Este fin de semana están aconteciendo distintas actividades en torno al vino chileno, dado el valor patrimonial y cultural que éste tiene la actividad vinocultora debería mantener este ritmo que aportan aquellas actividades que permiten la difusión de vinos de alta calidad. Son varios los prejuicios instalados que no contribuyen a una historia que haga justicia a quienes por varias generaciones se han dedicado a custodiar un legado legendario por eso es que es necesaria una mayor visibilización.
Este es el caso de Viña La Kura (@lakurawines) que se destaca por su conocimiento sobre el pulso de la tierra para el cultivo del fruto que nace de las parras sostenidas en terrenos que se destacan por sus rocas o piedras húmedas alimentada por minerales como el tan valorado oro y por el bello y noble quarzo en piedras, de ahí la palabra kura en el uso del mapudungun, nuestra lengua ancestral en el territorio mapuche.
La historia de Viña La Kura es parte del origen de los viñedos en Chile y en el Cono Sur. En sus tierras cultivaron la vid los jesuítas que fundaron la hacienda La Magdalena por allá por 1612 lugar en que se elaboraba vino para sus liturgias religiosas. Los avatares de la historia permitieron a los ancestros de Clara Arteaga adquirir la propiedad de estas tierras cuando esta Congregación fue expulsada de Chile. Hoy esta Viña es una de las emblemáticas en el protagonismo de las mujeres en este rubro, Clara después de un periplo educativo apartada de su tierra ha vuelto a poner su cuerpo y alma en este histórico proyecto vitivinícola con el apoyo y colaboración de su esposo, sus hijas y familia.
Hemos destacado hasta aquí la relevante historia patrimonial de Viña La Kura, sin embargo es justo dejar en claro que el prestigio actual que posee este proyecto en el intenso y variado mundo del vino chileno, tiene que ver con sus productos de calidad. Estos vinos surgidos de cepas patrimoniales han ido respetando la generosidad auténtica de la naturaleza, en ellos no encontraremos la fuerte presencia de la madera ni del alcohol, ya que perdura siempre la nobleza de la fruta, quiero decir con esto que nos encontramos en presencia un producto honesto que nos remiten a esos sabores propios del campo, o en otras palabras, mostos que entregan una experiencia más "salvaje".
Para estos días primaverales en que ya se nos vienen las tardes un poco más calurosas se nos ofrece un blend exquisito de Moscatel y Chasselas, o el blend tinto compuesto de cepa País, Cinsault y Garnacha. Por otra parte, es evidente destacar el vino de cepa Cinsault, hoy una de las joyas principales del Valle del Itata y de esta viña, aquí se destaca su ya consolidado Raucho que tributa a una figura relevante en la historia de esta viña que ya adquiere una valoración mítica.
Los vinos de Viña La Kura nos ofrecen una alta experiencia de calidad, la riqueza de sus tierras, el cuidado pertinente en la elaboración, la mantención de las técnicas ancestrales y el amor donado en el trabajo, son características que le dan prestigio a esta apuesta vitivinicultora que con pasión ha alcanzado un significativo respeto y reconocimiento.
Alex Ibarra Peña
Dr. En Estudios Americanos.