina. Un Chile que se extendió más allá del valle central, potencia minera, potencia agrícola, potencia vinífera. Quienes aman esta tierra tienen esa paciencia que sabe esperar por sus frutos, esto es parte de la visión de la Viña Tres Quebradas, dedicada a la producción de vinos en el Desierto de Atacama, el mismo que tiene fama de ser el más árido del mundo.

Tres Quebradas es una hermosa utopía que rompe el mito que localiza la producción de vinos en el valle central, una realidad que comienza poco a poco a conocerse. Esta realidad nace de sueños, en este caso por la voluntad y convencimiento de Marianela Álvarez que estudió agronomía en la Universidad de Chile tomando atención a los cursos de especialización en vitivinicultura en esta universidad y en la Universidad Católica. Mientras trabajaba, principalmente en la producción de uva de mesa, fue alentando su espíritu con el anhelo de que el desierto tuviera su propio vino. Su conocimiento del suelo le daba un soporte sólido a esta idea dado que las sedimentaciones de Los Andes iban mostrando alta presencia de carbonato de calcio, condición que posibilita el cultivo de la vid. En este proyecto familiar también hace su aporte su hija Camila Rojas y la asesoría de la enóloga Rosario Fillol.

Tres Quebradas es un predio agrícola en Vallenar que es el lugar donde está ubicada la viña, la quebrada de las porotas, la quebrada de los yuyos y la quebrada de la viña. Las cepas que produce esta viña son Garnacha, Syrah, Malbec, Blend (Garnacha/Syrah), además de Late Harvest, Fortificado, Pajarete y Pisco. Es variada la oferta de esta viña del Valle de Huasco que mantiene la tradición de hacer el vino a mano. Un sueño que hoy se nos muestra como un proyecto ya consolidado con un origen situado en el año 2017.

El espíritu mistérico del desierto aparece en estas botellas que portan un terroir que nos parece un poco lejano y un poco desconocido. Estas botellas nos ofrecen la posibilidad de seguir ampliando nuestra mirada más clásica de la vitivinicultura. La fuerza de la tierra, la fuerza femenina, la sabiduría, la capacidad de soñar y las convicciones son el fundamento que sustenta esta historia. El anhelo, la fuerza y el amor fecundan las ilusiones que sirven para vivir y para bien vivir, sabiduría que permanece en el sustrato andino que heredamos y que es parte de lo que somos.

Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra

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