Investigando un poco es posible reconocer un relato histórico en torno al vino chileno. En éste incluso se podrían reconocer un mínimo consenso en algunas cuestiones que nos podrían servir para una justificación que soporte una comprensión que permita reconocerlo como un bien patrimonial. Por ejemplo, se estima que las primeras parras llegaron en el siglo XV, casi simultáneamente a Perú y Chile. En el caso chileno el ingreso habría sido por el actual puerto de Talcahuano. Podemos decir, entonces, que el vino llegó por las manos de los conquistadores, pudiéndose destacar en esta empresa la colaboración prestada por las Congregaciones Religiosas. Estos viñedos estuvieron destinados al consumo familiar dada su condición de alimento, y al consumo religioso, particularmente en el rito litúrgico de la transustanciación entendida como "el cambio de toda la sustancia del pan en la sustancia del cuerpo de Cristo y de toda la sustancia del vino en la sustancia de la sangre de Cristo". Este misterio eucarístico en la iglesia católica romana fue establecido como doctrina en el IV Concilio de Letrán en 1215. Al interior del credo ortodoxo también se considera este rito y en el protestantismo hay una reminiscencia a esto en la simbólica celebración de "la santa cena".
Volviendo a la cuestión histórica sobre el vino chileno se puede observar que no excluye las polémicas ni los desacuerdos, existiendo algunas publicaciones que lamentablemente no son tan fieles a la verdad. Sin embargo, esto es propio de la disciplina de la historia, sumando a la causa que dado el escaso valor cultural por el vino en Chile no existe un gran espesor investigativo y tampoco en publicaciones de divulgación. Sin embargo, a esta altura sería conveniente el establecimiento, aunque fuera problemático, de un canon mínimo que permita al menos una ilustración amplia de esta historia. En esta tarea en estos últimos años han aportado bastante Pablo Lacoste, Gonzalo Rojas y Álvaro Tello.
Otro elemento de cultura general en el vino es la valoración universal que existe sobre este fermento, en la mayoría de las lenguas culturales existen palabras para nombrarlo. Tomo una referencia de un trabajao de la agrupación chilena de música antigua y medieval Calenda Maia titulada "Bonum Vinum. Rito y Fiesta del vino": "Inu lo llamaron los Asirios; los Hebreos...Jajín; Wain los beduinos del desierto; Wiyana los Hititas; los Griegos del azul profundo...Oinos; Gwin los Galos; Wein los Germanos; los Celtas de Irlanda Fin; Vynas los Eslavos; Viina los Finesas; y Vinum nuestros padres Latinos". Hoy en el contexto global tienen prestigio los vinos españoles, franceses, italianos y chilenos. Nótese que nuestro país está entre las grandes potencias productoras de vino.
De la cultura francesa entre muchas frases de diversas personalidades culturales menciono una atribuida al químico Luis Pasteur: "El vino es la más sana y la higiénica de las bebidas"; y otra perteneciente al escritor Alejandro Dumas: "La comida es la parte material de la alimentación y el vino es la parte material". De la cultura italiana rescato la siguiente de su refranero popular: "Una barrica de vino puede realizar más milagros que una iglesia llena de santos". De la cultura chilena recordaré algunos nombres de poetas y poemas: Pablo Neruda (Oda al vino), Juvencio Valle (Una guirnalda para el vino), Carlos Pezoa Véliz (Brindis del bohemio), Oscar Castro (El vino), Andrés Sabella (La mona de ño` Noé), Nicanor Parra (Coplas del vino), Rodrigo Amauro (Canto al vino), Fernando Alegría (Donde lloran los valientes), Carlos de Rokha (Sonata coral al vino), Claudio Solar (De aquí no se libra nadie), David Rosenmann Taub (La tierra de la vendimia), Alberto Rubio (Durmiendo junto al río), Jorge Teillier (Poema del vino), Waldo Rojas (Vid), Teófilo Cid (El bar de los pobres), Tomás Harris (Yugo bar), y de Pablo de Rokha su gloriosa epopeya. Entre estos poetas chilenos y tantos otros usaré a modo de invocación poética un fragmento del "Soneto del vino" del argentino Jorge Luis Borges: "El vino fluye rojo a lo largo de las generaciones como el río del tiempo y en el arduo camino nos prodiga su música, sus fuegos y sus leones". En esta extensa referencia a los poetas lejos me encuentro de querer presentar una imagen de los poetas como buenos bebedores, quizá sí, aunque el valor que aquí me interesa es que estos suelen ser grandes conocedores y testigos de la cultura.
Ahora pregunto desde esta condición de valoración cultural del vino qué sabemos del vino, ¿nosotros chilenos qué sabemos del vino? ¿Qué cepas hemos probado? ¿Qué cepas se cultivan en Chile? ¿En qué lugares geográficos se produce el vino? ¿La variedad de las condiciones geológicas y climáticas influye en la producción de los vinos? ¿Cuáles modos y materiales se usan en el proceso de fermentación? ¿Conocemos la formación de nuestros enólogos y enólogas? ¿Reconocemos el saber de nuestros vitivinicultores? ¿Podemos distinguir entre un vino industrial y un vino natural? ¿Qué viñas sabemos que existen? ¿Cuál es la función del Estado y su aporte al rubro? ¿Qué tipo de relaciones existen entre las grandes corporaciones y los pequeños productores? ¿Conocemos los lugares y espacios en los cuáles podemos acceder a los vinos?
Estas preguntas pretenden problematizar lo creemos qué sabemos sobre el vino en Chile, cuestión importante, dado que al igual que en otro orden de cosas, los relatos han sido construidos desde la élite criolla y desde el poder oligarca. En el ámbito del vino chileno hoy es un momento interesante reconociendo que hay elementos revolucionarios que permiten reconocer una historia menos homogenizadora que enfrenta varios mitos falsos. Es necesario construir un espacio de diálogo en función de la difusión de "otros" relatos ignorados o invisibilizados reconociendo el trabajo de los y las vitivinicultores, enólogos, sommelieres, historiadores, y todos los que hoy aportan a este saber desde distintas miradas y concepciones. El relato del vino chileno tiene ese aire de utopía que posibilita la transformación cultural que permite la participación de los sujetos sociales protagónicos que tantas veces quedan excluidos.
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Alex Ibarra Peña.
Dr. En Estudios Americanos.
@apatrimoniovivo_alexibarra